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jueves, 22 de julio de 2021

Ikea sigue usando madera sucia

De acuerdo con una investigación de Earthsight, IKEA es cómplice en la tala de hasta cuatro millones de árboles en Siberia para la fabricación de mobiliario infantil de la serie Sundvik.

Nada más fácil que hacer propósito de enmienda. En julio de 2020 la ONG británica Earthsight publicó un informe que revelaba cómo la multinacional sueca había estado adquiriendo madera de Ucrania procedente de la tala ilegal para fabricar sus muebles. Un año más tarde, Earthsight vuelve a publicar otro informe, al que El Salto ha tenido acceso antes de su publicación, sobre la misma compañía y en el que denuncia exactamente las mismas prácticas.

En esta ocasión se trata de la fabricación de mobiliario infantil —concretamente el de la popular serie Sundvik y que además de muebles incluye una casa de muñecas— con madera procedente de la tala ilegal de bosques en Rusia, el mayor exportador de madera del mundo. De acuerdo con la investigación de Earthsight, IKEA es cómplice en la tala de hasta cuatro millones de árboles en Siberia. Como ocurrió con la investigación del año pasado centrada en Ucrania, esta madera estaba certificada como “legal” y “sostenible” por el Forest Stewardship Council (FSC), ayudando a encubrir la operación, antes de enviarse a un fabricante indonesio que suministra muebles a centros de IKEA de todo el mundo, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea. La ONG británica ha llegado a calcular que alguien adquiere un producto que contiene esta madera cada dos minutos.

Earthsight ha invertido un año en visitar los lugares donde se produce la tala y analizar pormenorizadamente documentos oficiales y protocolos de aduanas

Como recuerda Earthsight, los bosques de Siberia son tan importantes como el Amazonas de Brasil y “las empresas madereras que suministran a IKEA y otros fabricantes están contribuyendo a una enorme pérdida de biodiversidad en la región, haciéndola cada vez más proclive a devastadores incendios”.

ExportLes

Como en sus investigaciones anteriores, Earthsight ha invertido un año en visitar los lugares donde se produce la tala y analizar pormenorizadamente documentos oficiales y protocolos de aduanas así como imágenes por satélite, una novedad que permite cazar a los infractores incluso en los lugares más remotos, como es el caso.

La matriz donde se origina este nuevo escándalo que salpica al gigante del mueble sueco es ExportLes, una empresa maderera propiedad del oligarca Evgueni Bakurov que opera en el oblast de Irkutsk. ExportLes ha estado acusada de violar las leyes de protección forestal y medioambiental en varias ocasiones, talando más árboles de los permitidos, también en zonas protegidas, bajo el pretexto de que se trataba de árboles enfermos.

La empresa maderera infringió hasta en 11 ocasiones entre 2012 y 2018 las licencias de tala, un delito gracias al cual acumuló 689.000 metros cúbicos adicionales de madera

Peor aún: en ocasiones los únicos árboles que quedan en pie son precisamente los muertos, porque no sirven para la producción de madera. Se trata de un modus operandi basado en los hechos consumados: cuando el sistema judicial ha terminado su investigación e incluso fallado en contra de Bakurov, el bosque ha desaparecido. Además, Earthsight denuncia que, como consecuencia de la tala, la erosión del suelo deja una peligrosa vía abierta para el control de inundaciones. Los operarios de ExportLes tampoco acostumbran a cumplir con la normativa que les obliga a retirar los restos de madera, lo que incrementa el riesgo de incendios, que se ceban con los bosques siberianos con una periodicidad cada vez más frecuente como consecuencia, también, del cambio climático. En 2019 la magnitud de los incendios forzó al Kremlin a movilizar a las fuerzas armadas para sofocarlos.

Bakurov se enorgullece con todo de su relación con Ikea. “Hemos elegido su compañía porque nos envía troncos más rápido de lo que nosotros podemos transferirle el dinero”, se dice que un representante de la empresa sueca le comunicó en una ocasión. Para conseguir esta proeza ExportLes recurre a algunas de las acciones ilegales arriba enumeradas. Según los documentos judiciales consultados por Earthsight, la empresa maderera infringió hasta en 11 ocasiones entre 2012 y 2018 las licencias de tala, un delito gracias al cual acumuló 689.000 metros cúbicos adicionales de madera, como señala la ONG británica, una cantidad suficiente para llenar el Royal Albert Hall casi ocho veces. Se calcula que ExportLes y otras empresas madereras propiedad de Bakurov (Deep Forest, Vertical-B y Vilis) han talado 2,16 millones cúbicos de madera de bosques protegidos en los últimos 10 años. Por este motivo, Earthsight denuncia que FSC incurre en ‘greenwashing’ a la hora de proporcionar su certificado a una madera que en realidad ha sido obtenido mediante la tala ilegal.

Una vez talada, la madera se envía a través de una firma de procesado de madera rusa, Uspekh, que suministra la materia después principalmente al fabricante de muebles indonesio PT Karya Sutarindo (PTKS), que se dedica a producir muebles, entre otros, para IKEA, que es su principal cliente (hasta un 96% de las ventas de PTKS en 2019 las registró la empresa sueca). Earthsight ha calculado que PTKS recibía troncos de 1.700 árboles mensuales procedentes, en su mayoría, de la tala ilegal realizada por ExportLes.

Estos muebles terminan a través de empresas de exportación europea en los expositores de las tiendas de IKEA de toda Europa. Quizá, en una ironía sombría, algunos de ellos terminen en Rusia, donde estos bosques centenarios, que han resistido durante siglos las bajas temperaturas extremas constituyen un símbolo nacional, apreciado por su población y que se encuentra presente como escenario en cuentos, mitos y leyendas de su rico folklore y hasta en el himno del país.

IKEA responde

Earthsight reclama a los gobiernos estadounidense y de la UE, como ha hecho antes, cambios en su legislación para evitar que se repitan casos como los de Ucrania, denunciado en su informe de 2020, o Rusia.

Como viene siendo práctica habitual de esta ONG británica, antes de publicar su informe lo remitieron a las empresas que en él aparecen, que negaron participar en cualquier tipo de actividad ilegal. IKEA reconoció recibir madera suministrada por las compañías de Bakurov, pero defendió que la madera había sido obtenida “legalmente”. Admitió, eso sí, que debido a algunas “prácticas preocupantes” que no especificó había suspendido sus relaciones con ExportLes esta primavera. FSC —no es la primera vez que se encuentra bajo sospecha— negó por su parte cualquier tipo de error en su certificación, pero retiró el sello a las empresas de Bakurov.

IKEA es el mayor consumidor de madera del mundo: 21 millones de metros cúbicos en 2019, casi el equivalente a un árbol por segundo

“Valoramos las acciones que IKEA y FSC han tomado en las últimas semanas”, afirma Sam Lawson, el director de Earthsight, en la nota de prensa remitida a los medios de comunicación, “pero siguen siendo completamente insuficientes”. “Se trata de problemas sistémicos que requieren soluciones sistémicas, que van más allá de un consumidor, de un suministrador o de un país”, continúa.

La ONG menciona en su informe el apetito voraz e insaciable de los consumidores europeos y asiáticos. Debido a su modelo de ‘fast furniture’, IKEA es el mayor consumidor de madera del mundo: 21 millones de metros cúbicos en 2019, casi el equivalente a un árbol por segundo. La posición de monipolio de la que goza la compañía –siempre a la búsqueda de nuevos mercados, mayores márgenes de beneficio y menores costes de producción– invita a las empresas de tala a violar la ley con tal de mantener como cliente a IKEA. “Los gobiernos en Europa y EE UU necesitan actuar urgentemente para detener el flujo de madera robada de una vez por todas”, apostilla Lawson. En las conclusiones de su informe, la ONG no deja lugar a dudas de que apelar al cliente es insuficiente: “Si la humanidad quiere evitar un colapso climático catastrófico, la única manera de que ocurra es a través de una acción gubernamental”.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/biodiversidad/ikea-investigacion-earthsight-tala-ilegal-arboles-rusia

sábado, 13 de octubre de 2012

Cien años después, la Amazonía recuerda uno de sus episodios más trágicos

Los indígenas de la región amazónica han recordado en silencio durante cien años la humillación, el dolor y la muerte ocasionados a inicios del siglo XX por la explotación del caucho.

Pero este 12 de octubre uitotos, boras, okainas y muinanes conmemoraron públicamente la tragedia, convencidos de que un mejor futuro no puede prescindir de las enseñanzas del pasado.

"El objetivo es revisar lo que pasó hace cien años y convertir toda esa mala historia en cosas buenas para el beneficio de la nueva generación", le dijo a BBC Mundo Jesús Teteye, taita (médico tradicional) del pueblo bora, una de las tribus que estuvieron a punto de ser diezmadas por los empresarios del caucho.

"Tenemos una historia tan grande, tan fuerte, tan dolorosa… Pero los ancianos ya están cerrando parte de esa historia para, como decimos por aquí, "abrir el nuevo canasto'", explicó por su parte Raúl Teteye, rector del colegio indígena que ahora opera en la infame "Casa Arana", en La Chorrera, en el departamento colombiano de Amazonas.

La "Casa Arana" es el centro de la conmemoración, que reune a indígenas llegados de Perú y Brasil, así como representantes de la comunidad internacional y del gobierno colombiano.

La edificación era, hace cien años, el principal centro de acopio de caucho de la zona. Y su propietaria, la peruano-británica Peruvian Amazon Company, hizo su fortuna explotando brutalmente a los pueblos indígenas amazónicos, mediante la amenaza, la tortura, la esclavitud y el asesinato.

Genocidio
Los abusos de la cauchería fueron documentados en su momento por el cónsul británico en Manaos, Roger Casement, el protagonista de la novela de Mario Vargas Llosa "El sueño del celta".

Según su "Libro azul del Putumayo", publicado en 1912, para esa fecha más de 40.000 indígenas habían fallecido durante la primera fiebre del caucho. Y como resultado de las denuncias de Casement, la Peruvian Amazon Company se desintegraría un año más tarde.

La "Casa Arana", sin embargo, continuaría operando hasta 1932. Y los indígenas de la zona estiman en 100.000 el total de las vidas perdidas por causa de los abusos de los empresarios del caucho.

"Fue un genocidio. Es algo que casi no se conoce en el mundo afuera de Colombia, pero tiene una importancia tremenda y mucha relevancia en asuntos de derechos humanos, medio ambiente, derechos indígenas, inversión", le dijo a BBC Mundo el embajador del Reino Unido en Colombia, John Dew, uno de los invitados al acto.

"Y es importante mostrar con mi presencia que los tiempos han cambiado y que tenemos el mismo compromiso con los derechos humanos hoy día que teníamos en la época de Casement", agregó el diplomático británico.

Para Raúl Teteye, por su parte, la actividad también es una oportunidad para que los gobiernos de Colombia, Perú, Brasil "y sobre todo la Gran Bretaña, que fue la que financió parte del dinero con el que se hizo la empresa acá, puedan hacer hacia el futuro enseñanza a sus jóvenes de como se degrada una persona humana, de como un ser humano puede ser tan horrible para el ser humano como lo fue en esa época de la Casa Arana".

"Estamos trabajando para tener esa esperanza hacia el futuro", le dijo además a BBC Mundo. "Pero sin desconocer nuestra historia tan dolorosa.

Sabiendo que, en cualquier momento, en otras partes o en este mismo lugar, puede volver a suceder" agregó. Fuente: BBC.