“Gloria no tengo otra sino ser yo tu esclava (...) y saber por momentos de ti”, escribe en una carta una mujer española que se oculta bajo el seudónimo de Henarda, Pastora del Henares. Y otra, muerta de celos, que se hace llamar Ninfa Castalia: “La señora la consada (sic) (...) te quiere más que a su vida y a su alma (…) pero más rabias se haga porque conoce su señoría que a tus ojos no hay otra como tu duquesa”. Lo interesante es que el destinatario, aparte de que no es prometido ni marido de ninguna de las dos, es un alto clérigo, el cardenal Ascanio Colonna, miembro de una poderosa familia italiana, que vivió en España cuando era estudiante, en torno a 1580. Fue cuando conoció a las autoras de las efusivas misivas, aunque la relación, por lo que se ve en los escritos, se mantuvo después de ser ordenado.
Pero no eran solo dos las damas que amaban al cardenal. Hay constancia de que el clérigo se estuvo carteando de forma paralela entre 1586 y 1608 con al menos cinco mujeres españolas, posiblemente nobles casadas o incluso puede que alguna de ellas fuera religiosa. Todas firmaban con seudónimos extraídos de las novelas pastoriles, muy populares en esa época: Dórida, Lisarda, Marfira, Ninfa Castalia y Henarda, Pastora del Henares. Y él a todas contestaba con igual fervor. “Ámame y cree que ordena Dios no nos tratemos, porque de mí sé que, ausente y sin haberos gozado en este infierno que vivo de ausencia, casi que no conozco otra gloria”, le escribe a Dórida en 1588. Y a esta misma, en otra misiva fechada en 1588, también con celos: “Por pagaros en la mesma moneda la relación que me distes del deseo de vuestro nuevo galán, sabed, mi amiga, que visitando una dama que ahí se tuviera por igual vuestra, a la despedida me rogó mucho favoreciese a una criada casada de mi madre (...) Vine a casa y tuve un recado de esta mujer, mi criada, que tenía necesidad de hablarme. Díjele que viniese y concluyó que aquella dama (...) quería venir a dormir en la mía”.
“Gloria no tengo otra sino ser yo tu esclava (...) y saber por momentos de ti”, escribe en una carta una mujer española que se oculta bajo el seudónimo de Henarda, Pastora del Henares. Y otra, muerta de celos, que se hace llamar Ninfa Castalia: “La señora la consada (sic) (...) te quiere más que a su vida y a su alma (…) pero más rabias se haga porque conoce su señoría que a tus ojos no hay otra como tu duquesa”. Lo interesante es que el destinatario, aparte de que no es prometido ni marido de ninguna de las dos, es un alto clérigo, el cardenal Ascanio Colonna, miembro de una poderosa familia italiana, que vivió en España cuando era estudiante, en torno a 1580. Fue cuando conoció a las autoras de las efusivas misivas, aunque la relación, por lo que se ve en los escritos, se mantuvo después de ser ordenado.
Pero no eran solo dos las damas que amaban al cardenal. Hay constancia de que el clérigo se estuvo carteando de forma paralela entre 1586 y 1608 con al menos cinco mujeres españolas, posiblemente nobles casadas o incluso puede que alguna de ellas fuera religiosa. Todas firmaban con seudónimos extraídos de las novelas pastoriles, muy populares en esa época: Dórida, Lisarda, Marfira, Ninfa Castalia y Henarda, Pastora del Henares. Y él a todas contestaba con igual fervor. “Ámame y cree que ordena Dios no nos tratemos, porque de mí sé que, ausente y sin haberos gozado en este infierno que vivo de ausencia, casi que no conozco otra gloria”, le escribe a Dórida en 1588. Y a esta misma, en otra misiva fechada en 1588, también con celos: “Por pagaros en la mesma moneda la relación que me distes del deseo de vuestro nuevo galán, sabed, mi amiga, que visitando una dama que ahí se tuviera por igual vuestra, a la despedida me rogó mucho favoreciese a una criada casada de mi madre (...) Vine a casa y tuve un recado de esta mujer, mi criada, que tenía necesidad de hablarme. Díjele que viniese y concluyó que aquella dama (...) quería venir a dormir en la mía”.
“Me recuerdo atravesando las montañas en pleno invierno, sin muchas esperanzas de encontrar algo sobre Cervantes que no estuviera ya trillado, pero después quedarme maravillada por aquella abadía preciosa y su enorme biblioteca: nada menos que 20.000 cartas de Ascanio Colonna había allí, entre otros muchos papeles. Y de pronto, me llamó la atención que un grupo de aquellas misivas, unas 500, estuvieran catalogadas aparte”, relataba ayer la investigadora por teléfono a este periódico. Al examinarlas, entendió por qué: eran cartas de amor, algo que en teoría no podía permitirse un alto cargo eclesiástico, al menos de forma pública. Estaban escritas en español y muchas, no las que remitía el cardenal sino las que estaban firmadas con seudónimos de mujer, tenían una letra endemoniada.
¿Es que las mujeres escribían peor que los hombres en el Siglo de Oro? “En general, la grafía femenina de la época es más difícil de entender. Hay que recordar que no recibían formación, no estaba bien visto que las mujeres fueran duchas en la escritura porque podían usarla para responder a galanteos indebidos. Los escritos de la princesa de Éboli, por ejemplo, son casi ilegibles, los investigadores nos dejamos los ojos para intentar descifrarlos”, dice Marín Cepeda.
En aquel momento Marín Cepeda no pudo estudiar a fondo esas cartas, pues no aportaban nada a su investigación sobre Cervantes, pero se le quedaron rondando en la cabeza. Diez años después, ha conseguido una de las codiciadas becas Leonardo, que concede la Fundación BBVA, para dedicar el próximo año y medio de su vida a descifrarlas una por una. “Espero poco a poco descubrir detalles de aquellas relaciones, averiguar quiénes eran exactamente esas mujeres, cómo era su vida privada y también la del cardenal, pues en el archivo se conservan copias de todas las que enviaba él”, explica.
La investigadora espera contribuir también a los estudios sobre la escritura femenina en el pasado, un tema ignorado por los eruditos hasta hace bien poco. El título de su proyecto es una declaración de intenciones, Mujer de amarillo escribiendo una carta, que es también el nombre de una pintura de Vermeer que representa a una mujer en el acto transgresor de tomar la pluma en el XVII.
INTERCAMBIO DE REGALOS
Algo que hace muy valiosas las cartas halladas por Patricia Marín Cepeda, investigadora becada por la Fundación BBVA, es que no son literatura, sino que expresan sentimientos reales de mujeres reales del Siglo de Oro. “No hay documentadas muchas, primero porque las mujeres escribían poco y segundo porque generalmente lo que escribían no salía de su esfera más íntima”, explica Marín Cepeda. “Es cierto —añade— que están muy influidas por la literatura amorosa de la época, todos esos tópicos de las novelas de caballería y pastoriles que tanto les gustaban, pero entre esos tropos estoy segura que voy a encontrar expresiones más genuinas y personales”. La correspondencia también servía para hacerse intercambios de regalos. Todo lo que pudiera entrar en un sobre era susceptible de convertirse en presente. Así el cardenal reclama en una de sus cartas el mechón de pelo que le prometió Dórida. Y en otra le agradece la cruz que recibió en pago del rosario que le envió. “Era también frecuente que se enviaran pequeños retratos portátiles pintados al óleo, con forma de medallón, lo que sería una especie de selfie actual”, apunta Marín Cepeda. Ya se ve que la vida en la España de la Inquisición bullía no solo en las comedias de capa y espada.
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domingo, 17 de febrero de 2019
viernes, 31 de agosto de 2012
La Iglesia Católica pierde a su voz más crítica, el cardenal Carlos María Martini, jesuita.
El cardenal Martini urgió a la Iglesia a efectuar una trasnformación radical.
El cardenal italiano Carlo Maria Martini, fallecido este viernes a los 85 años de edad, describió a la Iglesia Católica como una institución con "200 años de atraso".
El periódico italiano Corriere della Sera publicó este sábado, la última entrevista del prelado, hecha en agosto.
En la entrevista, el cardenal dijo: "La Iglesia está cansada… nuestras salas de oración están vacías".
Martini, alguna vez señalado como futuro Papa, urgió a la institución a reconocer sus errores y embarcarse en un camino radical de cambio, empezando por el Pontífice.
Miles de personas desfilaron al lado del ataúd del cardenal en la catedral de Milán, donde fue arzobispo durante más de 20 años. El cardenal, que se había retirado de ese puesto en 2002, debido a que sufría de la enfermedad de Parkinson, será enterrado el lunes.
"Cultura envejecida"
Martini, una figura popular entre sectores liberales en muchos aspectos, era enormemente respetado, tanto por el papa Juan Pablo II como por su sucesor, Benedicto XVI.
El cardenal -miembro de la orden de los Jesuitas- solía ser muy crítico en sus comentarios sobre las enseñanzas de la Iglesia, indica el corresponsal de la BBC en Roma, David Willey.
Fue un personaje valiente y franco durante los años en los cuales encabezó la diócesis católica más grande de Europa, señala nuestro corresponsal.
En su última entrevista, otorgada hace menos de un mes a un sacerdote jesuita y publicada un día después de su muerte, el cardenal formuló críticas radicales a la Iglesia Católica.
Los católicos no tienen confianza en la Iglesia, dijo. "Nuestra cultura ha envejecido, nuestros templos son grandes y están vacíos, la burocracia eclesiástica aumenta, nuestros ritos religiosos y nuestras vestimentas son pomposos".
A menos que la Iglesia adopte una actitud más generosa hacia los divorciados, perderá la lealtad de las futuras generaciones, agregó el cardenal. El asunto, expresó, no es si las parejas divorciadas pueden recibir la sagrada comunión, sino cómo puede la Iglesia ayudar en situaciones familiares complejas.
Y el consejo que deja para remontar el cansancio de la institución fue una "transformación radical, comenzando por el Papa y sus obispos".
"Los escándalos de abuso sexual de menores nos obligan a emprender un viaje de transformación", afirma el cardenal Martini, sobre el problema que ha remecido a la Iglesia Católica en los últimos años.
También señaló que la Iglesia debería replantear la doctrina del celibato sacerdotal, entre otras cosas.
Él no tenía miedo, agrega nuestro corresponsal, de decir lo que pensaba sobre asuntos que el Vaticano a veces consideraba tabúes, incluido el uso de condones para combatir el sida y el papel de las mujeres en la Iglesia.
En 2008, por ejemplo, criticó la prohibición de la Iglesia al control de la natalidad, diciendo que esa postura probablemente espantó a muchos fieles, y en 2006 declaró públicamente que los condones podrían "en algunas situaciones, ser un mal menor". (de la BBC) (dibujo de la catedral de Milán en Urban Sketchers). Más en El País, “La Iglesia debe reconocer los errores propios” Última entrevista con Carlo Maria Martini, el cardenal del diálogo,...“Sé que no podemos desprendernos de todo con facilidad, pero al menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos al prójimo. Como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos…?”...
El cardenal italiano Carlo Maria Martini, fallecido este viernes a los 85 años de edad, describió a la Iglesia Católica como una institución con "200 años de atraso".
El periódico italiano Corriere della Sera publicó este sábado, la última entrevista del prelado, hecha en agosto.
En la entrevista, el cardenal dijo: "La Iglesia está cansada… nuestras salas de oración están vacías".
Martini, alguna vez señalado como futuro Papa, urgió a la institución a reconocer sus errores y embarcarse en un camino radical de cambio, empezando por el Pontífice.
Miles de personas desfilaron al lado del ataúd del cardenal en la catedral de Milán, donde fue arzobispo durante más de 20 años. El cardenal, que se había retirado de ese puesto en 2002, debido a que sufría de la enfermedad de Parkinson, será enterrado el lunes.
"Cultura envejecida"
Martini, una figura popular entre sectores liberales en muchos aspectos, era enormemente respetado, tanto por el papa Juan Pablo II como por su sucesor, Benedicto XVI.
El cardenal -miembro de la orden de los Jesuitas- solía ser muy crítico en sus comentarios sobre las enseñanzas de la Iglesia, indica el corresponsal de la BBC en Roma, David Willey.
Fue un personaje valiente y franco durante los años en los cuales encabezó la diócesis católica más grande de Europa, señala nuestro corresponsal.
En su última entrevista, otorgada hace menos de un mes a un sacerdote jesuita y publicada un día después de su muerte, el cardenal formuló críticas radicales a la Iglesia Católica.
Los católicos no tienen confianza en la Iglesia, dijo. "Nuestra cultura ha envejecido, nuestros templos son grandes y están vacíos, la burocracia eclesiástica aumenta, nuestros ritos religiosos y nuestras vestimentas son pomposos".
A menos que la Iglesia adopte una actitud más generosa hacia los divorciados, perderá la lealtad de las futuras generaciones, agregó el cardenal. El asunto, expresó, no es si las parejas divorciadas pueden recibir la sagrada comunión, sino cómo puede la Iglesia ayudar en situaciones familiares complejas.
Y el consejo que deja para remontar el cansancio de la institución fue una "transformación radical, comenzando por el Papa y sus obispos".
"Los escándalos de abuso sexual de menores nos obligan a emprender un viaje de transformación", afirma el cardenal Martini, sobre el problema que ha remecido a la Iglesia Católica en los últimos años.
También señaló que la Iglesia debería replantear la doctrina del celibato sacerdotal, entre otras cosas.
Él no tenía miedo, agrega nuestro corresponsal, de decir lo que pensaba sobre asuntos que el Vaticano a veces consideraba tabúes, incluido el uso de condones para combatir el sida y el papel de las mujeres en la Iglesia.
En 2008, por ejemplo, criticó la prohibición de la Iglesia al control de la natalidad, diciendo que esa postura probablemente espantó a muchos fieles, y en 2006 declaró públicamente que los condones podrían "en algunas situaciones, ser un mal menor". (de la BBC) (dibujo de la catedral de Milán en Urban Sketchers). Más en El País, “La Iglesia debe reconocer los errores propios” Última entrevista con Carlo Maria Martini, el cardenal del diálogo,...“Sé que no podemos desprendernos de todo con facilidad, pero al menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos al prójimo. Como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos…?”...
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