Esta temporada llevamos tres preciosas películas en los martes del cine Club. La que más me ha gustado, hasta ahora, ha sido esta francesa que une con rara perfección la imagen con los sentimientos, el amor pasión y un sólido guión cargado de contenido humano, emotivo y familiar con la maravillosa y sencilla música del violín de una maestra de escuela muy especial.
Película: Mademoiselle Chambon. Dirección: Stéphane Brizé. País: Francia. Año: 2009. Duración: 101 min. Género: Drama, romance. Interpretación: Vincent Lindon (Jean), Sandrine Kiberlain (Verónique Chambon), Aure Atika (Anne-Marie), Jean-Marc Thibault (padre de Jean), Arthur Le Houérou (Jérémy), Bruno Lochet. Guion: Stéphane Brizé y Florence Vignon; basado en la novela de Eric Holder. Producción: Milena Poylo y Gilles Sacuto. Música: Ange Ghinozzi. Fotografía: Antoine Héberlé. Montaje: Anne Klotz. Diseño de producción: Valérie Saradjian. Vestuario: Ann Dunsford. Distribuidoras: Karma Films y Absolut Media Films. Estreno en Francia: 14 Octubre 2009. Estreno en España: 25 Marzo 2011. Apta para todos los públicos.
Un edificio debe levantarse sobre cimientos consistentes y con la idea de que sea para siempre. Esa es la explicación que Jean da a unos niños del colegio de su hijo, cuando va a hablarles de su trabajo como albañil, invitado por la maestra que da nombre a la película. Pero a veces, una grieta en la pared o una ventana con la madera podrida hacen necesarias obras de reparación para que la vivienda pueda acoger la felicidad de sus moradores. Con enorme sutilidad y sin pretenciosidad alguna, durante la escena del colegio —uno de los momentos más frescos y jugosos de la cinta— Stéphane Brizé traza en “Mademoiselle Chambon” (ver tráiler) una parábola de la vida afectiva de hombres y mujeres, susceptible de levantarse o venirse abajo a partir de pequeños detalles y de lazos que se tienden.
Jean es un hombre felizmente casado y con un hijo adorable, de escasa cultura académica pero incuestionable sensibilidad, buen trabajador y cariñoso y abnegado con su anciano padre. Todo parece ir sobre ruedas, pero un día se siente atraído por la maestra y su cabeza vuela lejos de su esposa Anne-Marie, desatando su ira contra ella o llegando a las manos en el trabajo, lo que no era normal en su conducta habitual. Son días de tensión e inquietud interior, de lucha por ser fiel a su mujer y no dar rienda suelta a ese nuevo amor, de duda por el camino que debe seguir, si la fidelidad y el deber de esposo y padre o el de seguir la pasión del flechazo de un nuevo amor que le trastorna su vida encarrilada en la vida familiar y su trabajo. Un proceso sutil y progresivo, descrito rozando la perfección de forma íntima, contenida y suavemente progresiva, y a pesar de esa sutileza, de una enorme fuerza y gran delicadeza, semejante y paralelo al que experimenta Verónique Chambon, la nueva maestra de su hijo, una mujer discreta, exquisita y solitaria. Cada uno percibe, aún dentro de esas formas delicadas, el terremoto afectivo que el otro ha supuesto, y entre ellos brota una comunicación intensa mostrada por silencios y miradas que reflejan una poderosa necesidad y una intensa lucha interior contra la fuerza instintiva de su amor pasión. La música juega un papel fundamental en toda la película para darle fuerza a las escenas claves y al climax.
La banda sonora se basa en "Salut d'amour" de Edward Elgar o "Valse triste", de Vecsey.
La canción última, Septembre (quel joli temps) cuando al final pasan los créditos. La canta Barbara."Quand j'etais plus jeune je n'aimais pas cette dame je trouver ses chansons trop triste, et puis avec le temps où les annees sont parties j'ai pris gout de barbara et j'ai trouver ses chansons magnifiques, c'est pour dire qu'avec l'age ont comprend mieux les choses de la vie, merci chere madame".
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jueves, 29 de septiembre de 2011
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