Dijeron que otro Chernóbil era imposible pero ha ocurrido. En el mismo Japón y con tecnología de Estados Unidos. Las promesas de que esa energía sería abundante, barata y segura están hoy más lejos que nunca.
Hasta bien entrado el siglo XVII, en Europa se utilizaba la expresión "cisne negro" cuando alguien quería referirse a una imposibilidad lógica o física, basándose en la creencia generalizada de que todos los cisnes eran blancos. En 1697, sin embargo, un explorador holandés descubrió que en Australia había cisnes negros y esta expresión, recientemente popularizada por el filósofo y financiero de origen libanés Nassim Nicholas Taleb, pasó a utilizarse para calificar cualquier idea o acontecimiento que durante mucho tiempo había sido tenido poco menos que por imposible pero que de repente un día se materializa. La teoría del cisne negro de Taleb se aplica pues a acontecimientos inesperados, que quedan fuera de las expectativas normales, ya sea en el ámbito científico, histórico, financiero o tecnológico, y que tienen un enorme impacto porque trastocan ideas básicas del tan admirado como discutible sentido común.
La tesis del libro de Taleb (El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable, Paidós, 2008) es que las consecuencias de estos acontecimientos muy poco probables son enormes; que por lo general están infravaloradas; y que, en realidad, no son tan improbables como pensamos, ya que al tratarse de acontecimientos poco comunes no disponemos de suficientes observaciones para estimar su probabilidad con cierta precisión. También nos explica Taleb que los humanos hemos desarrollado mecanismos psicológicos de defensa frente a la incertidumbre que sesgan nuestro raciocinio, haciendo que evitemos imaginar y prever aquello que no deseamos que ocurra. Todo ello nos aleja de la racionalidad a la hora de entender, prever y actuar en relación a estos fenómenos. Sería difícil encontrar un ejemplo actual más apropiado de lo que es un cisne negro que el del desastre nuclear de Fukushima.
Lo nuclear es peligroso en sí mismo. La radiactividad perdura miles de años.Se van a incrementar los costes y se cuestionará el alargamiento de la vida de muchas centrales
De siempre hemos sabido que la tecnología nuclear es intrínsecamente peligrosa porque supone la generación de enormes cantidades de elementos radiactivos que la naturaleza se había encargado de ir desintegrando a lo largo de centenares de millones de años. Cuando surgió la especie humana ya solo quedaban en el planeta unos pocos elementos radiactivos de larga vida, como el uranio 235, que siguen calentando el subsuelo y cuyas radiaciones llegan a la superficie en forma de una pequeña radiactividad ambiental inevitable. Con el desarrollo de la energía nuclear, sin embargo, lo que hacemos es concentrar en un reactor este remanente de radiactividad de forma que, además de energía, generamos todo tipo de elementos altamente radiactivos que ya no existían en la naturaleza y que se mantendrán radiotóxicos durante decenas de miles de años. Si todo va bien, son lo que denominamos "residuos nucleares", a los que todavía no hemos encontrado acomodo; y si las cosas se tuercen, como ocurrió en Chernóbil y ahora en Fukushima, los desperdigamos por la atmósfera, el mar, la tierra y las aguas subterráneas, incrementando de esta forma y hasta niveles muy peligrosos la radiactividad ambiental.
Fue precisamente uno de los padres de la energía nuclear, el físico italiano Enrico Fermi, quien primero expresó sus dudas al dejar dicho que "al producir energía con la fisión nuclear estamos creando radiactividad a una escala sin precedentes y de la que no tenemos experiencia alguna, por lo que veremos si la sociedad aceptará una tecnología que produce tanta radiactividad". Durante mucho tiempo, los partidarios de esta tecnología han intentado convencernos de que debemos aceptarla en virtud de lo que Alvin Weinberg, otro de sus padres, llamó "el pacto fáustico nuclear": la promesa de un futuro con energía barata y abundante a cambio de un riesgo radiactivo asumible. Y para que aceptáramos el pacto, nos aseguraron que construirían las centrales nucleares de forma que no sufriríamos las peores consecuencias de su radiactividad. Incluso se atrevieron a cuantificar esta seguridad, afirmando que la probabilidad de un accidente grave, con fusión del núcleo y liberación radiactiva al exterior, como en Fukushima, sería de un accidente cada 100.000 años-reactor; o lo que es lo mismo, uno cada 200 años para un parque mundial de reactores similar al actual, o cada 100 años si lo dobláramos. Cuando los accidentes fueron sucediéndose con una frecuencia muy superior, las... Leer todo aquí en El País.. Ver en 3 minutos lo que ocurrió en la central de Fukushima en una infografía del diario "Le Monde"
Japón confirma una fusión parcial de las barras de los reactores 1 y 3 de Fukushima
La Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial confirma además, tras las observaciones de los robots estadounidenses de ayer, daños en el reactor 2. Más sobre Fukushima en The Bulletin of the Atomic Scientists: Reflections on Fukushima: A time to mourn, to learn, and to teach
sábado, 16 de abril de 2011
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1 comentario:
Una entrada con muy buena información sobre el accidente de Fukushima, con gráficos, noticias y reflexiones de científicos nucleares. Buen trabajo de documentación, conciso, completo y variado. Me ha sido muy útil en un trabajo para mis estudios de periodismo. Mis felicitaciones
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