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martes, 7 de marzo de 2017

_--Tres españoles galardonados con el premio de arquitectura Pritzker. El estudio catalán RCR Arquitectes recibe la distinción más prestigiosa en esta disciplina

_-Rafael Aranda, Ramón Vilalta y Carme Pigem reciben el galardón más prestigioso de su disciplina


“Había dos pritzkers portugueses (Eduardo Souto de Mora y Álvaro Siza) y solo uno español. De un plumazo tenemos cuatro”. Carme Pigem (Olot, Girona, 1962) bromea ante los amigos y empleados reunidos en el patio de su estudio. También han llegado su padre y su suegra. En la antigua Fundición Artística Barberí, “donde se fundieron las cuádrigas de Gargallo del Estadio Olímpico”, una joven arquitecta pincha discos. Ha empezado la fiesta. Carme y sus dos socios —su marido, Ramon Vilalta (Vic, Barcelona, 1960), y Rafael Aranda (Olot, 1961)— llevan tres décadas dedicándose a la arquitectura con devoción casi religiosa. Por eso la celebración del premio Pritzker, el galardón mundial más importante en el campo de la arquitectura, concedido al estudio RCR Arquitectes, formado por el trío, tiene algo de liturgia.

“El respeto por lo existente y la convivencia entre lo local y lo universal” es lo que ha visto en sus trabajos un jurado preocupado por un mundo en el que lo genérico está arrasando a lo particular. El Pritzker premia este año la estrecha colaboración entre los tres proyectistas y la búsqueda de la universalidad desde el cuidado de las raíces, al reconocer a este trío cosmopolita y a la vez de pueblo que desde que se conocieran en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) apostó por diseñar a seis manos.

Hasta hoy, el galardón solo había reconocido a un español, Rafael Moneo, en 1996. Los nuevos ganadores tienen claro qué otro arquitecto nacional lo merecería: “Sin duda, Enric Miralles”, fallecido en julio de 2000.

Aunque varios dúos de diseñadores se han hecho con el premio, dotado con 100.000 dólares, como Herzog &  De Meuron, en 2001, o Sejima &  Nishizawa, en 2010, esta es la primera vez que reconoce a tres profesionales, subrayando el componente colectivo del oficio.

Todos creen que ese triángulo es la base de su equilibrio. “Eso y saber de dónde venimos y hasta dónde queremos llegar”, opina Aranda, hijo de un obrero de Villanueva de la Tapia (Málaga), el primer miembro de su familia nacido en Cataluña. La madre de Pigem era locutora de radio en Olot. Su padre la conoció cuanto instalaba cables en la emisora. El de Ramón, profesor de dibujo, murió con 50 años. “Crecí viendo cómo mi madre se levantaba a las cinco para trabajar en una fábrica textil”.

Ese pasado, insisten, es su vacuna. “No creemos ni en fronteras ni en purezas”, aseguran, tratando de desmontar los mitos construidos en torno a su exquisito trabajo. “El hombre de Cromañón no era de ningún sitio. No podemos retroceder”, defiende Pigem. ¿Qué cambiará entonces el Pritzker? “Queremos seguir controlando y disfrutando lo que hacemos”, responden. ¿Conseguirán hacerlo trabajando en Francia, Bélgica o Dubái? “Trabajamos igual, a partir del lugar. Es fundamental ir encontrando la arquitectura, evitar que te asalte. Retrasar el encuentro multiplica las sensaciones y convierte un edificio en un descubrimiento”, explica Vilalta.

Una de sus primeras obras, el Estadio Tussols-Basil de Olot (2000) es una pista de atletismo salpicada por los árboles, que llegaron antes que la pista.

También las personas han definido la arquitectura de RCR. “Las casas han sido nuestro laboratorio”, explica Pigem. Sus primeros logros fueron viviendas extraordinarias para gente corriente: la casa para un herrero o una peluquera del pueblo. Su vocación perfeccionista ha hecho que los persiguiera la leyenda de que obligaban a firmar contratos que impedían modificar sus trabajos. Ellos lo desmienten: “A lo que obligamos es a construir bien; luego el tiempo puede intervenir. No para tapar, para sumar”, indica Vilalta.

Lo esencial son las raíces
No resulta fácil entender esta arquitectura de alta costura, arraigo local y ambición universal en el marco de un pueblo del prepirineo gerundense de 34.000 habitantes. “Cuando decidimos vivir en Olot, los de [la revista] El Croquis vinieron y nos dijeron que teníamos que salir al mundo”, recuerda Aranda. Son felices de no haberlo hecho: “Cuando vives en un pueblo has de tener claro qué aporta lo que construyes. Te lo tropiezas a diario. Se convierte en tu conciencia”.

En 2009, la muestra del pintor francés vivo más cotizado, Pierre Soulages, se convirtió en la más vista en la historia del Pompidou. Para entonces, el propio artista ya había encargado a RCR el diseño del museo al que dejará su legado en Rodez, al otro lado de los Pirineos. Cuentan que el edificio de apartamentos que acaban de concluir en Dubái está en la ciudad real, no en la de postal. El cliente les ha encargado ahora su casa.

Los autores del flamante y rompedor restaurante Enigma de Albert Adrià, en Barcelona, fueron, mucho antes, los diseñadores de Les Cols, también en Olot: “Entre huertos y gallinas tuvimos que plantearnos cómo hablar a lo que ya existía”. Decidieron hacerlo de tú a tú: sin alterar el lugar, pero con voz propia. Con la chef Fina Puigdevall dejaron claro cómo la vanguardia y la alta cocina deben convivir con la agricultura y el kilómetro cero.

Algunos maestros modernos descubrieron que viajar por el mundo lleva a recuperar las raíces. RCR defiende lo contrario: para ellos son las raíces lo esencial para poder volar. El principal premio de arquitectura acaba de darles la razón.

MINIMALISMO Y NATURALEZA
Aunque los integrantes del estudio RCR (las iniciales de los nombres de pila de sus tres miembros) consideran que arquitectura solo hay una —“la que contribuye al bienestar físico y espiritual”—, en una era en la que la disciplina se debate entre ser posticónica o aceptar la construcción como fondo de inversión, ellos defienden un valor clásico: la belleza, “fundamental para todo en la vida”. Premiando a RCR, el Pritzker deja atrás la defensa de una arquitectura social (las construcciones de emergencia de Shigeru Ban o las viviendas incrementales de Aravena) determinante para apuntalar el futuro de la profesión. La obra exigente, de factura artesana y corte minimalista de RCR supone un reconocimiento a la arquitectura entendida como una forma de arte que incide en la vida cotidiana sin renunciar a sus aspiraciones estéticas.
Algunas de las obras de los arquitectos premiados:
http://www.bbc.com/mundo/noticias-39136994



http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/01/actualidad/1488368379_614805.html

martes, 29 de marzo de 2011

El premio Pritzker para Eduardo Souto de Mora, segundo arquitecto de Portugal que lo gana.

Eduardo Souto de Mora es, tras Álvaro Siza, el segundo creador luso en ganar el "Nobel de arquitectura".- El jurado destaca una obra que une "poder y modestia".

Eduardo Souto de Moura es el nuevo premio Pritzker de Arquitectura, pero tan noticia como esto fue la forma en que se conoció ayer: a través de una filtración que provocó un verdadero ataque de ira en los responsables de la Fundación Hyatt, que atribuye este denominado Nobel de la Arquitectura.

Souto ha realizado la mayor parte de su trabajo en Portugal, aunque entre sus más de 60 proyectos acabados hay obras en Italia, Alemania, Suiza, Reino Unido, Bélgica y España, donde ha construido la Casa de Llabiá, en Girona. 

Entre sus creaciones más relevantes los integrantes del jurado han destacado el Centro Cultural y la Torre Burgo de Oporto (su ciudad natal) o el estadio de fútbol de Braga, que consideran "un trabajo muscular, monumental y acorde con el poderoso paisaje".


lunes, 28 de marzo de 2011

Contra el tópico

Los estereotipos son unos parásitos mentales de lo más persistentes. Es más fácil multiplicar por doce la renta per cápita de un país (en los últimos cuarenta años, la de España ha pasado de 2.413 dólares a 29.651) que acabar con los prejuicios con que nos contemplan los vecinos y que a veces nos llegamos a creer nosotros mismos. Tomemos el caso de las muertes de mujeres: estoy cansada de repetir, para pasmo de los extranjeros pero también de muchos españoles, que si la violencia doméstica está tan omnipresente en nuestra sociedad no es porque seamos los reyes de la degollina y matemos a más mujeres que en ningún otro sitio, sino, por el contrario, porque España es un país pionero en la toma de conciencia para combatir esta barbarie.

Es más, según el III Informe Internacional de Violencia contra la Mujer del Centro Reina Sofía, que analiza a cuarenta naciones (los demás países, algunos tan importantes como Francia, no han sido incluidos porque ni siquiera publican los datos de la violencia machista), en España estamos a la cola en cuanto a número de mujeres asesinadas. Y, así, aquí hay 3,5 muertes por millón de habitantes. Pero en Estados Unidos matan a 9,1 por millón, en Alemania a 4,6, en el Reino Unido a 4,4... Aún más: en Noruega asesinan a 5,5 mujeres y en Finlandia a 9,6... Sorprendente, ¿no? Resulta que en los fríos, civilizados y poco sexistas países del Norte hay muchas más víctimas. Ya sé que quedaría más redondo que la España torera y cañí destacara en el apuñalamiento de hembras ardientes, como en la ópera Carmen (escrita, no lo olviden, por un francés), pero la realidad es de una tozudez inquebrantable: los nórdicos matan mucho más; quizá, se me ocurre, por una mezcla fatal entre el elevado consumo de alcohol y el resquemor que ha producido, en algunos hombres desequilibrados y malvados, la rapidísima evolución feminista de esos países. Pero éste sería el tema de otro artículo.

Es verdad que España ha sido hasta hace poco una sociedad muy machista y atrasada, pero también es cierto que en los últimos 40 años hemos cambiado muchísimo. Hoy estamos tan cerca de la Carmen de Mérimée como de las tribus nómadas de Mongolia: o sea, nada. Somos un pueblo muy poco puritano en materia sexual y de costumbres, entre otras cosas quizá porque, en realidad, y déjenme romper con otro tópico, tampoco somos muy religiosos. De quince años para acá, las vocaciones han bajado en un 30% y las clases de religión católica han perdido más de 500.000 alumnos. Y sólo un 34% de las declaraciones de impuestos dan un porcentaje para el mantenimiento de la Iglesia.

En este contexto, sucesivas leyes han ido normalizando algo que, en general, creo que corresponde al sentir mayoritario de los españoles. Como la Ley de Igualdad, que regula desde el permiso de paternidad hasta la paridad por sexos en las listas electorales; como la última y polémica ley del aborto, que permite interrumpir el embarazo en las doce primeras semanas sin necesidad de justificación; o como la Ley del Matrimonio Homosexual, que cuenta con el apoyo del 66% de la población y que sólo en el primer año de vigencia originó 4.500 bodas. La verdad es que hoy España no destaca por su machismo dentro de la media europea; lo cual no está nada mal, si tenemos en cuenta que, hasta el mes de mayo de 1975, la mujer casada española no podía comprarse un coche, abrir una cuenta en un banco o trabajar sin el permiso de su marido. Hemos cubierto a todo correr un largo trecho.

Los vertiginosos cambios sociales se han incrementado en la última década con el aluvión de inmigrantes. En poco más de diez años han entrado 5,7 millones de extranjeros (un 14% de la población) y hemos pasado de una España homogénea y cerrada a una sociedad de múltiples culturas. En números absolutos, somos el décimo país del mundo con más inmigrantes y, como es natural, todo esto va cambiando el perfil del español. ¡Pero si ni siquiera los toros son lo que eran! Y no sólo porque en Cataluña hayan promulgado una ley prohibiendo las corridas, sino porque las estadísticas muestran un claro descenso de la afición. La fiesta declina y es, en cualquier caso, minoritaria (la apoya entre un 28% y un 37% de la población, dependiendo de las encuestas).

Sólo hay un valor cultural tradicional español que parece seguir indemne: con 340.000 bares, doblamos la media de la UE. Hasta hace muy poco estábamos a la cabeza de Europa en número de bares por habitantes, pero la entrada de Chipre en la UE en 2004 nos hizo descender al segundo puesto. Maldita sea. (ROSA MONTERO en "El País", 28/03/2011).

(Foto del autor, Parque Verde del Mondego y Puente Peatonal Pedro e Inés. Coimbra. Portugal, 22/03/11.

Inaugurado en julio de 2004, es un proyecto del Arquitecto Camilo Cortesão, encuadrado en el programa Polis Coimbra, que abarca las dos márgenes del río Mondego. Es un inmenso espacio verde donde es posible encontrar bares, restaurantes, un parque infantil, pabellones de exposición temporales y el Pabellón Centro de Portugal, diseñado por Souto Moura y Álvaro Siza Vieira.

Uniendo las márgenes izquierda y derecha tenemos el puente peatonal Pedro e Inés, de Adão Fonseca y Cecil Balmond, que fue inaugurado el 26 de noviembre de 2006. Es una estructura antisimétrica con 275 metros de longitud, que se eleva a 10 metros sobre el agua, presentando en el centro una plaza con ocho metros de anchura, definida como lugar de descanso y meditación.