Mostrando entradas con la etiqueta alcohol y salud. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta alcohol y salud. Mostrar todas las entradas

miércoles, 29 de noviembre de 2023

ALCOHOL. La paradoja de los abstemios: son más sedentarios, tienen peor salud y mueren más.

La mayor tasa de fallecimientos entre quienes no consumen alcohol, esgrimida a menudo por la industria, se debe a otros problemas de salud. Los investigadores tienen dificultades para encontrar grupos poblacionales que no beban jamás y no hayan sido alcohólicos ni sufran enfermedades

La industria del alcohol lleva años usando en su beneficio una paradoja que no ha dejado de repetirse durante décadas en los estudios: las personas que aseguran no beber jamás tienen mayores tasas de mortalidad que quienes lo hacen ocasionalmente o en pequeñas cantidades. Ha sido parte del argumento para defender que un poco de vino o de cerveza cada día es beneficioso. Hace tiempo que se conoce que no viven menos (de promedio) por no beber, sino por otros problemas de salud. El mayor estudio sobre alcohol y mortalidad en España, que se publicará en pocas semanas y fue presentado a principios mes en el congreso de la Sociedad Española de Epidemiología, ahonda en esta aparente contradicción de los abstemios.

Como la mayoría de las investigaciones sobre el tema, si se traza un gráfico en el que la línea horizontal es el consumo de alcohol y la vertical, la mortalidad, sale algo parecido a una jota ladeada. Los que no beben nada mueren más (a mismo rango de edad), la curva baja ligeramente para llegar a los que reportan un consumo moderado y, a partir de ahí, cuando se pasa de 20 gramos diarios (dos cervezas lo superan), va subiendo de forma prácticamente lineal a medida que la ingesta alcohólica se incrementa. El problema, dice Iñaki Galán, epidemiólogo del Instituto de Salud Carlos III y autor principal del estudio, es que los supuestos abstemios “son muy mal grupo de referencia, es una población muy seleccionada que no resulta representativa”.

Muy a menudo, los que dicen no beber jamás realmente sí bebían, hasta el punto de padecer alcoholismo, y lo dejaron radicalmente para superar la adicción. O tienen problemas de salud distintos, y no ingieren alcohol precisamente por ellos. Entre quienes se dicen abstemios ―un 24% de los mayores de 15 años no lo ha probado en los últimos 12 meses, según la Encuesta sobre Alcohol y Otras Drogas en España (EDADES)―, hay más enfermedades crónicas de base, mayor sedentarismo, son mayoritariamente mujeres y no fumadoras, indica Galán.

Elsa (que prefiere no dar su verdadero nombre), de 49 años, es una de esas personas que no beben por un problema de salud. Cuando tenía 19 años le diagnosticaron epilepsia y le recomendaron que no tomara ninguna sustancia psicoactiva. “No me costó trabajo dejar de beber porque tampoco cogía unas borracheras tremendas, no me he caído redonda ni he vomitado en mi vida. Nunca he pasado de ponerme muy contenta. Además, luego tuve una hemorragia cerebral y cada vez que me siento rara, como cuando estoy achispada, me asusto. Así que no me compensa nada tomar alcohol”, relata.

En España hay muy pocos abstemios que lo sean si no se dan situaciones parecidas a estas, y no existen estudios que permitan comparar su estado de salud o su mortalidad con personas que sí beben. Además, aunque está muy acreditado su daño sobre el organismo, no se ha analizado tanto cómo afecta a lo largo del tiempo como se ha hecho con otras sustancias dañinas, como puede ser el tabaco.

Para comparar la mortalidad del alcohol, dice Galán, el mejor grupo de referencia es el de los bebedores ocasionales que prácticamente no lo prueban, que lo hacen unas pocas veces al año, en celebraciones puntuales, y en muy poca cantidad. “Consumen de forma tan infrecuente que no se produce un efecto biológico del alcohol. Este grupo, que bebe una vez al mes o menos, sí es representativo de la población”. Y aquí se comprueba que beber alcohol no aporta ningún beneficio con respecto a la mortalidad. Desaparece esa supuesta ventaja de los que ingieren pocas cantidades con respecto a los que no lo prueban.
Máquinas expendedoras de zumos azucarados, refrescos y bebidas energéticas en una puerta de la Universidad de Sevilla. Máquinas expendedoras de zumos azucarados, refrescos y bebidas energéticas en una puerta de la Universidad de Sevilla.
PACO PUENTES
Ese grupo es el que menor mortalidad presenta, pero está prácticamente a la par que quienes beben entre 0 y 10 gramos de alcohol al día y el siguiente, de 10 a 20 gramos (una lata de cerveza contiene unos 12 gramos, lo mismo que una copa de vino). Estas conclusiones específicas para España gracias a la comparación de grandes cohortes poblacionales son muy similares a las de un gran estudio internacional publicado este mismo año en la revista JAMA.

Ambas investigaciones dejan claro que, a más alcohol, más mortalidad, aunque en pequeñas cantidades prácticamente no sube. Esto puede dar la sensación de que beber un poco a diario no es dañino. La industria del alcohol se ha ocupado de hacerlo así creer y casi un 20% de los que lo hacen da como una de las razones que es saludable, una proporción que va en aumento en los últimos años, según EDADES. Pero el alcohol no es inocuo. Los hepatólogos insisten en que si se consume diariamente, aun en pequeñas cantidades, se puede acabar desarrollando enfermedades como el hígado graso. Además, se trata de una sustancia tóxica que aumenta el riesgo de cáncer y su potencial adictivo conlleva un riesgo de empezar con dosis moderadas y acabar multiplicando su ingesta.

Lo que no está claro es cuáles son los riesgos para la salud años después de haber bebido. “Sabemos con total seguridad que dejarlo reduce el peligro, pero por desgracia no está cuantificado exactamente en qué medida”, señala Miguel Marcos, coordinador del grupo de Alcohol y Otras Drogas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Cuando el consumo es muy elevado, existen efectos secundarios que pueden ser irreversibles: “El que más se puede mantener en el tiempo es el daño hepático. Una vez que se ha llegado a la fibrosis, parte del perjuicio se mantiene. Y lo mejor que se puede hacer es dejarlo para comenzar la regeneración. Otro es el deterioro cognitivo y cerebral asociado al alcohol”.

El estigma del abstemio
No beber en una sociedad con el alcohol tan arraigado no siempre es sencillo. “Hay mucha presión social. La gente no entiende que te lo puedas pasar bien”, confiesa Elsa. Lo mismo le sucede a Vicente Prieto, de 55 años. Él no consume alcohol porque cuando lo probó de joven no le gustó el sabor. Y no vio la necesidad de seguir intentándolo. Ha vivido esa misma presión, que es más fuerte en la juventud, pero que nunca cesa. “Ahora que paso de los 50, estoy en comidas de trabajo, con jefes, y muchas veces me tengo que inventar que estoy tomando algún medicamento para justificar que no pruebo el vino o la cerveza”, asegura.

Se repite una pregunta que, por más que le hacen, no deja de desconcertarle:

—¿Me vas a dejar beber solo?

—No, no estás solo, yo estoy aquí contigo, solo que en lugar de una cerveza, me voy a beber una cocacola o un agua con gas.

Esas elecciones son a menudo motivo de mofa. “Estoy harto de oír: ‘Hoy vienes fuerte’, o cosas similares cuando pido un refresco”, asegura. Y opina que detrás de eso realmente hay un sentimiento de culpabilidad. “Yo creo que son personas que saben que beber no es bueno para su salud y se sienten más cómodos si no lo hacen solos. A mí me parece estupendo que tomen alcohol, yo también como de vez en cuando churros o pasteles, y sé que no son saludables. Pero igual que no le digo a nadie qué beber, me gustaría que no me lo dijeran a mí”.

La integración en el grupo es uno de los grandes motivos para comenzar a beber en los adolescentes y el alcohol está todavía muy arraigada (el 74% de los que tienen entre 14 y 18 ha bebido alguna vez y más de la mitad lo ha hecho en el último mes), pero su consumo lleva tres décadas en descenso. Quizás en las siguientes generaciones el estigma se vaya diluyendo, y si hay más abstemios sanos, desaparezca también la paradoja en la mortalidad.

miércoles, 29 de marzo de 2023

-- El alcohol, incluso en pocas cantidades, puede dañar tu salud.

_- Tras décadas de investigación confusa y, a veces, contradictoria, la evidencia reciente deja claro que beber un poco puede tener consecuencias negativas en el organismo. Lamento aguarte la fiesta, pero esa copa (o dos) de vino todas las noches no está mejorando tu salud.

Después de décadas de investigación confusa y, a veces, contradictoria (demasiado alcohol es malo para ti, pero un poco es bueno; algunos tipos de alcohol son mejores que otros; es broma, toda clase de alcohol es malo), el panorama está más claro: incluso las pequeñas cantidades de alcohol pueden tener consecuencias para la salud.

Una investigación publicada en noviembre reveló que entre 2015 y 2019, el consumo excesivo de alcohol provocó cerca de 140.000 muertes por año en Estados Unidos. Alrededor del 40 por ciento de esas muertes presentaron causas agudas, como accidentes automovilísticos, envenenamientos y homicidios. Pero la mayoría fueron causadas por padecimientos crónicos atribuidos al alcohol, como enfermedades del hígado y del corazón, así como cáncer.

Cuando los expertos hablan de las terribles consecuencias para la salud vinculadas al consumo excesivo de alcohol, la gente a menudo asume que se refieren a personas que tienen un trastorno por consumo de alcohol. Pero los riesgos para la salud derivados de beber también pueden provenir de un consumo moderado.

“El riesgo comienza a aumentar muy por debajo de los niveles que la gente piensa: ‘Ay, esa persona tiene un problema con el alcohol’”, dijo Tim Naimi, director del Instituto Canadiense para la Investigación del Uso de Sustancias de la Universidad de Victoria. “El alcohol es perjudicial para la salud a partir de niveles muy bajos”.

Si te preguntas si debes reducir tu consumo de alcohol, esto es lo que debes saber sobre cuándo y cómo el alcohol afecta tu salud.

¿Cómo sé si estoy bebiendo demasiado?
Técnicamente, “consumo excesivo de alcohol” significa cualquier cosa por encima de los límites diarios recomendados por las Pautas Alimentarias de Estados Unidos. Eso es más de dos bebidas al día para hombres y más de una bebida al día para mujeres.

También hay nueva evidencia “de que existen riesgos incluso dentro de estos niveles, especialmente para ciertos tipos de cáncer y algunos tipos de enfermedades cardiovasculares”, dijo Marissa Esser, quien dirige el programa de alcohol en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de Estados Unidos.

Los límites diarios recomendados tampoco deben promediarse a lo largo de una semana. En otras palabras, si te abstienes de lunes a jueves y tomas dos o tres copas por noche el fin de semana, esas copas del fin de semana cuentan como consumo excesivo. Son tanto las copas acumuladas a lo largo del tiempo como la cantidad de alcohol presente en el organismo en cada ocasión lo que puede causar daños.

¿Por qué el alcohol es tan dañino?
Los científicos creen que el principal modo en que el alcohol causa problemas de salud es dañando el ADN. Cuando bebes alcohol, tu cuerpo lo metaboliza en acetaldehído, un químico tóxico para las células. El acetaldehído “daña tu ADN y evita que tu cuerpo repare el daño”, explicó Esser. “Una vez que tu ADN está dañado, una célula puede crecer sin control y crear un tumor canceroso”.

El alcohol también crea estrés oxidativo, otro tipo de daño en el ADN que puede ser particularmente nocivo para las células que recubren los vasos sanguíneos. El estrés oxidativo puede conducir a la rigidez de las arterias, lo que resulta en una presión arterial más alta y enfermedad de las arterias coronarias.

“Afecta fundamentalmente al ADN, y es por eso que afecta a tantos sistemas de órganos”, dijo Naimi. A lo largo de una vida, el consumo crónico “con el tiempo daña los tejidos”.

¿No se supone que el alcohol es bueno para el corazón?
El efecto que tiene el alcohol en el corazón confunde porque algunos estudios han afirmado que pequeñas cantidades de alcohol, particularmente el vino tinto, pueden ser beneficiosas. Investigaciones anteriores sugirieron que el alcohol aumenta el HDL, el colesterol “bueno”, y que el resveratrol, un antioxidante que se encuentra en las uvas (y el vino tinto), tiene propiedades protectoras para el corazón.

Sin embargo, “existe mucha evidencia reciente que realmente ha desafiado la idea de cualquier tipo de lo que llamamos un efecto cardioprotector o saludable del alcohol”, dijo Mariann Piano, profesora de Enfermería en la Universidad de Vanderbilt.

La idea de que una dosis baja de alcohol era buena para el corazón surgió probablemente del hecho de que las personas que beben pequeñas cantidades suelen tener otros hábitos saludables, como hacer ejercicio, comer mucha fruta y verdura y no fumar. En los estudios de observación, los beneficios para el corazón de esos comportamientos podrían haberse atribuido erróneamente al alcohol, según Piano.

Investigaciones más recientes han descubierto que incluso los niveles bajos de consumo de alcohol aumentan ligeramente el riesgo de hipertensión arterial y cardiopatías, y que el riesgo aumenta drásticamente para las personas que beben en exceso. La buena noticia es que cuando se deja de beber o se reduce el consumo, la presión arterial disminuye. El alcohol también está relacionado con un ritmo cardíaco anormal, conocido como fibrilación auricular, que aumenta el riesgo de coágulos sanguíneos e ictus.

¿Para qué tipos de cáncer aumenta el riesgo de alcohol?
Casi todo el mundo conoce la relación entre fumar cigarrillos y el cáncer, pero pocas personas se dan cuenta de que el alcohol también es un carcinógeno potente. Según una investigación de la Sociedad Estadounidense Contra el Cáncer, el alcohol contribuye a más de 75.000 casos de cáncer por año y casi 19.000 muertes por la misma causa.

Se sabe que el alcohol es una causa directa de siete tipos de cáncer: cabeza y cuello (cavidad oral, faringe y laringe), esófago, hígado, mama y colon rectal. La investigación sugiere que también puede haber un vínculo entre el alcohol y otros tipos de cáncer, incluidos el que afecta a la próstata y al páncreas, aunque la evidencia es menos clara.

En el caso de algunos cánceres, como el de hígado y el colon rectal, el riesgo solo comienza cuando se bebe en exceso. Pero en el caso del cáncer de mama y de esófago, el riesgo aumenta, aunque ligeramente, con cualquier consumo de alcohol. Los riesgos aumentan cuanto más bebe una persona.

“Si alguien bebe menos, corre menos riesgo que si bebe mucho”, afirma Farhad Islami, director científico sénior en la Sociedad Estadounidense Contra el Cáncer. “Incluso dos copas al día, una copa al día, puede asociarse a un pequeño riesgo de cáncer en comparación con los no bebedores”.

¿Qué enfermedad representa el mayor riesgo? 
En Estados Unidos, la causa individual más común de muerte relacionada con el alcohol es la enfermedad hepática alcohólica, que mata a unas 22.000 personas al año. Si bien el riesgo aumenta a medida que las personas envejecen y la exposición al alcohol se acumula, más de 5000 estadounidenses de entre 20, 30 y 40 años mueren anualmente a causa de una enfermedad hepática causada por el alcohol.

La enfermedad hepática causada por el alcohol tiene tres etapas: hígado graso alcohólico, cuando la grasa se acumula en el órgano; hepatitis alcohólica, cuando comienza la inflamación, y cirrosis alcohólica o cicatrización del tejido. Las dos primeras etapas son reversibles si deja de beber por completo; la tercera etapa no lo es.

Los síntomas de la enfermedad hepática alcohólica incluyen náuseas, vómitos, dolor abdominal e ictericia, un tinte amarillo en los ojos o la piel. Sin embargo, los síntomas rara vez surgen hasta que el hígado se ha dañado gravemente.

El riesgo de desarrollar enfermedad hepática alcohólica es mayor en los bebedores empedernidos, pero un informe indicó que cinco años de beber solo dos bebidas alcohólicas al día pueden dañar el hígado. El 90 por ciento de las personas que toman cuatro bebidas al día muestran signos de hígado graso alcohólico.

¿Cómo calculo mi riesgo de tener problemas de salud relacionados con el alcohol?
No todos los que beben terminan por desarrollar estas enfermedades. Los factores del estilo de vida, como la dieta, el ejercicio y el tabaquismo, se combinan para aumentar o reducir el riesgo. Además, algunas de estas afecciones, como el cáncer de esófago, son bastante raras, por lo que aumentar ligeramente el riesgo no tendrá un gran impacto.

“Todos los factores de riesgo son importantes”, dijo Esser. “En salud pública sabemos que la cantidad de factores de riesgo que uno tiene irían juntos a un mayor riesgo de una afección”.

Una enfermedad preexistente también podría interactuar con el alcohol y afectar tu salud. Por ejemplo, “las personas que tienen hipertensión probablemente no deberían beber o definitivamente beber muy muy poco”, dijo Piano.

Los genes también influyen. Por ejemplo, dos variantes genéticas, ambas más frecuentes en personas de ascendencia asiática, afectan al modo en que se metabolizan el alcohol y el acetaldehído. Una variante genética hace que el alcohol se descomponga en acetaldehído más rápidamente, inundando el organismo con la toxina. La otra variante ralentiza el metabolismo del acetaldehído, lo que significa que la sustancia química permanece más tiempo en el organismo y prolonga los daños.

Entonces, ¿debería bajar el consumo o dejar de beber?
No es necesario que dejes de beber por completo para ayudar a tu salud. Incluso reducir un poco puede ser beneficioso, especialmente si actualmente bebes por encima de los límites recomendados. El riesgo “realmente se acelera una vez que tomas un par de tragos al día”, dijo Naimi. “Entonces, las personas que beben cinco o seis tragos al día, si pueden reducir a tres o cuatro, se beneficiarán mucho”.

Quienes beben poco diariamente quizás también se beneficiarían al reducir un poco el consumo. Trata de pasar algunas noches sin alcohol: “Si te sientes mejor, tu cuerpo está tratando de decirte algo”, dijo George Koob, director del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo.

En particular, ninguno de los expertos con los que hablamos propuso abstenerse por completo, a menos que tengas un trastorno por consumo de alcohol o exista una situación de embarazo. “No voy a recomendar que la gente deje de beber por completo”, dijo Koob. “Tuvimos la ley seca, no funcionó”.

Sin embargo, en general, su consejo es: “Beba menos, viva más”, dijo Naimi. “Eso es básicamente a lo que se reduce”.