Mostrando entradas con la etiqueta ad hominem. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ad hominem. Mostrar todas las entradas

miércoles, 5 de enero de 2022

3 formas de ser más racional este año según Steven Pinker, profesor de Harvard

Mucha gente usa el inicio de un nuevo año para pasar página y tratar de ser más racional para procurarse bienestar. Sin embargo, hay que confesar que es más difícil de lo que parece.

Aquí hay tres ejemplos de trampas de irracionalidad comunes que menciono en mi serie Think with Pinker("Piensa con Pinker") y formas para evitarlas.

1. Tu futuro "tú"
Cuando las personas comparan lo que "piensan" con lo que "sienten", a menudo lo que tienen en mente es la diferencia entre el disfrute inmediato y el de largo plazo.

Por ejemplo, un banquete ahora y un cuerpo delgado mañana; una baratija hoy y dinero suficiente para cuando llegue el día de pagar el alquiler; una noche de pasión y lo que puede traernos la vida nueve meses después.

Este contraste entre momentos puede parecer una lucha con nosotros mismos, como si tuviéramos un yo que disfruta de una serie de televisión y otro que lo hace de las buenas calificaciones obtenidas en un examen.

En un episodio de "Los Simpson", Marge le advierte a su esposo que se arrepentirá de su conducta, y él responde: "Eso es un problema para el Homero del futuro. No envidio a ese tipo".

Esto plantea una pregunta: ¿deberíamos sacrificarnos ahora para beneficiarnos a nosotros mismos en el futuro?

Y la respuesta es: no necesariamente.

"Descontar el futuro", como lo llaman los economistas, es hasta cierto punto racional.

¿Valen la pena los sacrificios?

Por eso insistimos en los intereses bancarios, para compensarnos por entregar efectivo ahora para tener efectivo más tarde.

Después de todo, tal vez muramos y nuestro sacrificio haya sido en vano. Como advierte la pegatina que llevan algunos autos: "La vida es corta. Cómete el postre primero".

Tal vez la recompensa prometida nunca llegue, como cuando un fondo de pensiones quiebra.

Y, después de todo, solo se es joven una vez. No tiene sentido ahorrar durante décadas para comprar un costoso sistema de sonido en una edad en la que ya no puedes notar la diferencia.

Por tanto, nuestro problema no es que descartemos el futuro, sino que lo descartamos abruptamente.

Comemos, bebemos y nos regocijamos como si nos fuéramos a morir en unos pocos años.

¿Dejarías que alguien eligiera por ti qué serie ver? Qué es la fatiga de decisión
Y descartamos el futuro con miopía.

Sabemos que en algún momento deberíamos empezar a ahorrar para los días difíciles, pero nos aventamos a gastar el dinero que tenemos.

La lucha entre un "yo" que prefiere una pequeña recompensa ahora y un "yo" que se inclina por una recompensa más grande después está entretejida en la condición humana. Y hace mucho que se representa en el arte y en los mitos.

Está la historia bíblica de Eva comiendo la manzana a pesar de la advertencia de Dios de que ella y Adán serán expulsados del paraíso si lo hace.

Está el saltamontes de la fábula de Esopo, que pasó el verano tocando música y cantando mientras la hormiga trabaja para almacenar comida, y en invierno se encuentra pasando hambre.

Pero la mitología también ha representado una famosa estrategia de autocontrol. Odiseo se ató al mástil para que no pudiera ser atraído por la seductora canción de las sirenas.

Es decir, nuestro "yo" presente puede ser más astuto que un "yo" futuro al restringir sus opciones.

Cuando estamos satisfechos podemos deshacernos del chocolate para que cuando tengamos hambre no lo tengamos a la mano.

Cuando aceptamos un trabajo, autorizamos a nuestros empleadores a diezmar parte de nuestro salario para la jubilación, para que no tengamos excedentes que gastar a fin de mes.

Es una forma en la que podemos usar la razón para vencer la tentación, sin depender de la fuerza de voluntad, que es fácilmente superada en el momento de la tentación.

2. "Parece una comadreja"
Hamlet no fue el único observador del cielo que vio cosas en "aquellas nubes". Es un pasatiempo de nuestra especie.

Buscamos patrones en el caleidoscopio de la experiencia porque pueden ser signos de una causa o agente oculto. Pero esto nos deja vulnerables a alucinaciones o falsas causas.

... o en este caso, un perro.

Cuando los eventos ocurren de manera fortuita, inevitablemente se agruparán en nuestras mentes, a menos que haya algún proceso no aleatorio que los separe.

Así, cuando experimentamos eventos fortuitos en la vida, es probable que pensemos que las cosas malas suceden de a tres, que algunas personas nacen bajo una mal signo o que Dios está probando nuestra fe.

El peligro radica en la idea misma de "aleatoriedad", que en realidad son dos ideas.

La aleatoriedad puede referirse a un proceso anárquico que arroja datos sin ton ni son, como el lanzamiento de un dado o de una moneda.

Pero también puede referirse a los datos en sí mismos, cuando es difícil agruparlos de alguna manera.

Por ejemplo, si lanzamos una moneda y da "cara, sello, sello, cara, sello, cara" parece aleatorio, mientras que "cara, cara, cara, sello, sello, sello" no, porque el segundo se puede comprimir en "tres caras, tres sellos".

La gente cree que la segunda secuencia es menos probable, aunque lo cierto es que ambas son igual de probables.

Incluso pueden apostar a que después de una larga serie de caras, la moneda caerá en sello, como si tuviera memoria y un deseo de parecer justa. Esa es la llamada falacia del jugador.

A menudo pasamos por alto que un proceso aleatorio puede generar datos de apariencia no aleatoria. De hecho, está garantizado que eso ocurrirá todo el tiempo.

Nos impresionan las coincidencias porque nos olvidamos de la cantidad de formas en las que pueden ocurrir.

Por ejemplo, si estás en una fiesta con 24 invitados, ¿cuál es la probabilidad de que dos cumplan años el mismo día?

La respuesta es "más de 50-50". ¡Y con 60 invitados, es el 99%!

¿Cuántos cumplen el mismo día?
Las probabilidades altas nos sorprenden porque sabemos que es poco probable que un invitado al azar comparta nuestro cumpleaños o cualquier otro cumpleaños.

Lo que olvidamos es cuántos cumpleaños hay —366 en algunos años— y por lo tanto cuántas oportunidades hay para las coincidencias.

La vida está llena de estas oportunidades.

Quizás la matrícula del auto que tengo delante coincide con parte de mi número de teléfono al revés. Quizás un sueño o un presentimiento se haga realidad; después de todo, miles de millones de sueños flotan en la mente de las personas todos los días.

El peligro de sobreinterpretar las coincidencias explota cuando las hacemos notar después de que haya ocurrido un hecho, como el psíquico que se jacta de una predicción correcta escogida de entre una larga lista de errores que espera que todos hayan olvidado.

A eso se le conoce como la falacia del francotirador de Texas, refiriéndose a quien dispara una bala contra una pared y luego pinta una diana circular alrededor del agujero para que parezca que es un gran tirador.

Detectar patrones es especialmente tentador cuando elegimos el patrón solo después de haberlo mirado. Cuando decimos, como Hamlet con sus nubes, si es una comadreja, un camello o una ballena.

La sobreinterpretación de la aleatoriedad es un riesgo cuando se monitorea el camino aleatorio de los mercados financieros, mientras que resistir la tentación brinda una oportunidad para el inversionista con conocimientos cognitivos.

También brinda la oportunidad de vivir una vida propia: evitar pensar que todo sucede por una razón y evitar guiar sus elecciones personales por razones que no existen.

3. Estar en lo correcto o hacer lo correcto
Siempre que participamos en una discusión intelectual, nuestro objetivo debe ser converger en la verdad. Pero los humanos somos primates y, a menudo, el objetivo es convertirse en el polemista alfa.

Se puede hacer de manera no verbal: la postura arrogante, la mirada dura, la voz profunda, el tono perentorio, las interrupciones constantes y otras demostraciones de dominio.

La dominación también se puede perseguir en el contenido de una discusión, utilizando una serie de trucos sucios diseñados para hacer que un oponente parezca débil o tonto.

Algunos ejemplos:

Argumentar ad hominem: atacar a la persona en lugar del argumento en sí
Derribar a un "hombre de paja": distorsionar el argumento de la otra persona y luego atacar la distorsión
Culpa por asociación: en lugar de exponer las fallas de un argumento, llamar la atención sobre personas de mala reputación que simpatizan con ese argumento

El combate intelectual, sin duda, puede ser un deporte emocionante para los espectadores. Los lectores de revistas literarias saborean las fulminantes réplicas entre gladiadores intelectuales.

En YouTube es popular el tipo de videos en el que un héroe "destruye" o "derriba" a un desventurado que lo cuestiona.

Pero si el objetivo del debate es aclarar nuestra comprensión sobre un tema, en lugar de inclinarnos ante un alfa, deberíamos encontrar formas de controlar estos malos hábitos.

Todos podemos promover la razón cambiando las costumbres de la discusión intelectual, de modo que la gente trate sus creencias como hipótesis que deben probarse, en lugar de eslóganes que deben defenderse.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-59846250

miércoles, 17 de agosto de 2016

Falacias argumentales: las más comunes y cómo vencerlas

Uno de los aspectos más fundamentales del pensamiento lógico es la capacidad de identificar falacias en los argumentos de otras personas, así como de evitarlas en nuestros propios procesos de pensamiento. Los razonamientos falaces nos impiden llegar al conocimiento de la verdad, y nos hacen susceptibles de ser manipulados por personas hábiles en el arte de la retórica.

Una falacia lógica es un error de razonamiento: cuando una persona llega a una conclusión o defiende un argumento basándose en un proceso de razonamiento viciado, está cometiendo una falacia. Un argumento puede ser falaz por razones estructurales (fallas en su construcción lógica) o por un sinnúmero de otras razones, y las falacias que solemos llamar "argumentales" por lo general lo son a causa de razones que no se derivan directamente de su estructura lógica. Algunas son más comunes que otras, y una vez que aprendemos sobre ellas se vuelve mucho más fácil identificarlas en discusiones cotidianas.

Argumento ad hominem
Un argumento ad hominem es un tipo de falacia que consiste en dar por sentada la falsedad de una determinada afirmación, teniendo como base quién la ha emitido o la defiende. Es decir, en un argumento ad hominem se intenta desacreditar el argumento al desacreditar a la persona que lo sostiene:

Pepe dice que las vacunas no causan autismo, pero Pepe es un imbécil que copiaba en sus exámenes de matemática en el colegio, por lo tanto, las vacunas causan autismo.

Una vez conscientes de la naturaleza de un argumento ad hominem, es sumamente fácil desarmarlo, simplemente separando la afirmación y evaluándola por sí misma, sin tener en cuenta elementos externos.

Eludir la carga de la prueba
Eludir la carga de la prueba consiste en asumir que una declaración es verdadera (o falsa) simplemente por no aportar razones que fundamenten la conclusión. En Derecho, el principio clásico sostiene que quien afirma algo debe probarlo, ya que los hechos negativos no admiten prueba. En este contexto, mi ejemplo favorito lo da la Wikipedia:

«Sobre la cuestión del divorcio no quiero ni oír hablar. Como te he dicho, creo que el vínculo del matrimonio es indivisible y punto».

En este caso, quien sostiene la afirmación no ofrece absolutamente ningún argumento para sustentarla, sino que se niega a oír razones que lo convenzan de lo contrario.

Falacia del punto medio
Se basa en afirmar que la verdad debe encontrarse en el punto medio entre dos extremos. A veces esto puede ser cierto, pero tomarlo como principio puede constituirse en un sesgo, ya que a veces uno de los extremos es verdad, y en consecuencia, el otro extremo es una mentira, según nos dice el principio de no contradicción: una proposición y su negación no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo.

María dice que las vacunas causan autismo, pero Luis dice que esto es mentira.
Pedro ofrece un término medio: las vacunas causan algunos casos de autismo, pero no todos.

La mitad del camino entre una verdad y una mentira sigue siendo una mentira, aunque queramos pecar de balanceados.

Falacias argumentales

Falsa dicotomía
Este argumento suele utilizarse en política, y en muchos otros contextos altamente polémicos: quien argumenta presenta dos estados alternativos como si fueran las únicas posibilidades, cuando en realidad existen muchas otras. Esta falacia puede ser particularmente tramposa, porque en apariencia resulta lógica, pero se requiere un análisis más cercano para notar que hay otras opciones que no han sido presentadas. Todos los argumentos que señalan que si no apoyas un determinado programa, política o partido, estás apoyando a los enemigos, ("si no estás conmigo estás contra mí") caen en esta categoría.

Falacia anecdótica
Consiste en utilizar una experiencia personal o un ejemplo aislado como una prueba que pretende reemplazar un argumento bien fundamentado o evidencia científica. Sucede porque es fácil creer que las cosas que nos son cercanas, o tangibles, son más "ciertas" que otras verdades más "abstractas", como la investigación científica y las estadísticas.

"Dicen que el cigarrillo causa cáncer, pero mi abuelo se fumaba 20 cigarrillos al día y vivió hasta los 90 años."

La pendiente resbaladiza
Ésta es la falacia de quienes sostienen que si "A" sucede, entonces "Z" sucederá eventualmente. Consiste en llevar los razonamientos a puntos extremos, sin presentar pruebas que permitan vincular causalmente por qué "A" llevaría a "Z", con el objetivo de movilizar las emociones de la gente y generar miedo, de este modo ganando partidarios.

"Si permitimos que las personas del mismo sexo se casen, en unos meses estaremos dejando que la gente se case con su perro"

En todo argumento que encontremos, es importante aprender a distinguir los vínculos de causalidad entre los distintos eventos, así como comprender muy claramente que no toda correlación implica una relación de causa y efecto.

Apelación a la autoridad
Consiste en sostener que algo es verdad simplemente porque una persona con autoridad lo afirma. Esto no significa que debamos descartar todo lo que han dicho los expertos o científicos, pero sí significa que debemos tomar los argumentos por sí mismos, ya que cualquier persona o institución puede equivocarse, y su autoridad no tiene un valor intrínseco con respecto a los argumentos que sostenga.

"Conozco a un científico que dice que la teoría de la evolución no es real".

Éstas son tan sólo algunas de las falacias más comunes. Contrarrestarlas puede ser tan sencillo (o tan difícil) como prestar suficiente atención a la relación lógica entre las diferentes partes de un argumento, aprender a identificarlas y explicarle a nuestro interlocutor (o a nosotros mismos) por qué son falacias, y cómo puede probarse su falsedad. Todos podríamos beneficiarnos de tener conversaciones mucho más lógicas con nuestros amigos y conocidos.

Fuente: https://hipertextual.com/2016/07/falacias-argumentales