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domingo, 1 de noviembre de 2020

Viena resiste como bastión socialdemócrata

La victoria del SPÖ en la capital austriaca demuestra que el electorado recompensa las políticas sociales cuando van en serio. Los resultados, sin embargo, se celebran con cautela y no son extrapolables al resto del país, y aún menos a Europa.

La socialdemocracia, que no puede presumir últimamente de muchos éxitos electorales en Europa, pudo hacerlo el domingo pasado con una aplastante victoria del Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ) en las elecciones a la alcaldía de Viena, en las que se impuso con un 42%, 2’4 puntos más que en los comicios de 2015. La capital de Austria se confirma así como un bastión inexpugnable de los socialdemócratas, que gobiernan la ciudad de manera ininterrumpida desde 1945. No hace falta investigar demasiado para descubrir los motivos que han llevado al candidato del SPÖ, Michael Ludwig, a ganar estas elecciones: una política de vivienda pública con décadas a sus espaldas, apreciada por la ciudadanía y reconocida internacionalmente, un transporte público con precios asequibles y una planificación urbanística que ha convertido Viena en una de las ciudades con mejor calidad de vida en toda Europa.

El otro aspecto destacado de las elecciones en Viena ha sido la fuerte caída de la ultraderecha representada por el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), que obtuvo un 807%: un desplome de más de 23 puntos respecto a 2015. El FPÖ ha acusado que su expresidente, Heinz-Christian Strache, se presentase a estas elecciones con un partido propio, Team Strache, después de la expulsión de su antigua formación. Strache, que consiguió algunos de los mejores resultados para el FPÖ y llevó el partido al gobierno en 2017 en una controvertida coalición con el Partido Popular Austríaco (ÖVP), también ha sido responsable de su debacle al verse salpicado por un caso de corrupción, conocido como el ‘asunto Ibiza’, que llevó a la ruptura del gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas. Strache, que confiaba en ganar un escaño gracias a su base en la capital y desplegando la retórica populista que le había favorecido en el pasado, se quedó finalmente fuera al obtener solamente un 4’32%. De la división de la ultraderecha –de haberse presentado bajo una sola marca electoral hubiera conseguido un 12% de los votos–, que también se vio afectada por la desmovilización de sus votantes (el diario Der Standard calculaba que más de 100.000 de quienes escogieron el FPÖ en las últimas elecciones optaron por abstenerse en éstas), se aprovechó sobretodo el ÖVP, que subió más de nueve puntos y quedó segundo con el 18’47% de los votos.

Interesantemente, según Der Standard, buena parte de los votos ganados por los socialdemócratas procede del FPÖ, demostrando así que las política sociales vencen al populismo ultraderechista cuando van en serio. “Ludwig tiene una base electoral sobre todo allí donde los votantes oscilan entre los socialdemócratas y la ultraderecha, y no en los círculos intelectuales rojiverdes”, escribía el corresponsal en Viena del tageszeitung, Ralf Leonhard, que recordaba que “con un ÖVP reforzado, no obstante, ha surgido un nuevo enemigo que utilizará todos los flancos disponibles para atacar.” El SPÖ puede escoger cómodamente ahora gobernar con los conservadores, Los Verdes (12’21%) –la opción más lógica, ya que forma coalición con ellos desde 2010– o los liberales de NEOS (6’92%), los porcentajes de voto de los cuales prácticamente no han experimentado variaciones respecto a hace cinco años (+0’37 y +0’76%, respectivamente) a pesar de la participación de los primeros en el gobierno actual.

Por detrás de Team Strache e igualmente sin representación quedaron el satírico Partido de la Cerveza (Bierpartei), con un 2’05%, y LINKS –la coalición de izquierdas formada por el Partido Comunista de Austria (KPÖ) y la plataforma Wien Anders (Otra Viena), de la que forman parte el Partido Pirata, ecologistas independientes y activistas de izquierdas sin afiliación política–, con un 2’02%, incapaz de competir con el SPÖ en la capital.

Una victoria celebrada con cautela
Como apuntaba Leonhard en el tageszeitung, el SPÖ ganó en todos los barrios excepto en el centro (donde se concentran las administraciones) y Hietzing y Floridsdorf, dos barrios suburbiales, donde ganó el ÖVP, y tampoco lo hizo en Josefstadt, Neubau y Währing, tres barrios céntricos que han experimentado en los últimos años un proceso de gentrificación y donde Los Verdes son primera fuerza. Allí donde ha ganado el SPÖ, el segundo lugar se lo han disputado el ÖVP y Los Verdes, menos en el barrio de Simmering, donde esta posición la ocupa el FPÖ.

Asimismo, conviene recordar que por su estructura social, y en este caso posiblemente también por el peso histórico de los socialdemócratas en Viena, los resultados de la capital no son extrapolables al conjunto de Austria. Como se apresuró a señalar el politólogo Peter Filzmaier a ORF (la radiotelevisión pública austriaca) la noche electoral, conviene dudar que los socialdemócratas puedan beneficiarse a nivel nacional de la victoria de su partido en Viena, donde las políticas del gobierno de la ciudad y el carisma del candidato han tenido un papel destacado. Lo mismo vale para el hundimiento de la ultraderecha, los resultados de la cual algunos pueden sentirse tentados a extrapolar incluso al conjunto de la Unión Europea: aunque todas las encuestas señalan, en efecto, el declive del FPÖ, arrastrado por los escándalos de corrupción y la búsqueda de una nueva estrategia después de la caída en desgracia de Strache, su voto en Viena, más que menguar significativamente, se ha redistribuido entres dos fuerzas y una parte que ha ido directamente a la abstención. Hay que tener también en cuenta que la participación en estas elecciones ha bajado, pasando del 75% de 2015 al 62% de este año, que se traduce, a pesar de la subida porcentual del SPÖ en una pérdida de votos absolutos por parte de los socialdemócratas.

En una de las últimas encuestas de intención de voto, realizada entre el 14 y el 16 de septiembre, consistente con la tendencia que mostraban las anteriores, el ÖVP encabezaba las preferencias de los votantes con un 42%, seguido por el SPÖ, que, con un 19%, seguiría en caída libre registrando sus peores resultados históricos, y Los Verdes y el FPÖ, con el mismo porcentaje (12%), y NEOS (9%). Incluso Team Strache conseguiría entre en el parlamento por los pelos, con un 5% de los votos, aunque después del fiasco de las elecciones en Viena su figura queda cuestionada y su continuidad en política es una incógnita. De mantener estos porcentajes, el actual canciller austriaco, el conservador Sebastian Kurz, tendría plena libertad para formar la coalición de gobierno que más se adapte al sentimiento del momento: desde una continuación de la actual coalición con Los Verdes hasta una coalición con la ultraderecha pasando por una reedición de la histórica Gran Coalición con el SPÖ. Meses atrás, el presidente del Partido Popular Europeo (PPE), el bávaro Manfred Weber, ya calificó la coalición entre conservadores y verdes como un “modelo de futuro” y en la propia Alemania también Los Verdes han apostado por poner rumbo en dirección a este tipo de acuerdo con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de cara a las elecciones que se celebrarán en octubre de 2021.

Àngel Ferrero Periodista, es miembro del comité de redacción de Sin Permiso.

Fuente:
Catarsi, 13 de octubre de 2020