lunes, 29 de noviembre de 2010

El prisionero español

Ahora mismo, lo mejor de los irlandeses es que son pocos. Por sí misma, Irlanda no puede hacer mucho daño a las perspectivas de Europa. Lo mismo puede decirse de Grecia y de Portugal, que es ampliamente considerado como la posible siguiente ficha de dominó.
Pero luego está España. Los otros son las tapas, España es el plato principal.
Lo sorprendente de España, desde una perspectiva estadounidense, es cuánto su historia económica nos recuerda a la nuestra. Como Estados Unidos, España experimentó una gran burbuja inmobiliaria, acompañada de un enorme aumento en la deuda del sector privado. Como Estados Unidos, España cayó en recesión cuando la burbuja estalló, y ha experimentado un aumento del desempleo. Y como Estados Unidos, España ha visto su déficit presupuestario inflarse gracias al desplome de los ingresos y los gastos relacionados con la recesión.
Pero a diferencia de EE UU, España está al borde de una crisis de la deuda. El Gobierno de EE UU no está teniendo problemas para financiar su déficit, con tipos de interés sobre la deuda federal a largo plazo de menos del 3%. España, por el contrario, ha visto dispararse el coste de sus préstamos las últimas semanas, debido a los crecientes temores de un impago futuro.
¿Por qué tiene España tantos problemas? En una palabra, es el euro.
España fue uno de los adoptantes del euro más entusiastas allá en 1999, cuando la moneda fue introducida. Y por un tiempo las cosas parecían ir viento en popa: los fondos europeos llegaron a España, potenciando el gasto del sector privado, y la economía española experimentó un rápido crecimiento.
A lo largo de los años buenos, por cierto, el Gobierno español aparecía como un modelo tanto de la responsabilidad fiscal como de la financiera: a diferencia de Grecia, logró superávits presupuestarios; y a diferencia de Irlanda, se esforzó (aunque con sólo un éxito parcial) en regular sus bancos. A finales de 2007 la deuda pública de España, como porcentaje de la economía, era aproximadamente la mitad que la de Alemania, e incluso ahora los bancos españoles no están ni de lejos en el mal estado de los irlandeses. Pero los problemas se estaban desarrollando bajo la superficie. Durante el auge, los precios y los salarios crecieron más rápidamente en España que en el resto de Europa, ayudando a alimentar a un gran déficit comercial. Y cuando estalló la burbuja, la industria española se quedó con los gastos que la hicieron poco competitiva frente a otras naciones.
¿Y ahora qué? Si España todavía tuviera su propia moneda, como los Estados Unidos (o como Gran Bretaña, que comparte algunas de las mismas características) podría haber dejado caer que la moneda, por lo que su industria sería competitiva de nuevo. Pero con España en el euro, esa opción no está disponible. En su lugar, España debe lograr la "devaluación interna": tiene que recortar los salarios y los precios hasta que sus costes estén otra vez en línea con los de sus vecinos... (El País. Entrevista a Paul Kugman, 29-11-10) Seguir aquí.

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