Cuando habla del histórico proceso de cambio en su país, Fathi Chamki, miembro del Consejo Nacional de Protección de la Revolución de Túnez, afirma: "Hay que verlo con ojos tunecinos. No con ojos europeos. Occidente se preocupa por la estabilidad de la región, el terrorismo o la inmigración, pero lo verdaderamente esencial es tener una democracia real".
El eco de estas palabras suena contundente cuando se refiere a toda la región árabe...
Nacido en Kairouan, casado y con dos hijos, Chamki es vicepresidente de la Liga tunecina de los Derechos del Hombre, portavoz de la organización ciudadana ATTAC en su país y uno de los activistas más importantes durante las revueltas que acabaron con el derrocamiento de Ben Ali, el 14 de enero, tras 24 años en el poder. "Fue el momento más intenso de toda mi vida. Cuando huyó, volví a nacer", asegura. "Hasta entonces me sentía un hombre humillado".Durante las protestas, Chamki publicó artículos bajo su firma pidiendo la salida del sátrapa. Reconoce que sintió "mucho miedo" por la represión de la policía política del régimen. También explica el trascendental papel de Internet, sobre todo Facebook, para salvar la censura. "Nos dimos cuenta de que éramos un país con un sentimiento y unido contra un enemigo común", afirma este exprisionero político y sindicalista que tiene como fuente de inspiración a Karl Marx. Y da un claro ejemplo: "Cuando estaba en la clandestinidad en los ochenta, en la Organización Comunista Revolucionaria, tardábamos semanas en editar un periódico y encima llegaba a poca gente". En 1976, leyó un artículo en Le Monde Diplomatique sobre las torturas a los estudiantes encarcelados y desde entonces decidió volcar su vida en la lucha por los derechos de los tunecinos.
Mientras el olor de las especias invade la charla, dice que el acto del joven Bouazizi, que se prendió fuego en diciembre, fue "la cerilla para una bala de paja que, antes o después, se tenía que disparar". Y enumera, con cada bocado, las causas de la revolución: paro, bajo poder adquisitivo y dignidad. "Estábamos hartos de ser tratados como imbéciles", sentencia al referirse a Ben Ali, quien acumuló grandes riquezas y resolvió otras revueltas ofreciendo pan barato.
... "Túnez es como un enfermo de cáncer que se está recuperando, pero necesitamos una soberanía popular. EE UU y la UE tienen ahora que dialogar con un pueblo soberano".
Leer todo el artículo de "El País" aquí.
Más información sobre las revoluciones democráticas árabes, en el especial de "El País".
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