Las luchas por la libertad y dignidad en los países árabes han sorprendido a todos los occidentales. Sus teóricos justificaban el mantenimiento de dictadores en base a la "falta de hábitos democráticos", la supuesta barrera contra los fundamentalismos -que occidente había fomentado previamente para servir a sus intereses- y a la "tranquilidad" para sus negocios. Las injusticias soportadas por estos pueblos eran históricas y el negocio con sus dictadores, la razón principal junto al seguidismo occidental de sus políticas, los mantenían como "amigos". En occidente no se sufrían las injusticias, sólo se disfrutaba de su riquezas, desde artísticas al petróleo, a la vez que se hurtaban a sus pueblos. Las mujeres estaban aún más olvidadas. ¿Lo seguirán siendo después de sus ejemplos de lucha heroica, hombro a hombro con los hombres, como hemos visto en Túnez y Egipto? Esperemos que sigan sus combates pacíficos y no permitan más injusticias. Las fuerzas progresista de occidente tienen una deuda de solidaridad pendiente con sus luchas por la libertad, la igualdad y la fraternidad.
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