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lunes, 12 de octubre de 2020

_- “El éxito del fascismo se explica por la avaricia capitalista, el desarraigo, las mentiras y la equidistancia”.

_- Entrevista al periodista Carles Senso, autor del libro "Fascismo mainstream. Periodismo, conspiraciones, algoritmos y bots al servicio de la extrema derecha"-

Proud Boys (Chicos orgullosos) son una organización neofascista, violenta y supremacista estadounidense, surgida en 2016. En el primer debate electoral con el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden, el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó: “Proud Boys, retrocedan y estén alerta” (los ataques terroristas de extrema derecha causaron 335 muertos en Estados Unidos entre 1994 y 2020, según el Center for Strategic International Studies).

En marzo de 2019 el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promovió la conmemoración del golpe militar que derrocó –en 1964- al Gobierno democrático de Joao Goulart. La amenaza se extiende. Tras las elecciones regionales del pasado 21 de septiembre, el candidato del partido ultraderechista Hermanos de Italia accedió a la presidencia en la región de Las Marcas. En las municipales francesas de junio, Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) se hizo con la alcaldía de Perpiñán, ciudad de 120.000 habitantes. En las elecciones a los parlamentos de Sajonia y Brandemburgo –septiembre de 2019-, Alternativa para Alemania resultó el segundo partido más votado.

Para entender el crecimiento global del fascismo, el periodista e historiador Carles Senso ha publicado el libro Fascismo mainstream. Periodismo, conspiraciones, algoritmos y bots al servicio de la extrema derecha (Autoed., septiembre 2020). Concluye que el éxito actual de la extrema derecha se explica por factores como la avaricia capitalista, el desarraigo social, el proceso deshumanizador, la equidistancia, la falta de empatía, las mentiras o la crisis del periodismo. “El neofascismo no es un peligro para el capital”, afirma. La extrema derecha ha utilizado la tecnología digital y las redes sociales para conquistar el poder. Sobre el uso irreflexivo y acrítico de estas por parte de la izquierda, “hace falta más calle, más coordinación social y formación”, defiende Senso, autor de tres libros sobre la deportación de españoles a campos nazis. La entrevista en torno a su último ensayo se realizó por correo electrónico.

-¿Qué es el fascismo mainstream (tendencia mayoritaria)? ¿Cuáles son los rasgos principales?
El fascismo mainstream es una tendencia mundial mediante la cual la extrema derecha ha usado las nuevas posibilidades de las tecnologías digitales de la información para expandirse de forma desconocida, albergando espacios de poder inimaginables hace unos años, gracias a una mayor digestión ciudadana de sus planteamientos extremistas que basan su política en la exclusión de parte de la sociedad. Aceptando, eso sí, que la ideología de extrema derecha se expone fragmentada y nacionalizada, es decir, que cuenta con particularidades muy específicas en función del país en el que se desarrolla.

Sin embargo, les une las políticas de odio que favorecen un tipo de análisis social y una respuesta ante dicho examen que señala como enemigo del pueblo a las clases subalternas y a los grupos históricamente marginadas, a favor de una clase dirigente y de un sistema capitalista que nunca es puesto en cuestión. Eso y algunas intentonas de coordinación canalizadas por personajes como Bannon y su Movimiento o Internacional de la Nueva Derecha. El antiguo (aunque ahora renacido) antisemitismo se ve complementado con nuevos enemigos como son el Islam a nivel exterior y las comunidades LGTBI o feministas a nivel interno, por su supuesta voluntad de cargar contra la esencia intachable de la patria, observada ya como una nación intocable e irreductible.

-¿El neofascismo supone un repliegue identitario contra el efecto desestabilizador de la globalización?
Sí, ya que ha destruido las concepciones unitarias para favorecer una uniformización que diluye las particularidades, los fundamentos propios que justifican la exclusión. También lo hace, en el caso de Europa, la unificación continental, por lo que existía una voluntad primigenia de acabar con la unión y, posteriormente, de transformarla en una herramienta institucional más favorable al fortalecimiento de las particularidades nacionales a través de los Estados, sobre todo tras los éxitos electorales que han permitido crear un potente núcleo reaccionario en el Parlamento Europeo. El fascismo mainstream no se entiende sin la época de la posverdad, la crisis del periodismo, el desmembramiento de las redes sociales analógicas, la deslegitimación institucional o la avaricia capitalista de las plataformas tecnológicas.

-El libro recuerda los seguidores en Instagram de Trump (actualmente 22 millones), Bolsonaro (17,7 millones), Salvini (2,2 millones), Boris Johnson (1,2 millones) o Netanyahu (873.000). ¿Han sido las redes sociales una herramienta importante para que accedieran a los gobiernos?
Las emociones (alentadas con mayor facilidad en los extremos políticos) incitan a la acción mucho más que el raciocinio. “El odio motiva más que el amor”, pronunció el asesor político ultraderechista Roger Stone. Polarizando a la sociedad, las nuevas plataformas tecnológicas (redes sociales) consiguen más interacciones y, por tanto, más beneficios. La nueva política digitalizada que tanto atrae a las plataformas tecnológicas por su capacidad de crear beneficios económicos está basada en el conflicto. Es una guerra para conseguir la atención de los usuarios. Para obtener más réditos económicos Facebook, Google o Youtube necesitan enfrentar a la sociedad. Cabrearlos para hacerlos reaccionar.

Y la solución pasa por la creación de globos artificiales en los que la retroalimentación consigue activar un proceso de afianzamiento que lleva a las posiciones más radicales del espectro ideológico. De ahí que la extrema derecha (que a dicho proceso ha unido ingentes cantidades de dinero y la complicidad del mundo conservador) ha visto en las redes sociales un auténtico filón. Y las tecnológicas lo han observado en el fascismo mainstream, que ha sido bendecido por los medios de comunicación, otorgándoles el privilegio de marcar la agenda política gracias a sus soflamas mediáticas con un “producto” atractivo para las redes y la televisión por su capacidad de enfrentamiento. Antiinmigración, tradicionalismo, nativismo, euroescepticismo y antiislam en Europa; todo ello y un poco más de supremacismo y chovinismo occidental en Estados Unidos. La víctima, la salud de la sociedad.

-¿Tiene relación el ensayo con el caso de Cambridge Analytica, consultora que obtenía datos –sin autorización- sobre millones de usuarios de Facebook-, para desarrollar campañas como la de Trump en 2016 o a favor del Brexit?
Según expresó Brittany Kaiser, una de las responsables de la empresa: “Creo que en este momento es difícil pensar que la democracia está suficientemente protegida, que las elecciones son libres y justas. El uso de los datos personales ha cambiado las reglas del juego. Por su parte Christopher Wylie, el antiguo analista de datos, aduce: “Era un experimento tremendamente inmoral. Jugábamos con la psicología de toda una nación sin su consentimiento o conocimiento. Y no solo jugamos con la psicología de toda una nación, sino que lo hacíamos en un contexto de un proceso democrático”. Cambridge Analytica adquirió relevancia destacada gracias a los beneficios que reportó a las fuerzas de extrema derecha en el acceso a elementos de poder.

La información se consiguió a través de un test de personalidad que se difundió en Facebook. Contestaban preguntas a medida. De hecho, formulaban preguntas y respuestas de forma casi personalizada. Sabían dónde debían expandir el odio contra los extranjeros, dónde debían cargar contra el establishment o dónde fortalecer los mensajes contra la izquierda. La publicidad personalizada la complementaron con la elaboración de miles de noticias falsas que se expandieron como la espuma. La percepción de los votantes de los Estados Unidos de América cambió radicalmente, como también los que votaron en el Brexit. De forma artificial y por lo tanto sometiendo la libertad ciudadana. Se habla de prácticas similares en México, Malasia, Brasil, China o Australia. Y todo ello a través del robo de la información (de la identidad) de la ciudadanía y su puesta al servicio de la política sin escrúpulos.

-En Estados Unidos, los informativos del canal ultraconservador Fox News tienen una audiencia masiva. ¿Qué influencia tiene la televisión en la expansión planetaria del fascismo mainstream?
Donald Trump señaló a la prensa “discrepante” poco después de llegar al cargo, situándolos en el ojo del huracán de la ira de sus fanáticos seguidores. Llegó a tuitear “Los medios de las fake news no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo americano”. La televisión es un espacio que, por la inmediatez, adolece de capacidad de análisis pormenorizados. Eso a nivel genérico. Es por ello que en ella un producto superfluo como Trump o cualquier dirigente del fascismo mainstream funciona tan bien. Son mensajes simples, directos, emocionales.

Según expuso Pierre Bourdieu en “Sobre la televisión”: “Este mundo lleno de guerras étnicas y de odios raciales, de violencia y de delincuencia, no es más que un entorno de amenazas incomprensible y preocupante ante el cual lo mejor que se puede hacer es retirarse y protegerse. Y, cuando va unida a expresiones de desprecio etnocéntrico o racista (como ocurre a menudo, particularmente en el caso de África o de los ‘barrios periféricos’), la evocación periodística del mundo no está hecha para movilizar y politizar; al contrario, sólo puede contribuir a aumentar los temores xenófobos, del mismo modo que la ilusión de que la delincuencia y la violencia no paran de crecer propicia las ansiedades y las fobias de quienes temen por su seguridad”.

¿Y en cuanto a la influencia, en términos generales, de los medios de comunicación?
Los medios, ante el auge del neofascismo, no pueden servir de altavoz para los mensajes de odio. Si pretenden jugar dicho papel para ganar viralidad, mejor que no cubran la actualidad política porque flaco favor hacen a la convivencia con la distribución masiva (y descontrolada) de posicionamientos que enfrentan y polarizan. Es lo que han conseguido programas televisivos de gran audiencia como los de Susana Griso o Ana Rosa Quintana que, buscando subir los índices, invitaron a dar su opinión a dirigentes de Vox cuando no contaban con representación parlamentaria (y por lo tanto no tenían la legitimidad del apoyo social) y además no para tratar temas eminentemente políticos, sino sucesos. Dicho periodismo es cómplice del ascenso de la extrema derecha por estar centrado en el beneficio económico y no en el fortalecimiento de la democracia.

-“Los movimientos de extrema derecha que se propagan por el mundo en el siglo XXI son fascismo. Con todas las comas que se quiera poner, pero sólo a nivel académico. En la calle, son fascismo”, escribes. ¿Se corre el riesgo de confundir partidos neonazis, como Amanecer Dorado en Grecia, con el gobierno nacionalista y ultracatólico de Polonia?
La caracterización o conceptualización debe servir para movilizar a las fuerzas opositoras, más que para homogeneizar o simplificar el elemento de análisis. La Historia es una confluencia inesperada de elementos que se encaminan hacia una dirección desconocida. Es clave entender el momento en su conjunto. Embadurnarse de la filosofía de dicho espacio temporal, comprender la cultura, la mentalidad de época. De cada lugar. Esta aseveración es clave también para saber diferenciar los diferentes neofascismos que se han desarrollado en el mundo del siglo veintiuno, con sus particularidades inigualables. El factor religioso en Brasil es esencial, por ejemplo, en el ascenso de Bolsonaro, con el innegable apoyo del lobby de las iglesias evangélicas. Nada se entendería sin él. Nuevos lazos de unión entre ciudadanos que, en anteriores elecciones, eligieron opciones políticas diferentes porque se dirigieron a las urnas movilizados por otros elementos en lucha. Seguramente la desigualdad social. Pero Brasil cambió y el ocupante del trono fue en este caso la consecuencia y no la causa.

-¿Y en cuanto al auge de la extrema derecha en el estado español? ¿Difiere del modo en que se ha producido el ascenso en Italia, Hungría o Polonia?
El resurgir del lazo españolista, tradicionalista y conservador ha supuesto una respuesta al Procés catalán, la consolidación de un partido a la izquierda del PSOE y el avance del feminismo. Se ha canalizado a través de un nacionalismo que también representa una contestación a los procesos de globalización que desarraigaron a las comunidades occidentales durante décadas a través de un doble factor (contradictorio) como la homogeneización bajo los parámetros culturales de los Estados Unidos de América y la mezcolanza gracias a los contactos (tanto económicos como migratorios) con múltiples comunidades mundiales.

Por su parte, en Italia, Hungría o Polonia, el factor de la migración es transversal, como se pudo observar con el rechazo, durante el mandato de Salvini al frente del ministerio, de los inmigrantes del barco Aquarius (que finalmente acogió España) y otras embarcaciones, situando al país transalpino como un ejemplo de deshumanización galopante. Evidentemente que cada movimiento de la extrema derecha cuenta con particularidades en cada país, pero suponen distintas caras de un elemento común poliédrico que coincide en su respuesta a los nuevos tiempos, con su apelación a los sentimientos primarios, las emociones y la irracionalidad a través de las identidades nacionales y religiosas. Mientras la segunda (la identificación basada en la fe) es mayormente un modelo vital bastante inamovible, el primero está sometido a interpretaciones, dada la flexibilidad de términos como nación, país o pueblo. Es por ello que dichos movimientos extremistas no dudan en moldear el “producto” en conflicto a la medida de sus intereses.

-¿Qué responsabilidad tiene la izquierda? Si tiene alguna, ¿cuáles son, a tu juicio, los principales errores?
Corría por las redes un diseño que exponía un claro “Tacha al facha”. Creó en un grupo anarquista de Facebook un amplio debate sobre si es conveniente o no plantar cara en el mundo digital a los múltiples perfiles que lanzan mensajes de odio y que provocan la polarización social. Algunos defendían la conveniencia al considerar que no se puede dejar en manos de los neofascistas una plataforma tan importante en la creación del relato en la actualidad, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, dicho argumento queda en entredicho si se considera que dicha confrontación no se produce con personas con capacidad de reaccionar y cambiar de opinión, sino que chocan con bots automatizados para lanzar los mismos mensajes. De forma repetitiva y machacona. No hay debate. Como reflejo y analizo en el libro, hay partidos políticos subvencionando que se vuelquen camiones de mierda a través de las redes sociales para controlar el debate gracias al dominio del tema en discusión.

Ni que decir tiene que buena parte de las fuerzas progresistas han caído en el macabro juego, ayudando a amplificar mucho más (las redes sociales premian los contenidos con más interacción) los mensajes de odio escupidos contra migrantes pobres, mujeres, homosexuales o izquierdistas. Por Internet corría un meme en el que se veían a dos personas con un perro y ella decía: “Que bonito ¿Cómo se llama?”, a lo que contestaba el propietario: “Revolucionario de Facebook”. La chica insistía: “¿Puedo acariciarlo?” y el remataba: “Sí, claro, no hace nada”. Pues eso. Hace falta más calle, más coordinación social y más formación.

-¿Qué relación hay entre el crecimiento del fascismo a escala global con lo que calificas de “seres frustrados, hiperactivos e irreflexivos?
La identidad pública depende hoy más de la imagen que se traslada a través del ficticio mundo de las redes sociales que de la vida analógica. Las redes sociales permiten al individuo verse reflejado a modo de creación artística, no tal cómo es, sino cómo le gustaría ser. O más bien, cómo le gustaría que le viesen los demás. El comportamiento primigenio en dicha acción es la autocensura, la feroz crítica sobre una representación del yo que se cree débil. La búsqueda de la reciprocidad se inicia con la pretensión de la homogeneización para encauzar en el grupo, en la comunidad. Porque la identidad nace de la interacción. Es necesario el retorno. Pensamos que la irrelevancia social está vinculada a la falta de éxito.

El proceso reidentitario vivido en las últimas décadas como respuesta a la insensible globalización ha provocado una pretensión casi enfermiza por formar parte de algo. Pero dicho anhelo sólo responde al pavor que se experimenta cuando se piensa en la posibilidad de quedar socialmente expulsado. Es por eso que se siguen prácticas de moda para contar con argumentos en la integración en el colectivo. La última APP la observamos como una llave a la aceptación. Al reconocimiento de los otros. Las redes sociales permiten un mitin en el que cada persona presente puede subir al estrado y opinar. Es un baño de multitudes regado de la satisfacción del aplauso fácil y el elogio interesado. Vacío pero efectivo en el mecanismo de unir a los ya convencidos y fortalecer las razones de combate frente a los disidentes. Sugestión de masas sin salir de la comodidad de la cama.

-De nuevo la importancia de las redes sociales…
Las redes sociales permiten fortalecer permanentemente los vínculos afectivos con el simple objetivo de asegurar la existencia de los seres. El éxito social se mide en Likes. De forma artificial, se establecen vínculos que, a través de acciones de reconocimiento, se utilizan (sin que sirvan en el largo recorrido) para aliviar la incertidumbre de un tiempo fugaz y fragmentado. Al trasladarse las comunidades de afecto al teléfono móvil, apagarlo produce angustia. Perderlo, pavor. Sin el móvil, vuelve la soledad en una sociedad individualizada y sin bisagras. Un desamparo agravado por el anonimato en un tiempo en el que nada puede ser peor que ser un elemento insignificante diluido en la masa. Tu amigo en Facebook sustituye a tu vecino, pero el primero nunca tiene sal y mucho menos te ayuda cuando sufres un repentino soponcio al subir por la escalera. La ansiedad de la soledad, a la larga (cuando la reflexión pausada y compleja se impone) no desaparece con las comunidades imaginadas de protección creadas a nivel digital.

-¿Y respecto a la “crisis del periodismo”? ¿Qué casos concretos destacarías?
Se podrían citar miles, prácticamente coincidentes con cada redacción, emisora o plató. Todos los medios viven sus crisis en la actualidad porque las nuevas plataformas tecnológicas han eliminado las intermediaciones y la verdad vive una época de depresión, acechada por aquellos que se benefician cuando todo va mal. Por supuesto, en dicha crisis han tenido buena parte de culpa un sector del periodismo, que interpretó su aproximación a la política y los sectores económicos como magníficas oportunidades para configurarse una vida de lujo, como bien recoge David Jiménez en su libro sobre su paso por la dirección de El Mundo.

Ha habido periodistas y medios ganando mucho dinero gracias a vender el código deontológico. Cuando la tormenta perfecta ha acechado a la profesión, no ha existido red de seguridad porque la ciudadanía ya no ha estado para sostener a unos medios que se interpretan como parciales e interesados. Sólo las propuestas originales y sinceras se abren paso. Aquellas que basan su interpretación del periodismo en la búsqueda de la verdad, sin venderse al mejor postor. Esas que cuentan con el apoyo de la ciudadanía, que las sostiene con sus aportaciones porque a través de ellas obtienen información, no una cámara de eco para escuchar lo que quieren oír.

-Citas en el libro movimientos relevantes, aunque posiblemente poco conocidos por el gran público, como Generación Identitaria. ¿Podrías caracterizarlo?
Generación Identitaria es un nuevo intento de limpieza de cara a los viejos parámetros extremistas que se venían desarrollando. Originario de Francia, se ha expandido a más de veinte países y abogan por reafirmar la identidad patria, protagonizando ataques a migrantes, cadenas humanas contra refugiados o incluso fletando barcos para vilipendiar a las ONG que intentan salvar vidas en el Mediterráneo. Austria se ha definido en las últimas décadas como uno de los centros neurálgicos del neonazismo, con su cénit con el gobierno entre el joven conservador del Partido Popular, Sebastian Kurz, en coalición con la formación ultraderechista Partido de la Libertad, que duró más bien poco por el escándalo de corrupción que se desveló en una discoteca en Ibiza. Sin embargo, el país ha resultado la cuna de nuevos movimientos que han ayudado a vestir de Prada a los nuevos fascistas. Son los nazis hípsters.

Es el caso de Martin Sellner, líder de Generación Identitaria en el país, que ha conseguido situarse en el centro del debate político. Con indumentaria impropia del fascismo clásico y un modo de vida más “cercano” al ciudadano medio, Sellner y sus afines han logrado introducir mensajes de odio en la discrepancia política de Austria, lateralizando hacia la derecha la opción electoral. En los numerosos videos que durante meses ha estado subiendo a la plataforma Youtube, se ha acompañado de la influencer ultraderechista americana Brittany Pettibone, con gran capacidad para canalizar teorías de la conspiración. Sellner defendió su militancia neonazi pura durante su juventud porque defiende que “no había alternativa”. Un joven que mantuvo en su momento contacto con Brenton Tarrant, el neonazi que asesinó a más de cincuenta personas en varias mezquitas de Nueva Zelanda y que en los meses anteriores había financiado a los grupúsculos de la formación tanto en Francia como en Austria.

Generación Identitaria se creó en Francia en 2012 y desde entonces se ha expandido por decenas de países como Alemania, Italia o Reino Unido, con la propagación de las teorías del gran reemplazo. Se le han encontrado vinculaciones directas con las formaciones de extrema derecha clásicas y con actos violentos y terroristas.

-¿Es posible establecer una relación entre la extrema derecha y los programas económicos ultraliberales, como el que elevó a Bolsonaro a la presidencia de Brasil?
Como afirmaba Pauwels: “Para la Elite del Poder americana e internacional el neofascismo no es sin embargo una amenaza, sino más bien una bendición, porque impide un diagnóstico de las causas de los problemas socioeconómicos, diagnóstico que podría deteriorar los privilegios de que disfrutan dentro del sistema y que amenazan al sistema mismo (…) Hoy los neofascistas están esperando impacientes a que las Elites del Poder necesiten sus servicios, y no hay garantía de que su momento no llegue nunca. Si esto ocurre, la historia no sólo no tendría final, sino que se repetiría”. El proteccionismo comercial que proclaman los fascistas mainstream intenta revertir la deslocalización sufrida durante décadas pero sin llegar a cuestionar el neoliberalismo y el capitalismo financiero, con una protección de las élites empresariales.

-Por último, ¿puede el fascismo mainstream representar en algún caso una amenaza para el sistema?
El neofascismo no es un peligro para el capital. El modelo económico no es inherente al fascismo. Antes bien, el fascismo se caracteriza por una adaptación camaleónica a las circunstancias para perpetuarse en el poder. Modelo económico y fascismo se exponen como elementos plásticos y adaptables a las circunstancias. La extrema derecha nunca ha dudado en proteger los derechos de las élites empresariales y financieras y los privilegios de las clases más altas. Nunca han protestado por el hecho de que personas de nacionalidad ajena adquieran automáticamente el derecho a pedir el permiso de estancia o el de residencia en España cuando compran un piso de más de medio millón de euros. En 2019 se batió por séptimo año consecutivo la concesión de dichos visados dorados, según la terminología coloquial. Se concedieron 681, un 14% más que en 2018. El visado que soliciten, además, es de dos años renovables por periodos de cinco. China, Brasil, India o Rusia son los principales países de procedencia de los demandantes. Simplemente es un ejemplo.

Según el filósofo Augusto Klappenbach: “El mal se esconde. Y sus causas nunca se presentan como el resultado de decisiones tomadas por seres humanos de carne y hueso, sino como subproductos de una situación económica de la que nadie es responsable. Además de banal, el mal de hoy es impersonal. Y así como los ejecutivos diluyen su responsabilidad en otros, los poderes públicos justifican sus políticas en las exigencias de anónimos mercados y en instituciones que están fuera de sus competencias”.


miércoles, 18 de septiembre de 2019

_- El apartheid siempre ha sido el plan

_- Kenn Orphan
Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.


La entrada norte al complejo de montañas Cheyenne en Colorado, Dominio público

¿Qué hacen los capitalistas ricos en respuesta a la siempre presente amenaza de aniquilación nuclear o de una biosfera que se tambalea al borde del colapso? Construyen enormes búnkeres fortificados en las profundidades subterráneas, por supuesto. Aquí pueden vivir como los descendientes de los mamíferos que sobrevivieron a la extinción de los dinosaurios en el Cretácico tardío y el Paleoceno temprano hace unos 65 a 100 millones de años. Los extinguidos necrolestes patagonensis, cuyo significado sorprendentemente apropiado para esta comparación es "ladrones de tumbas", son los descendientes del cronopio que escapó por poco del destino de los dinosaurios al excavar profundamente la tierra.

Pero estos mamíferos modernos aparentemente vivirán en un lujo mucho mayor que sus peludos predecesores cuando el planeta sufra el próximo evento cataclísmico. Varios de estos, que pronto serán habitantes del suntuoso inframundo se exhiben en un artículo reciente de Julie Turkewitz en el New York Times titulado "Un momento de auge para el negocio de los búnkeres y los capitalistas del fin del mundo". Y sus guaridas, con todo el buen gusto, están adornadas con las últimas comodidades tecnológicas y de confort como salas de cine, piscinas y salas de yoga. ¿Cómo se sentiría hacer un estiramiento de hatha debajo de un mundo muerto?

Este tipo de noticias a menudo parecen una broma de nuestra situación colectiva. Después de todo, la mayoría de nosotros entendemos que la riqueza no genera inteligencia o un sentido de decencia. Pero la crisis existencial que todos enfrentamos no es divertida. El cambio climático indujo el colapso ecológico y la amenaza siempre presente de la devastación nuclear o incluso la aniquilación son cada vez más grandes. La última cuestión surgió recientemente tras un desastroso accidente en la Federación de Rusia que involucró una prueba de misiles con combustible nuclear. Varios científicos fueron asesinados, muchos otros sufrieron envenenamiento por radiación y un área entera ha sido cerrada debido a la contaminación. Este evento, exacerbado por el amenazado abandono del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares por parte de la Administración de Trump, ha avivado los temores de una carrera armamentista renovada y envalentonada.

Pero son la contaminación y el cambio climático y su concomitante degradación de los ecosistemas del mundo lo que representa la mayor amenaza porque son cuestiones de múltiples capas que involucran a las empresas transnacionales, el sector financiero global, los gobiernos y el complejo industrial militar. Y se están desarrollando de una manera que a menudo se pasa por alto. Este es un problema que se traduce aterradoramente en sistemas existentes de disparidad de clase, poder y riqueza. Un informe reciente de Philip Alston, relator especial de la ONU sobre pobreza y derechos humanos, subrayó estas desigualdades. Advirtió:

“Nos arriesgamos a un escenario de 'apartheid climático' en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras el resto del mundo sufre. El riesgo de descontento de la comunidad, de una creciente desigualdad y de niveles de privación aún mayores entre algunos grupos, probablemente estimulará respuestas nacionalistas, xenófobas, racistas y de otro tipo. Mantener un enfoque equilibrado de los derechos civiles y políticos será extremadamente complejo".

Pero no seamos tontos aquí. El apartheid siempre ha sido el plan. Vivienda separada, educación separada, infraestructura separada, justicia separada, ambiente separado. Y cuando se trata de la catástrofe climática en curso, podemos ver cómo se desarrolla esto en una variedad de lugares. En los EE.UU., Australia y en Europa, los ricos reconstruyen fácilmente sus mansiones dañadas o destruidas cuando quedan en cenizas por los incendios forestales o quedan anegadas por inundaciones. En la India los millonarios y sus familias pueden escapar del calor sofocante en edificios altos con aire acondicionado y en fincas palaciegas y extensas. Y en lugares como Indonesia, los ricos simplemente mueven una ciudad entera. Mientras la capital, Yakarta, se hunde en el lodo debajo de un mar en ascenso, la élite planea mudarse a una nueva en Borneo.

Yakarta es, en muchos sentidos, un ejemplo de manual de un sistema floreciente de apartheid económico con la gran mayoría de sus habitantes viviendo por debajo del nivel del índice de pobreza global. Sería extremadamente ingenuo creer que la clase dominante indonesia, que está sumida en la corrupción, ideologías religiosas y políticas reaccionarias, discriminación de castas y un fascismo nacido de décadas de brutalidad respaldada por Estados Unidos, trasladaría a sus pobres a la nueva ciudad. No, probablemente serán los primeros abandonados.

Y la nueva ubicación no es una "tierra sin pueblo" como suele decir el mito colonial. Borneo es el hogar de los indígenas dayak, con muchas comunidades e idiomas diversos. Ver cómo el país ha colonizado y maltratado a los papúes indígenas durante décadas deja pocas esperanzas de cómo tratará a los dayak nativos. La isla también tiene algunas de las últimas extensiones de bosque tropical intacto en un país con una historia ambiental extremadamente pobre. Los orangutanes y los osos malayos en peligro crítico se aferran a una existencia precaria aquí gracias a la minería y la deforestación masiva del aceite de palma. Según algunos informes, a los orangutanes solo les quedan 10 años.

Sin duda, los bosques restantes serán talados, su madera será vendida a los Estados Unidos, la UE, Australia y China y la tierra será desarrollada por y para las élites. Los centros comerciales, campos de golf y complejos de viviendas exclusivos serán acordonados del resto de los habitantes de la isla con sistemas de vigilancia y seguridad elaborados que los protegen. La contaminación, que ha plagado a Yakarta gracias a las industrias no reguladas y la falta de infraestructura, ahora contaminará un nuevo lugar en el corazón de la selva tropical de Borneo.

Pero Indonesia no existe en el vacío. Pertenece al "sur global", esa zona de sacrificio designada por la élite de las naciones mucho más ricas. La élite que usa el Banco Mundial y otras agencias de control para mantener un sistema de riqueza y poder concentrados profundamente feudal mientras publicita una campaña verde para paliar nuestra crisis ambiental; se reúnen en salas de juntas o en el campo de prácticas, van a los mismos eventos para recaudar fondos, bodas y cenas y viven en casas elegantes en Londres, Nueva York, París, Tokio, Singapur o Zúrich. Y en menor medida Hong Kong, Tel Aviv, Sao Paulo, Moscú, Riad, Taipei o Pekín. La élite que se encuentra en Biarritz y que arroja migajas a sus peones menores que hacen su voluntad de saquear los recursos de su nación y mantener a raya la disidencia. Que calma su conciencia moribundas arrojando fondos miserables a los problemas mundiales y las calamidades. Estas élites se lanzan a donde quieran en esta esfera que se calienta rápidamente y está protegida por las ganancias mal obtenidas de su fortuna acumulada. En otras palabras: saqueo legalizado.

El acuerdo económico global no es más que crimen organizado. La imposición de la voluntad de los ricos sobre los pobres y las clases trabajadoras a través de la represión violenta. De hecho tienen el complejo industrial militar y el estado de vigilancia como su mayor arma contra las masas. Ejecutores de los "intereses del capital". Y en una era de angustia existencial constante, este apalancamiento se está convirtiendo en un buen negocio.

La quema de la selva amazónica o el derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia presentan una oportunidad para la explotación de los recursos o para la mercantilización de la naturaleza misma, lavada de verde como "protegiendo la selva" privatizándola. Después de todo, las corporaciones y los militares depredan, ensucian o talan más bosques en todo el mundo que los granjeros o ganaderos individuales. Por lo tanto, cualquier Nuevo Acuerdo Verde, si no aborda el complejo industrial militar y su relación con la protección del capital, o no es examinado y escrito a fondo por los pobres, la clase trabajadora, los activistas ambientales y los pueblos indígenas, solo servirá para salvar al capitalismo, aunque sea por poco tiempo y para muy pocos, de las fauces de su propia avaricia insaciable. Será un esquema Ponzi de privatización diseñado por la corporación de los demonios neoliberales y estrategas de marketing que ayudaron a crear los problemas en primer lugar.

Sin duda, si se permite que este acuerdo persista, el apartheid es el futuro que tienen reservado para todos nosotros. En verdad siempre ha sido así. Un futuro militarizado y vigilado, lleno de caminos privados, muros de seguridad y comunidades cerradas. Donde reina el espectáculo y la jet set y las celebridades son elogiados sin cesar por sus medios corporativos. Donde los pueblos desplazados que huyen por sus vidas son demonizados y detenidos. Donde sus hijos son arrancados de sus brazos, enjaulados y se les niega el jabón o incluso un abrazo seguro por parte de oficiales con botas. Uno donde el derecho a la alimentación y al agua limpia se considera un privilegio. Donde los documentos controlan quién vive y quién muere. Donde a los trabajadores pobres se les niegan sus hogares ancestrales o se vuelven invisibles. Uno donde las especies en peligro de extinción se consideran prescindibles, donde los antiguos bosques son arrasados ​​y los ríos se utilizan como vertederos para la industria y el ejército. Este es el mundo que existe ahora en lugares en los que el norte global rara vez escucha o siquiera se toma un segundo para pensar.

La clase dominante mundial no tiene planes para abordar o mitigar nuestra crisis existencial sin el sostenimiento del saqueo capitalista. No ven ninguna opción fuera de la preservación de este acuerdo, ya sea a través de la distracción o la explotación del miedo, o por escapar de su enorme costo humano y ecológico por completo. El apartheid, separarse de nosotros, las "masas sucias e indecentes de la humanidad", siempre ha sido su forma, espíritu y plan. Con esto en mente, solo podemos esperar que nos hagan un favor a todos y se escabullan en uno de esos búnkeres de alto precio en el suelo un poco antes de lo planeado.

Kenn Orphan es artista, sociólogo, amante de la naturaleza, radical y activista cansado pero comprometido. Se le puede contactar en kennorphan.com

Fuente:
https://www.counterpunch.org/2019/09/04/apartheid-had-always-been-the-plan/

jueves, 29 de junio de 2017

Costa Gravas. “El buen cine se fundamenta en las emociones de la vida” El director ha recibido el premio de honor Luis Buñuel del Festival de Huesca.

El miércoles por la noche, Konstantinos Gavras (Loutra-Iraias, 1933), más conocido como  Costa-Gavras, recibió uno de los dos premios de honor del Festival de Huesca, junto a Álex de la Iglesia. El francogriego posee una carrera impecable, una colección de títulos como Desaparecido, Z, Amén, Estado de sitio, La caja de música...“Mis películas, y en general todas las películas, no son ni pueden ser un discurso político o académico, ni una lección, sino un espectáculo. Ahora bien, todas ellas hablan de la sociedad y de sus problemas, y a final eso las hace un poco políticas”, cuenta por teléfono en su estupendo castellano desde Huesca.

El nombre del premio recibido, Luis Buñuel, lleva a Costa-Gavras a hablar de su pasión por el cineasta español: “Es un grande del cine mundial. Yo estudié en la escuela algunos de sus trabajos y más tarde vi toda su filmografía en Francia. Me interesan mucho las mexicanas”. ¿Puede que porque sean filmes con un mayor trasfondo social, más cercanos al estilo de Costa-Gavras? “Sí, puede, aunque algunas las hizo para sobrevivir [remata en risas]”. Felicitado por su galardón, recuerda: “El pequeño Konstantinos estaría asombrado al recibir algo con el nombre de ese creador. Aunque creo que aún fue mejor el tiempo que pude pasar con él, un domingo en México mientras yo rodaba Desaparecido, gracias a su director de fotografía,  Gabriel Figueroa. Fue muy emocionante”.

Su defensa de su impecabilidad curricular le llevó a rechazar la dirección de la adaptación de El padrino: “El libro de  Mario Puzo era muy malo; Francis Ford Coppola supo sacar de ahí una obra maestra”. Desde El capital (2012) no ha hecho cine, lo que no quiere decir que esté mano sobre mano; dirige la Cinemateca Francesa —es su segundo mandato, ya la presidió en los ochenta— y así mantiene una visión muy fresca del cine actual: “Hay cosas muy interesantes, como la universalización del medio. A cambio, las nuevas compañías como Netflix parecen quererlo todo, solo les preocupa... ¿cómo se dice? [pregunta a alguien a su lado en francés]. Eso, la cuenta de resultados”.

Costa-Gavras se siente europeo. Hace años se declaraba indignado con la situación política y social en la UE. Hoy defiende que existen atisbos de optimismo. “Desde la misma UE empieza a salir un mensaje de cambio, son conscientes de que las instituciones y sus mecanismos necesitan mejorar. Y en Francia ya se ha notado con la elección de nuestro joven presidente, Emmanuel Macron. Él está realizando declaraciones en un sentido muy acertado: o cambia Europa o desaparece. La idea original de unión era extraordinaria, y políticos como José Manuel Durão Barroso —el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker es un poco mejor, pero tampoco...— casi acaban con ella. No son los horizontes que necesita la actual Europa. Hay que impulsar una Europa unida en lo político, lo cultural y lo educativo”. Es decir, que es optimista. “Escuchando lo que últimamente se dice, sí. Aunque si los gobernantes se dejan llevar por las pequeñas problemáticas... entonces no”.

Costa-Gavras nunca ha olvidado que él fue un inmigrante, y que, señala, “cualquier europeo tiene un abuelo de otra región o de otro país”, con lo que sigue con atención las noticias sobre los refugiados y el avance del integrismo islámico: “No creo que haya un apoyo a ese terrorismo, pero sí es cierto que crece su caldo de cultivo y que no hay voces generales desde la comunidad islámica europea que pidan parar eso. Es un peligro considerable porque es impredecible”.

Cuando se estrenó en España su último trabajo en 2012, El capital, sobre la corrupción y los manejos del poder, aún no habíamos vivido la explosión diaria de noticias sobre el lodo de putrefacción político-económica en el que chapoteamos. Costa-Gavras se echa a reír: “No es solo un problema español, sino de la sociedad actual. Porque el dinero hoy no es ideología, sino religión. La sociedad actual se mueve con un solo faro, la economía, y por tanto empuja a la gente al individualismo”.

¿No se ha perdido la fuerza moral en los nuevos cineastas que tenía la generación de Costa-Gavras? “La respuesta es compleja, prefiero quedarme en que cada uno hace lo que puede”. Y a continuación advierte que no cree en generaciones: “El cine es ante todo personal, luego nacional y finalmente europeo. Cierto, la Unión Europea debería de apoyar mucho más a que cada país ayude a su cine. Otra cosa es si muchas naciones quieren que haya un cine nacional, como un museo nacional... El cine son imágenes que viajan, aunque imágenes aferradas a una identidad, que suele ser la nacional. Luego, si los filmes son buenos alcanzan a espectadores de otros territorios. Hoy no sé muy bien qué pasará por la cabeza de los jóvenes espectadores con esas películas estadounidenses basadas solo en efectos especiales. La industria ha cambiado, olvida que el buen cine se fundamenta en las emociones de la vida”.

Desde 2012, Costa-Gavras no ha rodado: “Dediqué un año y medio a escribir un libro, y posteriormente estuve pensando varios proyectos. Ahora por fin he encontrado las condiciones adecuadas para dirigir mi siguiente película”. ¿Y sobre qué irá? “Es actual. No puedo contar más”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/15/actualidad/1497553041_050759.html



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