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martes, 19 de junio de 2018

Mandy Patinkin: “Homeland’ puede cambiar el mundo”. “Interpretar a Saul Berenson me ha hecho mejor persona”, dice el actor.

“Interpretar a Saul Berenson me ha hecho mejor persona”,
afirma Mandy Patinkin sobre el agente de la CIA a quien ha encarnado durante siete temporadas en Homeland como mentor y figura paternal y protectora de la protagonista, Carrie Mathison, interpretada por Claire Danes. Con una destacada carrera en el teatro y el cine a sus espaldas, el actor (Chicago, 1952), se muestra especialmente orgulloso de participar en una serie televisiva que, desde la ficción, “ofrece alternativas al mundo en el que vivimos” y que, a su entender, pasan por “una respuesta humana y moral”.

Patinkin ha recalado en Londres coincidiendo con el reciente estreno de la séptima entrega de la producción, donde su personaje debe enfrentar el abuso de poder en el seno de la mismísima Casa Blanca, al tiempo que la crecida ultraderecha plantea una amenaza a la seguridad nacional, aunque, según ha avanzado la temporada —en Fox, los miércoles a las 23.05— se ha desvelado otro peligro para el gobierno estadounidense procedente de fuera. Aunque el motivo de la visita de Patinkin a Londres responde a su labor como activista en defensa de los refugiados, accede a hacer un alto para hablar de la serie que ha catapultado su nombre entre las nuevas generaciones poco familiarizadas con su currículum en la pequeña y gran pantalla y, ante todo, sobre las tablas.

“Nuestro trabajo en Homeland no es crear una fotografía del mundo real, sino una imagen poética que brinde otras alternativas a los espectadores”,
afirma sobre la serie cuyo lanzamiento en 2011 supuso todo un fenómeno televisivo y que, a pesar de los altibajos en las sucesivas temporadas, sigue afianzada en la parrilla televisiva, con una octava —y posiblemente última— entrega ya confirmada. A diferencia de otros personajes clave que acabaron sucumbiendo por agotamiento del guion, la presencia de Saul se mantiene incólume en calidad de escudo de Carrie, o de amarre de esa agente con un desorden bipolar que está obsesionada con salvar al mundo.

“Saul es alguien que sabe escuchar, un arte que se ha perdido. Es un hombre que necesita proteger y que daría la vida por su discípula, porque ella encarna la esperanza de futuro, al estar dotada de un don inusual y de un sexto sentido para hacer el bien”, destaca el intérprete de su personaje. Nadie es un ángel en una ficción donde domina la violencia, admite el actor, pero, aun así no duda en definir a Berenson como “una brújula moral” en el mar de los servicios de inteligencia.

Se muestra convencido, asimismo, de que “Homeland puede cambiar el mundo”, precisando al instante que “por supuesto, una serie televisiva no va arreglar los problemas, aunque sí reflejarlos y hacer pensar a la gente y a los votantes para que reclamen soluciones imaginativas a los políticos”. La producción, remacha, “es seguida en todo el mundo y eso encarna una gran responsabilidad”.

La pasión con la que el intérprete se refiere a la serie tiene mucho que ver con su implicación en la campaña que intenta visualizar el drama de los refugiados. El inicio del rodaje de la quinta entrega de Homeland en Berlín coincidió con la llegada masiva al viejo continente de decenas de miles de huidos principalmente de Siria e Irak, a través de la ruta de los Balcanes. Aquella crisis “me hizo pensar en mi propia familia [judíos de origen ruso y polaco], que huyó de la persecución en el este de Europa en busca de acogida en América”, relata sobre su decisión a partir de entonces de “tomar un avión, cada vez que acabábamos de filmar una temporada de la serie, para trabajar con la ONG Comité Internacional de Rescate”. En esa labor “la televisión, y especialmente Homeland, me ha procurado una plataforma para dar voz a los más vulnerables”.

Al margen de su papel de activista y en el plano profesional, ¿considera al medio televisivo el último refugio para los actores? “El alcance de la televisión es extraordinario, porque en una sola noche puedes llegar a millones de personas”, responde. "Pero mi casa es el teatro, donde nací como actor, mientras que en el cine y la televisión soy un invitado”, añade sobre el mundillo de las tablas, que ya en sus inicios le brindó un premio Tony por su papel del Che Guevara en el musical Evita. Luego llegó el desembarco en la gran pantalla, con roles legendarios como el de Íñigo Montoya en el filme La princesa prometida, para acabar siendo más reconocido entre el gran público gracias a series como Chicago Hope, Mentes criminales y, ante todo, Homeland. Para tantos televidentes, Mandy Patinkin es Saul, un personaje del que su intérprete ya sabe que “llevaré conmigo para siempre”.


https://elpais.com/cultura/2018/05/01/television/1525186256_618187.html?rel=lom