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viernes, 2 de septiembre de 2016

Brasil :: Nuevo golpe contra la democracia: Impeachment contra Dilma. La condena a una gobernante digna e inocente por una banda de corruptos




Érase una vez una nación grande por su extensión y por su pueblo alegre, pese a ser víctima de injusticias. En su mayoría, sufría en la miseria, en las grandes periferias de las ciudades y en el interior profundo. Por siglos había sido gobernado por una pequeña elite rica que nunca se interesó por el destino del pueblo pobre. Como dijo un historiador mulato, fue socialmente “capado y recapado, sangrado y resangrado”. Pero lentamente estos pobres fueron organizándose en movimientos de todo tipo, acumulando poder social y alimentando un sueño de otro Brasil. Consiguieron transformar el poder social en poder político. Ayudaron a fundar el Partido de los Trabajadores. Un de sus miembros, sobreviviente de la gran adversidad y tornero mecánico, llegó a ser presidente. A pesar de las presiones y concesiones que sufrió de los adinerados nacionales y trasnacionales, consiguió abrir una significativa brecha en el sistema de dominación, lo cual le permitió realizar políticas sociales humanizadoras. Una población equivalente a la Argentina entera salió de la miseria y del hambre. Miles consiguieron su casita, con luz y energía. Negros y pobres tuvieron acceso, antes era imposible, a la enseñanza técnica y superior. Más que todo, entonces, sintieron rescatada su dignidad siempre negada. Se convirtieron en parte de la sociedad. Hasta podían, en cuotas, comprar un auto y tomar avión para visitar parientes distantes. Esto irritó a la clase media, porque veía sus espacios amenazados. De ahí nació la discriminación y el odio contra el pueblo.

Ocurrió que, en los 13 años de gobierno Lula-Dilma, Brasil ganó respeto mundial. Pero la crisis económica y financiera, por ser sistémica, nos afectó, provocando dificultades económicas y desempleo, lo que llevó al gobierno a tomar medidas severas. La corrupción endémica en el país se densificó en la Petrobras, envolviendo a altos cargos del PT, pero también de los otros principales partidos. Un juez parcial, con trazos de justiciero, hizo foco, prácticamente, sólo en el PT. Especialmente los medios masivos, empresariales y conservadores, consiguió crear el estereotipo del PT como sinónimo de corrupción -lo cual no es cierto, porque confunde la parte con el todo. Pero la corrupción condenable sirvió de pretexto para que las elites adineradas y sus aliados históricos planeasen un golpe parlamentario, porque mediante elecciones jamás triunfarían. Temiendo que la política orientada hacia los más pobres se consolidase, decidieron liquidarla. El método usado antes contra Vargas y Jango ahora fue retomado con el mismo pretexto: “combatir la corrupción” -en realidad, para ocultar la propia corrupción. Los golpistas usaron el Parlamento, del cual el 60% está bajo acusaciones criminales y le faltaron el respeto a los 54 millones de votos que eligieron a Dilma Rousseff.

Importa dejar en claro que atrás de este golpe parlamentario anidan los intereses mezquinos y anti-sociales de los dueños del poder, mancomunados con la prensa que distorciona los hechos y siempre se asocia a todos los golpes, juntamente con los partidos conservadores, con parte del Ministerio Público y de la Policía Militar (que substituye a los tanques) y una parte también de la Corte Suprema que, indigna, no se ajusta a la impacialidad. El golpe no es sólo contra la gobernante, si no contra la democracia de carácter participativo y social. Intentan llevarnos de vuelta al neoliberalismo más descarado, atribuyéndole casi todo al mercado que es siempre competitivo y nada cooperativo (por eso, conflictivo y anti-social). Para esto, se decidió demoler las políticas sociales, privatizar la salud, la educación, el petróleo y atacar las conquistas sociales de los trabajadores.

Contra la presidenta no se identificó ningún crimen. De errores administrativos tolerables, también cometidos por gobiernos anteriores, se derivó la irresponsabilidad gubernamental contra la cual se aplicó en impeachment. Por un pequeño accidente de bicicleta, se condena a la presidenta a muerte, castigo totalmente desproporcionado. De los 81 senadores que la juzgarán, más de 40 están procesados o investigados por otros crímenes. La obligan a sentarse en el banco de los acusados, donde sus verdugos deberían estar. Entre ellos hay 5 ex ministros.

La corrupción no es sólo monetaria. La peor corrupción es la de las mentes y los corazones llenos de odio. Los senadores pro-impeachment tienen la mente corrompida, porque saben que están juzgando a una inocente. Pero la ceguera y los intereses corporativos prevalecen sobre los intereses de todo un pueblo.

Aquí vale la dura sentencia del apóstol Pablo: “ellos encierran la verdad en la injusticia. Es lo que atrae la ira de Dios” (Romanos 1,18). Los golpistas llevarán en la cabeza, por toda la vida, la señal de Caín, que asesinó a su hermano Abel. Ellos asesinaron a la democracia. Su memoria estará maldita por el crimen que cometieron. Y la ira divina pesará sobre ellos.

Fuente:
http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/08/26/brasil-la-condena-a-una-gobernante-digna-e-inocente-por-una-banda-de-corruptos/

jueves, 23 de febrero de 2012

Hoy 23F se cumplen 31 años del fallido golpe de estado.

Sobre el 23-F, 31 años más tarde.
El profesor Manuel Tuñón de Lara escribió a poco del intento de golpe de estado en el 23-F de hace ahora 31 años el artículo en El País "Enseñanaza y Constitución". En el se decían cosas que siguen vigentes mostrando que España continúa como si el tiempo no hubiese pasado, en tantas cosas, sin cambiar y para ello se interviene de forma sistemática. No es casualidad que eso ocurra. Esto publicaba el Profesor Muñón de Lara, en mayo de 1981, y que hoy sigue, excepto aquellos pasajes referidos al suceso, con plena actualidad. Observando las medidas tomadas por el PP, de un plumazo se acaba con “Educación para la Ciudadanía”, de cortísima duración, o se publica un nuevo estatuto de los trabajadores acabando con los pocos derechos laborales que aún perduraban. O escuchamos al jefe de la policía de Valencia hablar de los ciudadanos, en este caso estudiantes de Institutos, que ejercen su derecho constitucional a la manifestación como “enemigos” porque se manifiestan mostrando su desacuerdo con los recortes en educación, en contra de los deseos del gobierno. Veamos el artículo:

"La educación es una necesidad de cada sociedad. Al hombre no le basta con producir y reproducir bienes; nada de eso es posible sin un repertorio de conocimientos, unas técnicas de aplicación y unas pautas de comportamiento. En la historia de cada sociedad llega un momento en que es preciso que sus miembros posean un mínimo de conocimientos para asegurar esa producción y reproducción. La alfabetización y la escuela no pueden verse como un simple gesto filantrópico, sino como una necesidad histórica. La clase dominante de cualquier formación social se esfuerza por mantener las relaciones de producción existentes y para ello tiende a reproducir igualmente el ordenamiento jurídico, el sistema de representaciones mentales, la escala de valores, etcétera, que justifican o legitiman las relaciones de poder existentes.

Es esta una cuestión de alcance que merecería más honda reflexión; sin embargo, quiero tan sólo referirme al hecho de que durante largo tiempo la España oficial o legal, dominada por el agrarismo de sus clases dirigentes, tuvo una visión muy corta de esas necesidades y desatendió evidentemente la escuela y la enseñanza. En España se dio el caso de que la burguesía en el poder no quiso o no pudo crear un aparato docente y, como hizo la Tercera República Francesa a partir de Jules Ferry, el aparato ideológico y docente siguió siendo, por lo esencial, el eclesiástico, como en la época señorial. Es decir, que ya había un desfase básico entre la enseñanza dada y las necesidades del siglo XX.

La Segunda República supuso un relevo de clases sociales en la cúspide del Estado. Pero no una verdadera renovación en los aparatos de éste; la pequeña burguesía y un gran sector de la clase obrera ocuparon los centros decisorios. ¿Tenían el poder? Probablemente se limitaban a estar en el poder, asunto que hemos tratado otras veces y que hoy no podemos desarrollar. Sin embargo, su mayor esfuerzo de transformación se orienta a dotar al Estado de un verdadero sistema escolar; la creación de unas 13.000 escuelas y de otros tantos puestos de maestros, mucho mejor retribuidos. Fue paradigmático el esfuerzo republicano por la enseñanza, que no se limitó a eso. Sin embargo, las presiones ideológicas de las clases apenas desplazadas del poder político, pero siempre instaladas en el poder económico (unido a la brevedad del período republicano), impidieron una renovación total que quebrase la reproducción del sistema de valores tradicional.

En la Segunda República hubo más que eso; hubo también el impulso cultural popular, ese apetito de saber expresado a través de misiones y universidades populares, casas del pueblo, ateneos libertarios, bibliotecas circulantes, etcétera.

Cayó la República y nunca más se levantó la escuela primaría ni los otros niveles de enseñanza. Crecieron varias generaciones ignorando las categorías básicas del pasado reciente de España, sin la más leve idea de la realidad de Europa y del mundo, ni de las formas de gobierno y de convivencia; millones de niños y adolescentes españoles, carentes del mínimo de formación escolar, pero sometidos a presiones ideológicas y seudodocentes de instituciones eclesiales, de frente de juventudes, etcétera, a quienes se les hizo creer que los partidos políticos eran «algo patológico» (Carrero dixit), que «la ciencia, estaba inspirada por el Espíritu Santo» (Ibañez Martín dixit) y que España era un país modélico, centinela de Occidente, y paradójicamente odiado por el extranjero. Así, con las más bajas cotas culturales y una imagen primaria del mundo, se formaron los jóvenes que un día llegarían a ser reclutas y a jurar la bandera...".
Leer todo aquí en El País de 31 de mayo de 1981.