Más de un mes después, el misterio continúa.
Una nube radioactiva de origen desconocido cubrió la mayor parte de Europa desde finales de septiembre y hasta mediados de octubre, pero no fue hasta el jueves cuando se hizo oficial su alcance.
El Instituto de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear (IRSN, por sus siglas en inglés) de Francia difundió imágenes y un comunicado en el que explicaba que un aparente accidente en una instalación rusa, del que no se tiene información, causó un aumento de la radioactividad en el aire en gran parte del viejo continente.
La Oficina Federal de Protección Radiológica de Alemania, por su parte, anunció la semana pasada que desde el 29 de septiembre y hasta el 13 de octubre se reportaron niveles elevados de radioactividad en ese país y, también, en Italia, Austria, Suiza y Francia, pero que no representaron una amenaza para la salud pública.
El informe del IRSN, basado en el monitoreo realizado en varios países europeos, indicó que la sustancia fue un isótopo denominado Rutenio-106, uno de los materiales radioactivos que también se filtró al aire tras la explosión nuclear de Chernóbil.
No obstante, el instituto francés descartó que la causa se debiera a un accidente en un reactor nuclear y estimó que probablemente obedecía a una fuga en alguna planta de tratamiento de combustible nuclear o en un centro de medicina radioactiva.
Sin embargo, el instituto alemán alegó que no se podía descartar un accidente en una planta nuclear, debido al tipo de partículas detectadas.
Uno de los elementos que ha ido contra esa hipótesis es que es que solo se liberó el Rutenio 106 y, cuando ocurren accidentes nucleares, generalmente se liberan varias sustancias a la vez.
El misterio del origen
Aunque el IRSN no pudo determinar el lugar exacto del origen de la radiación, indicó que, al parecer, comenzó a emanar desde algún punto entre el sur de los montes Urales y el río Volga, una zona que podría incluir partes de Rusia o Kazajistán.
De hecho, según reportes de medios rusos, en esa región existe un grupo instalaciones nucleares, incluida una gran planta de reprocesamiento nuclear conocida como la Asociación de Producción de Mayak.
Fue en esta zona donde tuvo lugar en 1957 la explosión de Kyshtym, considerada el tercer accidente nuclear más peligroso jamás registrado, detrás del de Fukushima y Chernóbil.
No obstante las autoridades rusas aseguraron que no tenían conocimiento de ningún accidente o fuga nuclear en alguna de sus centrales.
Una de las teorías que se ha manejado es que las liberaciones de la sustancia radioactiva podrían provenir de la entrada a la atmósfera terrestre de un satélite, pero la Agencia Internacional de Energía Atómica informó que ninguno de estos dispositivos impulsados por rutenio reingresó a la Tierra durante ese período.
Así que los expertos siguen tratando de hallar el origen de la misteriosa nube.
bbc
Los 5 mayores accidentes nucleares de la historia
-Accidente de Kyshtym Daiichi (Unión Soviética, septiembre de 1957): tuvo lugar en un sitio de producción de plutonio para armas nucleares y combustible para plantas de reprocesamiento. Ocurrió en realidad en el pueblo de Ozyorsk, que pertenecía a una ciudad cerrada construida alrededor de la planta. Dado que su nombre no se encontraba en los mapas, el desastre recibió el nombre de Kyshtym, la localidad más cercana.
-Incendio de Windscale (octubre de 1957, Reino Unido): Fue el peor accidente nuclear en la historia de Reino Unido. El núcleo de un reactor de grafito ardió durante tres días y liberó grandes cantidades de material radioactivo que se extendieron por toda Europa.
-Accidente de Three Mile Island (marzo de 1979, Estados Unidos): ocurrió en una central de energía nuclear en Pensilvania y fue el mayor accidente en la historia industrial de Estados Unidos, aunque no dejó víctimas mortales. Ha sido uno de los más estudiados, no desde la física, sino desde la psicología: la forma en la que sus operarios tomaron decisiones erróneas sirvió de base a varias investigaciones sobre la capacidad de discernimiento del ser humano en situaciones de tensión.
-Accidente de Chernóbil (Unión Soviética, abril de 1986): ocurrió en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, en la actual Ucrania) y está considerado, junto con el accidente nuclear de Fukushima I en Japón en 2011, como el más grave en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares y uno de los mayores desastres medioambientales de la historia. Liberó 1.000 veces más radiactividad que Windscale y se cree que causó 47 muertes durante la explosión y más de 9.000 después, como resultado del cáncer por las radiaciones, según estimaciones de la Organización Mundial para la Salud.
-Explosión de la central nuclear de Fukushima I (Japón, marzo de 2011): es el último gran accidente nuclear reportado en el mundo y se originó cuando un terremoto de magnitud 9,0 dañó cuatro de los seis reactores nucleares de la planta. Generó una poderosa fuga de material radioactivo al mar y a la atmósfera y todavía no se tienen estadísticas certeras sobre sus daños a la población y al medio ambiente.
http://www.bbc.com/mundo/noticias-41952488
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lunes, 20 de noviembre de 2017
martes, 17 de mayo de 2016
Mapa de España y radiactividad
Entre 1945, cuando EEUU detonó la primera bomba atómica en Alamogordo, y 1996, cuando China llevó a cabo su último ensayo, el ser humano ha explosionado unas 2.000 bombas nucleares, casi de cualquier manera imaginable: colgando de globos aerostáticos, flotando sobre barcos, en el último piso de una torre, a 600 metros bajo el agua, en túneles, en agujeros a 2.400 metros bajo tierra, desde aviones, en la estratosfera. Y esta obscena traca atómica ha dejado su rastro radiactivo por todo el planeta, incluida España.
Un grupo de científicos ha elaborado ahora el primer mapa que muestra dónde está depositado el cesio-137 resultante de las explosiones. Las zonas más bañadas por este elemento radiactivo fueron regiones de Pontevedra, Ourense, Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa, pero no hay ningún riesgo. Los autores del mapa describen concentraciones de entre 251 y 6.073 becquerelios por metro cuadrado en España. Según los criterios del Comité Científico de Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica, una región se considera contaminada cuando presenta niveles de cesio-137 por encima de 37.000 becquerelios por metro cuadrado.
“En España hay cantidades bajísimas”, subraya Ángela Caro, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y principal autora del mapa. Su equipo ha medido la actividad del cesio-137 directamente en 34 puntos del suelo del país y ha revisado mediciones parciales anteriores. Además, los científicos han consultado las bases de datos de precipitaciones de 778 estaciones meteorológicas en las décadas de 1950, 1960 y 1970, ya que la lluvia desempeña un papel fundamental en la deposición del cesio-137 y otros elementos radiactivos. Este cóctel de datos se metió en dos programas informáticos diferentes para corroborar los resultados.
Freno en los Pirineos
“El conocimiento detallado de la cantidad de cesio-137 que hay depositado en el suelo nos permitiría, en caso de un accidente con fuga radiactiva, calcular mejor sus dimensiones y establecer medidas para remediar los efectos”, explica Caro. El Consejo de Seguridad Nuclear, guardián del sector atómico en España, ha financiado el mapa.
“Por otro lado, estos datos sirven para hacer estudios de la erosión del suelo, observando la evolución de la cantidad de cesio-137 a lo largo de los años”, detalla. Caro ya publicó en 2011 un avance de este mapa, mucho más básico.
El cesio-137 depositado en España procede fundamentalmente de las 500 bombas nucleares estalladas en la atmósfera por EEUU (200), la Unión Soviética (200), Francia (50), Gran Bretaña (20) y China (20). Muy poca cantidad es atribuible a la nube radiactiva formada en 1986 tras el desastre en la central nuclear de Chernóbil, que prácticamente se frenó en los Pirineos. Otros países tuvieron menos suerte con el régimen de viento y lluvias. En Noruega, 25 años después del accidente atómico de la URSS, las autoridades siguen descartando en los mataderos ovejas y renos demasiado radiactivos, al alimentarse de setas y líquenes contaminados por cesio-137. ¿De dónde procede la radiación que recibimos?
El 80% de la radiación que recibe una persona proviene de fuentes naturales, como los rayos cósmicos y el gas radón del subsuelo, segunda causa de cáncer de pulmón en muchos países. Casi el 20% restante procede de pruebas médicas, como radiografías, escáneres y exploraciones de medicina nuclear. Solamente un 0,2% estaría vinculado a las partículas radiactivas, como el cesio-137, liberadas por la explosión de bombas atómicas. Y un 0,1% se puede atribuir al accidente de Chernóbil. Finalmente, un 0,01% es achacable a la actividad de las centrales nucleares, siempre según las cifras del Comité Científico de Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica.
En su estudio, publicado en Journal of Environmental Radioactivity, los autores del mapa del cesio-137 en España sostienen que es “interesante” medir la cantidad de este elemento en el suelo porque “ha sido ampliamente distribuido debido a la lluvia radiactiva y no debe ignorarse su contribución a la dosis de radiación que reciben las personas”.
http://esmateria.com/2012/08/13/un-mapa-muestra-la-huella-de-las-bombas-atomicas-en-espana/?rel=mas#prettyPhoto
Un grupo de científicos ha elaborado ahora el primer mapa que muestra dónde está depositado el cesio-137 resultante de las explosiones. Las zonas más bañadas por este elemento radiactivo fueron regiones de Pontevedra, Ourense, Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa, pero no hay ningún riesgo. Los autores del mapa describen concentraciones de entre 251 y 6.073 becquerelios por metro cuadrado en España. Según los criterios del Comité Científico de Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica, una región se considera contaminada cuando presenta niveles de cesio-137 por encima de 37.000 becquerelios por metro cuadrado.
“En España hay cantidades bajísimas”, subraya Ángela Caro, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y principal autora del mapa. Su equipo ha medido la actividad del cesio-137 directamente en 34 puntos del suelo del país y ha revisado mediciones parciales anteriores. Además, los científicos han consultado las bases de datos de precipitaciones de 778 estaciones meteorológicas en las décadas de 1950, 1960 y 1970, ya que la lluvia desempeña un papel fundamental en la deposición del cesio-137 y otros elementos radiactivos. Este cóctel de datos se metió en dos programas informáticos diferentes para corroborar los resultados.
Freno en los Pirineos
“El conocimiento detallado de la cantidad de cesio-137 que hay depositado en el suelo nos permitiría, en caso de un accidente con fuga radiactiva, calcular mejor sus dimensiones y establecer medidas para remediar los efectos”, explica Caro. El Consejo de Seguridad Nuclear, guardián del sector atómico en España, ha financiado el mapa.
“Por otro lado, estos datos sirven para hacer estudios de la erosión del suelo, observando la evolución de la cantidad de cesio-137 a lo largo de los años”, detalla. Caro ya publicó en 2011 un avance de este mapa, mucho más básico.
El cesio-137 depositado en España procede fundamentalmente de las 500 bombas nucleares estalladas en la atmósfera por EEUU (200), la Unión Soviética (200), Francia (50), Gran Bretaña (20) y China (20). Muy poca cantidad es atribuible a la nube radiactiva formada en 1986 tras el desastre en la central nuclear de Chernóbil, que prácticamente se frenó en los Pirineos. Otros países tuvieron menos suerte con el régimen de viento y lluvias. En Noruega, 25 años después del accidente atómico de la URSS, las autoridades siguen descartando en los mataderos ovejas y renos demasiado radiactivos, al alimentarse de setas y líquenes contaminados por cesio-137. ¿De dónde procede la radiación que recibimos?
El 80% de la radiación que recibe una persona proviene de fuentes naturales, como los rayos cósmicos y el gas radón del subsuelo, segunda causa de cáncer de pulmón en muchos países. Casi el 20% restante procede de pruebas médicas, como radiografías, escáneres y exploraciones de medicina nuclear. Solamente un 0,2% estaría vinculado a las partículas radiactivas, como el cesio-137, liberadas por la explosión de bombas atómicas. Y un 0,1% se puede atribuir al accidente de Chernóbil. Finalmente, un 0,01% es achacable a la actividad de las centrales nucleares, siempre según las cifras del Comité Científico de Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica.
En su estudio, publicado en Journal of Environmental Radioactivity, los autores del mapa del cesio-137 en España sostienen que es “interesante” medir la cantidad de este elemento en el suelo porque “ha sido ampliamente distribuido debido a la lluvia radiactiva y no debe ignorarse su contribución a la dosis de radiación que reciben las personas”.
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