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miércoles, 18 de mayo de 2022

_- Estrategias para lidiar con tu soledad


_- ¿Te sientes solo? Hay muchos en la misma situación. Aquí algunas ideas que pueden ayudar.


Las órdenes de quedarnos en casa han afectado en especial a quienes viven solos.

Afia Ofori-Mensa, de 39 años, vive sola desde hace dieciséis años, y durante nueve de ellos dio clases en Oberlin College, en el área rural de Ohio, donde tenía un círculo social reducido. En agosto pasado se mudó a Nueva Jersey para asumir el cargo de directora del programa de becarios presidenciales de la Universidad de Princeton, que otorga recursos para estudios de doctorado, incluidos algunos universitarios originarios de poblaciones poco representadas en el sector académico. Según comentó, por fin sentía que tenía una vida social satisfactoria, después de restablecer contacto con exalumnos de Oberlin y sus familiares en el área y haberse acostumbrado a tomar el tren para asistir a eventos en ciudades cercanas. Por desgracia, sobrevino el brote de coronavirus, algo que acentuó su sensación de aislamiento.

“Lo más difícil es cuando pienso que ni siquiera sé cuándo podré volver a tocar a otro ser humano”, compartió. Puesto que no tiene mascotas ni pareja, ni siquiera una planta, comentó que se siente muy muy sola. “Algunas veces siento como si estuviera desapareciendo”.

Julianne Holt-Lunstad, profesora de Psicología y Neurociencia en la Universidad Brigham Young, quien se especializa en el estudio de la soledad, explicó que la conexión social es una necesidad biológica para el ser humano. “Somos seres sociales y nuestros cuerpos responden cuando no tenemos proximidad con otros”, aseveró. Así que la nueva normalidad provocada por la COVID-19 “es una situación difícil, pues necesitamos mantener la conexión social aunque estemos separados físicamente”, abundó.

Holt-Lunstad descubrió que la soledad puede tener consecuencias muy graves. Uno de sus estudios reveló que la falta de cualquier tipo de conexión social constituye un factor de riesgo de mortalidad, comparable a fumar hasta quince cigarrillos al día. Otro estudio mostró que la soledad aumenta en un 26 por ciento el riesgo de muerte a edad más temprana. También observó que el riesgo de muerte debido al aislamiento social, la soledad y el hecho de vivir por nuestra cuenta supera al asociado con la obesidad, la actividad física y la contaminación del aire.

Susan Pinker, psicóloga y autora del libro The Village Effect, describe la soledad como un sentimiento subjetivo de encontrarte solo contra tu voluntad. Explicó que podemos no estar con nadie y no sentirnos solos y, de igual forma, podemos sentirnos solos aunque estemos rodeados de personas. La soledad nos hace “sentirnos excluidos y sufrir angustia existencial”, subrayó.

La situación es de especial gravedad porque muchos estadounidenses ya se sentían solos antes de la pandemia del coronavirus.

Según una encuesta realizada en enero de 2020 por Cigna a 10.000 estadounidenses mayores de 18 años, el 61 por ciento de los adultos (tres de cada cinco) dijeron sentirse solos. Esa cifra aumentó siete puntos porcentuales con respecto a la registrada en 2018. Ahora que los estadounidenses están en aislamiento físico más estricto debido a las órdenes de quedarse en casa por el coronavirus, la sensación de soledad se ha enfatizado, indicó Doug Nemecek, director médico de Cigna especializado en salud conductual. El estudio de Cigna indica que los factores principales relacionados con la soledad son la falta de apoyo social y un número muy reducido de interacciones sociales significativas; también reveló que quienes trabajan desde casa se sienten más solos que quienes trabajan en una oficina.

“Debido a la COVID-19, esta situación afecta a muchas más personas. Hemos establecido el distanciamiento social. No podemos interactuar ni con amigos ni con vecinos. No podemos visitar a nuestros padres ancianos que se encuentran en asilos”, comentó. “Todos estos factores pueden afectar cómo nos sentimos por la conexión social y la soledad”.

El estudio de Cigna descubrió que el 79 por ciento de las personas entre 18 y 22 años consideraban que estaban solas. En este grupo, quienes más usaban las redes sociales mostraron una mayor probabilidad de decir que se sentían solos, indicó Nemecek, “así que es muy importante aprovechar las redes sociales de manera adecuada para establecer y mantener conexiones significativas con otros”. Por ejemplo, dijo que puede ser más beneficioso tener una conversación por video que leer las noticias en las redes sociales o ver publicaciones de Twitter.

Quienes no tienen ningún contacto social ni ningún tipo de apoyo social pueden correr un mayor riesgo de caer en depresión, afirmó Lisa Cox, trabajadora social clínica con licencia y profesora de Trabajo Social y Gerontología en la Universidad Stockton. Sin embargo, señala que si esas personas aplican el autocuidado pueden estar bien. Pueden incluir prácticas como participar en grupos de apoyo en línea, yoga y estiramientos, llevar un diario de gratitud, practicar atención plena y sumergirse en actividades creativas como dibujar y escuchar música.

Cox reconoció que puede ser difícil reunir la energía necesaria para intentar algo nuevo cuando te sientes solo, pero afirmó que vale la pena intentarlo. Pinker dijo que, si no podemos estar con alguien, tener una conversación por video es la segunda mejor opción, y también podemos intentar cualquier actividad que imite la reciprocidad de las interacciones reales o compartir la experiencia de todos “ponerle atención a la misma actividad al mismo tiempo”.

Es una época ideal para tomar el teléfono y hablar con amigos y familiares con quienes no hemos tenido contacto desde hace tiempo, señaló. Tan solo salir y caminar alrededor de la cuadra puede ayudarnos a reproducir la rutina de nuestro día, como cuando íbamos al trabajo o a una cafetería, pues crea oportunidades para “ver a las personas de manera casual”, dijo Pinker. Además, tanto Pinker como Cox concuerdan en que aplicaciones como Houseparty, que nos permite participar virtualmente en actividades como juegos con amigos, o Netflix Party, donde podemos ver películas con amigos que no están con nosotros, pueden ser un buen medio para tener conexión social.

Este periodo resulta ser especialmente difícil para los adultos mayores. Un informe realizado en 2020 por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos reveló que casi la mitad de los adultos de 60 años y mayores dicen sentirse solos. Lisa Marsh Ryerson, presidenta de la Fundación AARP, cita hallazgos que muestran que más de 42 millones de estadounidenses, equivalentes a un tercio de la población mayor de 45 años, se sentían solos antes del brote de coronavirus y afirma que esas cifras van en aumento en la situación actual. En su opinión, los adultos mayores deberían hacer un “inventario de amigos”, una lista que contenga, para empezar, a su círculo de amigos más cercanos y a sus vecinos, y que la vayan ampliando con antiguos compañeros de trabajo y escuela. “Nos cuesta trabajo dar el primer paso, pero es importante buscar a las personas”, dijo.

Así mismo, recomendó que los demás llamemos cada día por lo menos a un adulto mayor que pueda estar en riesgo de sentirse solo para preguntar cómo está y escuchar su respuesta. Otra forma de ayudar podría ser ofrecernos a explicarles cómo organizar conversaciones virtuales con sus amigos y familiares.

Ofori-Mensa ha comenzado a obligarse a lidiar con sus sentimientos de soledad durante este tiempo difícil, para lo cual intenta conectarse más con su entorno. Ha comenzado a escuchar las grabaciones de música clásica y jazz con piano que pone el vecino del piso de abajo por las noches. Otro vecino ha estado cocinando con ajo más seguido. “Me gusta detenerme en el pasillo y respirar profundo cada vez que salgo a caminar”.

Las caminatas diarias le permiten compartir espacio con otras personas, aunque sea a la distancia. “Ya que no puedo tocar a nadie, me he hecho más consciente de los detalles sensoriales que me recuerdan que no estoy sola”.

https://www.nytimes.com/es/2020/04/29/espanol/estilos-de-vida/soledad-cuarentena-encierro.html 

jueves, 4 de abril de 2019

España, Zambra y Baladre publican el libro colectivo, “Si no hubiera privilegios no habría miserias”. Redes contra la pobreza, la otra cara del bienestar. Enric Llopis

Redes contra la pobreza, la otra cara del bienestar

En el estado español 12,3 millones de personas (el 26% de la población) se hallaba en riesgo de pobreza y/o exclusión social en 2017, según los datos de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (Indicador Arope); la amenaza de penuria afectaba más a las mujeres (medio millón más que en el caso de los hombres) y mayoritariamente al colectivo entre 16 y 29 años; entre las personas extranjeras –procedentes de fuera de la UE- el porcentaje de riesgo se acerca al 60%. ¿Se trata de un fenómeno sistémico o inherente a la crisis? Cuando se inició la recesión en 2007, las personas en riesgo en el estado español ya eran 10,5 millones (23% de la población).

“La desigualdad ha aumentado de manera sostenida, tanto en la época (previa) de crecimiento económico como en la crisis posterior”, apunta el informe “El estado de la pobreza” (2018) publicado por la Red. Según el Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil (enero 2019), el 23% de los 593.500 hogares sin ingresos en España tienen al menos un menor a su cargo. El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social informa, asimismo, que 780.000 personas percibieron una renta mínima de inserción de las comunidades autónomas en 2017 (una media de 452 euros mensuales). ¿Qué idea proyectan los medios informativos de las ayudas públicas? “La ampliación del subsidio a parados mayores de 52 años costará 388 millones este año”, titulaba el 19 de marzo el diario El País.

Textos para la Acción Social Crítica y Transformadora. Es el subtítulo de “Si no hubiera privilegios no habría miserias”, libro publicado en 2019 por Zambra y Baladre en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza, que retrata diferentes experiencias de lucha social y trabajo comunitario además de cuestionar “saberes expertos y profesionales” como el Trabajo Social. Coordinado por Noelia Bribián, Enrique García-Escamilla, Ángela Sanz y Manolo S. Bayona, el texto de 190 páginas explica la actividad de Baladre, Coordinación de colectivos contra la precariedad, el empobrecimiento y la exclusión surgida en 1982; uno de los ejes en la acción y las reflexiones de Baladre es la Renta Básica de las Iguales (RBis) para todas las personas, que impugna “la centralidad del empleo en nuestras vidas” y el heteropatriarcado capitalista, para hacer posible “la autonomía de las gentes de abajo”.

En la propuesta de la RBis, el 80% de la renta es percibida directamente por cada persona, mientras que el 20% restante se destina a un Fondo de la Renta Básica con el que se financiarían la sanidad, la educación, la vivienda y los servicios sociales; la comunidad es la que define y gestiona el Fondo y, por tanto, los servicios públicos. El objetivo es que el Fondo se aproxime al 100% de la RBis, y que el porcentaje que reciben las personas tienda a cero. Colectivos que participan en Baladre han habilitado, asimismo, Oficinas de Derechos Sociales (ODS) o Puntos de Información y Denuncia (PID). La Coordinación emite un programa de radio semanal –“Nosotras las personas- a través de Radio Pimienta (103.1 FM), emisora comunitaria del norte de Tenerife, y cuenta con un proyecto editorial (“Los arroyos cuando bajan. Los desafíos del zapatismo”, de Raúl Zibechi y “Soberanías. Una propuesta contra el capitalismo” son dos de los últimos libros publicados). Baladre también forma parte de la campaña Amnistía Social Ya!

Erletxea se define como una “colmena” y herramienta de transformación social “que aguijonea al poder local en Irún”. Desde 2014 utilizan un local en la calle Mayor de Irún como oficina de información sobre ayudas sociales (“de información y agitación social”, matizan los activistas), principalmente la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), la Ayuda de Emergencia Social (AES) y la Prestación Complementaria de Vivienda (PCV). En el mismo local (“colmena”) se reúne Stop Desahucios Bidasoa, plataforma que surge en 2012 y en la que también participan activistas de Erletxea. “Labores de acompañamiento a situaciones de gran dureza han llevado a tener que encararse con directivos de sucursales bancarias, denuncia al Departamento de Bienestar Social del Ayuntamiento, políticas, técnicas y trabajadoras sociales y al Servicio Vasco de Empleo (Lanbide)”, afirman en un artículo publicado en el libro de Zambra-Baladre. Erletxea se ha sumado a espacios de confluencia como Korapilatuz, abierto a profesionales y entidades de la Intervención Social en la comarca del Bidasoa; y a la iniciativa Herri Ziztadak.

En 1994 nace en Salamanca la Asociación de Desarrollo Comunitario Buenos Aires (Asdecoba), que trabaja en el campo de la exclusión social y actualmente desarrolla programas de orientación e inserción laboral, educación para mayores de 16 años e intervención sociolaboral con inmigrantes. A ello se suma el trabajo en la asamblea vecinal y, con la infancia, la labor en la guardería para menores de 0 a 8 años (atención a 30 niños y niñas en dos aulas) y la ludoteca (participan 40 menores de tres a ocho años); otras iniciativas destacadas en la página Web son Educación de Calle para Jóvenes y la vivienda para personas mayores en el medio rural, en la que se ofrece alojamiento y cuidados.

El colectivo Asdecoba se define como “un espacio comunitario frente al empobrecimiento y en defensa de las personas”. El origen del barrio salmantino de Buenos Aires data de 1983; la barriada se construyó en una zona segregada de la ciudad, a la que llegaron 350 familias -una parte importante, trasladadas del centro histórico- para hacer efectivo el derecho a la vivienda. Pasadas tres décadas, “la pobreza pasó a tener un techo y un lugar donde ocultarse” en el barrio, concluye la asociación, que forma parte -junto a Adecasal, la empresa de economía social Algo Nuevo (dedicada al catering), Escuelas Campesinas de Salamanca y la empresa Todo Servicios Múltiples (que cultiva, transforma y comercializa productos de sus huertas)- de la iniciativa “Cinco colectivos en red”.

Además del artículo firmado por Asdecoba, el libro de Zambra-Baladre incluye un texto de Penélope Blasco Calderón, en el que resume seis años de experiencia en el Centro de Día de inserción sociolaboral para jóvenes del Barrio de Orba (Parke Alkosa), que trabaja anualmente con cerca de 40 muchachos; a este centro de día se agrega otro para menores entre cinco y 14 años, de 24 plazas, que presta apoyo educativo y de integración (los dos se financian mediante una orden de ayudas de la Generalitat Valenciana). “En los últimos años hemos realizado acuerdos y convenios con institutos, servicios sociales municipales y familias, para que algunas menores puedan realizar el horario lectivo en el centro haciendo algo de educación de base y formación en talleres”, explica Penélope Blasco; de este modo, se ha proporcionado una alternativa al absentismo y las expulsiones “constantes” del sistema educativo.

Entre otras “barreras”, la trabajadora social y activista destaca que quienes realizan la “intervención” social no la definen (lo hace la Administración); además el modelo vigente se basa en el trabajo con “casos” individualizados y en buscar la responsabilidad en el individuo “des-integrado”; “esta mirada profundamente capitalista y deshumanizante hace que los jóvenes perciban el empobrecimiento como fracaso y el consumo ostentoso como la esencia del ser”, añade Penélope Blasco. El barrio de Orba o Parque Alcosa está adscrito al municipio de Alfafar –en la comarca valenciana de l’Horta-, del que le separan dos kilómetros. La barriada es producto del “desarrollismo” franquista (la construcción de las primeras viviendas se inició mediada la década de los 60) y la migración desde la España interior; los años 70 fueron de autoorganización y asambleas vecinales para conseguir las infraestructuras básicas, en una barriada donde se hizo popular la consigna “mucho paro, algo de droga y muy poco Rock and roll”.

La Koordinadora de Kolectivos tiene su origen en 1985, y actualmente centra su trabajo en tres áreas: empleo, “acción social” y formación; así, a partir de un convenio con el Ayuntamiento de Alfafar, la Kooperativa Social del Parke realiza tareas de mantenimiento en el municipio y hace posible que 11 personas tengan un puesto de trabajo; otras iniciativas son el “ropero solidario”, un banco de los alimentos, talleres de edición musical, bicicletas y repaso escolar (en el centro de día para menores), programas formativos para impulsar cooperativas, desarrollar trabajos de mantenimiento y, en relación con la población condenada, la gestión de trabajos en beneficio de la comunidad.

El libro “Si no hubiera privilegios no habría miserias” incluye además otras experiencias, como “Ningunas Santas” de San Luis (Argentina), el “Ganchillo Social” de Zaragoza, la Fundación EDES, que trabaja con personas discapacitadas en el mundo rural, o la Red Canaria en Defensa del Sistema Público de Servicios Sociales.