Petros Márkaris cree que Gobiernos y financieros no ven gente, solo cifras.
1 de enero de 2014. Grecia se declara en quiebra y vuelve al dracma; España, a la peseta; e Italia, a la lira. Los bancos permanecerán cerrados hasta que culmine la transición del euro al dracma. El Consejo de Ministros suspende pagos y los funcionarios, entre ellos, el comisario Kostas Jaritos, se quedan sin sueldo. Pan, educación, libertad (Tusquets) es la novela que culmina la Trilogía de la crisis, del escritor griego Petros Márkaris (Estambul, 1937).
Márkaris está aún más furioso que en las dos anteriores novelas (Con el agua al cuello y Liquidación final, todas publicadas por Tusquets en castellano y en catalán). Es más dura y más crítica. No solo describe la terrorífica vida cotidiana en la Atenas de la crisis, sino que ajusta cuentas con la llamada Generación de la Politénica, la que en 1973 plantó cara a la dictadura militar y contribuyó a derribarla.
¿Es un libro apocalíptico? ¿Es política ficción? “Es una hipótesis de trabajo. Una opción abierta. No puedo dejar de pensar en posibles caminos y el regreso al dracma es una de esas posibilidades”, afirma el escritor en Barcelona, donde ha presentado su novela. “Si continúan las cosas así, los países del sur no podrán trabajar con Europa. O puede pasar otra cosa, que los euroescépticos nos digan que nos larguemos”.
La gente lo pasa muy mal en Atenas. El escritor, también. “Es horrible. Es el libro que más me ha costado escribir. Nada de lo que aparece es imaginación, intento ver las cosas con mis propios ojos y me ha provocado mucho sufrimiento porque hablo del sufrimiento de la gente. Y, sobre todo, de la desesperación de los jóvenes. Tenemos una tasa de paro del 60%, lo que significa que habrá una o dos generaciones perdidas”.
“Quienes gobiernan y los partidos políticos solo saben hablar de economía y de finanzas. No ven a la gente que hay detrás de las cifras. Lo que sufren, lo que han perdido. Esto me congela la sangre. Europa tiene que despertar y hacer política”. A Márkaris le cuesta creer que esa recuperación de la que se habla sea real. “Vivimos unos años de bonanza inventada por los políticos. Era virtual y ahora se nos habla de una recuperación que también es virtual”.
La Trilogía de la crisis tendrá un epílogo, una novela en la que ya trabaja y que se titulará Créditos, en el sentido cinematográfico. Márkaris se ríe cuando se le habla de la ambigüedad del término. “Sí, es algo voluntario”. La novela empezará con un atentado del grupo de extrema derecha neonazi Aurora Dorada a Katerina, la hija abogada de Jaritos. De hecho, el tema ya se apunta en Pan, educación, justicia, cuando los ultras le dicen al comisario que saben quién es su hija –defensora de inmigrantes y sin papeles—y que la tienen fichada. También habrá asesinatos que llevarán la firma Los Griegos de los Años Cincuenta. ¿Quiénes son? Habrá que esperar a leerla.
“Lo que sí es cierto es que Jaritos sobrevivirá a la crisis gracias a su mujer, Adrianí, aunque nunca volverá a recuperar el sueldo que tenía, él ya lo sabe. Y lo que también es cierto es que será mi última novela sobre la crisis. Desde 2010 a 2014, cuatro años de mi vida, vivo la crisis y escribo de ella. Estoy harto, harto, harto”. Adrianí, en Pan, educación, libertad, establece una especie de economía de guerra para toda la familia.
Cuando Márkaris escribía Pan, educación, libertad no imaginaba que el presidente y el vicepresidente de Aurora Dorada serían detenidos ni que algunos de sus diputados serían imputados. “Es que no me lo creía ni una semana antes y menos que con ellos cayeran tantos policías. Es la primerísima vez que el Gobierno actúa con tanta rapidez. Pero el problema son los votos, según una reciente encuesta Aurora Dorada obtendría el 9% si se votara ahora”.
Pan, educación, libertad era la proclama que gritaban los estudiantes encerrados en la Politécnica, en 1973, contra la Junta Militar. Es unas de las partes más tristes e interesantes de la novela que, de algún modo, recuerda algunos aspectos de la transición española. “Grecia y los griegos tampoco están muy predispuestos a hacer cuentas con el pasado”.
Un importante contratista de obras, que ha trapicheado mucho y que se benefició de los JJ OO Atenas 2004, es asesinado. De un móvil en su bolsillo se oye el eslogan de la Generación de la Politécnica; luego aparece muerto un prestigioso académico; el tercer asesinado es un líder sindical. Los tres pertenecían a la Generación de la Politécnica
“Los de la Politécnica fueron los únicos que tuvieron cojones para resistir ante la Junta Militar, pero a principios de los ochenta, coparon todo el dominio público y cometieron errores fundamentales, el más grave de todos, utilizar su pasado de resistencia para aprovecharse y beneficiarse. Los que lucharon desde la izquierda en la guerra civil (1941-1950) y que la perdieron pagaron un precio elevadísimo por ello. Los de la Politécnica sacaron partido a beneficio propio e instauraron un sistema clientelista que aún perdura”.
Márkaris hace algo más que escribir y hablar. Ha firmado con otros 57 intelectuales, políticos, artistas un escrito para que se inicie un debate para explorar las posibilidades de crear un partido que, desde liberales a socialdemócratas, ocupe el “espacio de centro, ahora vacío”. “Todos los gobiernos con mayorías absolutas son terribles, lo mejor sería una coalición con la que este partido pudiera colaborar”. “Pero que quede claro. No estoy implicado personalmente en la creación de un nuevo partido. Únicamente he añadido mi firma a una petición para que se inicie un debate”.
Fuente: El País.
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lunes, 18 de noviembre de 2013
domingo, 16 de enero de 2011
martes, 11 de mayo de 2010
Los sarcasmos, insultos e incoherencias de Fernando Savater
Tengo que admitir que tengo un nivel bajo de tolerancia hacia autores que hacen del sarcasmo y del insulto el eje de sus discursos. De ahí que no sea un asiduo lector de Fernando Savater. Pero, de vez en cuando, le leo porque es representativo de un amplio sector de la intelectualidad conservadora no perteneciente a la órbita del PP, centrada en Madrid, que reproduce frecuentemente la sabiduría convencional de lo que en España se autodefine como “centro” en el espectro político,.. en Europa correspondería a la derecha...
Uno de los componentes de tal sabiduría convencional es su supuesto antinacionalismo, y digo supuesto porque lo considero a él profundamente nacionalista, aunque de signo contrario al de los nacionalismos que denuncia y critica (el catalán, el vasco y el gallego). El suyo es el nacionalismo españolista, que dificulta, en la práctica, el desarrollo del resto de identidades nacionales existentes en el estado español. Su deseo es que Cataluña, por ejemplo, se convierta en una región de España, semejante a lo que es la Cataluña francesa en Francia (en que la mayoría de la población catalana, en el país vecino, no sabe, ni siquiera, hablar catalán). Fernando Savater, como muchos otros “anti-nacionalistas”, está intentando imponer su nacionalismo centralista y uniforme a toda España. No es sorprendente, pues, que haya sido uno de los inspiradores del partido de Rosa Díez, un partido cuya principal característica identitaria es su antinacionalismo periférico y su profundo nacionalismo centralista.
Pero lo que motiva mi artículo no es esta incoherencia, sino la incongruencia expresada en su artículo de El País (22.04.10), titulado sarcástica y ofensivamente “Las sectas en pie de guerra”, en el que, con una narrativa predecible, lanza una enorme retahíla de insultos y aseveraciones, los cuales constituyen elementos importantes de la sabiduría convencional de los círculos conservadores y nacionalistas españolistas.
Además de las predecibles aseveraciones de equidistancia en las atrocidades cometidas por los dos lados durante la Guerra Civil Española y equiparar el comunismo con el fascismo (afirmaciones requeridas como indicador de ecuanimidad y equilibrio), concluye que, aún siendo bueno que se ayude a los familiares de los desaparecidos a encontrar a sus muertos y enterrarlos, encuentra mal que se quieran buscar responsabilidades en base al argumento de ser “crímenes contra la humanidad”, pues además de cuestionar la existencia de tal categoría de crímenes en el mundo, cree que la búsqueda de responsabilidades rompe la placidez y concordia que hemos alcanzado en este país, basada en el respeto a la ley de Amnistía, aprobada por los dos bandos del conflicto civil, que nos obliga a no mirar al pasado. Encuentro esta aseveración sorprendente, pues ignora la historia de este país. La Ley de Amnistía no fue una ley de punto final, Alianza Popular no la apoyó, fue propuesta por las izquierdas para sacar a los suyos de las cárceles, y excluyó “actos de violencia grave contra la vida o la integridad de las personas” (artículo 1º (a) Ley de Amnistía, 15 octubre 1977). Supongo que Fernando Savater admite que un asesinato es violencia grave contra la vida. Pero asume, además, que esta supuesta concordia no tiene costes. Pero es fácil demostrar que los tiene... Seguir leyendo aquí. Vicenç Navarro El Plural
Uno de los componentes de tal sabiduría convencional es su supuesto antinacionalismo, y digo supuesto porque lo considero a él profundamente nacionalista, aunque de signo contrario al de los nacionalismos que denuncia y critica (el catalán, el vasco y el gallego). El suyo es el nacionalismo españolista, que dificulta, en la práctica, el desarrollo del resto de identidades nacionales existentes en el estado español. Su deseo es que Cataluña, por ejemplo, se convierta en una región de España, semejante a lo que es la Cataluña francesa en Francia (en que la mayoría de la población catalana, en el país vecino, no sabe, ni siquiera, hablar catalán). Fernando Savater, como muchos otros “anti-nacionalistas”, está intentando imponer su nacionalismo centralista y uniforme a toda España. No es sorprendente, pues, que haya sido uno de los inspiradores del partido de Rosa Díez, un partido cuya principal característica identitaria es su antinacionalismo periférico y su profundo nacionalismo centralista.
Pero lo que motiva mi artículo no es esta incoherencia, sino la incongruencia expresada en su artículo de El País (22.04.10), titulado sarcástica y ofensivamente “Las sectas en pie de guerra”, en el que, con una narrativa predecible, lanza una enorme retahíla de insultos y aseveraciones, los cuales constituyen elementos importantes de la sabiduría convencional de los círculos conservadores y nacionalistas españolistas.
Además de las predecibles aseveraciones de equidistancia en las atrocidades cometidas por los dos lados durante la Guerra Civil Española y equiparar el comunismo con el fascismo (afirmaciones requeridas como indicador de ecuanimidad y equilibrio), concluye que, aún siendo bueno que se ayude a los familiares de los desaparecidos a encontrar a sus muertos y enterrarlos, encuentra mal que se quieran buscar responsabilidades en base al argumento de ser “crímenes contra la humanidad”, pues además de cuestionar la existencia de tal categoría de crímenes en el mundo, cree que la búsqueda de responsabilidades rompe la placidez y concordia que hemos alcanzado en este país, basada en el respeto a la ley de Amnistía, aprobada por los dos bandos del conflicto civil, que nos obliga a no mirar al pasado. Encuentro esta aseveración sorprendente, pues ignora la historia de este país. La Ley de Amnistía no fue una ley de punto final, Alianza Popular no la apoyó, fue propuesta por las izquierdas para sacar a los suyos de las cárceles, y excluyó “actos de violencia grave contra la vida o la integridad de las personas” (artículo 1º (a) Ley de Amnistía, 15 octubre 1977). Supongo que Fernando Savater admite que un asesinato es violencia grave contra la vida. Pero asume, además, que esta supuesta concordia no tiene costes. Pero es fácil demostrar que los tiene... Seguir leyendo aquí. Vicenç Navarro El Plural
miércoles, 20 de mayo de 2009
Toni Zenet, al que no conocía, nos interpreta "Soñar Contigo"
No es una buena voz, ni una buena música,... es una interpretación muy diferente a la de Tamara,que he puesto más abajo, la he encontrado después, buscando más, pero tiene algo de arrabal, de canalla, de improvisado, de sonido de jazz, de bar de barrio pobre donde se cantaba, que me evoca un tiempo ya pasado...y que la memoria, esa traicionera, nos trae como un tiempo de maravillas, todos éramos más jóvenes...
Esta otra cae como anillo al dedo, vamos, es un decir...
Esta otra cae como anillo al dedo, vamos, es un decir...
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