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sábado, 9 de abril de 2022

Día internacional del pueblo gitano. "Los nazis exterminaron al 75% de los gitanos de Europa". El libro 'Holocausto gitano' de María Sierra hace visible un drama olvidado por la Historia


Los nazis exterminaron a 500.000 gitanos, aproximadamente el 75 % de la población romaní que existía en Europa en aquella época. 

A pesar de la magnitud de la matanza, el drama tiene poca presencia en nuestros libros de historia y en la conciencia colectiva, “hay una invisibilización”, en palabras de María Sierra, catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Sevilla, que publica ahora 'Holocausto gitano' (Arzalia), obra que recoge esa y otras cifras, así como escalofriantes detalles, testimonios directos e imágenes, varios de ellos inéditos.

Toda la población gitana sufrió la política de discriminación racial de Hitler, de modo similar a los judíos. “Las familias fueron separadas; los adultos y niños, esterilizados; los bienes les fueron expropiados; se les destinó al trabajo esclavo; se les usó de cobayas médicas; unidades del ejército alemán los iban fusilando en su avance y fueron enviados a los campos de exterminio. Todo ello, por el hecho de ser gitanos”, apunta Sierra, en conversación telefónica.

Para ella, “la tendencia a minimizar el holocausto gitano por parte de algunos historiadores, diciendo que no fue tan grave como el judío, no se sostiene con los datos” y empieza a ser revertida en los últimos años.

Gitanos, romaníes, egipcianos, bohemios... las denominaciones han sido muchas a lo largo de los tiempos, pero “pueblan Europa desde la Baja Edad Media y ya en los siglos XIV y XV se habían asentado en la mayoría del continente, hasta viajaron a América acompañando al mismo Colón en sus naves. Es curioso que, con tamaña antigüedad, se siga destacando hoy su origen foráneo”.

Sierra repasa la persecución de que han sido objeto a lo largo de los siglos, empezando con España donde “al igual que a los judíos y moriscos, una pragmática de 1499 los obligaba a abandonar su lengua y su indumentaria y someterse a la obediencia de algún señor”. En 1749, el rey Fernando VI organizó la Gran Redada, “el apresamiento general de toda la población gitana del país”. También se ocupa de su amplia representación en arte y literatura (Cervantes, Molière, Defoe...) así como de su integración en el imaginario de algunas naciones, como la española.

En el siglo XX, “si bien es verdad que la dedicación a la música y otros espectáculos era la actividad laboral de bastantes familias romaníes, las actividades económicas de la comunidad eran más variadas de lo que la percepción mayoritaria registra”, lo que provocó que las confiscaciones nazis abarcaran no solo cuentas corrientes, sino inmuebles, objetos y obras de arte. “Aunque el discurso oficial los identifica con el nomadismo, la realidad es que buena parte ya eran sedentarios y vivían en sus pisos o casas”. Algunos fueron incluso héroes de guerra contra los nazis, como el condecorado ingeniero soviético Aleksandr Baurov.

Muchos países europeos los identificaron con la delincuencia en los años 20, basándose en fantasiosos informes científicos “que racializaban la propensión al crimen. La ciencia es un producto de su época y es increíble cómo la usa el poder para obtener legitimidad a sus argumentos”. Pero Sierra quiere dejar claro que lo que hicieron los nazis no fue continuar una secular represión sino que “añadieron elementos nuevos sustanciales, nada menos que el genocidio, decidieron el exterminio físico sistemático de esta población, considerada colectivamente inferior”.

Durante los años 30, científicos alemanes estudiaron de manera personalizada a 24.000 gitanos, entrevistando a familias, a menudo bajo amenazas, extrayéndoles sangre, tomando moldes de sus cabezas... “La policía nos medía la nariz y las orejas –cuenta la superviviente Philomena Franz– y anotaba el color de nuestro cabello y muchas cosas más”. Al frente de buena parte del operativo, el siniestro doctor Robert Ritter, ayudado por la enfermera Eva Justin, cuyos informes y clasificaciones, entre otros, sirvieron para enviar a la muerte a decenas de miles de personas. Sin embargo, “tras la guerra, no rindieron cuentas de nada, estos científicos siguieron ejerciendo cargos públicos y el resultado de los escasos juicios a los que se les consiguió someter fue decepcionante”, lamenta Sierra, quien recuerda que incluso en los años 50 y 60 “los tribunales alemanes argumentaban que los gitanos no habían sido perseguidos por motivos raciales sino policiales, por su tendencia la delincuencia”.

Ritter fue, tras la caída de los nazis, profesor de Criminología en la Universidad de Tubinga, y luego trabajó en el servicio de salud de Francfort como psicólogo infantil. “Los judíos sí pudieron cambiar las cosas a partir de los años 60, con algunos juicios muy sonados, como el de Eichmann, pero los gitanos tienen que esperar a los años 80 para obtener un muy mínimo reconocimiento institucional de la situación”.

Francia tampoco queda bien parada. Entre la de Vichy y la ocupada, recluyó a 6.000 gitanos en campos de trabajos forzados en condiciones lamentables, y envió el Convoy Z a Auschwitz, “con 352 gitanos hacinados en vagones de ganado”. España, como país no ocupado, “no fue prácticamente afectada” por las deportaciones de gitanos a campos de exterminio.

Capítulo especial merece el proyecto de Heinrich Himmler de construir una reserva –a la manera de las de los indios de América– donde “algunos clanes puros de romaníes pudieran moverse con cierta libertad en una especie de reducto casi zoológico”, donde también serían estudiados por científicos. En 1942, se puso en marcha la iniciativa, que según algunos iba a realizarse en el paraje del lago Neusiedl, entre Austria y Hungría. Himmler seleccionó a 4.000 personas que, por su “buen comportamiento”, eran merecedores de aquella “salvación colectiva” Martin Bormann, secretario personal del mismo Hitler, detuvo el proyecto asegurando que el Führer no estaba de acuerdo

La obra se ocupa de los músicos y rompe algunos tópicos. “Los nazis les hacían cantar y tocar, pero les castigaban incluyéndolos en las orquestas que acompañaban actividades como trabajos forzados o ajusticiamientos. Hay una visión romántica idealizada, en novelas y películas, de lo que les permitía la música pero fue utilizada como mecanismo de represión y encuadramiento”.

Auschwitz fue el escenario de algunos de los más horrendos crímenes, con “un campo familiar específico”. Los testimonios incluidos en el libro de Sierra son pavorosos. Hubo prisioneros que no sabían ni que lo eran, y lo descubrieron al ser detenidos. Hubo mujeres obligadas a prostituirse para la tropa, torturas de enorme sadismo, tras las cuales los soldados llevaban a los muertos atados en palos como ciervos en cacerías... “El doctor Mengele les daba caramelos a los mismos niños que luego utilizaba en sus experimentos”...

Lo que Sierra ve mas preocupante es que “el antigitanismo persiste hoy, de un modo a veces light, banal, en un tipo de comentarios que ya se daban en los años 30. Es increíble, con todo lo que han pasado. Deberíamos hacérnoslo mirar...”

https://www.lavanguardia.com/libros/20201207/6101075/nazis-gitanos-sierra.html

Grupo de hombres y niños romaníes en el campo de Belzec, en 1940 US HOLOCAUST MEMORIAL MUSEUM

viernes, 31 de enero de 2020

Trabajo esclavo, fusilamientos masivos y cámaras de gas. Gitanos, el genocidio olvidado de la Segunda Guerra Mundial.

Comparado con el Holocausto, el asesinato en masa de medio millón de gitanos (romaníes, sintis y otros grupos) en Europa permanece ignorado y no reconocido. Esta ausencia y la persecución de la que siguen siendo víctimas nos plantean preguntas para las que todavía no hay respuestas claras.

Se trata del "genocidio olvidado" de la Segunda Guerra Mundial: alrededor de 500.000 gitanos fueron asesinados en Europa por los nazis y sus colaboradores durante la Segunda Guerra Mundial, tras la aplicación de políticas destinadas específicamente a perseguirlos. ¿Por qué ha sido olvidado el genocidio de los gitanos? ¿Por qué el reconocimiento aunque sea parcialmente, de esas muertes tardó tanto? ¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden aún hoy reconocer plenamente la importancia de este genocidio?

Actualmente, y hasta marzo del 2020, tiene lugar la exposición Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los sintis y los romaníes, en la Biblioteca del Holocausto de Viena en Londres, dedicada a examinar la destrucción nazi de la vida de los gitanos, a examinar las políticas que precedieron a la masacre y a sacar a luz aspectos de esta historia que permanecieron ocultos y en gran medida desconocidos durante décadas. (1)

Ya antes de 1933, los romaníes y los sintis eran víctimas de prejuicios y discriminación en Alemania, pero cuando los nazis llegaron al poder la persecución se acentuó.

A mediados de la década de 1930, se prohibió a los gitanos el ejercicio de ciertas profesiones y muchos fueron trasladados a campos de concentración. A finales de los años 1930, la ideología racial nazi se amplió para incluir la noción de que los gitanos eran de "sangre extranjera" y representaban una amenaza para la fuerza racial de la "raza maestra aria". Como parte del desarrollo de estas ideas, los gitanos fueron sometidos a un programa masivo de investigación pseudocientífica y a programas de esterilización forzada.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los gitanos de los territorios ocupados por los nazis fueron víctimas de deportaciones a campos y guetos, condenados a trabajos forzados y malos tratos, muchos murieron de inanición, fueron víctimas de fusilamientos masivos o murieron en las cámaras de gas en campos como el de Chelmno o el de Auschwitz. Algunos regímenes colaboracionistas, como los Ustachas en Croacia, cometieron también asesinatos en masa contra las poblaciones judías y romaníes.

En un relato donado a la biblioteca de Viena, el doctor Max Benjamin, sobreviviente judío de Auschwitz, describe la "liquidación" del "campo de gitanos" el 2 y 3 de agosto de 1944: esa noche, "todos los gitanos que formaban parte de la población de ese campo fueron asesinados en las cámaras de gas".

A pesar del terrible sufrimiento y de la injusticia sufridos por la población gitana de Europa durante el período nazi, el genocidio de los gitanos ha sido a menudo relegado o minimizado. Una de las principales razones de ello es la multiplicidad de prejuicios, la discriminación y la marginación que los sobrevivientes romaníes y sintis siguieron sufriendo después de la liberación. La hostilidad y los estereotipos negativos sobre los gitanos permanecieron después de 1945. En muchos países, la exclusión de los gitanos de la representación política y del poder económico ha sido un obstáculo para toda campaña en favor del reconocimiento de la persecución y del genocidio.

Esta marginalización se manifiesta en el hecho de que no se procesó a los autores de los crímenes contra los gitanos en los primeros juicios por crímenes de guerra. En la Alemania occidental de la posguerra, existía un clima de negación de la importancia de los horrores cometidos contra las víctimas gitanas, que a menudo no recibían siquiera la indemnización otorgada a otras víctimas de la persecución racial nazi. Muchos memoriales construidos en las décadas posteriores a la guerra no dejaban lugar para las víctimas gitanas.

Alemania reconoció oficialmente los crímenes nazis contra los gitanos como genocidio recién en 1982. La primera disculpa de Francia por haber colaborado en los crímenes nazis contra los romaníes y sintis recién tuvo lugar en 2016.

En la Unión Soviética y en Europa del Este, el genocidio gitano fue también en gran medida ignorado. Los gitanos, que deseaban seguir siendo nómadas, debieron asentarse por la fuerza. En el período poscomunista, la discriminación contra los gitanos aumentó aún y al mismo tiempo, las condiciones de vida y el acceso a los servicios se deterioraron drásticamente.

Nuestra exposición intenta abordar la amnesia colectiva con respecto al genocidio de los gitanos. La Biblioteca del Holocausto de Viena cuenta con colecciones importantes sobre este tema, incluyendo los primeros testimonios de sobrevivientes gitanos (2) recopilados en el marco de un proyecto dirigido por la doctora Eva Reichmann, miembro de la biblioteca, a partir de los años 50. La Biblioteca tiene proyectado publicar algunos de estos testimonios en el correr del año 2020.

También contamos con material recogido en ocasión del primer proyecto de investigación que intentó documentar sistemáticamente el genocidio, un proyecto llevado a cabo por Donald Kenrick y Grattan Puxon a finales de la década de 1960. En la exposición se presentan varias piezas de esta colección, incluidos resúmenes de testimonios de sobrevivientes.

Otro elemento destacado de la exposición es una fotografía de posguerra de Margarete Kraus en la que se puede ver, pese a que no aparece con claridad en la foto, el tatuaje del número de campo en su antebrazo izquierdo. Margarete Kraus fue una romaní checa sobreviviente de Auschwitz, donde fue víctima de experimentos médicos forzados. El retrato de Kraus fue realizado por el periodista de Alemania Oriental Reimar Gilsenbach en la década de 1960. Gilsenbach investigó la persecución de los romaníes durante el período nazi.

Una pieza muy diferente en esta exposición es un documento titulado "Prohibiciones publicadas con respecto a los polacos, judíos y gitanos", presentado en el Juicio de Crímenes de Guerra de Nuremberg como prueba de los crímenes nazis. Con fecha del 10 de marzo de 1944, se trata de una circular enviada por Heinrich Himmler a un grupo de altos funcionarios del Estado informándoles que la "evacuación completa y el aislamiento efectuado" de los judíos y gitanos significaba que ya no eran necesarias más directivas sobre ellos.

La "evacuación" y el "aislamiento" significaban en este contexto que la gran mayoría de los judíos, sintis y romaníes de la Gran Alemania ya habían sido deportados a guetos, a campos de concentración o asesinados. La terminología utilizada aquí ilustra la "realidad plomiza" del lenguaje burocrático de las SS, descrito memorablemente por el historiador Mark Roseman como una "parodia diabólica de la precisión administrativa" [Mark Roseman es autor, entre otros trabajos, de The Wannsee Conference and the Final Solution: A Reconsideration, 2003].

La exposición recoge también la historia de Hans Braun, un sinti alemán nacido en Hannover en 1923. Braun sobrevivió tanto a Auschwitz como a Flossenbürg. La mayoría de los miembros de su familia fueron asesinados en Auschwitz.

Cuando Hans Braun presentó una demanda de indemnización al estado alemán en 1950, la policía local decidió abrir una investigación en su contra - buscando pruebas falsas de que Braun había sido encarcelado como "criminal" - para justificar el rechazo de su pedido.

El hecho de que la verdadera naturaleza y la amplitud del genocidio de los gitanos hayan sido negadas, minimizadas o ignoradas por tantas personas durante tanto tiempo ha resultado insoportable, provocando indignación entre las víctimas sobrevivientes y sus familias.

Si bien ya es demasiado tarde para reparar las injusticias sufridas, no lo es para ocuparse de la marginación y la discriminación a las que se enfrentan las comunidades gitanas hoy en día en países como Hungría, donde la discriminación y la hostilidad hacia los gitanos es habitual, o Ucrania, donde los grupos fascistas han llevado a cabo una serie de ataques violentos contra los gitanos en los últimos dos años. Esta exposición es quizás un comienzo, al reconocer hasta dónde pueden llevar la discriminación y los prejuicios.

Las Editions Page deux (http://www.page2.ch/page2/), Lausana, Suiza, publicó en 2009 la investigación de Thomas Huonker et Regula Ludi, Roms, Sintis et Yéniches. La «politique tsigane» suisse à l’époque du national-socialisme (Romaníes, sintis y yeniches. La “política gitana” suiza en la época del nacional socialismo, con epílogo de Thomas Huonker y un cuaderno de documentos comentados por el mismo Huonker.

Notas

1) Forgotten Victims: The Nazi Genocide of the Roma and Sinti. https://www.wienerlibrary.co.uk/Forgotten-Victims (2) https://blog.ehri-project.eu/author/cschmidt/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Toby Simpson es directora de la Biblioteca del Holocausto de Viena, en Londres.

Barbara Warnock es conservadora principal y responsable pedagógica en la Biblioteca del Holocausto de Viena, Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los romaníes y sintis.

Fuente:
Haaretz.com, Israel, 23-1-2020