Mostrando entradas con la etiqueta Kiko Llanera. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Kiko Llanera. Mostrar todas las entradas

viernes, 23 de febrero de 2024

Kiko tiene formación en ingeniería pero trabaja como periodista. Esta combinación ¿poco común? le permite a Kiko analizar los asuntos del día mediante gráficos y datos, creando poderosas narrativas visuales.

El año pasado publicó Piensa Claro, un libro con ocho reglas para analizar y descifrar el mundo que nos rodea. Es una recopilación de ideas especialmente útiles en la era los datos, de la que nos deja una buena muestra en el artículo de hoy. Como veréis es una sucinta masterclass de comunicación aplicable a muchos ámbitos de la vida.

Un disfrute. A disfrutar.

A continuación va una lista con lo que he aprendido en este viaje híbrido, entre ciencias y letras.

1. Necesitas datos
Mirar el mundo a través de números es imprescindible si quieres entenderlo.

2. La objetividad existe
Muchos reputados periodistas dicen lo contrario en sus facultades. Tienen razón cuando señalan que nadie es perfectamente objetivo —tenemos sesgos—, pero eso no importa. La objetividad existe igual que la libertad, la justicia o la igualdad, como un ideal. Son las metas a perseguir.

Cuento siempre la historia de mi primo pequeño. Debía tener cinco años, una mañana de 1990, cuando entró en casa de vuelta del colegio. Había sido su primer día. Mi padre lo llamó para unirlo al grupo de primos mayores y le preguntó rutinariamente: Bernat, cuéntanos, ¿Cómo ha ido el primer día? Mi primito respondió despacio: “Muy bien, muy bien. Sólo han llorado dos”, y en seguida añadió: “una niña y yo”. En conclusión: la objetividad está al alcance de un niño.

3. Analizar parece fácil pero es difícil
Por eso tienes que ejercitar tu mirada cuantitativa. Se aprende poco a poco, tomando atajos de la gente que te precede. Escribí un libro para recoger las ideas que me ayudan a pensar claro.

Se resume en ocho reglas:

Acepta la complejidad del mundo

Piensa en números

Protege tus muestras de sesgos

Asume que atribuir causas es difícil

No desprecies el azar

Predice sin negar la incertidumbre

Admite los dilemas y haz malabares

Desconfía de tu intuición

4. Vives en el futuro: lo escaso es la atención
Esta frase la leerás en tu móvil, donde la competencia es salvaje: puedes abrir WhatsApp, escuchar un podcast, mirar Twitter, leer un libro o cerrar una cita en Tinder. Conseguir atención se ha vuelto decisivo. Cuando envías un correo compite con todo el buzón; cuando hablas delante del CEO de tu empresa, compite con todo en su cabeza.

5. Comunicar bien es esencial
El 90% de las veces.

6. Piensa en el lector: ¡se interesante!
Ten siempre presente su primera pregunta: “¿por qué debería importarme esto que cuentas?”. Es igual con un inversor, un cliente o una primera cita.

7. Cuida los principios.
Enseña pronto lo mejor que tengas, lo llamativo, lo relevante, lo singular.

8. Cuenta historias.
Necesitas información para tomar mejores decisiones, pero tu cerebro adora los cuentos. Así han viajado las ideas desde tiempos ancestrales. ¿Un ejemplo? Mi primo pequeño.

9. Simple es inteligente.
Interioriza lo que dice Derek Thompson: “El instituto me enseñó grandes palabras. La universidad me premió por usar grandes palabras. Entonces me gradué y me di cuenta de que los lectores inteligentes fuera de clase no quieren grandes palabras. Quieren ideas complejas hechas simples”.

Por eso, escribe simple y claro. No pensando que los lectores rechazarán la complejidad, ¡sino justo por lo contrario! Escribe con sencillez para poner ideas complejas en tus textos.

10. Aprende las reglas de escribir
Separa las ideas en párrafos; usa frases cortas; limita la abstracción; usa verbos de acción; pon ejemplos; medir personas; usa tu voz; quita palabras; relevar; se breve. No digas que «se implementará un refuerzo significativo de personal docente», escribe «contrataremos 3.000 profesores». Lee guías de escritura, desde Strunk & White a Jordi Pérez Colomé.

11. Escribe sobre ti pero más allá
Un texto excelente a menudo está escrito en primera persona; el autor es un personaje central… Y sin embargo, el tema real del texto va más allá.

12. Recuerda el asunto favorito de todos: ellos mismos
Cuéntame sobre mi vida, mi equipo, mi barrio o mi generación. Y si quieres caerme bien, pregúntame y escúchame.

13. Nada supera el valor de ser útil
Haz algo por tus usuarios, aunque sea recomendarles un libro o cederles una historia divertida para que se la cuenten a su mujer en el desayuno.

14. No escondas tu juicio
Está bien presentar la complejidad y los dilemas del asunto del que hablas; y es inevitable usar muchos “quizás” y algún “sin embargo”. Pero el lector tiene que oír tu argumento.

15. Desconfía de la rotundidad
Como dijo Montaigne hace cientos de años: “Nada se cree tan firmemente como aquello que menos se conoce”.

16. ¿Por qué titular con una pregunta?
La primera razón es que las preguntas despiertan tu curiosidad. ¿Otra razón? A veces una pregunta es el titular más riguroso posible, como cuando tienes 2.000 palabras interesantes sobre un tema —“¿Cuál es el sentido de la vida?”— pero no una verdadera respuesta.

17. Más gente debería aprender matemáticas
Conozco personas brillantísimas que se limitan porque desconfían de sus habilidades cuantitativas. Pero saber matemáticas no es algo innato que distingue a ciertas personas; es algo que se aprende.

18. ¡Haz mejores gráficos!
Basta querer hacerlo para recorrer la mitad del camino. Lee a Alberto Cairo.

19. En 2024 lo humano y lo tecnológico están imbricado
Te puedes gustar más (una ecografía dice que todo está bien) o menos (tu hijo quiere un móvil), pero es un hecho. La policía tiene que pensar en delitos informáticos y los abogados en derechos digitales; y si quieres ser un artista en diez años, quizás tengas que usar IA.

20. Es temerario ignorar el método científico al gobernarnos 
No bastan la empatía y las intuiciones para probar que fumar mata, ensayar las vacunas contra la Covid-19, o determinar que los recién nacidos duermen más seguros boca arriba.

21. Pero es también evidente que no existe una solución científico-técnica para los asuntos humanos 
Primero, porque no quieres ignorar las consecuencias de cualquier nueva tecnología. Pero también por un motivo más profundo: porque no podemos tenerlo todo al mismo tiempo. ¿Prohibimos bañarnos en el mar para que nadie se ahogue? ¿O es más valioso ser libre de entrar al agua una noche memorable de aguas agitadas? Gobernarnos es decidir equilibrios. ¿Cuántas vidas de ciervos vale un niño? ¿Cien? ¿Mil? ¿Todas? ¿Qué sacrificios debe hacer la generación de mi hija por la que nacerá en 2100? ¿Y por quién viva —quizá— en 10.000 años? Ningún científico puede decidir eso por nosotros. Son tensiones reales que se deciden cada día, con el triaje de un hospital o con los métodos de nuestros colegios. Los dilemas son ineludibles.

Los dilemas son inescapables.