Somos lo que decidimos y también “aquello que no hemos decidido”, escribe Fernando J. López en El sonido de los cuerpos (Dos bigotes, 2016). Y en Los nombres del fuego (Loqueleo, 2016), primera novela transmedia del autor, la vida de Xalaquia y Abril ha sido decidida por otros. A pesar de que sus mundos —el México azteca del siglo XVI y la España del siglo XXI— parecen tan distantes, separados por cientos de años y miles de kilómetros, las une “la búsqueda de su propia voz en una sociedad que trata de oprimirla, de reprimirla”, asegura.
Para este escritor de novelas juveniles, “cada libro que se lee o se escribe se suma a la identidad del que lo hace”. Considera que los personajes de ficción están tan vivos en nuestra memoria como los reales y hasta ve más verdaderos a la Celestina, Don Quijote o la Maga de Cortázar que a cualquier desconocido en la calle. “Nunca somos la misma persona después de leer un libro”, afirma.
Movido por la idea de escribir una novela que abordara la situación actual de las mujeres, la igualdad entre sexos, y que aportara una visión feminista de la realidad, López (Barcelona, 1977) escribió una “historia tejida de historias” para mostrar las semejanzas que “por desgracia aún se mantienen en dos sociedades aparentemente muy diferentes”. Rodeado de obras en una librería de Madrid, el finalista del premio Nadal 2010 por La edad de la ira, explica que para unir estos dos mundos necesitaba uno que culturalmente tuviera una visión del tiempo más compleja que la lineal: “Los aztecas la tienen, en ese sentido fueron muy adelantados”.
En el Madrid actual, Abril tendrá que descifrar una serie de mensajes escritos con palabras que no entiende, para descubrir sus orígenes. Mientras que el universo de Xalaquia se ve alterado por la llegada de unos extranjeros. Las protagonistas de la historia, que mezcla magia y misterio, acaban de cumplir 16 años y buscan su identidad en un entorno hostil y complicado, como el que el escritor trata en casi todos sus libros “de un modo u otro”. “En este caso está muy asociado con la violencia cotidiana que nos rodea y a la que por desgracia nos hemos habituado”, señala.
López, que con solo 19 años ganó el Premio Joven y Brillante por In(h)armónicos, retrata a unos protagonistas jóvenes pero muy maduros. “Creo que subestimamos a los adolescentes, infravaloramos su sentido crítico”, asegura. Y añade que se ve reflejado en cada uno de sus personajes: “Hay un poco de mí en todos. En todos los libros al final siempre vas dejando algo de ti”.
Abril, Xalaquia, Nico, Marina e Iván no están vivos solo en el papel, sus universos traspasan las cubiertas del libro gracias a la narrativa transmedia, un tipo de relato donde la historia se despliega a diferentes medios y plataformas. En este caso, además de la obra, existe un sitio web, un blog, una cuenta en la red social Instagram y una lista de canciones en Spotify. “Es fascinante continuar escribiendo la novela. Sigue viva mientras haya lectores”, dice el catalán sobre su experiencia en esta clase de narraciones, que también permiten la interacción del público, pues estos pueden enviar sus textos, dibujos y canciones.
Con seres que abordan temas como la sexualidad, el suicidio, el abuso escolar y emocional, Los nombres del fuego, al igual que El sonido de los cuerpos —su novela publicada a principios de 2016—, reivindica la pluralidad, la diversidad y la identidad “concebida desde una manera no normativa”. El autor asegura que “escribe desde la verdad” basado en historias de personas cercanas debido a lo cual “hay personajes y páginas que duelen”.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/08/18/actualidad/1471536451_986679.html
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