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miércoles, 24 de abril de 2024

Si discutes mucho con tu pareja, estas 4 frases pueden ayudarte. Hay que hacer una pausa y plantear un momento para hablar. La brevedad es la clave, dicen los expertos.

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Credit...Pablo Delcan

El fin de semana pasado, mientras limpiaba un desastre en la cocina, mi marido estaba en la sala, absorto en su teléfono.

Le pedí ayuda. Silencio. Volví a preguntar. Nada. Mientras metía platos y tazones en el lavavajillas, caí en una vieja costumbre: imaginé una burbuja de pensamiento sobre su cabeza.

“La vida es buena”, decía. “¡Me relajo mientras mi mujer lo hace todo! Mi tiempo es más valioso que el de ella”.

Esta práctica que sabotea las relaciones recibe muchos nombres: algunos la llaman “la historia que me estoy inventando” o “la historia que me estoy contando ahora mismo”. Terrence Real, terapeuta familiar y autor de Nosotros: más allá de ti y de mí, cómo construir una relación de pareja fuerte, lo llama “narración inconsciente”, y ocurre cuando imaginas lo que tu pareja está pensando o sintiendo.

Estas suposiciones pueden agravar una discusión y distorsionar el problema, dice Real. En su lugar, aconseja a las personas que compartan los desaires percibidos utilizando una herramienta terapéutica conocida como “la rueda de la retroalimentación”. Este sencillo método de cuatro frases —adaptado, según Real, del trabajo de la terapeuta Janet Hurley— ayuda a parejas, parientes y amistades a compartir los agravios de manera que se acelere el proceso de reparación.

Cuando estés en una espiral narrativa, haz una pausa y recuerda que te importa la persona que te ha molestado, dice Real. Luego pregúntale si es un buen momento para hablar.

Si la otra persona está dispuesta a escuchar tus frustraciones, utiliza estas cuatro afirmaciones:

1. ‘Esto es lo que vi’ o ‘escuché’
Describe lo ocurrido en una frase, dijo Real. “Comparte solo los hechos, los que podría grabar una cámara”, dijo. La clave de esta declaración, y de la realimentación en general, es su brevedad, dijo Real.

2. ‘Esto es lo que me he inventado al respecto’
Explicar tu punto de vista “actúa como un disyuntor”, que rompe el circuito dijo Alexandra Solomon, profesora de psicología de la Universidad Northwestern y autora de Loving Bravely: Twenty Lessons of Self-Discovery to Help You Get the Love You Want. No solo disminuye la tensión de la otra persona, dijo, sino que te obliga a examinar tus propias emociones. “Las historias que nos contamos se basan en nuestro paisaje interno de heridas, puntos sensibles, traumas y patrones”, afirma.

Usar esta frase ayuda a reconocer que podrías estar equivocado. “Es asumir la responsabilidad de que esta es tu percepción”, dijo Real.

3. ‘Así me sentí’
Tómate un momento para concentrarte en tus emociones. Luego descríbelas a tu pareja de manera concisa, dijo Real. Podrías decir que estás asustado, dolido o enfadado, explicó. “Solo sentimientos”, dijo, “no pensamientos ni creencias”. Compartir tus sentimientos te ayuda a salir de las “partes reactivas de tu cerebro”, dijo Real, y a entrar en lo que él llama “el adulto sabio”.

4. ‘Esto me ayudaría a sentirme mejor’
Esta última afirmación, según Real, la omite la mayoría de la gente. Pero dejar claras tus necesidades es un paso necesario porque “no puedes quejarte de no obtener lo que nunca pediste”, dijo.

Al compartir la historia que te has inventado, tus sentimientos y tus necesidades, dijo Real, pasas del enojo a la vulnerabilidad. Dices “lo que hay que decir”, añadió Real, pero con respeto.

Lo ideal, según Solomon, es que “la otra persona responda sintiéndose agradecida por la vulnerabilidad de su pareja, en vez de culpabilizada o a la defensiva”.

Utilizar estas afirmaciones con mi marido ha cambiado las reglas del juego: a veces mis interpretaciones de su comportamiento son tan erróneas que, cuando se lo digo, nos reímos… y se rompe la tensión.

En el caso de los platos, acabé por irrumpir en el salón y contarle a mi marido que me había inventado una historia en la que él me ignoraba deliberadamente y daba prioridad a su tiempo libre sobre el mío.

“Perdona, ¿qué?”, dijo quitándose los auriculares.