Los lectores avezados detectan que estas líneas son las introductorias de Cien años de soledad. Con tales muestras de anzuelos literarios, la tentación de dejar la lectura de páginas de García Márquez acaba inexorablemente en fracaso. Millones lo han intentado. Es la adaptación enriquecida y personalísima de Gabo de un mecanismo de redacción muy elemental, atribuido al periodismo norteamericano: el “lead”.
La trampa por la que el lector ha sido capturado es la estructura y contenido del párrafo introductorio, repetido de formas diversas en otros capítulos. Cualquiera de sus libros tienen muestras semejantes. Consiste en la ubicación, al inicio de un artículo de pura esencia periodística, de los hechos básicos de la crónica. En la estructura de la “pirámide invertida”, el “qué”, “quién”, “cuándo”, “dónde”, “cómo”, y (quizá) “por qué” es el aperitivo que atrapa al lector. En el resto del escrito, el autor va completando los detalles satisfaciendo con dosis calculadas los diversos deseos y expectativas de lector.
La variante del “lead“ ortodoxo deja los detalles secundarios en el interior de la narración en sentido contrario a su importancia, dejando como opción suprema no terminar la lectura. Una técnica alternativa precisamente opta por reservar un golpe de efecto para el final. García Márquez usa diversas modalidades.
Según las confesiones del autor, abandonó los estudios de derecho para dedicarse al periodismo, que practicó en numerosos subgéneros. En contra de lo que pudiera interpretarse de un autor que ha quedado ilustrado con la etiqueta del “realismo mágico”, su prosa es el ejemplo más alejado de la verbosidad barroca y la complejidad sintáctica. Su simplicidad gramatical y la selección léxica no dejan de sorprender por la naturalidad con que se ofrecen.
El aprendizaje de esa personalísima técnica es el resultado del paso de García Márquez por diversos diarios colombianos (El Heraldo de Barranquilla y El Espectador de Bogotá), su trabajo como corresponsal en el extranjero, y el desarrollo de la agencia Prensa Latina. Debió ser el resultado de rechazar la prosa grandilocuente de aire de discurso populista y el oscurantismo de los textos editorialistas.Un posible origen de esa sorprendente sencillez, aunque resulta difícil de demostrar y no existen confesiones del propio autor al respecto, es la profesión de su padre, Gabriel Eligio García. Telegrafista de Aracataca, la aldea natal, debió atraer la atención de su hijo por la naturaleza rígida de los textos que transmitía, con una economía de palabras dictada por la necesidad de abaratar los costos y los esfuerzos técnicos... Joaquín Roy | 19 de abril de 2014. El País.
Las claves de 100 años de soledad.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/03/18/babelia/1426700260_019605.html