Dice Steven Pinker en Los ángeles que llevamos dentro que la humanidad dio un gran salto adelante cuando decidió aceptar que gran parte de las desgracias no tenían detrás la voluntad de un Dios enojado con nuestro comportamiento o el maleficio de una bruja. La frase en inglés “shit happens” (son cosas que pasan) es uno de los fundamentos de la civilización. El pensamiento científico desterró en ciertos ámbitos la idea de que “todo sucede por una razón” o que algo “tenía que pasar”. Sin embargo, son frases que se suelen escuchar con cierta frecuencia.
En un artículo reciente publicado en la revista Current Biology, un grupo de investigadores liderado por Sebastian Dieguez, de la Universidad de Friburgo (Suiza), ha tratado de entender qué hay detrás de este tipo de fallos del pensamiento y ha encontrado una relación entre dos creencias aparentemente separadas: el creacionismo y las teorías de la conspiración.
“Ambos sistemas de creencias comparten un sesgo cognitivo muy poderoso que conocemos como pensamiento teleológico”, apunta Dieguez. “Es una forma de enfrentarse a asuntos complejos pero que son fáciles de entender si disponemos de una causa lejana y última que hizo todo tal como está ahora”, continúa. “En el caso del creacionismo, esa causa última es Dios, que lo creó todo tal y como lo conocemos”, añade.
Esa manera de pensar dificultó la aparición de la teoría de la evolución, porque era una forma menos intuitiva de entender el mundo. “La forma de pensar que dice que los árboles tienen hojas para darnos sombra o o que el sol sale para calentarnos, parece ser algo muy intuitivo y es la manera en que funciona el cerebro de manera espontánea, viendo que las cosas sirven para algo”, indica Dieguez. “Los niños pequeños, en su mayoría, piensan así, sean hijos de una familia religiosa o no. Y tampoco es una manera de pensar completamente estúpida, porque decir que los osos blancos son blancos para esconderse en la nieve tiene sentido. Esa manera parece la más fácil de asumir para el ser humano, pero el progreso científico y especialmente la teoría de la evolución de Darwin nos ha dado otra forma de ver la realidad”, remacha.
En trabajos anteriores que tratan de entender estas formas de pensar, Dieguez había mostrado que el conspiracionismo no se explica porque se crea que nada ocurre por accidente. Los conspiracionistas consideran que el mundo es complejo y que existen factores aleatorios en su funcionamiento, pero aún así creen que lo que sucede en el mundo tiene una o varias mentes activas detrás que hacen que suceda con una intención. El investigador de la Universidad de Friburgo vio similitudes entre esta forma de pensar y el creacionismo y trató de observar si ambas estaban relacionadas con el pensamiento teleológico y tenían relación entre ellas. “El conspiracionismo es una manera de pensar que no implica a un dios creador pero sí a un grupo de personas identificadas, pero muy nebulosa, muy extraña, escondida, que lo clarifica todo”, recuerda Dieguez. “Todo lo que se ve sea un atentado o un desastre natural, parece muy complicado, pero es fácil de entender si una causa lejana y última es la explicación de todo que lo hizo tal como está”, concluye.
Después de estudiar a varios grupos de personas en Suiza y Francia a partir de cuestionarios, observaron que existía una asociación entre creer en el creacionismo y en las teorías de la conspiración. Al señalar esta relación, los autores quieren destacar los fallos en este tipo de teorías para que la gente los pueda detectar. “El conspiracionismo es un tipo de creacionismo que se refiere al mundo social y saberlo puede ayudar a enfrentarse a algunos de los problemas más extendidos dentro de nuestra era de la posverdad”.
“El creacionismo es una especie de teoría de la conspiración porque para creértelo debes creer también que los científicos o biólogos no solo se equivocan sino que tienen un plan para desacreditar la religión y los textos sagrados. Es una conspiración contra dios”, asegura Dieguez. “Por otra parte, las teorías de la conspiración son una forma de creacionismo sociológico. En cuanto ves algo que es espectacular como un atentado terrorista o un desastre natural, buscas una explicación muy clara y una función. Eso se ha visto con el puente en Génova. En Twitter y Facebook hay gente diciendo que es muy extraño que pase ahora cuando hay determinados problemas en la política en Italia o Francia y que se utiliza para distraer la atención de la gente de otros problemas. Alguien se arregló para que eso ocurra de manera totalmente perfecta y escondida para algo, aunque no está claro quién lo hizo ni para qué”, concluye.
https://elpais.com/elpais/2018/08/27/ciencia/1535387566_706330.html
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