Un informe del CSIC y dos universidades destaca los altos niveles de CO2 del río, la falta de oxígeno y las concentraciones de toxicidad mortales para peces.
El estuario del Guadalquivir, formado por sus 110 kilómetros finales, agoniza. El caudal de agua dulce es mínimo, un 60% menos que hace 70 años y cinco veces inferior al necesario, los espacios que inundaban las mareas en ciclos alternos, conocidos como llanos mareales, han desaparecido en un 85%, la salinidad del mar refleja puntas altas hasta unos 40 kilómetros río arriba, la turbidez impiden la luz necesaria para el crecimiento del fitoplancton (seres vivos de origen vegetal con capacidad de realizar la fotosíntesis y que son el origen de la cadena alimenticia acuática), las zonas agrícolas aportan residuos orgánicos que originan un importante desequilibrio ecológico y que se une a la falta de oxígeno, los niveles de dióxido de carbono (CO2) son altísimos y convierten el río en una fuente de emisión a la atmósfera y se han detectado niveles de toxinas (microcistinas) capaces de matar a los peces.Esta es parte de la descripción que hace del río Guadalquivir el informe del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y las universidades de Córdoba y Granada que se ha remitido al Ministerio de Medio Ambiente para analizar la compatibilidad de usos. El CSIC pide una urgente gestión integral de la zona e identifica numerosos elementos que han llevado al Guadalquivir a este estado. El que menos influye: el dragado del río; el que más, la falta de agua dulce.
El CSIC y las universidades aportan dos alternativas ante la crítica situación del río: "Esperar a que cesen las causas y que el sistema se recupere a su buen saber o entender o la gestión integral de los recursos del estuario". Obviamente, urgen la segunda. Precisamente, la transferencia de las competencias sobre el Guadalquivir está en estos momentos pendientes de una decisión del Tribunal Constitucional.
La investigación ha llevado a un grupo científico a considerar incompatible una única actuación, el dragado del río. Sin embargo, el texto es claro en identificar numerosos proyectos sobre la zona, que van desde balsas de riego para los arrozales hasta la presión urbanística, y la principal causa de la agonía del Guadalquivir: la escasez de agua dulce, que tiene un promedio de 50 metros cúbicos por segundo cuando la salinidad y la turbidez "se reducen significativamente a partir de 250 metros cúbicos por segundo", un caudal cinco veces superior al actual.
"Esta escalada de usos y la descoordinación práctica de la gestión que, en general, se desarrolla sin cuantificar previamente sus consecuencias (...) se manifiestan a través del agotamiento de los recursos básicos de suelo y agua e imposibilitan la satisfacción de todas las demandas". Las consecuencias de gestión son "crispación social, turbidez, toxicidad, erosión, intrusión de arena, reducción del canal navegable, sobreexplotación de acuíferos y reducción crónica de la diversidad biológica y del potencial pesquero y marisquero", entre otras... (foto, el Guadalquivir a su paso por Coria del Río) Leer todo en El País.
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domingo, 2 de enero de 2011
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