_- El economista polaco Michał Kalecki argumentaba que los capitalistas siempre resistirían el pleno empleo porque aumenta la confianza y el poder de negociación de los trabajadores. Tenía tanta razón que hoy hasta la FED cita sus ideas.
En un artículo publicado el año pasado en el Financial Times, el periodista Martin Sanbu anunció el retorno del conflicto de clases como tema central de la economía. De acuerdo con Sandbu, «Todas las recesiones reavivan el interés en John Maynard Keynes. Esta de ahora debería conducir nuestra atención hacia Michał Kalecki».
Kalecki desarrolló de manera independiente muchas ideas asociadas con la «revolución keynesiana» de la economía. El economista polaco es reconocido sobre todo por su célebre ensayo sobre la política del pleno empleo, que no perdió nada de actualidad. Hace poco, la Reserva Federal de los Estados Unidos publicó un artículo de debate que recurre a las ideas de Kalecki para explicar por qué el poder de negociación de los trabajadores empezó a disminuir con la ofensiva neoliberal de los años 1980.
Jan Toporowski es profesor de Economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres. Autor de una biografía intelectual de Michał Kalecki publicada en dos tomos, tuvo la amabilidad de conversar con Daniel Finn sobre la actualidad del pensamiento del economista polaco.
Suele asociarse el nombre de Michał Kalecki con el de John Maynard Keynes, pero provienen de entornos radicalmente distintos. ¿Cuál era la situación en Polonia y cómo influyó en Kalecki?
La situación en Polonia durante la infancia y juventud de Kalecki estaba signada por la inestabilidad económica, el nacionalismo y el antisemitismo. Su padre era propietario de una fábrica en la ciudad de Łódź, que era uno de los principales centros industriales del Imperio ruso. En 1905 se convirtió en uno de los focos de la actividad revolucionaria de ese año. Eso arruinó el negocio del padre de Kalecki y sumergió a Łódź en un caos que duró doce o trece años. Durante ese período las conspiraciones se multiplicaban.
Estaban los socialistas, que agitaban su causa y exigían derechos sindicales. Incluso había una facción que pensaba que esos objetivos serían más fáciles de conquistar si Polonia se hacía independiente. Había un grupo de nacionalistas que pensaban que Polonia estaría mejor si se hacía independiente en alianza con Rusia. Los nacionalistas se oponían decididamente a los socialistas, y en particular a la agrupación socialista más grande, el Bund judío. En esa época el Bund, mezcla de sindicato y partido político, era el bloque socialista más importante de Polonia. Los nacionalistas iniciaron una campaña antisemita de boicot contra los comercios judíos.
Encima de esta mezcla estaban los distintos grupos religiosos denunciados por las iglesias establecidas. Estaban los mariavitas, por ejemplo, un desprendimiento de la Iglesia católica perseguido por la jerarquía eclesiástica. La Iglesia católica, por su parte, despertaba la desconfianza de la Iglesia ortodoxa, que colaboraba con las fuerzas de ocupación rusas. Además de todo esto, la economía había sufrido un enorme colapso, y, después de 1915, cuando los alemanes tomaron el control durante la guerra, empezaron a eliminar toda la maquinaria y el equipamiento.
Creo que este es el tipo de entorno del que proviene el célebre comentario que hizo Keynes en Las consecuencias económicas de la paz, donde afirmó que Polonia era una imposibilidad económica cuya única industria era perseguir a los judíos. Una vez le dije esto a la viuda de Kalecki, y ella pensó que era una idea muy profunda. Me pidió que le indicara el capítulo y la línea donde estaba la frase de Keynes.
Un poco antes Keynes afirma que su tesis sobre Polonia conservaría su validez a menos que Alemania y Rusia se estabilizaran. La independencia hizo que Polonia empezara a depender de la estabilidad de los mercados en esos dos países. Por supuesto, después de la Primera Guerra Mundial, vinieron la guerra civil en Rusia y el crecimiento de la República de Weimar, y después Polonia sufrió las consecuencias de la caída de Wall Street. Por lo tanto, la situación era extremadamente inestable y volátil en términos políticos y personales.
¿Qué significado tuvo el encuentro entre Kalecki y Oscar Lange?
Kalecki conoció a Oscar Lange a fines d los años 1920. En esa época, ambos estudiaban el ciclo de negocios, pero evidentemente Lange estaba mucho más abocado a la economía académica. En Polonia, la escuela dominante era la economía neoclásica y Lange siempre estuvo comprometido con la idea de que, si se les permitía funcionar adecuadamente, las fuerzas de mercado conducirían al sistema a un punto de equilibrio. En cambio, el enfoque de Kalecki estaba anclado en el periodismo comercial y financiero, en el que encontró un medio de vida después de abandonar sus estudios universitarios. Comprendía casi instintivamente cómo se conducían los negocios.
Lange y su periódico, el Socialist Review, otorgaron a Kalecki la oportunidad de estudiar conjuntamente la economía y la política del crac del 29. El encuentro con Lange permitió que combinara todo esto en una economía política propia, que era bastante distinta de la de Lange. Hasta el día de su muerte, Lange pensaba que el modelo de Kalecki era interesante, pero no comprendía que implicaba una comprensión mucho más profunda del funcionamiento del ciclo de negocios capitalista.
¿Cuál era la situación que forzó a Lange y a Kalecki a abandonar Polonia durante el período de entreguerras?
Muchos de los factores eran similares a los que arruinaron el negocio del padre de Kalecki —nacionalismo y antisemitismo—, y se combinaron con la represión de la oposición política. Lange se fue en 1934 o en 1935; Kalecki en 1936. En ese momento, Polonia sufrió un golpe militar.
Es interesante notar que la izquierda polaca apoyó ese golpe porque suponía que evitaría que el nacionalismo tomara el poder. Las autoridades del gobierno militar habían dicho que aplicarían un programa de desarrollo nacional. Sin embargo, cuando las condiciones económicas empezaron a deteriorarse a partir de 1930, el régimen fue adquiriendo tintes cada vez más brutales.
Los militares tomaron el parlamento, golpearon a los diputados de la oposición y los detuvieron sin juicio. Los ataques contra los judíos y contra las minorías nacionales aumentaron. El modelo del gobierno era explícitamente el régimen italiano y los militares pensaban que los fascistas estaban resolviendo los problemas económicos con mucha más eficacia que las democracias burguesas. Esto dificultó mucho la situación de la gente de izquierda.
Lange no era judío, pero Kalecki sí. Sin embargo, el gobierno sospechaba que Lange era judío porque era multilingüe y había aprendido yiddish. En esa época, la fundación estaba siguiendo una política bastante solidaria con las fuerzas democráticas de todo el mundo. Era evidente que las cosas estaban complicándose mucho para las personas de izquierda en Europa Central y del Este, particularmente después del ascenso de Adolf Hitler al poder. Lange obtuvo una beca para salir y Kalecki lo siguió. De esa manera Kalecki salvó su vida, porque evidentemente no habría sobrevivido a los acontecimientos del Holocausto en Polonia.
¿Cuáles fueron las ideas fundamentales de Kalecki y de Keynes que contribuyeron a lo que se conoce como la revolución keynesiana?
Es un tema de debate entre keynesianos y poskeynesianos, incluso entre los que simpatizan más con Kalecki. Pienso que todos están de acuerdo en que el problema de la demanda agregada en el capitalismo era común a Keynes y a Kalecki. Pero el tema clave es que se trataba de la demanda clave bajo la forma de la subinversión.
En 1936, Kalecki escribió una reseña de la gran obra de Keynes, Teoría general del empleo, el interés y el dinero. La escribió en polaco y no se publicó en inglés hasta los años 1980. Kalecki destacó que la esencia de la teoría de Keynes no era el subconsumo, sino más bien la subinversión. Esto es algo que Keynes también había comprendido, aunque no lo dijo en Teoría general…
Keynes explicitó esta idea en una charla con la BBC titulada «Pobreza en la abundancia». Dijo que simpatizaba con todos los teóricos que afirmaban que existía una demanda agregada insuficiente, personajes como Jean Charles Léonard de Sismondi, Thorstein Veblen y muchos otros intelectuales de izquierda. Pero Keynes también dijo que tenía una diferencia. Ellos creían que el problema del capitalismo era que el consumo era insuficiente.
En muchos sentidos, esto parecía obvio: bastaba pensar en la pobreza que no paraba de crecer durante los años 1930. Sin embargo, Keynes decía que el núcleo del problema era que la inversión era insuficiente. ¿Por qué esto era importante? Porque establecía un vínculo con la teoría de Marx que afirma que la fuerza motriz del capitalismo es la acumulación. La teoría de la ganancia que marca las obras de Marx y de Kalecki está fundada en la idea de que siempre que los capitalistas gastan dinero en su propio consumo y en la inversión, el dinero que gastan vuelve a sus bolsillos bajo la forma de ganancias.
Kalecki llegó a esta teoría de la ganancia a través de la obra de Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital. No leía mucho —a diferencia de Lange, no estaba tan inclinado hacia la teoría económica—, pero tendía a leer aquellas cosas que resultaban útiles para su propio trabajo, y por eso leyó a Marx y a Luxemburgo.
¿Cuál es la diferencia entre el pensamiento económico de Kalecki y el sentido común marxista de aquella época?
Los marxistas de aquella época, y en gran medida los contemporáneos, seguían y siguen a Marx. Después de escribir El capital, Marx escribió sobre el problema del desempleo y de la crisis económica sirviéndose de la idea de que surgían de la pobreza y del subconsumo de la clase obrera. Esta idea es la que siguieron muchos marxistas del siglo veinte, como Eugen Varga y Paul Sweezy.
En Teoría del desarrollo capitalista, publicado en 1942, Sweezy argumentó que el problema fundamental del capitalismo era que los capitalistas no pagaban a los trabajadores el valor total de su trabajo y por lo tanto había un problema de realización de la ganancia. Este problema, según Sweezy, se resolvería mediante el aumento de los salarios.
Era una conclusión paradójica porque si los capitalistas aumentaban los salarios, aumentarían simultáneamente los costos. Josef Steindl, uno de los seguidores de Kalecki, destacó este punto y preguntó: ¿Cómo podrían los capitalistas realizar más ganancias aumentando sus costos? Por supuesto, la respuesta era que de ninguna manera.
Pero si adoptamos el punto de vista que propuso Kalecki siguiendo a Rosa Luxemburgo, según el cual las ganancias se realizan a través del gasto de los capitalistas en las inversiones y en su propio consumo, la cosa es mucho más evidente. En ese caso dejamos atrás la confusión que surge de la idea de creer que, dado que la pobreza de la clase obrera es un rasgo de la crisis y de la recesión capitalista, el subconsumo debe ser la causa de esa recesión.
¿Qué creía Kalecki que debían hacer los gobiernos para garantizar el pleno empleo y qué consecuencias sociales y políticas pensaba que implicaría una política de ese tipo?
En primer lugar, pensaba que no había mucho espacio para promover la inversión privada. Descartaba la idea de Mikhail Tugan-Baranovsky de que los capitalistas siempre invertirían lo suficiente como para conservar las ganancias (aunque no la tasa de ganancia considerada como una parte de la reserva de capital).
Kalecki no pensaba que fuera posible alentar la inversión privada mediante políticas impositivas, subsidios o mermas de la tasa de interés. Creía que si se hacía eso una vez, habría que hacerlo cada vez con más frecuencia y finalmente perdería sentido hasta el punto de que no produciría ninguna respuesta de parte de los capitalistas. Los capitalistas invertirían lo que quisieran independientemente de la medida deseable en términos de la economía en su conjunto.
Para Kalecki, la verdadera solución para garantizar el pleno empleo estaba en la redistribución del ingreso mediante lo que denominaba consumo subsidiado. En otros términos, la provisión de servicios públicos, prestaciones sociales y hasta cierto punto empleos públicos. Sin embargo, los programas de empleo despertaban en él cierto escepticismo. Si uno mira el tipo de keynesianismo que promueven los gobiernos de derecha, nota que en general adopta la forma de la creación de empleos públicos porque no quieren gastar dinero en salud, educación ni políticas de bienestar, que son precisamente los ámbitos en los que Kalecki pensaba que había que invertir dinero.
También pensaba que había que aumentar los impuestos de los ricos. El argumento con el que defendía que esta era una forma de recaudación apropiada y eficiente era sencillo. Si el gobierno aplicaba impuestos a los ricos, estos ni siquiera lo notarían —mantendrían su estándar de consumo— y de hecho recibirían de vuelta su dinero a través de los empleados estatales y de los beneficiarios de planes sociales. Cuando las enfermeras, los doctores y los maestros empleados gasten su dinero, ¿Quién lo recibirá? Volverá a manos de los capitalistas.
Desde este punto de vista, el aumento de los impuestos a los ricos es apenas una forma de mover el dinero de los ricos asegurándose de que lo gasten. De hecho, los ricos tienden a conservar el dinero en forma de activos líquidos, como vemos que sucede hoy en Estados Unidos o en Gran Bretaña, en vez de gastarlo en la medida suficiente para conservar altos niveles de empleo.
¿Kalecki creía que el pleno empleo era compatible con el capitalismo en el largo plazo?
En realidad, no. Pensaba que siempre habría resistencia de parte de los capitalistas, sobre todo de las grandes empresas, que tienen una influencia política desproporcionada. Las grandes empresas resistirían el pleno empleo porque este tendería a socavar la disciplina laboral de las fábricas. Al mismo tiempo, si hubiera altas tasas de empleo, la clase obrera ganaría una confianza que precipitaría la lucha política por el pleno empleo y por la influencia de los trabajadores y de sus organizaciones en la sociedad.
Es lo que sucedió durante el período de entreguerras, cuando hubo altas tasas de empleo y el gobierno consultaba a las organizaciones obreras antes de aplicar su política. Con el desempleo de masas, no es necesario consultar a los trabajadores. Los trabajadores harán lo que digan los patrones porque necesitan el trabajo. El pleno empleo, pensaba Kalecki, precipitaría la lucha política, no solo por el pleno empleo en sí mismo, que los capitalistas denunciarían como inflacionario, insano y nocivo para los negocios, sino también porque el régimen de pleno empleo tendería a fortalecer las organizaciones de la clase obrera, que simpatizarían con el socialismo.
¿Qué pensaba Kalecki de las políticas que aplicaron después de 1945 los gobiernos de Europa occidental y de Estados Unidos?
Después de haber sido uno de los principales defensores de la política de pleno empleo y establecido las condiciones monetarias y fiscales necesarias para aplicar esa política durante la guerra, Kalecki se desilusionó bastante con lo que sucedió efectivamente, sobre todo con el crecimiento del macartismo y el anticomunismo en Europa occidental y en Estados Unidos. Estudió este fenómeno de primera mano porque estaba trabajando para las Naciones Unidas en Nueva York cuando las autoridades de la institución permitieron que el FBI accediera a sus instalaciones, supuestamente protegidas por la inmunidad diplomática.
En teoría el FBI solo investigaba a los ciudadanos estadounidenses, pero de hecho seguía a muchas otras personas. Estoy al tanto porque Kalecki y Lange trabajaban en las NU y tengo sus perfiles del FBI. Hay muchos archivos que prueban que estaban siendo investigados.
Kalecki llegó a la conclusión de que, aunque hubo un período de alto empleo, este resultó de la carrera armamentística y de los impuestos que pagaban los trabajadores. Por lo tanto, el alza de las tasas de empleo no benefició a los trabajadores. Sus niveles de vida no mejoraron mucho. El racionamiento continuó después de la guerra. En Gran Bretaña se extendió hasta los años 1950.
Kalecki creía que el alto empleo durante la Guerra Fría había sido conquistado mediante el keynesianismo militar, mediante la carrera armamentística y a través de las guerras pagadas por el aumento de unos impuestos no necesariamente progresivos. De hecho, esta situación estaba afectando las economías de los países que se hicieron dependientes de las armas. Para Kalecki, las economías que realmente se beneficiaron de este proceso fueron Alemania y Japón, que restringieron la producción de armamento después de la guerra. Eso implicó que no tuvieran otra opción que alentar la producción civil y desarrollar nuevas tecnologías.
¿Qué relación tenía Kalecki con las autoridades comunistas de posguerra de Polonia? ¿Qué propuestas de gestión del sistema económico socialista hizo?
Su relación con las autoridades comunistas de posguerra empezó en términos bastante positivos. Estaba entusiasmado con la idea de la reconstrucción, de estabilizar la economía, de introducir una reforma agraria y de rediseñar la economía bajo control estatal. Pero no estuvo de acuerdo con los intentos de industrialización acelerada del período estalinista. Destacó que si se impulsaban este tipo de industrialización ambiciosa, aplicada en Polonia entre fines de los años 1940 y comienzos de los 1950, terminaría produciéndose una escasez de bienes de consumo.
Para Kalecki, la economía planificada debía hacer del consumo una de sus prioridades, porque de esa manera mantendría la confianza de la clase obrera en el sistema socialista. Kalecki no estuvo en Polonia durante el período estalinista, que terminó efectivamente en 1956 con un cambio de dirección. Sin embargo, después de eso las autoridades comunistas polacas tendieron a retomar los esquemas de la gran industrialización con el fin de apuntalar sus bases políticas. Durante los años 1960 esto provocó las recurrentes «crisis de la carne», nombre que recibió la escasez de bienes de consumo básicos.
Kalecki criticó duramente este enfoque. Lo hizo desde un punto de vista distinto al de Oscar Lange y sus seguidores. Lange creía que era posible resolver el problema mediante simples incrementos de precios y un control de precios centralizado que equilibrara la demanda en los mercados de bienes de consumo. Kalecki, en cambio, afirmaba que no se trataba de un problema de precios, sino de una inversión excesivamente ambiciosa, que estaba demasiado enfocada en la industria pesada cuando debía apuntar a satisfacer el consumo de los trabajadores y de sus familias.
Las autoridades comunistas terminaron irritándose con este argumento. Los problemas económicos empeoraron y también lo hicieron los problemas políticos, porque el descontento no dejó de crecer durante los años 1960. En 1968, la dirección comunista intentó salir adelante con una campaña que afirmaba que el problema real eran los resabios estalinistas del Partido Comunista.
La campaña destacaba que muchos de esos vicios provenían de los judíos y que el verdadero problema era el de esta minoría del partido y del país que no estaba comprometida completamente con Polonia por su judaísmo. Hubo purgas antisemitas: muchos ciudadanos buenos y leales fueron expulsados de su país. A esa altura, Kalecki estaba viejo y era tan famoso que nadie podía tocarlo, pero el gobierno desmanteló sus grupos de investigación.
Entonces perdió entusiasmo. Llegó a pensar que la CIA estaba detrás de esta purga antisemita, porque era evidente que no respondía a los intereses del socialismo polaco. Poco tiempo después sufrió un infarto y murió en 1970, creo que bastante decepcionado.
Sin embargo, Kalecki nos legó una crítica del capitalismo y del socialismo que vale la pena revisar. Entendió el funcionamiento de los negocios muchísimo mejor de lo que lo hacen muchos economistas hoy.
Traducción: Valentín Huarte
Fuente:
Mostrando entradas con la etiqueta economista polaco. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta economista polaco. Mostrar todas las entradas
viernes, 5 de agosto de 2022
Suscribirse a:
Entradas (Atom)