lunes, 20 de septiembre de 2010

La precariedad tampoco es la fuente de la eterna juventud

EL RETO DE NUESTRO PAÍS. Uno de los problemas de los jóvenes en España es la precariedad en el empleo -sucesión de contratos temporales, becas, sueldos bajos-, que ya dan por hecho. Con ella llegan la ausencia de hijos o el desapego hacia las empresas.
Contratos temporales y sueldos bajos hacen que con 30 años se viva como con 18 y se retrase la emancipación.
Sienten que están en el lugar y en el sitio equivocados. Han caído nada más empezar a andar. La crisis, que alguna vez creyeron que era cosa de los banqueros, se ha cruzado en su camino y, dos años después de hacer saltar los diques de Wall Street, ha llamado a sus puertas y quebrado sus expectativas. Toda una generación de jóvenes españoles, azotada por el paro más alto de Europa, improvisa un 'plan B' mientras ve cómo se agranda la brecha generacional, cómo el paraíso intuido se aleja, cómo empiezan a vivir peor que sus hermanos mayores, cómo se limita su acceso al trabajo, la casa o el coche, cómo se esfuerzan pero no avanzan. Y con ellos el futuro de España y de su economía.
En http://www.elpais.com/especial/preparados/se publicarán más reportajes, se organizarán debates con expertos y se difundirán vídeos con testimonios. Los lectores pueden participar enviando su opinión a soyunjovenencrisis@elpais.es
...La precariedad es el origen de muchos de los problemas o de las decisiones que toman ahora los jóvenes. Sucesión de contratos temporales o becas, salarios que a menudo no se acercan al mileurismo, falsos autónomos, pagos en B para esquivar la cotización, contratos que terminan en julio y se renuevan en septiembre... El 42% de los trabajadores entre 20 y 30 años tiene un contrato temporal. Y de los temporales es de los que antes prescinden las empresas en tiempos duros.
A Marian Villa se le acaba la beca en diciembre. ¿Y entonces?... Se siente precaria hasta la médula. "No solo por el hecho de cobrar poco. El problema es que vivir de becas y fundaciones impide avanzar como persona. Nadie me daría una hipoteca. No tengo derecho a una baja laboral o de maternidad", explica con indignación. ¿Por qué no cambiar de trabajo? "Estoy tan especializada y tan sobrecualificada que no sabría hacer nada más. Esa es la trampa. Me gusta investigar. Llevo tanto tiempo trabajando por pura vocación, que si ahora abandonase sentiría que los últimos ocho años han sido un fracaso". Cuando se desanima, recuerda el día que presentó su tesis, hace unos meses. "Inexplicable". Le tiembla la voz. "Tantos años de esfuerzo concentrados... ¿Cómo no va a haber fuga de cerebros?"... En pocas palabras: ¿Qué país le estamos dejando a nuestros hijos y nietos?Seguir aquí

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