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domingo, 7 de noviembre de 2021

El Banco de Suecia pone en su sitio a la derecha, la patronal y al Banco de España

La concesión del Premio de Economía del Banco de Suecia (mal llamado Nobel, como explico en mi último libro Econofakes. Las 10 grandes mentiras económicas de nuestro tiempo y cómo condicionan nuestra vida) no puede haber venido en peor momento para la derecha política y económica española.

Los líderes del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, con el apoyo de la patronal y el Banco de España, no han parado de acusar al gobierno de destruir empleo por subir unos pocos euros el salario mínimo. Sin embargo, el Banco de Suecia acaba de conceder la mitad de su Premio de Economía de este año a David Card, el primero de los economistas que han demostrado empíricamente que después de una subida del salario mínimo no se siguen necesariamente pérdidas de empleo.

El trabajo pionero de Card fue publicado en 1994 en The American Economic Review junto Alan Krueger (fallecido en marzo de 2019) y su interés no radica solamente en sus conclusiones sino en el revuelo que trajo consigo y, sobre todo, en la reacción que provocó en los economistas convencionales.

En 1992 el salario mínimo subió de 4,25 dólares a 5,05 en el estado de Nueva Jersey mientras que no varió en el vecino de Pensilvania. Card y Krueger aprovecharon y compararon lo que sucedió a continuación en 410 restaurantes de comida rápida de los dos estados, descubriendo que el empleo no cayó sino que incluso aumentó un poco más en los restaurantes donde subió el salario mínimo y que los precios en los comercios afectados subieron en Nueva Jersey en relación con los de Pensilvania, aunque no se encontró evidencia de que subieran en relación con los demás dentro de Nueva Jersey.

Puesto que esos resultados desafiaban lo que había mantenido siempre la teoría económica convencional (subidas en el precio hacen caer la demanda), Card y Krueger trataron de indagar en las causas de esa falta de sintonía entre la teoría y realidad. Lo hicieron en un libro posterior titulado Myth and Measurement (Mito y medida) en el que concluyeron que los economistas escribían con un sesgo que les llevaba a preferir los resultados que coincidían con lo establecido por la mayoría de la profesión aunque fueran contrarios a la evidencia.

Las conclusiones de Card y Krueger levantaron entonces ampollas y hasta economistas tan célebres como James Buchanan (Premio del Banco de Suecia en 1986) llegaron a perder los papeles. En una carta a The Wall Street Journal, cuyo texto completo traduzco en Econofakes (p. 94), decía que lo que habían descubierto Card y Krueger estaba en contra de «una proposición central» de la teoría económica, «la relación inversa entre la cantidad demandada y el precio». Pero «afortunadamente -escribió Buchanan- sólo un puñado de economistas están dispuestos a dejar atrás la enseñanza de dos siglos; todavía no nos hemos convertido en un grupo de putas que siguen al campamento militar (camp-following whores)».

Está claro, pues, que los insultos que hoy día lanzan dirigentes como Pablo Casado o Abascal contra el gobierno que mantiene tesis contrarias a su ideología o intereses, o las barbaridades que dicen los dirigentes de la patronal o grandes empresarios como el presidente de Iberdrola no son nuevas, ni en las formas, ni en los temas. Ronald Reagan ya había afirmado en su campaña contra Carter en 1980 que nada había creado más miseria y desempleo desde la Gran Depresión que el salario mínimo. A pesar de que nunca se había comprobado que eso ocurriera en la realidad.

Después de Card y Krueger, otros muchos economistas han comprobado que sus tesis eran ciertas. Arindrajit Dube, William Lester y Michael Reich compararon lo ocurrido, de 1990 a 2006, en parejas de condados de Estados Unidos en donde había subido o no el salario mínimo y encontraron la misma evidencia. Y lo mismo se ha comprobado en otros países. Hasta un medio tan conservador como The Economist escribió en 2013: «Un salario mínimo que no sea muy alto podría mejorar los salarios sin efectos negativos en el empleo».

Naturalmente, hay otros estudios que concluyen con la tesis contraria, normalmente, los que se centran en el efecto del salario como coste, dejando a un lado el que tiene como impulsor de la demanda, la eficiencia o la productividad, o el poder de las empresas sobre el mercado. Pero, en cualquier caso, ninguna persona honesta puede decir taxativamente que los aumentos del salario mínimo destruyen empleo, como dice en España (y en otros países, ciertamente) la derecha, la patronal y los economistas liberales más extremistas.

Si Buchanan (uno de los arquitectos de la extrema derecha estadounidense) podía decir que quienes encuentran tesis contrarias a las que le conviene defender sobre el salario mínimo son como una pandilla de putas, ¿quién va a impedir que Casado, Abascal, Galán o Garamendi insulten o descalifiquen sin fundamento alguno y como les plazca al presidente del Gobierno y a sus ministras y ministros por aumentarlo?

Quizá este último Premio del Banco de Suecia no servirá de mucho para hacer más constructivo el debate político en España, pues ni las razones ni la realidad sirven para convencer a quien está empecinado en defender su ideología o intereses, como le ocurre a la derecha española, la patronal o al Banco de España. Pero al menos servirá para ponerlos en su sitio cada vez que repitan las mentiras sobre el salario mínimo con las que quieren engañar a los españoles. En beneficio de quién, creo que no hace falta que lo indique; me parece evidente.Conceden el Premio.

viernes, 15 de octubre de 2021

Premio Nobel de Economía 2021 para David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens

                                      

El Premio Nobel de Economía de este año ha sido compartido entre el canadiense David Card, el estadounidense Joshua Angrist y el neerlandés Guido Imbens.

Al anunciarse el galardón este lunes, se indicó que los tres economistas utilizaron experimentos naturales para "responder a importantes preguntas de la sociedad", como cómo entender la conexión entre las políticas económicas y otros eventos.

La mitad del premio se la lleva David Card por su contribución a la economía del trabajo, mientras que la otra la comparten Angrist e Imbens por "sus contribuciones metodológicas al análisis de las relaciones causales".

La ceremonia de entrega será el próximo 10 de diciembre en Estocolmo. El premio, que se dividirán los tres, es de 10 millones de coronas suecas, el equivalente aproximadamente a US$1,1 millones.

La Real Academia Sueca de las Ciencias dijo que los tres habían "reformado completamente el trabajo empírico en las ciencias económicas".

Los estudios de Card sobre cuestiones fundamentales para la sociedad y las contribuciones metodológicas de Angrist e Imbens han demostrado que los experimentos naturales son una rica fuente de conocimientos", afirmó Peter Fredriksson, presidente del Comité de Ciencias Económicas.

"Su investigación ha mejorado sustancialmente nuestra capacidad para responder preguntas causales clave, lo que ha sido de gran beneficio para la sociedad".

Card, por ejemplo, analizó el impacto de los aumentos del salario mínimo en el empleo en el estado de Nueva Jersey, en Estados Unidos.

Sus hallazgos llevaron a los investigadores a revisar su opinión de que tales aumentos siempre deberían conducir a caídas en el empleo.


El más prestigioso
El Nobel de Economía es el último que se entrega anualmente.

Este es el último de los Nobel que se entregan todos los años.

A diferencia del resto, no es uno de los Nobel originales.

Fue creado por el Banco Central de Suecia, Sveriges Riskbank, en 1968. Aún así, es el premio más prestigioso del mundo en el área de Economía.

Los otros premios Nobel fueron establecidos por el testamento de Alfred Nobel en 1895. El año pasado, el premio fue otorgado a los economistas estadounidenses Paul Milgrom y Robert Wilson por las "mejoras en la teoría de subastas e invenciones de nuevos formatos de subastas".

Ellos emplearon la teoría de juegos, que utiliza las matemáticas para estudiar el conflicto en la toma de decisiones, y la estrategia en situaciones sociales, para explorar el comportamiento de los postores, lo que a su vez ayudó a desarrollar formatos para la venta de espacios de aterrizaje de aviones, espectros de radio y comercio de emisiones.

En 2019 le fue entregado a Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer, por su trabajo sobre las causas y remedios de la pobreza.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58871225

      

La Academia Sueca de las Ciencias ha galardonado este lunes al canadiense David Card (Guelph, 65 años), al estadounidense-israelí Joshua Angrist (Columbus, Ohio, 61 años) y al neerlandés-estadounidense Guido Imbens (Países Bajos, 58 años) con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel 2021, más comúnmente conocido como Premio Nobel de Economía. El jurado reconoce a Card por sus “contribuciones empíricas en el campo de la economía del trabajo”, entre ellas la que rebate la idea generalizada de que una subida del salario mínimo siempre acarrea pérdidas de empleo, y a Angrist y a Imbens por sus “contribuciones metodológicas en el análisis de las relaciones causales”. En los tres casos, además, la Academia valora los avances cosechados en el campo de los llamados experimentos naturales, aquellos que extraen conclusiones de situaciones que surgen en la vida real y que se asemejan a experimentos controlados.

“Muchos de los grandes asuntos en ciencias sociales tienen que ver con las relaciones de causa efecto. ¿Cómo afecta la inmigración a los salarios y los niveles de empleo? ¿Cómo una mayor educación puede afectar al sueldo futuro de una persona?”, se han preguntado los miembros del jurado en la rueda de prensa en la que han anunciado los nombres de los premiados. “Estas cuestiones son difíciles de resolver porque no tenemos nada con qué comparar. Sin embargo, ellos han demostrado que es posible responder a estas preguntas usando experimentos naturales, en los que, bien por sucesos fortuitos, bien por cambios en las políticas, varios grupos de personas reciben un trato diferente”.

A diferencia de en otras disciplinas, como la medicina, los investigadores en economía tienen mucho más difícil llevar a cabo ensayos clínicos controlados y se ven obligados a optar por otras alternativas. Ahí es donde entran en juego los experimentos naturales, que se valen de situaciones de la vida real para estudiar impactos en diferentes variables. Este enfoque, a su vez, ha “revolucionado la investigación empírica”, según el comité de los Nobel. Los estudios de los tres galardonados, profundiza su presidente, Peter Fredriksson, “nos muestran que los experimentos naturales son una rica fuente de conocimiento que ha resultado en un gran beneficio para el conjunto de la sociedad”.

Salario mínimo y mercado de trabajo
En el caso de Card, un habitual en las quinielas de favoritos para el Nobel, la Academia hace especial énfasis en sus trabajos sobre salario mínimo, un asunto de plena actualidad: en los últimos tiempos, varias economías avanzadas, entre ellas España. Las conclusiones de una investigación realizada en el Estado de Nueva Jersey a principios de los noventa “desafiaron las ideas establecidas” al demostrar, entre otras cosas, que los aumentos en el mínimo salarial “no tienen por qué conducir necesariamente a la destrucción de empleo”, como se pensaba hasta entonces. Ese trabajo, escrito a cuatro manos con Alan Krueger, fallecido hace dos años, ha formado parte de la munición argumental de quienes defienden mayores subidas del suelo salarial a ambas orillas del Atlántico.

La huella del economista canadiense, sin embargo, no se queda aquí. El jurado también menciona sus estudios sobre los efectos de la inmigración cubana en la Florida de principios de los ochenta, que demostraron que los sueldos de los nacidos en un determinado país no solo no tienen por qué disminuir tras la llegada de migrantes sino que pueden incluso aumentar. Y que, en sentido contrario, la retribución de los inmigrantes que llegaron primero sí puede verse reducida.

Hombres y estadounidenses
Como es habitual desde que se empezó a entregar el galardón, dos de los tres premiados en la edición 2021 tienen pasaporte estadounidense (Angrist por nacimiento e Imbens por naturalización). Hasta la fecha, más de la mitad de los distinguidos con el Nobel de Economía son nacionales del país norteamericano. Además, los tres dan clases e investigan en universidades de prestigio radicadas en EE UU, otra constante en la historia del premio.

La edición de los Nobel de este año, que echa el cierre con la concesión del galardón de Economía, se ha caracterizado además por la ausencia de mujeres entre los ganadores: solo una lo ha conseguido, la periodista filipina Maria Ressa. En el caso de la disciplina económica, en las más de cinco décadas transcurridas desde su creación, el Nobel solo ha recaído sobre dos mujeres: la estadounidense Elinor Ostrom (que se impuso en 2009) y la francesa Esther Duflo (que lo logró en 2019). El jurado opta cada ejercicio por uno o varios nombres sobre un universo de “entre 250 y 300 candidatos claros”, según las cifras que maneja Hubert Fromlet, profesor de la Universidad Linnaeus (Växjö, Suecia).

Aunque coloquialmente se le conoce como Nobel de Economía, en puridad no se trata de un Nobel como tal. La Economía no figuraba entre las disciplinas originales a las que se concedía anualmente el premio, dado que el propio Alfred Nobel, su impulsor, no la incluyó entre las cinco categorías elegidas: Física, Química, Medicina, Literatura y Paz. Sin embargo, en 1969, casi 70 años después de la primera ceremonia de entrega de los premios, el banco central sueco —considerado el más antiguo del mundo— decidió crearlo, bajo el nombre de Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel, para celebrar su 300º aniversario.

Más allá del indiscutible salto reputacional que supone para los premiados, la distinción está dotada con 10 millones de coronas suecas (casi un millón de euros). La mitad de esa cantidad será para el profesor de la Universidad de Berkeley, que ya recibió en 2014 el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, y la otra mitad se la repartirán entre Angrist e Imbens, que se desempeñan —respectivamente— en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y en la Universidad de Stanford. La ceremonia de entrega se celebrará el 10 de diciembre en Estocolmo.

https://elpais.com/economia/2021-10-11/david-card-joshua-d-angrist-y-guido-w-imbens-ganan-el-premio-nobel-de-economia-2021.html