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martes, 2 de marzo de 2021

_- Qué es la "imitación lingüística" y cómo te puede hacer más persuasivo

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La técnica de la imitación lingüística puede ser útil en entornos profesionales y también personales.

Todos sabemos que ganarse el favor de alguien es más difícil de lo que parece. Conseguir que alguien se ponga de tu lado, ya sea durante una presentación o una propuesta o simplemente si quieres causar impresión, es un proceso estresante.

¿Les gusto? ¿Están de acuerdo conmigo? ¿Tiene incluso sentido lo que digo?

Pero descifrar el secreto para conectar con alguien puede que sea más fácil de lo que parece: simplemente, imítalo.

Ya sabemos que copiar el lenguaje corporal, las expresiones y los gestos puede ayudar a las personas a forjar relaciones, pero resultados de un nuevo estudio sobre el comportamiento de las organizaciones indican que imitar el estilo de comunicación de alguien también te puede hacer más persuasivo.

La técnica se llama "imitación lingüística" y los datos reflejan que aplicar esta estrategia puede darle un impulso a la eficacia de tu mensaje.

Por ejemplo, la próxima vez que estés en una videoconferencia de Zoom con todos tus colegas, presta mucha atención a cómo hablan y presentan sus ideas. A algunos puede que solo les importen los datos rápidos y las conclusiones y que actúen de forma brusca e incluso un poco distante. Otros pueden ser mucho menos lineales y enredarse en historias dispersas.

Si los colegas son más casuales en su conversación y escritura, relaja también tu estilo de comunicación.

La investigación muestra que debes ajustar tu discurso para imitarlos, aunque su estilo de comunicación sea muy diferente al tuyo.

Desarrollar este talento camaleónico puede ser una incorporación muy útil a tus herramientas para ganarte a la gente y progresar.

Un exhaustivo análisis
"¿Cómo haces que tu voz destaque entre la marea de sugerencias, propuestas y demás? Esto es lo que la imitación lingüística puede facilitar", señala Maxim Sytch, profesor asociado de Gestión y Organizaciones en la Universidad de Michigan, Estados Unidos.

Él y Yong H Kim, profesor asistente de Gestión en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, son los dos investigadores responsables de este nuevo estudio.

Para su elaboración, Sytch y Kim se centraron en el mundo de las leyes y en cómo la imitación lingüística puede ayudar a los abogados a granjearse la simpatía de los jueces y ganar casos.

El dúo analizó más de 25 millones de palabras en más de 1.800 documentos legales de acceso público pertenecientes a demandas por infracción de patentes en Estados Unidos.

Copiar el estilo de comunicación de tus interlocutores te puede hacer más convincente.

Usaron una herramienta de análisis lingüístico por computadora para rastrear el estilo de escritura de los jueces y abogados implicados.

Midieron cuatro estilos de escritura, cada uno en una escala móvil:

-pensamiento analítico (donde puntuaciones más altas sugieren que el autor se decanta por la lógica y puntuaciones más bajas sugieren que se inclina por los valores personales)

-influencia (donde puntuaciones más altas significan confianza y puntuaciones más bajas significan humildad)

-autenticidad (donde puntuaciones más altas indican un estilo tendente a la honestidad y ser sincero y puntuaciones más bajas apuntan a un estilo más reservado)

-tono emocional (los autores con puntuaciones más altas tienden a ser más animados y positivos y aquellos con puntuaciones más bajas tienen un tono más triste o ansioso)

A partir de ahí, analizaron qué abogados de todas estas demandas ganaron sus casos y cuáles no.

Para su sorpresa, los investigadores hallaron que si los equipos legales imitaban más el estilo de escritura preferido por el juez en documentos de fallos legales pasados, sus posibilidades aumentaban más del doble.

De media, los abogados en la muestra de Sytch y Kim tenían un 11,5% de posibilidades de ganar. Pero los abogados que hicieron más imitación lingüística vieron cómo ese índice subía hasta un elevado 25%.

Cosechando los beneficios
Ganarte la simpatía de alguien a través de la comunicación puede significar que caerás mejor en la sala (ahora virtual) de descanso, pero la recompensa por una aguda observación va más allá de eso.

Incluso durante las ahora frecuentes videoconferencias podemos analizar el estilo de comunicación de los demás.

Piensa en sellar un acuerdo con un cliente, impresionar al ejecutivo adecuado o entablar relaciones con personas de tu organización que serán más propensas a hacer lo que quieras que hagan.

Para aplicar de forma eficaz la imitación lingüística, Sytch sugiere prestar atención a la manera en que la gente hace preguntas y observar qué fragmentos de las presentaciones les parecen más o menos convincentes.

Esto sería "una ventana no solo a cómo comunicarse con ellos, sino también a cómo procesan la información".

En la escritura, presta atención a cómo tus colegas componen sus correos, mensajes o chats y hazte eco de la forma y el sentimiento.

Concentrarte en la forma en que una persona presenta puede ayudarte a imitarla; por ejemplo, hay quienes prefieren ir directamente al grano, centrándose en datos y hechos.

Puedes encontrar muchas pistas en cómo les gusta comunicarse.

Por ejemplo, dice Sytch: "Tengo algunos colegas a quienes les encantan los emails largos con muchas enumeraciones y hojas de cálculo adjuntas. La forma de responderles es probablemente escribir un correo igualmente largo respondiendo a cada uno de los puntos".

En otras situaciones, quizá conozcas a alguien que le añade color a su mensaje con sentimientos y anécdotas personales. Puedes enviar una respuesta similar, quizá incluyendo una breve historia tuya para insistir en lo que quieres decir. O si estás hablando con alguien que es más conservador y directo, quizá un superior o un ejecutivo, ve directo a la respuesta. Deja el humor fuera, si es lo que hacen ellos.

Una buena estrategia de observación te puede llevar a lograr grandes éxitos comunicacionales.

En resumen, Sytch indica: "Si me presentas algo de una manera en la que estoy acostumbrado a escuchar, similar a mi forma de articular los pensamientos, me resultará más fácil procesar la esencia de ese argumento y esto, como resultado, te hará ser más persuasivo".

Claro que es más fácil decirlo que hacerlo. Pero puedes usar tus contactos para conseguir una idea de cómo es una persona, especialmente si nunca la has conocido. Pregúntale a alguien que se haya relacionado con "tu objetivo", recomienda Sytch.

Algo así como: "Oye, voy a hacerle una presentación a Brian, ¿Cómo es? ¿Qué tipo de preguntas hace? ¿Qué tengo que hacer para convencerle?".

"Ser sensible a ese proceso de dar información, a cómo otras personas procesan la información, nos puede dar mayores posibilidades de que nos escuchen", concluye Sytch.

jueves, 22 de octubre de 2020

No es lo que se dice, sino cómo se dice: 6 claves para mejorar la comunicación entre los jefes y los empleados

Siguiendo una serie de pequeños pasos, podemos mejorar la eficiencia de nuestra comunicación notablemente.

"Una cosa es tener razón y otra tener acierto". Usted puede tener razón, pero no acertará si lo plantea de una forma inadecuada. Y, por lo tanto, conseguirá lo contrario de lo que pretende.

Esta afirmación es igual válida para un empleado que para un directivo.

De hecho, es un principio básico de comunicación que hay que tener en cuenta a la hora de realizar una crítica o solicitar un cambio en el comportamiento.

La importancia de la comunicación y, más concretamente, dar respuesta de manera eficiente es fundamental tanto en la vida privada como en la laboral.

De la comunicación depende que la persona entienda y pueda mejorar una conducta. También, que no lo entienda y se enfade, aunque no tenga razón.

Dar respuesta y hacerlo bien es más una ciencia que un arte.

Como decía Benjamin Franklin: "Recuerda que no basta con decir una cosa correcta en el lugar correcto; es mejor todavía pensar en no decir algo incorrecto en un momento tentador".

Tanto en el caso de los empleados como en el de los jefes, saber decir las cosas adecuadamente nos salvará de muchos problemas y malentendidos.

De hecho, siguiendo una serie de pequeños pasos, podemos mejorar la eficiencia de nuestra comunicación notablemente. Es un proceso comunicativo que conviene cuidar. Recuerde:

"El que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel que el que no sabe pensar".

Veamos los pasos que hay que seguir:

1. El lugar
Si vamos a hablar con una persona, necesitamos buscar un lugar adecuado para ello. Nunca se debe recriminar a nadie delante de otros compañeros y compañeras, y mucho menos de clientes.

Esto daña directamente la relación entre las personas, además de humillar al compañero, empleado o jefe. Es importante buscar un lugar que no moleste a nadie, siendo conveniente silenciar el teléfono y reservar ese tiempo para estar con la persona con la que quiere tener una comunicación eficiente.

Indicar exactamente la conducta errónea no da lugar a discusión.

Preparar lo que se quiere decir y el planteamiento a seguir es decisivo. Decía Abraham Lincoln:

"Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha".

2. La regla: dos mensajes positivos y uno negativo

En vez de censurar directamente la actitud, el comportamiento o los resultados de un trabajo, merece la pena comenzar destacando aspectos positivos de la persona.

Por ejemplo: "Pablo, llevas 10 años trabajando con nosotros y la empresa está encantada contigo. Has liderado varios proyectos con éxito y reconocimiento, tanto de los clientes como de la propia empresa. Sin embargo, en este último proyecto la empresa no ha quedado contenta".

Después de dar información positiva sobre su rendimiento, nos centraríamos en la actitud o en la conducta que queremos cambiar.

3. Hechos, no juicios de intenciones 
La actitud, la conducta que deseamos cambiar debe ser acotada. En muchas discusiones se realizan generalizaciones, se estereotipa: "siempre llegas tarde", "todo lo haces mal", "no me gusta como trabajas", etc.

Acotar la conducta implica referirse a hechos concretos. En vez de decir "siempre llegas tarde", debe indicarse "el lunes llegaste 10 minutos tarde, el martes 15 y el jueves 20. ¿Es correcto?".

Esta forma de abordar el problema, sobre hechos concretos, evita dirigirse a la persona de forma global. "Siempre llegas tarde" es erróneo y lleva a la discusión y al deterioro de la conversación y de las relaciones personales.

Sin embargo, indicar exactamente la conducta errónea no da lugar a discusión.

Es importante escuchar a quien ha desarrollado la conducta que deseamos corregir antes de tomar ninguna decisión.

4. ¿Tienes algún problema en el que te podamos ayudar?
Conocemos la conducta, pero desconocemos las causas. Antes de aventurarnos, conviene preguntar: "¿Has tenido algún problema?", "¿te podemos ayudar en algo?".

Si es una conducta que no se ha producido anteriormente, es probable que haya una causa razonable.
Hay que dar la oportunidad al empleado para que pueda explicarse. Una respuesta que podemos obtener es: "Sí, nos ha fallado la persona que lleva a los niños a la guardería y he tenido que llevarles esos tres días. Ya está solucionado".

Es importante escuchar a quien ha desarrollado la conducta que deseamos corregir antes de tomar ninguna decisión. Es mejor esperar y prevenir que anticiparse y tener que disculparse. 

5. Corregir el problema
Una vez aclarado el problema, hay que solicitar un cambio en la conducta. Y lograr que se comprometa con ello.

"Si ya está solucionado, perfecto. En cualquier caso, te agradecería que, si vuelve a darse una situación como esta, me avises en el momento, por favor. ¿Estás de acuerdo?".

Si la respuesta es afirmativa, tenemos el problema resuelto. Si el problema es más grave, hay distintas opciones:

Un problema de salud suyo o de un familiar cercano. Se le puede aconsejar que solicite la baja hasta que se recupere.

Una separación o divorcio. Apartarle del proyecto en el que esté hasta que se encuentre mejor. Si lo necesita, solicitar la baja. Si la empresa ofrece servicios de asesoramiento, hay que ponerlos a su disposición.

6. Cerrar la reunión
Después de acordar la solución, es conveniente despedir la reunión poniéndose a su disposición para cualquier cuestión en la que necesite ayuda.

Y se le agradece su dedicación y disposición para solucionar el problema.

Muchas veces no seguimos estos sencillos pasos, que son la llave del éxito en la comunicación interpersonal.

Seguir estas indicaciones ayudará a resolver la situación que nos preocupa, nos ahorrará problemas posteriores y nos ayudará a mejorar la calidad de nuestra comunicación.

Como decía Paul J. Meyer: "La comunicación humana es la clave del éxito personal y profesional".

* Fernando Díez Ruiz, José Antonio Campos Granados y José Luis del Val Román son profesores de la Universidad de Deusto.

Puedes leer aquí  la nota original publicada en The Conversation.