Hacer una copia de la información guardada en el celular permite guardarla de forma segura.
Un teléfono inteligente es más que una pantalla táctil.
Allí se guarda información digital valiosa: las fotos de las últimas vacaciones, el video de la fiesta de cumpleaños o un mensaje importante del jefe. En un mundo hiperconectado, no es difícil imaginar la cantidad de información que tenemos allí guardada.
Piensa en cada foto o video que tomas o en cada mensaje que envías. Quizás no todos son importantes, pero habrá algunos que no querrás que se pierdan.
Que se te dañe un celular, o que te lo roben, representa una carga financiera importante; no ayuda si además la información se pierde para siempre.
Por eso, los que saben de tecnología siempre recomiendan hacer una copia de seguridad de aquello que no se quiere que se pierda.
Ya sea por seguridad o porque quieres cambiar de dispositivo o actualizar el sistema operativo, tanto Android como iOS, tener un back up no solo ayuda a que la información no se pierda para siempre, sino que libera espacio en el dispositivo y ayuda a mantenerla en un lugar más seguro.
Fotos y videos
En caso de las personas que tengan un teléfono con sistema operativo Android, una de las mejores opciones es la aplicación Google Photos, la cual puede ser descargada completamente gratis.
La app crea una copia de seguridad de forma automática de cada foto y video que se tome y la guarda en la nube. Para ello hay que:
Abrir la aplicación
Tocar la imagen de perfil en la esquina superior derecha
Seleccionar la configuración de fotos
Activar la copia de seguridad y sincronización
Google Photos no es completamente gratis. Se puede utilizar hasta 15 GB de almacenamiento sin ningún costo y a partir de ahí pagar un monto mensual a través de Google One, el servicio de Google para almacenamiento en la nube bajo suscripción.
Los montos dependerán de la cantidad de almacenamiento que se desee y varían desde US$1,99 al mes por 100 GB hasta US$149,99 por 30 TB.
Copia de seguridad
Todo el mundo tiene fotos en sus celulares que tienen valor.
Google One no solo permite almacenar la información guardada en Google Photos, también permite hacer una copia de seguridad del dispositivo, incluyendo aplicaciones, mensajes SMS e historial de llamadas.
Para hacer una copia de seguridad en Google One:
Abrir la Configuración del teléfono
Tocar la opción Google
Entrar en "Copia de seguridad"
Activar "Copia de seguridad de Google One"
Volver a la configuración principal de "Copia de seguridad"
Tocar "Copia de seguridad ahora"
Otra opción es Amazon Photos, el cual ofrece almacenamiento de fotos ilimitado más almacenamiento de video de 5 GB con una suscripción Prime, mientras que el almacenamiento de 100 GB cuesta US$1,99 al mes o US$19,99 al año.
Música
Google One es una buena opción para fotos, videos o la información guardada tanto en el dispositivo como en Gmail y Google Drive. Pero con la música es un tema distinto.
YouTube Music es el servicio principal de música de Google desde el cierre de Google Play Music en 2020. Su aplicación ha sido descargada más de mil millones de veces y permite ser usada tanto por la app como por el navegador web.
Hay varias opciones en la nube para almacenar información.
YouTube Music permite subir hasta 100.000 canciones. Para ello:
Ir a music.youtube.com
Hacer clic en la imagen de perfil en la esquina superior derecha
Seleccionar "Subir música"
Elegir las canciones que quiera subir y seleccione Abrir
Para reproducir las canciones, tanto en la aplicación como en el sitio web, ir a Biblioteca > Canciones > Cargas
Otros archivos
¿Pero qué ocurre cuando se trata de un archivo importante?
Hay servicios como Dropbox, Google Drive o Microsoft OneDrive que brindan una cantidad razonable de almacenamiento gratuito, con espacio adicional disponible por una tarifa mensual o anual.
La aplicación Autosync permite sincronizar automáticamente archivos entre distintos dispositivos conectados a una misma cuenta (celular, tableta, otros); y tiene versiones específicas para Google Drive, Dropbox, OneDrive y Box.
¿Y qué pasa con iPhone?
Con los dispositivos que utilizan el sistema operativo de Apple, el iOS, las cosas son un poco más fáciles.
La opción más simple y recomendada es hacer una copia de seguridad del iPhone en iCloud, el servicio de almacenamiento de la nube de Apple.
Conéctate a una red wifi
Ve a Configuración, toca tu nombre y luego el icono de iCloud
Asegúrate de que el interruptor esté activado para obtener copias de seguridad automáticas cuando tu iPhone se esté cargando, bloqueado y conectado a una red wifi
Pulsa Back Up Now (Copia de Seguridad Ahora) para hacer una copia de seguridad
Marca o desmarca todas aquellas opciones a las que le quieres hacer una copia, como fotos, mensajes o contactos
iCloud permite hasta 5 GB de almacenamiento gratuito en la nube. Como pasa con OneDrive, una vez superada esa capacidad hay que pagar un monto, que varía desde US$3 al mes por 200 GB hasta US$10 por 2 TB.
WhatsApp
WhatsApp es la aplicación de mensajería instantánea más utilizada en todo el mundo. Aunque existen opciones más seguras o con funciones distintas, esta app se ha posicionado entre los usuarios tanto de Android como de iOS.
Para crear una copia de seguridad de WhatsApp en Google Drive se necesita primero una cuenta Google en el teléfono y la aplicación Google Play Services instalada.
Abrir WhatsApp
Tocar el ícono de Más Opciones > Ajustes > Chat > Copia de Seguridad > Guardar en Google Drive
Seleccionar la frecuencia con la que se desee guardar las copias (que no sea Nunca)
Seleccionar la cuenta de Google a usar para guardar la copia del historial de chats
Pulsar Guardar usando para seleccionar el tipo de red
WhatsApp permite también activar la opción de copia de seguridad cifrada de extremo a extremo, o generar una copia de seguridad de forma manual.
En el caso de iOS, para hacer una copia manual:
Configuración de WhatsApp > Chat > Copias de Seguridad de Chats > Copia de Seguridad Ahora
Se pueden habilitar copias automáticas y programadas eligiendo la frecuencia entre diaria, semanal o mensual
Las copias se guardarán en iCloud. Pero ten en cuenta que la capacidad gratuita es de hasta 5 GB. Para ahorrar espacio, Apple ofrece la opción de omitir o incluir videos en la copia.
¿Y si no quiero el almacenamiento en la nube?
El almacenamiento en la nube ofrece muchas ventajas, como la opción de acceder a los archivos en cualquier momento y desde cualquier dispositivo teniendo, en la mayoría de los casos, una conexión a internet.
Pero no es una opción para todos, ya sea porque no se quiere pagar por espacio adicional, para evadir posibles hackeos o porque sencillamente el almacenamiento global resulta más simple.
Tanto Android como iOS permiten almacenar información de forma local en computadoras PC Windows o Mac.
Un teléfono se puede dañar, romper o ser robado. Pero la información puede permanecer segura si se toman precauciones.
Desde iPhone a Mac:
Conectar el iPhone al ordenador Mac
En la barra lateral del Finder en la Mac, seleccionar el iPhone (el Finder está disponible para sistemas operativos macOS 10.15 o superior. Para otras versiones, hay que tener instalado el iTunes para transferencia de archivos)
En la parte superior de la ventana del Finder hacer clic en Archivos
Escoger la opción Transferir de iPhone a Mac
En el caso de que no se tenga Mac sino una Windows PC, el procedimiento es el mismo pero usando iTunes.
Usando un móvil Android, el procedimiento es distinto. Google permite conectar el dispositivo a una computadora Windows y copiar los archivos fácilmente. En caso de transferir los archivos a una computadora Mac, es necesaria una aplicación llamada Android File Transfer que se puede descargar desde la página oficial de Android.
BBC
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viernes, 15 de abril de 2022
domingo, 18 de marzo de 2018
El tío olvidado de Steve Jobs sin el que el iPhone no sería un teléfono tan inteligente Tim Harford y Ben Crighton BBC, Serie:
El 9 de enero de 2007, el empresario más célebre del planeta anunció la llegada de algo nuevo, un producto que se convertiría en el más rentable de la historia.
Era, por supuesto, el iPhone.
Además de sus tremendos réditos -hay sólo dos o tres otras compañías en el mundo que ganen tanto como Apple con sólo el iPhone-, está el hecho de que creó una nueva categoría de productos: el teléfono inteligente.
El iPhone y sus imitadores representan un producto que no existía hace una década y que ahora es un objeto deseado por gran parte de la humanidad.
Pero esos son sólo unos de los hechos obvios sobre el iPhone. Cuando uno explora un poco más, la historia es sorprendente. Le damos crédito a Steve Jobs y otros personajes sobresalientes en Apple -como su viejo socio Steve Wozniak, su sucesor Tim Cook y su diseñador visionario Johnny Ive- pero algunos de los actores más importantes de la obra han sido olvidados.
Pregúntate: ¿qué hace que un iPhone sea un iPhone?
La economista Mariana Mazzucato hizo una lista de las 12 tecnologías clave para que un teléfono inteligente funcione.
¿Curios@? Aquí está la lista completa. (Pero te la puedes saltar)
Microprocesores diminutos
Chips de memoria RAM
Almacenamiento en disco duro
Pantallas de cristal líquido (LCD, por sus siglas en inglés)
Baterías de ion de litio
Algoritmos de transformada rápida de Fourier (FFT)
Internet, pues un teléfono inteligente no lo es sin internet
HTTP y HTML, los lenguajes y protocolos que hicieron que internet fuera fácil de usar tornándola en la World Wide Web (WWW) o red informática mundial.
Las redes celulares, porque si no, tu teléfono inteligente no sólo no es inteligente sino que ni siquiera es teléfono.
El sistema de posicionamiento global o GPS
Las pantallas táctiles
El asistente de inteligencia artificial manejado por voz (SIRI)
Todas esas tecnologías son componentes importantes del iPhone o cualquier teléfono inteligente, y algunas son indispensables.
Pero tras reunir esta lista y revisar su historia, Mazzucato encontró algo inesperado.
El personaje fundamental en el desarrollo del iPhone no era Steve Jobs.
Era el Tío Sam.
Los casos famosos
Todas y cada una de las 12 tecnologías que identificó la economista fueron respaldadas de manera significativas por un gobierno, a menudo el estadounidense.
Algunos de esos casos son famosos.
Mucha gente sabe, por ejemplo, que la WWW existe gracias al trabajo de Tim Berners-Lee, quien trabajaba como ingeniero de software en el CERN, el centro de investigación de partículas físicas ubicado en Ginebra y financiado por gobiernos europeos.
Internet mismo empezó como ARPANET, una red de computadoras sin precedente fundada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos a principios de los años 60.
La tecnología GPS, por supuesto, era tecnología militar pura y dura, desarrollada durante la Guerra Fría y sólo disponible para el uso civil desde los años 80.
Pero otros ejemplos son menos famosos, aunque igual de importantes.
Traductor de mundos
La transformada rápida de Fourier es una familia de algoritmos que hicieron posible pasar de un mundo en el que el teléfono, la televisión y el gramófono funcionaban con señales análogas, a un mundo en el que todo es digitalizado y por ende puede ser procesado por computadoras como el iPhone.
El más común de esos algoritmos partió de una intuición del gran matemático estadounidense John Tukey.
¿En qué estaba trabajando Tukey cuando se le ocurrió? Adivinaste: en una aplicación militar.
Específicamente, era parte del comité de asesoría científica del presidente John F. Kennedy en 1963 y estaba tratando de crear algo para detectar cuándo la Unión Soviética probaba armas nucleares.
En la punta de los dedos
Los teléfonos inteligentes no lo serían sin sus pantallas táctiles y su inventor fue un ingeniero llamado E.A. Johnson, que hizo su investigación inicial cuando era empleado de Royal Radar Establishment, una agencia del gobierno británico.
Su trabajo fue desarrollado más en el CERN.
Al final, la tecnología multitáctil fue comercializada por los investigadores de la Universidad de Delaware en EE.UU. Wayne Westerman y John Elias, que terminaron vendiéndole su compañía a Apple.
No obstante, incluso en esta última etapa del juego, los gobiernos jugaron su importante rol: Westerman pudo hacer su trabajo gracias a una beca de la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU. y la CIA.
La chica con la voz de silicio
En el año 2000, siete años antes del primer iPhone, DARPA -la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE.UU.- le comisionó al Instituto de Investigación de Stanford el desarrollo de un tipo de proto Siri, una asistente virtual que pudiera ayudar al personal militar a hacer sus trabajos.
Una docena de universidades trabajaron furiosamente en todas las diferentes tecnologías necesarias para crear ese asistente con voz.
Siete años más tarde, el resultado fue comercializado como una start-up llamada Siri Incorporated.
Fue sólo en 2010 que Apple la compró por una suma no revelada.
Dinero del gobierno... que es tuyo
Respecto a los discos duros, baterías de ion de litio, pantallas de cristal líquido y semiconductores hay historias similares.
En cada uno de los casos hubo brillantez científica y mucha capacidad empresarial del sector privado.
Pero también un montón de fajos de billetes de la cartera pública, por lo general las agencias del gobierno de EE.UU., más precisamente, de algún brazo del Ejército de Estados Unidos.
El mismo Silicon Valley tiene una gran deuda con Fairchild Semiconductor, la firma que desarrolló los primeros circuitos integrados comercialmente prácticos.
Y Fairchild Semiconductor en sus años mozos dependía del ejército.
Sin el dinero de los contribuyentes, los teléfonos no serían tan inteligentes.
Para tenerlo en cuenta
Por supuesto que el ejército de EE.UU. no hizo el iPhone ni el CERN creó Facebook o Google.
Esas tecnologías de las que tanta gente depende hoy en día fueron afinadas y comercializadas por el sector privado.
Pero fueron los gobiernos los que no sólo aportaron los fondos sino también asumieron los riesgos para que todo eso fuera posible.
Y eso es algo que no debemos olvidar cuando ponderamos retos tecnológicos futuros en campos como la energía y la tecnología.
Lo que no le quita lo genial Steve Jobs fue un genio, sin duda.
Uno de sus proyectos paralelos notables fue el estudio de animación Pixar, que cambió el mundo del cine con su película animada digitalmente "Toy Story".
Seguro habría creado otras cosas maravillosas pero los teléfono probablemente aún no serían inteligentes.
Incluso sin la pantalla táctil, internet o la transformada rápida de Fourier, Steve Jobs probablemente habría creado algo maravilloso.
Pero quizás no habría sido un aparato que sacudió el mundo de la forma que lo hizo el iPhone.
http://www.bbc.com/mundo/noticias-38250970
Era, por supuesto, el iPhone.
Además de sus tremendos réditos -hay sólo dos o tres otras compañías en el mundo que ganen tanto como Apple con sólo el iPhone-, está el hecho de que creó una nueva categoría de productos: el teléfono inteligente.
El iPhone y sus imitadores representan un producto que no existía hace una década y que ahora es un objeto deseado por gran parte de la humanidad.
Pero esos son sólo unos de los hechos obvios sobre el iPhone. Cuando uno explora un poco más, la historia es sorprendente. Le damos crédito a Steve Jobs y otros personajes sobresalientes en Apple -como su viejo socio Steve Wozniak, su sucesor Tim Cook y su diseñador visionario Johnny Ive- pero algunos de los actores más importantes de la obra han sido olvidados.
Pregúntate: ¿qué hace que un iPhone sea un iPhone?
La economista Mariana Mazzucato hizo una lista de las 12 tecnologías clave para que un teléfono inteligente funcione.
¿Curios@? Aquí está la lista completa. (Pero te la puedes saltar)
Microprocesores diminutos
Chips de memoria RAM
Almacenamiento en disco duro
Pantallas de cristal líquido (LCD, por sus siglas en inglés)
Baterías de ion de litio
Algoritmos de transformada rápida de Fourier (FFT)
Internet, pues un teléfono inteligente no lo es sin internet
HTTP y HTML, los lenguajes y protocolos que hicieron que internet fuera fácil de usar tornándola en la World Wide Web (WWW) o red informática mundial.
Las redes celulares, porque si no, tu teléfono inteligente no sólo no es inteligente sino que ni siquiera es teléfono.
El sistema de posicionamiento global o GPS
Las pantallas táctiles
El asistente de inteligencia artificial manejado por voz (SIRI)
Todas esas tecnologías son componentes importantes del iPhone o cualquier teléfono inteligente, y algunas son indispensables.
Pero tras reunir esta lista y revisar su historia, Mazzucato encontró algo inesperado.
El personaje fundamental en el desarrollo del iPhone no era Steve Jobs.
Era el Tío Sam.
Los casos famosos
Todas y cada una de las 12 tecnologías que identificó la economista fueron respaldadas de manera significativas por un gobierno, a menudo el estadounidense.
Algunos de esos casos son famosos.
Mucha gente sabe, por ejemplo, que la WWW existe gracias al trabajo de Tim Berners-Lee, quien trabajaba como ingeniero de software en el CERN, el centro de investigación de partículas físicas ubicado en Ginebra y financiado por gobiernos europeos.
Internet mismo empezó como ARPANET, una red de computadoras sin precedente fundada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos a principios de los años 60.
La tecnología GPS, por supuesto, era tecnología militar pura y dura, desarrollada durante la Guerra Fría y sólo disponible para el uso civil desde los años 80.
Pero otros ejemplos son menos famosos, aunque igual de importantes.
Traductor de mundos
La transformada rápida de Fourier es una familia de algoritmos que hicieron posible pasar de un mundo en el que el teléfono, la televisión y el gramófono funcionaban con señales análogas, a un mundo en el que todo es digitalizado y por ende puede ser procesado por computadoras como el iPhone.
El más común de esos algoritmos partió de una intuición del gran matemático estadounidense John Tukey.
¿En qué estaba trabajando Tukey cuando se le ocurrió? Adivinaste: en una aplicación militar.
Específicamente, era parte del comité de asesoría científica del presidente John F. Kennedy en 1963 y estaba tratando de crear algo para detectar cuándo la Unión Soviética probaba armas nucleares.
En la punta de los dedos
Los teléfonos inteligentes no lo serían sin sus pantallas táctiles y su inventor fue un ingeniero llamado E.A. Johnson, que hizo su investigación inicial cuando era empleado de Royal Radar Establishment, una agencia del gobierno británico.
Su trabajo fue desarrollado más en el CERN.
Al final, la tecnología multitáctil fue comercializada por los investigadores de la Universidad de Delaware en EE.UU. Wayne Westerman y John Elias, que terminaron vendiéndole su compañía a Apple.
No obstante, incluso en esta última etapa del juego, los gobiernos jugaron su importante rol: Westerman pudo hacer su trabajo gracias a una beca de la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU. y la CIA.
La chica con la voz de silicio
En el año 2000, siete años antes del primer iPhone, DARPA -la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE.UU.- le comisionó al Instituto de Investigación de Stanford el desarrollo de un tipo de proto Siri, una asistente virtual que pudiera ayudar al personal militar a hacer sus trabajos.
Una docena de universidades trabajaron furiosamente en todas las diferentes tecnologías necesarias para crear ese asistente con voz.
Siete años más tarde, el resultado fue comercializado como una start-up llamada Siri Incorporated.
Fue sólo en 2010 que Apple la compró por una suma no revelada.
Dinero del gobierno... que es tuyo
Respecto a los discos duros, baterías de ion de litio, pantallas de cristal líquido y semiconductores hay historias similares.
En cada uno de los casos hubo brillantez científica y mucha capacidad empresarial del sector privado.
Pero también un montón de fajos de billetes de la cartera pública, por lo general las agencias del gobierno de EE.UU., más precisamente, de algún brazo del Ejército de Estados Unidos.
El mismo Silicon Valley tiene una gran deuda con Fairchild Semiconductor, la firma que desarrolló los primeros circuitos integrados comercialmente prácticos.
Y Fairchild Semiconductor en sus años mozos dependía del ejército.
Sin el dinero de los contribuyentes, los teléfonos no serían tan inteligentes.
Para tenerlo en cuenta
Por supuesto que el ejército de EE.UU. no hizo el iPhone ni el CERN creó Facebook o Google.
Esas tecnologías de las que tanta gente depende hoy en día fueron afinadas y comercializadas por el sector privado.
Pero fueron los gobiernos los que no sólo aportaron los fondos sino también asumieron los riesgos para que todo eso fuera posible.
Y eso es algo que no debemos olvidar cuando ponderamos retos tecnológicos futuros en campos como la energía y la tecnología.
Lo que no le quita lo genial Steve Jobs fue un genio, sin duda.
Uno de sus proyectos paralelos notables fue el estudio de animación Pixar, que cambió el mundo del cine con su película animada digitalmente "Toy Story".
Seguro habría creado otras cosas maravillosas pero los teléfono probablemente aún no serían inteligentes.
Incluso sin la pantalla táctil, internet o la transformada rápida de Fourier, Steve Jobs probablemente habría creado algo maravilloso.
Pero quizás no habría sido un aparato que sacudió el mundo de la forma que lo hizo el iPhone.
http://www.bbc.com/mundo/noticias-38250970
sábado, 8 de julio de 2017
La historia (aún) secreta del nacimiento del iPhone
Antes de que alguien supiera sobre la existencia del iPhone afuera de Apple, el nombre clave del proyect al interior de la empresa era “Púrpura”. Nadie parece recordar exactamente por qué, tal vez por el canguro de juguete de color púrpura que tenía uno de los ingenieros.
Púrpura era tan secreto que incluso dentro de Apple muy poca gente sabía de él. Lo desarrollaron en un laboratorio sellado detrás de lectores de credenciales y una puerta de metal. Los empleados tenían que firmar acuerdos de confidencialidad para sus acuerdos de confidencialidad. El laboratorio se empezó a conocer como el “dormitorio púrpura”, porque ahí la gente trabajaba 24 horas, durante fines de semana, días festivos, vacaciones, lunas de miel. Comían ahí. Dormían ahí.
De hecho, aunque en algún momento surgiría como el más perfecto ejemplo de la colaboración entre el cofundador de Apple, Steve Jobs, y el mago del diseño Jony Ive, Púrpura se podría percibir como una pesadilla causada por el trabajo excesivo, archivos comprimidos sin soluciones técnicas y disputas políticas al interior de la empresa.
“Creaste una olla de vapor con un grupo de gente realmente inteligente, pero tienes una fecha de entrega imposible de cumplir, una misión imposible, y después te enteras de que el futuro de toda la empresa depende de ella”, dijo Andy Grignon, uno de los ingenieros clave en el desarrollo del iPhone. “Era como una sopa de miseria”.
Sin duda, el llamado dormitorio púrpura un día será el escenario de una película dramática tensa y claustrofóbica con el guion de Aaron Sorkin. Si es así, la película se podría basar perfectamente en The One Device: The Secret History of the iPhone, un libro nuevo de Brian Merchant, un editor de Motherboard, la división de ciencia y tecnología de Vice.
Merchant realiza la labor importante de excavar y recopilar una gran cantidad de detalles y anécdotas sobre el desarrollo del iPhone, muchos de los cuales no se habían registrado hasta ahora. La labor tiene importancia porque, además de ser resistente a salpicaduras, al agua y al polvo, el iPhone resiste a la historia.
El iPhone vive entre nosotros, pero parece —está diseñado para parecer— como si hace hubiera llegado a nuestro mundo desde hace apenas unos minutos desde un plano existencial más alto, más ideal. Así como la pantalla negra y plana no se adapta a los contornos del cráneo humano, la superficie deslumbra, apetece hasta lamerla, pero no ofrece pistas de dónde y cuándo lo hicieron ni quién ni cómo.
Ni siquiera se puede abrir sin el destornillador especial que patentaron con el nombre “Pentalobe”. No es solo un efecto del diseño físico del iPhone, sino de la extraña cultura de reverencia y de secreto que Apple ha creado alrededor de sus productos. El iPhone sabe todo de nosotros, pero sabemos muy poco de él.
Un ejemplo: la tecnología multitáctil, la cual permite que la pantalla táctil del iPhone registre de inmediato varias huellas digitales: por eso puedes pellizcar la pantalla para hacer un acercamiento. ¿De dónde salió? Jobs siempre sostuvo que Apple inventó la tecnología multitáctil. No es verdad.
Como lo demuestra Merchant, en realidad la inventaron en varias y diferentes ocasiones, entre ellas durante la década de 1960 en el Royal Radar Establishment de Inglaterra y en la década de 1970 en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por su sigla en francés).
La tecnología multitáctil que específicamente llegó al iPhone se originó durante el cambio de milenio y el responsable fue un hombre del que seguramente no has oído hablar: Wayne Westerman. Westerman fue un brillante doctor en ingeniería de la Universidad de Delaware que trabajó en la tecnología multitáctil en parte porque sufría graves lesiones que hacían que fuera una agonía usar los teclados convencionales.
En 2005, Apple adquirió la empresa de Westerman, FingerWorks, con lo cual esta y el mismo Westerman desaparecieron detrás de la cortina de titanio de Apple. El resto es, y no es, historia (Apple no dejó que Merchant entrevistara a Westerman o ninguno de los empleados que trabajan actualmente en Apple para The One Device. Gracias a su esmero, Merchant logró encontrar a la hermana de Westerman).
El iPhone está diseñado para tener una eficiencia y una compactibilidad máximas. The One Device no las tiene. Los tres capítulos sobre el desarrollo del iPhone son el corazón del libro, pero también hay material de relleno. Curiosamente no es nada clarificador leer un análisis metalúrgico de un iPhone pulverizado ni saber de la gran odisea que hizo Merchant por todo el mundo, una especie de “iCalvario” para encontrar las materias primas que utiliza Apple: pasó por una mina de estaño en Bolivia, una mina de litio en el desierto chileno y un botadero electrónico en Nairobi donde terminan muchos iPhone. Este tipo de turismo de hacker se puede hacer bien: el mejor ejemplo es el artículo épico que escribió Neal Stephenson para Wired en 1996, “Mother Earth Mother Board”.
El único éxito conspicuo que Merchant tuvo en esta línea es su visita a la fábrica Foxconn, la cual está a las afueras de Shenzhen, China, y es donde se producen los iPhone. Foxconn tiene reputación de tener malas condiciones laborales, y los visitantes suelen ir acompañados de cerca pero, durante una ida al baño, Merchant logra deshacerse de sus escoltas y se da una vuelta por las instalaciones vastas y distópicas.
“Es toda una fábrica”, escribe Merchant, “un millón de aparatos electrónicos para el consumidor que se ensamblan en monolitos idénticos de colores opacos. Te sientes diminuto entre ellos, como un breve escupitajo de materia orgánica entre motores industriales del tamaño de un portaviones”. Es un vistazo palpable de la manera en que el iPhone, como un virus resplandeciente, ha cambiado físicamente la forma del mundo para producir copias de sí mismo.
Merchant también cuenta las historias de los orígenes de las tecnologías que convergen en un iPhone: el cristal Gorilla Glass, los sensores de movimiento, las baterías de iones de litio, los chips ARM, la tecnología inalámbrica, etcétera. Muestra cómo el trabajo de muchas personas se vertió en la creación del iPhone, como un contrapeso del “mito del inventor solitario: la noción de que, después de incontables horas de trabajo duro, un hombre puede inventar algo como por arte de magia que cambiará el curso de la historia”.
El inventor solitario entra en juego después de unos párrafos, pero Merchant pasa capítulos completos hablando con gente como Mitsuaki Oshima, el padre de la estabilización de imágenes. Sin duda, Oshima tiene cualidades admirables ocultas pero, como entrevistador, Merchant es incapaz de descubrirlas (“Incluso cuando se agitó la cámara, la imagen no estaba para nada borrosa. ¡Era demasiado bueno para ser verdad!”).
El terrible hábito que tiene Merchant de viajar en el tiempo es aún peor. Para poder hablar sobre los magnetómetros, primero debemos quedarnos quietos para una clase de historia (“las brújulas se pueden rastrear al menos desde la dinastía Han, cerca del año 206 a. C.“) Para comprender la producción de línea de montaje, un concepto que resulta muy familiar para muchos lectores, hay que hacer un esfuerzo para ir hasta el pleistoceno (“el Homo erectus, el cual surgió hace 1,7 millones de años, fue la primera especie que adoptó ampliamente el uso de herramientas…”). El origen de este tipo de escritura se puede rastrear al menos desde la licenciatura, hasta aquellos ensayos pesados que empiezan así: “Desde el principio de los tiempos, la humanidad se ha preguntado…”.
Pero cuando regresa a la creación del iPhone, Merchant cuenta una historia mucho más rica, la más rica que yo haya visto, a pesar de haber cubierto a Apple como periodista durante años. Si alguna vez han trabajado en un proyecto que es un caso perdido y se siente como que no va a ninguna parte, sacarán fuerza espiritual del relato de Merchant sobre la vida en las trincheras de Púrpura. Incluye fascinantes callejones sin salida y proyectos interesantes que tenían potencial (un prototipo basado en la rueda a la cual se le daba clic en el iPod original, que contaba con iluminación de colores azul y naranja en la parte trasera); sacrificios personales (“El iPhone es la razón de mi divorcio”); obstáculos técnicos sombríos (el sensor infrarrojo de proximidad del teléfono, el cual apaga la pantalla cuando está cerca de tu cabeza, no reconocía el pelo oscuro); la tensión tras bambalinas en el lanzamiento (de hecho, yo estuve ahí y presencié cómo Jobs ensayaba el famoso discurso sobre el iPhone, pero al parecer me perdí de todo); incluso un asesinato simbólico que se dio sobre el escenario (el momento en que Jobs hizo una demostración pública de cómo borrar un contacto y utilizó el nombre del vicepresidente de Apple, Tony Fadell, a manera de anuncio de la inminente salida de este último).
El iPhone se disfraza de algo que no habrían podido hacer las manos del hombre. El libro de Merchant hace visible la labor humana y en el proceso disipa un poco de la niebla y la distorsión de la realidad que rodean al iPhone. The One Device no es definitivo, pero es un comienzo. Lo que necesitamos es un equivalente crucial de un destornillador Pentalobe, un libro que desnude el significado del iPhone, para poder interrogar de manera apropiada a este simbionte, o parásito, que ha introducido nuevos tipos de conexiones y desconexiones en nuestras vidas. Si el iPhone fue una revolución, ¿exactamente quién o qué fue derrocado? Una de las historias de Merchant viene de Grignon, la primera persona en recibir llamadas en el iPhone. La ironía es que no contestó. “En vez de que fuera un momento glorioso al estilo Alexander Graham Bell, fue solo como: ‘Bien… mejor que entre el correo de voz’”, dice Grignon. “Creo que es muy pertinente, dada la situación actual”.
Lev Grossman fue el columnista de tecnología de la revista Time durante 15 años. Es el autor de la trilogía de "Los magos".
https://www.nytimes.com/es/2017/06/22/iphone-decada-historia-creacion/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
Púrpura era tan secreto que incluso dentro de Apple muy poca gente sabía de él. Lo desarrollaron en un laboratorio sellado detrás de lectores de credenciales y una puerta de metal. Los empleados tenían que firmar acuerdos de confidencialidad para sus acuerdos de confidencialidad. El laboratorio se empezó a conocer como el “dormitorio púrpura”, porque ahí la gente trabajaba 24 horas, durante fines de semana, días festivos, vacaciones, lunas de miel. Comían ahí. Dormían ahí.
De hecho, aunque en algún momento surgiría como el más perfecto ejemplo de la colaboración entre el cofundador de Apple, Steve Jobs, y el mago del diseño Jony Ive, Púrpura se podría percibir como una pesadilla causada por el trabajo excesivo, archivos comprimidos sin soluciones técnicas y disputas políticas al interior de la empresa.
“Creaste una olla de vapor con un grupo de gente realmente inteligente, pero tienes una fecha de entrega imposible de cumplir, una misión imposible, y después te enteras de que el futuro de toda la empresa depende de ella”, dijo Andy Grignon, uno de los ingenieros clave en el desarrollo del iPhone. “Era como una sopa de miseria”.
Sin duda, el llamado dormitorio púrpura un día será el escenario de una película dramática tensa y claustrofóbica con el guion de Aaron Sorkin. Si es así, la película se podría basar perfectamente en The One Device: The Secret History of the iPhone, un libro nuevo de Brian Merchant, un editor de Motherboard, la división de ciencia y tecnología de Vice.
Merchant realiza la labor importante de excavar y recopilar una gran cantidad de detalles y anécdotas sobre el desarrollo del iPhone, muchos de los cuales no se habían registrado hasta ahora. La labor tiene importancia porque, además de ser resistente a salpicaduras, al agua y al polvo, el iPhone resiste a la historia.
El iPhone vive entre nosotros, pero parece —está diseñado para parecer— como si hace hubiera llegado a nuestro mundo desde hace apenas unos minutos desde un plano existencial más alto, más ideal. Así como la pantalla negra y plana no se adapta a los contornos del cráneo humano, la superficie deslumbra, apetece hasta lamerla, pero no ofrece pistas de dónde y cuándo lo hicieron ni quién ni cómo.
Ni siquiera se puede abrir sin el destornillador especial que patentaron con el nombre “Pentalobe”. No es solo un efecto del diseño físico del iPhone, sino de la extraña cultura de reverencia y de secreto que Apple ha creado alrededor de sus productos. El iPhone sabe todo de nosotros, pero sabemos muy poco de él.
Un ejemplo: la tecnología multitáctil, la cual permite que la pantalla táctil del iPhone registre de inmediato varias huellas digitales: por eso puedes pellizcar la pantalla para hacer un acercamiento. ¿De dónde salió? Jobs siempre sostuvo que Apple inventó la tecnología multitáctil. No es verdad.
Como lo demuestra Merchant, en realidad la inventaron en varias y diferentes ocasiones, entre ellas durante la década de 1960 en el Royal Radar Establishment de Inglaterra y en la década de 1970 en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por su sigla en francés).
La tecnología multitáctil que específicamente llegó al iPhone se originó durante el cambio de milenio y el responsable fue un hombre del que seguramente no has oído hablar: Wayne Westerman. Westerman fue un brillante doctor en ingeniería de la Universidad de Delaware que trabajó en la tecnología multitáctil en parte porque sufría graves lesiones que hacían que fuera una agonía usar los teclados convencionales.
En 2005, Apple adquirió la empresa de Westerman, FingerWorks, con lo cual esta y el mismo Westerman desaparecieron detrás de la cortina de titanio de Apple. El resto es, y no es, historia (Apple no dejó que Merchant entrevistara a Westerman o ninguno de los empleados que trabajan actualmente en Apple para The One Device. Gracias a su esmero, Merchant logró encontrar a la hermana de Westerman).
El iPhone está diseñado para tener una eficiencia y una compactibilidad máximas. The One Device no las tiene. Los tres capítulos sobre el desarrollo del iPhone son el corazón del libro, pero también hay material de relleno. Curiosamente no es nada clarificador leer un análisis metalúrgico de un iPhone pulverizado ni saber de la gran odisea que hizo Merchant por todo el mundo, una especie de “iCalvario” para encontrar las materias primas que utiliza Apple: pasó por una mina de estaño en Bolivia, una mina de litio en el desierto chileno y un botadero electrónico en Nairobi donde terminan muchos iPhone. Este tipo de turismo de hacker se puede hacer bien: el mejor ejemplo es el artículo épico que escribió Neal Stephenson para Wired en 1996, “Mother Earth Mother Board”.
El único éxito conspicuo que Merchant tuvo en esta línea es su visita a la fábrica Foxconn, la cual está a las afueras de Shenzhen, China, y es donde se producen los iPhone. Foxconn tiene reputación de tener malas condiciones laborales, y los visitantes suelen ir acompañados de cerca pero, durante una ida al baño, Merchant logra deshacerse de sus escoltas y se da una vuelta por las instalaciones vastas y distópicas.
“Es toda una fábrica”, escribe Merchant, “un millón de aparatos electrónicos para el consumidor que se ensamblan en monolitos idénticos de colores opacos. Te sientes diminuto entre ellos, como un breve escupitajo de materia orgánica entre motores industriales del tamaño de un portaviones”. Es un vistazo palpable de la manera en que el iPhone, como un virus resplandeciente, ha cambiado físicamente la forma del mundo para producir copias de sí mismo.
Merchant también cuenta las historias de los orígenes de las tecnologías que convergen en un iPhone: el cristal Gorilla Glass, los sensores de movimiento, las baterías de iones de litio, los chips ARM, la tecnología inalámbrica, etcétera. Muestra cómo el trabajo de muchas personas se vertió en la creación del iPhone, como un contrapeso del “mito del inventor solitario: la noción de que, después de incontables horas de trabajo duro, un hombre puede inventar algo como por arte de magia que cambiará el curso de la historia”.
El inventor solitario entra en juego después de unos párrafos, pero Merchant pasa capítulos completos hablando con gente como Mitsuaki Oshima, el padre de la estabilización de imágenes. Sin duda, Oshima tiene cualidades admirables ocultas pero, como entrevistador, Merchant es incapaz de descubrirlas (“Incluso cuando se agitó la cámara, la imagen no estaba para nada borrosa. ¡Era demasiado bueno para ser verdad!”).
El terrible hábito que tiene Merchant de viajar en el tiempo es aún peor. Para poder hablar sobre los magnetómetros, primero debemos quedarnos quietos para una clase de historia (“las brújulas se pueden rastrear al menos desde la dinastía Han, cerca del año 206 a. C.“) Para comprender la producción de línea de montaje, un concepto que resulta muy familiar para muchos lectores, hay que hacer un esfuerzo para ir hasta el pleistoceno (“el Homo erectus, el cual surgió hace 1,7 millones de años, fue la primera especie que adoptó ampliamente el uso de herramientas…”). El origen de este tipo de escritura se puede rastrear al menos desde la licenciatura, hasta aquellos ensayos pesados que empiezan así: “Desde el principio de los tiempos, la humanidad se ha preguntado…”.
Pero cuando regresa a la creación del iPhone, Merchant cuenta una historia mucho más rica, la más rica que yo haya visto, a pesar de haber cubierto a Apple como periodista durante años. Si alguna vez han trabajado en un proyecto que es un caso perdido y se siente como que no va a ninguna parte, sacarán fuerza espiritual del relato de Merchant sobre la vida en las trincheras de Púrpura. Incluye fascinantes callejones sin salida y proyectos interesantes que tenían potencial (un prototipo basado en la rueda a la cual se le daba clic en el iPod original, que contaba con iluminación de colores azul y naranja en la parte trasera); sacrificios personales (“El iPhone es la razón de mi divorcio”); obstáculos técnicos sombríos (el sensor infrarrojo de proximidad del teléfono, el cual apaga la pantalla cuando está cerca de tu cabeza, no reconocía el pelo oscuro); la tensión tras bambalinas en el lanzamiento (de hecho, yo estuve ahí y presencié cómo Jobs ensayaba el famoso discurso sobre el iPhone, pero al parecer me perdí de todo); incluso un asesinato simbólico que se dio sobre el escenario (el momento en que Jobs hizo una demostración pública de cómo borrar un contacto y utilizó el nombre del vicepresidente de Apple, Tony Fadell, a manera de anuncio de la inminente salida de este último).
El iPhone se disfraza de algo que no habrían podido hacer las manos del hombre. El libro de Merchant hace visible la labor humana y en el proceso disipa un poco de la niebla y la distorsión de la realidad que rodean al iPhone. The One Device no es definitivo, pero es un comienzo. Lo que necesitamos es un equivalente crucial de un destornillador Pentalobe, un libro que desnude el significado del iPhone, para poder interrogar de manera apropiada a este simbionte, o parásito, que ha introducido nuevos tipos de conexiones y desconexiones en nuestras vidas. Si el iPhone fue una revolución, ¿exactamente quién o qué fue derrocado? Una de las historias de Merchant viene de Grignon, la primera persona en recibir llamadas en el iPhone. La ironía es que no contestó. “En vez de que fuera un momento glorioso al estilo Alexander Graham Bell, fue solo como: ‘Bien… mejor que entre el correo de voz’”, dice Grignon. “Creo que es muy pertinente, dada la situación actual”.
Lev Grossman fue el columnista de tecnología de la revista Time durante 15 años. Es el autor de la trilogía de "Los magos".
https://www.nytimes.com/es/2017/06/22/iphone-decada-historia-creacion/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
sábado, 22 de enero de 2011
How to Make Your iPhone Gently Weep. Cómo hacer de tu iPhone, u otro celular, un emocionante y útil instrumento.
...The iPhone next month has left a lot of Android users wondering whether they, too, should jump on the Apple bandwagon.
If you’re musically inclined, the answer is probably yes, because apps for musicians are in much shorter supply on Android than on Apple devices. Just look at what’s available to players of the country’s most popular instrument, the guitar.
On Android, you can pick through some passable tuners and scale guides. On Apple, you have apps that can breathe new life into the instrument.
For about $50, and an inexpensive hardware connector, versions of apps like AmpliTube, AmpKit and iShred Live give guitarists a mobile recording studio with nearly every traditional sound effect. And you can test more limited versions of these apps for far less money.
For hobbyists who don’t own an array of amps and effects pedals, but who would like to experiment with sound, the apps are great fun. For professionals, the apps come in handy when generating and recording new ideas while away from the studio.
Of the three, I found AmpKit+, the full version of the app, the easiest, most versatile and the best value, especially on an iPad. The app costs $20; the limited version is free.
Like the limited version of other guitar apps, iShred Live is free, with more guitar effects available à la carte within the app. The full version of AmpliTube costs $20, and a limited version is free, but unlike the others, you must buy separate versions for the iPhone and iPad.
You can try iShred Live with just an iPhone headset. The microphone picks up the guitar’s sound and plays back your song with a sound effect.
That’s especially handy for acoustic guitarists who usually can’t plug their instrument into anything. But for those with electric guitars or acoustic-electric hybrids, the best results with these apps come when you connect the guitar to the iPhone, using hardware like Griffin Technology’s GuitarConnect ($30 at GriffinTechnology.com) and IK Multimedia’s iRig ($40, at IKmultimedia.com ).
AmpKit+ and AmpliTube offer a wide range of sound effects, including standards like distortion, wah and delay.
Each app has important features lacking in the other, but in general, if you want to record multitrack songs from within the app, AmpliTube is the better call, while AmpKit+ offers a nimbler environment for experimenting.
AmpKit, the free version, includes two effects pedals, one amp, two speaker cabinets and two microphones. AmpKit+ includes 13 amps, 18 effects pedals, 13 cabinets and eight microphones.
The app is nicely intuitive in most ways, but flawed in one major respect. I needed to tweak the AmpKit+ settings before the effects worked as well as they did on the other apps. Among other things, the sound effects were clipped short, and feedback was occasionally a problem. Todo el artículo aquí en el NYT.
Top 10 Must-Have Apps for the iPhone, and Some Runners-Up A fistful of iPhone apps that will save you time, make your life easier and make you smile. November 11, 2010 technologyNews
The 10 Best BlackBerry Apps Mobile apps that no BlackBerry user should be without
10 Apps That Make Magic on Your iPad Apps that work wonders by making life easier and more fun.
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On Android, you can pick through some passable tuners and scale guides. On Apple, you have apps that can breathe new life into the instrument.
For about $50, and an inexpensive hardware connector, versions of apps like AmpliTube, AmpKit and iShred Live give guitarists a mobile recording studio with nearly every traditional sound effect. And you can test more limited versions of these apps for far less money.
For hobbyists who don’t own an array of amps and effects pedals, but who would like to experiment with sound, the apps are great fun. For professionals, the apps come in handy when generating and recording new ideas while away from the studio.
Of the three, I found AmpKit+, the full version of the app, the easiest, most versatile and the best value, especially on an iPad. The app costs $20; the limited version is free.
Like the limited version of other guitar apps, iShred Live is free, with more guitar effects available à la carte within the app. The full version of AmpliTube costs $20, and a limited version is free, but unlike the others, you must buy separate versions for the iPhone and iPad.
You can try iShred Live with just an iPhone headset. The microphone picks up the guitar’s sound and plays back your song with a sound effect.
That’s especially handy for acoustic guitarists who usually can’t plug their instrument into anything. But for those with electric guitars or acoustic-electric hybrids, the best results with these apps come when you connect the guitar to the iPhone, using hardware like Griffin Technology’s GuitarConnect ($30 at GriffinTechnology.com) and IK Multimedia’s iRig ($40, at IKmultimedia.com ).
AmpKit+ and AmpliTube offer a wide range of sound effects, including standards like distortion, wah and delay.
Each app has important features lacking in the other, but in general, if you want to record multitrack songs from within the app, AmpliTube is the better call, while AmpKit+ offers a nimbler environment for experimenting.
AmpKit, the free version, includes two effects pedals, one amp, two speaker cabinets and two microphones. AmpKit+ includes 13 amps, 18 effects pedals, 13 cabinets and eight microphones.
The app is nicely intuitive in most ways, but flawed in one major respect. I needed to tweak the AmpKit+ settings before the effects worked as well as they did on the other apps. Among other things, the sound effects were clipped short, and feedback was occasionally a problem. Todo el artículo aquí en el NYT.
Browse all the mobile app coverage that has appeared in The New York Times by category, and see what Times writers have on their phones and tablets.
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