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miércoles, 8 de septiembre de 2010

3. Miércoles 25 de agosto, La Habana.

El miércoles 25 fui en taxi hasta El Morro, fortaleza situada a la entrada de la bahía de La Habana, desde donde se divisa una bella panorámica de la ciudad.
Destaca el Capitolio y se aprecian multitud de edificios altos que el taxista me iba enumerando. En la misma dirección del Capitolio algo a la izquierda desde nuestra posición y casi dando al mar está la embajada de España, un magnífico edificio, sin duda el mejor edificio de todas las embajadas, que en su mayoría se encuentran en el barrio de Miramar, zona residencial alejada del centro.
Tomé varias fotos de todo el panorama, hacia la derecha se divisa el malecón de unos 7 km de largo y donde se pueden apreciar varios altos edificios, el que más destaca por su altura es un hospital, después hay hoteles y edificios de apartamentos. Para llegar a la fortaleza del Morro, se pasa por un túnel que cruza debajo de la bahía, construido en los años 50 por una empresa francesa. En el paseo por el malecón hacia la Habana Vieja se encuentra un edificio protegido por guardias que es la Oficina de Intereses Norteamericanos. Al lado, hay todo un terreno donde se hacen manifestaciones antiamericanas en los momentos tensos de las relaciones Cuba-USA.

El viaje desde mi hotel en Miramar hasta el Morro, con espera y explicaciones y vuelta a la Habana Vieja cuesta 15 €.

Una vez en la Habana Vieja, entré de nuevo por la Plaza de la Catedral y me dirigí a la Plaza Vieja, donde tomé una cerveza de producción propia en la Taberna "La Muralla" acompañado por una especie de tapa-ración de langosta que costó 4,5 pesos y la jarra de cerveza de 1/2 litro 2 pesos. La cantidad de langosta era abundante, el sabor era soso y le faltaba aliño, aunque ponen como una cucharada de mahonesa. La cuestión es que con ello se "come", pues viene con la típica ensalada de coles, judías verdes y zanahoria y con el bochorno debido a la humedad que hay no se tiene, tampoco, muchas ganas de comer. Después seguí hasta la calle Brasil también llamada del Teniente Rey, que desemboca en la Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje, en una de cuyas esquinas -con la calle Bernaza- se encuentra un pequeño restaurante, el Hanoi, donde ponen comida criolla a buen precio, platos a 3.95 a base de cerdo, pollo, pescado o vacuno -ropa vieja, carne de vaca en finos trozos con tomate-. Una cerveza de medio litro nacional cuesta 1.40 €, el mojito 2 € (en la Bodeguita de en Medio cuesta 4€) y una mariscada 12 €, después de comer, tomar una cerveza y escuchar música, continué hasta la plaza del Capitolio, donde tomé un descapotable que me llevó al hotel. El descapotable es incomodo y con el calor que hace más el viento llega uno más cansado al hotel. No hay nada como un buen aire acondicionado,...

¿Y qué hacemos esta noche en La Habana?
(Fuente: El País) En la Casona de Línea (Línea entre D y E), el genial Ray Fernández hace menearse al público con la depurada ironía de sus canciones. Es una noche calurosa y la capital cubana acoge una amplia variedad de expresiones culturales. En apenas unos centenares de metros a la redonda, la calle Línea y la calle 23 acogen conciertos, salas de cine, teatros y espacios musicales al mismo tiempo.

La Habana es una de esas ciudades donde la cultura forma parte fundamental de su rutina. Además de las dos casas de la Música (la de Miramar, en la calle 35 y 20; y la de Centro Habana, en Galiano y Neptuno), los museos, galerías, el universal Ballet Nacional de Alicia Alonso (Parque Central) y el Teatro Nacional (Paseo y 39), son decenas los espacios donde la música, el teatro y otras expresiones artísticas campan en la ciudad a precios muy asequibles, cuando no gratuitos.

El Centro Cultural Bertolt Bretch (13 esquina I) ofrece un sinfín de planes casi a diario en sus dos salas, con un ambiente juvenil; el Pabellón Cuba, en La Rampa (23 entre M y N), ha acogido este verano un festival de música de trovadores; las escalinatas de la Universidad de La Habana es un espacio habitual para conciertos como el que recientemente ofreció el cantante X-Alfonso, igual que la plaza de la calle D, a la altura de Malecón o el parque Villalón de Vedado.

Y así se van hilvanando multitud de eventos en varios rincones de la ciudad donde la afluencia es numerosa. La feria del libro es, probablemente, la máxima expresión en este sentido, donde lo literario se mezcla con lo social, lo musical y, en fin, lo cultural.

Las exposiciones y conferencias de espacios como la Casa de las Américas (Malecón y G) o la Casa del Alba (Línea y D), los grupos teatrales y de ballet que llenan los teatros Raquel Revuelta (Línea y B) o Trianón (Línea entre Paseo y A), los cines que ocupan los dos lados de la carretera desde el Hotel Nacional hasta el imponente cementerio Colón o las salas de teatro de Centro Habana, como Lázaro Peña (San Carlos esquina Peñalver), donde el mes pasado cantó Pablo Milanés –a 30 pesos, un euro, la mejor entrada–, configuran un panorama que desborda los locales más turísticos de la agitada vida cultural de La Habana.

Combinar recintos conocidos como La Zorra y el Cuervo (23 entre N y 0) o El Gato Tuerto (O entre 17 y 19), donde diferentes grupos actúan con vistas al extranjero, con otros lugares donde tomar el pulso al fervor cultural local es imprescindible para conocer esta ciudad desde dentro. Quizá el mayor desafío sea poder enterarse de todas las actividades diseminadas por la ciudad; se soluciona encendiendo la televisión, escuchando la radio y, sobre todo, preguntando.