_- Un niño de tres años se divierte en un taller de cocina para aprender a hornear y hacer pasteles. CAROLINA BP (GETTY IMAGES)
Hace años que la pedagogía Montessori dejó de ser una moda, aunque para muchos puede suponer cierta novedad. Sin embargo, nació a principios del siglo XX de la mano de Maria Montessori, “una excepcional maestra italiana que se dio cuenta en la Europa de entreguerras de la necesidad de dar una vuelta enorme a la pedagogía hasta el momento usada en las escuelas”, explica Miriam Escacena, ingeniera de profesión, guía Montessori, autora del libro Comunicación con bebés. Mis manitas hablan y organizadora del congreso gratuito internacional y online dedicado a este método de enseñanza, que se celebra entre el 4 y el 7 de octubre. ¿En qué consiste y qué tiene de particular esta pedagogía? ¿Es accesible para todo el mundo?
PREGUNTA. ¿Ha dejado ya de ser Montessori una pedagogía que está de moda para estar ya plenamente implementada?
RESPUESTA. Yo no diría que está plenamente implementada, pero desde luego que ha dejado de ser una moda si en algún momento lo fue. Cada vez hay un interés mayor en pedagogías alternativas, y entre ellas la de Montessori destaca por su base científica. Cada vez más padres y madres quieren educar a sus hijos desde otra perspectiva, poniendo al niño y a sus necesidades en el centro, y esta destaca por ello. Actualmente, habrá en torno a un centenar de escuelas en España (principalmente en la etapa de cero a seis años). En el directorio Ludus.org podemos observar claramente el incremento de iniciativas de diferentes corrientes. Pero lo que verdaderamente nos hace pensar que estamos ante un cambio de paradigma es el creciente interés de escuelas tradicionales que están llevando a cabo proyectos de transformación en sus aulas, como por ejemplo el colegio público San Benito en Madrid, el Ricardo Codorníu en Murcia, o el C.E.I.P. Antonio Machado en Talavera de la Reina (Toledo).
P. Si tuviera que definir dicha pedagogía con tres ejes, ¿cuáles elegiría?
R. El método Montessori se basa en tres pilares fundamentales: el niño, el ambiente preparado y el adulto que acompaña. En primer lugar, sin duda alguna, el niño en el centro, esa es la base de la pedagogía Montessori. Todo lo que se hace y cómo se hace es para adaptarnos a él y conseguir que desarrolle al máximo todo su potencial. Está claro que cada menor de edad tiene unos ritmos distintos, y con el método Montessori nos adaptamos a ellos.
Por ejemplo, si un alumno tiene interés por las letras a los tres años, desde una pedagogía como Montessori se le acompañará y ayudará a aprovechar al máximo los llamados periodos sensibles, pero también se respetará que otro, a los cinco, todavía no esté preparado a nivel cognitivo para adquirir este aprendizaje. Eso hace que aprendan según sus intereses, con lo que redunda en un aprendizaje mucho más significativo.
Respecto del ambiente preparado, se toma conciencia de la importancia de adecuar el espacio en el que se va a desenvolver el niño, ya que gracias a su mente absorbente irá adquiriendo todos sus aprendizajes, simplemente observando y actuando en el día a día (lo que la doctora Montessori llamó “mente absorbente” hoy sabemos que es la plasticidad cerebral, que es especialmente relevante en la infancia). En este sentido, diseñamos ambientes de aprendizaje y seleccionamos materiales educativos poniendo énfasis en la experimentación sensorial.
Y, por último, es necesaria una preparación del maestro y actuar con un gran amor por el niño. Este es quizá el reto más difícil de lograr, ya que implica cambiar nuestra mirada a la infancia y, poco a poco, desterrar patrones adquiridos de nuestra sociedad que están normalizados, como educar con métodos conductistas basados en premios y castigos, hacer todo por los niños aunque puedan hacerlo (no permitiendo que se desarrolle su autonomía), o desligar las emociones del proceso educativo.
Miriam Escacena, experta en la metodología Montessori.
P. ¿Es el método Montessori para todos?
R. La ratio profesor/alumno que hay en los centros con esta pedagogía hace que sea mucho más fácil atender las necesidades de cada alumno. Por ejemplo, en un aula tradicional puede haber unos 25 niños y un maestro, en una escuela Montessori habrá dos o tres adultos para un grupo de 25. Por tanto, es un método válido para cualquier menor, incluso está demostrada su eficacia en aquellos con necesidades especiales o específicas. Además, se mezclan pequeños de diferentes edades, por lo que en el aula hay materiales educativos para diferentes niveles y, en consecuencia, es más fácil crear un currículo específico adaptado al desarrollo de cada uno.
P. Siguen siendo centros caros. ¿Por qué no logran una financiación para que más niños puedan acceder a ellos?
R. Las escuelas que se basan en esta pedagogía suelen ser iniciativas de familias que defienden otro tipo de educación más respetuosa con la infancia. No reciben dinero ni ayudas de las administraciones públicas, por tanto, en la mayoría de las ocasiones, ven la luz gracias a la inversión del propio patrimonio familiar bajo su propia cuenta y riesgo. Esto forma parte de un debate político que debería abrirse y en el que se cuestionará cuál debería ser el verdadero objetivo de la educación y que tuviese en cuenta la irrupción en nuestro país de iniciativas que defienden nuevos formatos educativos avalados por la neurociencia. En los últimos 40 años llevamos nueve reformas legislativas del sistema educativo español, que se quedan en lo superficial, y ha llegado el momento de plantearse un verdadero cambio. Si en Italia, EE UU e incluso Argentina hay escuelas públicas basadas en pedagogía Montessori, deberíamos hacerlo posible en España.
P. Si una familia no puede costear un centro, ¿cómo puede acceder a sus enseñanzas?
R. Cada vez hay más familias que se forman por su cuenta y están aplicando el método Montessori como filosofía de crianza y educación, y hay cada vez más cursos en los que se da a conocer esta pedagogía también a padres y madres para que puedan aplicarla en casa. Los docentes también se están formando para aplicar el método en sus aulas de escuelas tradicionales, tanto públicas como privadas o concertadas. Por tanto, aunque las familias no puedan acceder a un centro 100% Montessori, sí que pueden encontrar proyectos educativos muy interesantes en escuelas tradicionales, especialmente en la etapa de cero a seis años.