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sábado, 19 de noviembre de 2022

Liz Truss: las claves para entender el caos político que acabó con su gobierno, el más corto en la historia de Reino Unido

Tras haber sustituido a Boris Johnson como primera ministra hace apenas un mes y medio, Liz Truss acaba de renunciar al cargo.

El caos, la molestia y la indignación en el país eran tal que algunos medios estaban cuestionando si Truss duraría más que una lechuga, mientras que otros hacían polémicas comparaciones con Italia, afirmando que su país se parece cada vez más políticamente a su vecino del sur, malfamado por su constante inestabilidad política.

Simon Hoare, un destacado diputado del partido conservador liderado por Truss, advirtió la mañana de este jueves que la primera ministra tenía "12 horas" para salvar su trabajo.

Crispin Blunt, otro parlamentario conservador, juzgó la posición de la primera ministra como "totalmente insostenible", en un momento en el que un número creciente de parlamentarios afirmaban que a Liz Truss se le había acabado el tiempo.

Y tenían razón. Un par de horas después, Truss anunció su salida y pasó a la historia como la que menos tiempo ha durado al mando de la segunda economía de Europa.

Se trata de una crisis sin precedentes en la historia política británica que comenzó poco después de que Truss asumiera el cargo y se acentuó la semana pasada, cuando despidió a su ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, tras cambiar de opinión sobre un polémico programa económico que causó tumulto en los mercados financieros e hizo que la libra esterlina se hundiera a un mínimo de 37 años frente al dólar.

Muchos de sus seguidores se sentían defraudados, pues se trataba de un programa que, según afirmó durante la campaña electoral, impulsaría la estancada economía del país.

Para aumentar el drama y el caos en el seno del ahora difunto gobierno de Truss, su ministra del Interior renunció el miércoles por incumplir el código ministerial al enviar un documento oficial desde su correo personal.

En su carta de renuncia, Suella Braverman expresó su "preocupación" por el rumbo que estaba tomando el gobierno y criticó que se habían "incumplido promesas clave" hechas a los votantes.

"Usamos mucho términos como 'sin precedentes' en comentarios políticos. Pero las últimas semanas, y ciertamente las últimas 24 horas, no se parecen a nada a lo que haya visto", le dice a BBC Mundo Rod Dacombe, director del Centro de Política y Gobierno Británico del King´s College de Londres.

"La transformación del Partido Conservador desde las Elecciones Generales de 2019, donde ganó una gran mayoria Liz Truss entra a Downing St con su esposo después de renunciar

El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, ha exigido que se organicen elecciones generales, pero Truss anunció que su partido llevaría a cabo una votación para elegir a un nuevo líder conservador.

Según analistas, se puede decir que esta última crisis pone en evidencia que la estabilidad política que por muchos años caracterizó a Reino Unido es cosa del pasado.

En este artículo te explicamos las claves para entender el caos que acabó con el recién nombrado gobierno de Liz Truss.

Su radical apuesta para revivir la economía
Desde su primer día en el cargo, el gobierno de Liz Truss se enfrentó a varios desafíos, como la guerra en Ucrania, la amenaza de una secesión de Escocia, una grave crisis energética y una inflación galopante que afecta cada vez más el bolsillo de millones de británicos.

En una situación ya delicada, el gobierno de Truss optó por anunciar un controvertido paquete económico que, según ella, impulsaría la economía del país.

El plan incluía eliminar la tasa del 45% del impuesto sobre la renta que pagan las personas que ganan más de 150.000 libras esterlinas al año (US$168.000).

La reducción del impuesto sobre la renta para los más ricos habría representado un ahorro fiscal de casi US$3.400 anuales para una persona con un sueldo de 200.000 libras al año (US$224.000).

Truss además anunció un recorte de la tasa básica del impuesto sobre la renta del 20% al 19% y la también polémica eliminación del tope de los incentivos o bonificaciones salariales de los banqueros, que a veces pueden superar el millón de dólares.

Rishi Sunak es el favorito de los corredores de apuestas para reemplazar a Truss.

Pero el paquete fiscal provocó días de turbulencias en los mercados financieros e hizo que la libra cayera frente al dólar a mínimos históricos.

Liz Truss echó a su ministro de Finanzas y anuló la mayoría de las medidas que había anunciado. La promesa de una "Singapur en el Támesis"  Vernon Bogdanor, politólogo e historiador del King's College de Londres, asegura que la crisis actual fue en parte culpa de la influencia del ala más a la derecha del partido conservador que apoya el Brexit y que prometía convertir a Londres en la "Singapur en el Támesis".

"Afirmaron que los recortes de impuestos estimularían el crecimiento y crearían una Gran Bretaña pionera del libre comercio global: una Singapur en el Támesis", le dice a BBC Mundo.

Gráfico
"En cambio, los recortes de impuestos financiados con dinero prestado asustaron a los mercados. En lugar de una Singapur en el Támesis, estamos viendo lo que un comentarista describió como Caracas en el Támesis. En consecuencia, la primera ministra perdió su autoridad", agrega el politólogo británico.

En una entrevista reciente con la BBC, Truss confesó sus errores, pero se mantuvo firme en que lideraría a su partido en las próximas elecciones.

El experto en política británica, Rod Dacombe, explica que Truss ha cometido "numerosos errores" a lo largo de su mandato.

"Empujó demasiado fuerte, demasiado rápido, con reformas económicas", asegura.

Otros errores, según Dacombe, fueron su "incapacidad para gestionar las diversas facciones de su partido" y la "desastrosa mala gestión" de asuntos parlamentarios que se hicieron evidentes la noche del miércoles.

Pérdida de aliados y de credibilidad
En su discurso de renuncia frente a 10 Downing Street, su residencia como primera ministra, Truss reconoció que no pudo "cumplir el mandato por el que fui elegida" por los miembros del Partido Conservador.

Tras darle marcha atrás a su plan de crecimiento, Liz Truss comenzó a recibir críticas de parte de sus propios aliados parlamentarios.

Liz Truss afuera de 10 Downing Street, Londres.

Liz Truss anunció su renuncia después de que varios parlamentarios conservadores le pidieran que se fuera.

El despido de Kwarteng, antiguo ministro de Economía, y la renuncia este miércoles de su ministra del Interior, Suella Braverman, la dejaron aún más aislada.

Tan aislada que Truss tuvo que recurrir a exrivales, como Grant Shapps y Jeremy Hunt, para llenar los puestos vacantes.

Ya para el mediodía de este jueves, más de una docena de conservadores le habían pedido que renunciara.
Luego de su renuncia, Truss permanecerá en el cargo hasta que se anuncie su reemplazo, tras un concurso de liderazgo que se espera que tenga lugar la próxima semana.

Rod Dacombe afirma que el Partido Conservador tratará de nominar a un candidato que pueda unir las diversas facciones del partido.

"Pero es poco probable que lo encuentren. Boris Johnson parece dispuesto a presentarse, lo que será muy divisivo. Rishi Sunak (exministro de Economía) también es un posible candidato, prosigue.

"Si los conservadores no pueden encontrar a alguien que reúna a las diversas facciones del partido, parece inevitable que se celebren unas elecciones generales".

Es asombroso. Hace solo tres meses y medio, estábamos en el mismo lugar anunciando la renuncia del primer ministro anterior, Boris Johnson.

Aquí estamos, apenas 100 días después, y su sucesora, Liz Truss, recorre el mismo camino y pronuncia un conjunto de palabras de forma muy similar.

Y el caos se profundizará. En los próximos días surgirá otro primer ministro.

Los diputados conservadores esperan poder sacar un nombre de sus filas para evitar una competencia entre miembros del Partido Conservador, lo cual tomaría varios meses reemplazar al líder del país.

El próximo primer ministro, si logran encontrar a alguien que pueda unir al partido, se enfrentará a la gran pregunta sobre si es legítimo o no.

Pero debemos recordar, constitucionalmente, vivimos en una democracia parlamentaria y si un nuevo primer ministro puede obtener una mayoría en la Cámara de los Comunes, tiene el derecho constitucional de servir hasta que legalmente se lleven a cabo las próximas elecciones generales.

domingo, 9 de octubre de 2022

_- La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, da marcha atrás en la rebaja de impuestos para salvar su Gobierno

_- Liz Truss llegaba este lunes a la conferencia anual del Partido Conservador en el Centro Internacional de Convenciones de Birmingham.AARON CHOWN (AP)

Se anula la anunciada supresión del tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas, la impopular medida que había puesto en pie de guerra a muchos diputados conservadores

La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, ha sido incapaz de resistir las presiones de sus colegas del Partido Conservador, que veían hundirse por el sumidero todas sus expectativas electorales después del anuncio de una impopular rebaja de impuestos. El ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, ha sido este lunes el señalado para pasar por la humillación de comunicar que echaba marcha atrás a la medida más odiada de todas las que había anunciado apenas hace una semana: la supresión del tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas (los contribuyentes que cobran más de 170.000 euros anuales).

“Ha quedado claro que la supresión del tipo del 45% se ha convertido en un distracción que altera nuestra misión principal de abordar los desafíos que afronta el país”, ha escrito Kwarteng en un comunicado publicado a primera hora de la mañana en su cuenta de Twitter. “Por ello, anuncio que ya no procederemos a esa supresión. Lo hemos entendido. Hemos escuchado”, ha asegurado.

Los planes fiscales anunciados el pasado 23 de septiembre por el ministro ―la mayor rebaja de impuestos del último medio siglo, valorada en casi 50.000 millones de euros― lanzaron a la libra esterlina y a los bonos de deuda pública en caída libre. Los inversores dudaban de la sostenibilidad de la deuda del Reino Unido, que atraviesa, como el resto de Europa, una altísima inflación (9.9%), y se enfrenta a una subida acelerada de los tipos de interés. Solo una intervención de urgencia del Banco de Inglaterra, que se lanzó el pasado miércoles a comprar bonos a largo plazo ¨en la escala que fuera necesaria”, calmó la inquietud de los inversores.

Pero el pánico no era solo financiero. También era político. La última encuesta de YouGov, publicada por el diario The Times, daba a la oposición laborista una ventaja de 33 puntos porcentuales sobre los conservadores en unas hipotéticas elecciones generales. No se veía una posición tan sólida de la izquierda británica desde los mejores tiempos de Tony Blair. La impopular decisión de rebajar los impuestos a los ricos, en medio de una grave crisis del coste de la vida que sufren la mayoría de los británicos, había desplomado cualquier resquicio de popularidad del Partido Conservador, ya muy dañado por las andanzas de Boris Johnson.

Figuras relevantes de la formación, que esta semana celebra su congreso anual en la ciudad de Birmingham, habían exigido a Truss una rectificación. Parte del paquete de medidas, que deberá ser aprobado por el Parlamento, corría el riesgo de ser rechazado, con su voto en contra, por los diputados rebeldes. Perder en una votación presupuestaria equivale, en la costumbre parlamentaria británica, casi a sufrir una moción de censura. Hasta catorce parlamentarios tories habían sugerido ya que rechazarían la medida, cuando llegara a la Cámara de los Comunes. Michael Gove, uno de los políticos conservadores más astutos y al que más atención prestan los medios, indicó a la BBC este domingo que él sería uno de los que votaría en contra.

La propia Truss admitió también ese mismo día que se había equivocado en el modo en que anunció sus planes fiscales (sin el respaldo de un informe económico independiente, y sin terminar de especificar algunas de las medidas). La primera ministra sugirió, también en la BBC, que la idea de suprimir el tipo máximo del 45% no había sido suya sino de su ministro Kwarteng. Y ha sido él, finalmente, quien ha tenido que dar la cara primero para intentar salvar la de su jefa.

Los diputados conservadores tenían muy claro, sin embargo, que Kwarteng no mueve un dedo por sí solo. Minutos después de su anuncio de marcha atrás, la propia Truss se hacía eco en su cuenta de Twitter de la rectificación del ministro, y la hacía suya, al escribir ella también la fórmula escapatoria: “Lo hemos entendido. Hemos escuchado”.

De momento, también los mercados parecían escuchar el tono de fondo de una rectificación. La libra ha recuperado este lunes posiciones respecto al dólar, después de una semana anterior vertiginosa. Pero el Gobierno de Truss mantiene otros muchos de sus planes fiscales, alguno igual de impopular que el 45% suprimido, como la idea de acabar con el tope existente a las bonificaciones variables por rendimiento de los altos ejecutivos de la city, el corazón financiero de Londres. Y siguen en pie las ayudas directas a hogares y empresas, para hacer frente a la factura del gas y la electricidad, que suponen más de 150.000 millones de euros. Truss ha comenzado a remendar el agujero político provocado por las primeras medidas de su Gobierno, pero todavía debe convencer a los mercados de que también pondrá solución al agujero económico. El próximo 14 de octubre, el Banco de Inglaterra cesará su intervención de compra de deuda pública. Será entonces cuando se someta a prueba la credibilidad del nuevo Ejecutivo.

La montaña rusa de las primeras semanas de Truss en Downing Street han sido un baño de humildad para una política que exhibía el fanatismo doctrinario del converso. Hasta el último minuto, la primera ministra ha insistido en que el Reino Unido necesitaba una terapia de choque para salir del letargo en que llevaba sumido una década, y que no daría marcha atrás en sus planes. Truss y Kwarteng recuperaban la trasnochada doctrina de la era de Reagan y Thatcher según la cual menos impuestos, menos gasto público y menos intervención estatal en la economía eran las recetas para generar crecimiento y que las migajas se repartieran por toda la sociedad. La idea de volver a una época de austeridad y de aprobar medidas tan obscenas como las propuestas ha provocado la repulsa de los propios conservadores. Truss ha experimentado en su propia carne, cuando apenas llevaba un mes en el Gobierno, la lección expresada en su día por el demócrata estadounidense Mario Cuomo: se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa.