El exquisito y exclusivo mundo de la tipografía debería tener, en principio, una deuda de gratitud con el régimen nacionalsocialista, que impidió que un joven soñador pudiera estudiar ingeniería electrónica. El padre de Hermann Zapf (Núremberg, 1918) era un sindicalista que odiaba a los nazis y eso le cerró las puertas de la universidad a su hijo. El destino quiso que el joven, que tenía gran talento para el dibujo, iniciara en 1934, un aprendizaje como retocador de imágenes en una imprenta de su ciudad natal.
A lo largo de cuatro años, el joven Zapf no solo aprendió el oficio, sino también descubrió su amor por la caligrafía, una pasión que lo convertiría con el tiempo en uno de los tipógrafos más importantes del siglo XX. Cuando finalizó la guerra, Zapf encontró trabajo en D. Stempel AG, una famosa empresa diseñadora de tipos en la que llegó a convertirse en director artístico y descubrió su verdadera vocación: crear letras hermosas.
Durante nueve años, de 1947 a 1956, y gracias a su talento de dibujante, Zapf se perfeccionó en el diseño de fuentes tipográficas, un arte que hace posible que las letras adquieran una magia que puede convertir un texto trivial en una obra de arte. El arte de Hermann Zapf, el genio de la tipografía alemana que murió a comienzos de junio en Darmstadt a la edad de 96 años, se convirtió en universal cuando dio vida a dos fuentes de letras (Palatino y Optima), quizás el alfa y omega de la tipografía y también los dos tipos más plagiados del siglo XX.
La leyenda que existe sobre la vida y milagros de Hermann Zapf señala que el diseñador se encontraba de visita en el cementerio de Florencia, a comienzos de 1950, cuando se dejó contagiar por el encanto del diseño de las letras. La diversidad de las escrituras que adornaban las lápidas del cementerio Santa Croce le fascinó y el artista copió las letras en un billete de 1.000 liras. Los bocetos le sirvieron de inspiración para crear la fuente Optima, que convirtió a su creador en un artista de fama mundial. A lo largo de su vasta y prolífica carrera, Zapf creó más de 200 fuentes de letras, escribió docenas de libros y tuvo el placer de convertirse en uno de los pioneros del lenguae escrito del mundo cibernético gracias a su minuciosa colección de símbolos, que recibió el nombre de Zapf Dingbats.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/30/actualidad/1435695927_833255.html?rel=ult
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