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martes, 4 de noviembre de 2025

_- Historia. Carlos Arenas, profesor de Historia e Instituciones económicas de la Universidad de Sevilla, publica El Estado pesebre (El Paseo): interesante ensayo sobre el abuso de poder y la corrupción de reyes, obispos o negreros en la España moderna y contemporánea. Sintetizamos sus principales estrategias.

El Estado pesebre. Una historia de las élites españolas

Carlos Arenas Posadas 
El Paseo, 2025
392 páginas, 24,95 euros

_- 1. El Estado es cosa de ricos
Los Reyes Católicos se asentaron en el poder gracias a la venta a particulares de títulos de nobleza, jurisdicciones y cargos públicos que tenían sus regalías y, desde entonces, se configura un país en el que la cultura de la renta se impone a la de la producción o la innovación. En 1557, por una regiduría de una ciudad con voto en Cortes se pagaba entre 600 y 3.200 ducados. En el siglo XVI, el banquero genovés Nicolás de Grimaldo adquirió 630 cargos municipales en noventa municipios distintos para repartirlos entre sus familiares.

2. Paraísos fiscales interiores
Se entendía que el que había comprado un cargo a la Corona tenía vía libre para extraerle todo el provecho posible. Además de la corrupción directa, la ocultación del territorio fértil o de las cosechas era algo habitual. En los años 1477 y 1478, el arzobispo de Sevilla embarcó 192.000 fanegas de trigo sustrayéndolas al comercio local. Tras el intento fallido del marqués de la Ensenada, el gobierno surgido de la Gloriosa se propuso hacer otro catastro en 1868. En la provincia de Cádiz, casi la mitad de la superficie cultivada estaba oculta a los documentos oficiales.

3. Los impuestos son cosa de pobres
El sistema de encabezamiento permitía a la Corona desentenderse de la recaudación directa de impuestos. Se adjudicaba a cada núcleo de población una cantidad y, además de no pagar, las élites locales exprimían a las clases productivas y se quedaban la diferencia entre la cantidad prevista y la obtenida. El mayor fraude fiscal correspondió al comercio con América: cámaras ocultas, falseamiento de arqueo, sobornos a controladores, etc. El fraude llegó a afectar al 80% del comercio, con la Casa de Medina Sidonia en cabeza.

4. El negocio de la guerra
En la época imperial, los conflictos devoraban tres cuartas partes de los ingresos de la Corona. El montante total de la deuda soberana pasó de 20 a 280 millones de educados entre 1556 y 1667. El complejo militar-preindustrial estaba dirigido por las élites aristocráticas y la corrupción era algo habitual: desfalcos, fraude contable, connivencia con proveedores o la no actualización de la tropa para quedarse con las soldadas de los muertos. La caída en desgracia de Antonio Pérez, secretario de Felipe II, tuvo que ver con su defensa de una paz con Flandes frente al lobby belicista.

5. El robo organizado a los disidentes
Se calcula que 300.000 españoles fueron llevados a juicio por la Inquisición entre 1481 y 1788. Aunque no hubiera muerte, el castigo conllevaba la confiscación total o parcial de los bienes del acusado, que se transferían a los miembros del tribunal, a los funcionarios y a los delatores. En diferentes momentos, Fernando VII y el bando franquista replicaron el modelo. En Andalucía, se abrieron 11.000 expedientes de depuración tras la Guerra Civil que expropiaron alrededor de 70 millones de pesetas y miles de propiedades.

6. Patrimonio real o nacional
Es costumbre real el robar, pero los Borbones exageran, dijo Talleyrand. Fernando VII peleó con todas sus armas para que el patrimonio real no se convirtiera en nacional, una metáfora interesante. Su viuda, María Cristina, fue el epicentro de una trama corrupta que incluía especulaciones bursátiles con información privilegiada, concesiones amañadas, tráfico de esclavos e incluso la fundición de monedas de plata y oro robadas al patrimonio del Estado. En 1845, su fortuna era de 184 millones de reales. La de su bisnieto Alfonso XIII, accionista de setenta y tres empresas, pasó de 8,9 millones de pesetas en 1902 a 44 en 1931.

7. El fracaso del liberalismo
La nobleza y la Iglesia se resistieron a perder sus privilegios con la revolución liberal: control de la administración, elusión fiscal y acumulación de propiedades. En general, lo consiguieron. En 1837, se cambió la ley que obligaba a nobleza y clero a demostrar la propiedad de la tierra y pasaron a ser los ayuntamientos los que tenían que hacerlo. Las desamortizaciones posteriores acabaron beneficiando a los que ya poseían tierras, además ser una privatización de bienes públicos. En Sevilla, menos del 4% de los compradores adquirió más del 60% de las propiedades subastadas. En 1931, la Iglesia aún poseía un tercio de la riqueza inmueble de España: 11.921 propiedades rústicas y 7.828 fincas urbanas.

8. Una revolución para un rescate
En 1848, comenzó la construcción de la red ferroviaria. El Estado se excluyó como inversor, pero no como sostén o rescatador. Dos años después, sólo se había construido un 2,3% de lo convenido porque el negocio estaba en la captación de subvenciones. La compañía de la familia Rothschild contrató a trece ministros de Hacienda y tres ministros de Fomento. La crisis del 1866 tuvo efectos devastadores sobre la economía y las acciones de las compañías ferroviarias se desplomaron un 90%. Cayó el gobierno de O’Donnell. El espadón Narváez se negó al recate y, en 1868, un complot destronó a Isabel II. Estuvo liderado por el general Serrano, presidente de una compañía ferroviaria. Su gobierno sí aprobó el nuevo paquete de ayudas.

9. El negocio del Rif
En la conferencia de Algeciras de 1906, España quedó al cargo de las provincias marroquíes del Rif y Yebala. Dos años después, se constituyó la Sociedad Española de Minas del Rif cuyos propietarios eran, entre otros, Alfonso XIII, Romanones, Comillas, Godó, Urquijo o Zubiría. Élites madrileñas, barcelonesas y vascas. Entre 1909 y 1931, la aventura colonial de Marruecos para defender los negocios privados se llevó unos 5.600 millones de pesetas del presupuesto y costó la vida a 21.000 españoles. Además, dentro del ejército, se creó un partido africanista que hizo del militarismo una filosofía que acabaría triunfando en la Guerra Civil.

10. El negocio de la Guerra Civil
Para los militares africanistas, la guerra fue un negocio. Franco reunió en los tres años de guerra civil una fortuna de 34,3 millones, producto de sobresueldos, comisiones de empresas extranjeras u operaciones como la reventa de un carguero de café donado por el dictador brasileño Getulio Vargas que le proporcionó 7,5 millones. El año de su muerte, tenía participaciones en 52 empresas y 21 fincas y palacios.

El Estado pesebre. Una historia de las élites españolas
Carlos Arenas Posadas
El Paseo, 2025
392 páginas, 24,95 euros

domingo, 7 de septiembre de 2025

_- Estop genocidio. El negocio del genocidio: no hay límite para el capitalismo si se trata de ganar dinero

_- Estoy seguro de que muchas de las personas que leen mis artículos tuvieron noticia del último informe de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967, Francesca Albanese, publicado en junio pasado.

Sin embargo, quiero reincorporarme a la actividad tras el paréntesis veraniego haciéndome eco de él por tres razones importantes. En primer lugar, porque hay que seguir denunciando y combatiendo lo que yo creo que es un auténtico crimen contra la humanidad, cometido por Israel en la piel del pueblo palestino y con la complicidad de los grandes poderes que dominan el mundo. En segundo lugar, porque este informe señala y demuestra algo muy importante que hay que divulgar: el genocidio que lleva a cabo Israel no es sólo un crimen en sí mismo, por lo que tiene de violencia terrorista y de crueldad inhumana, sino también un negocio de sangre para un gran número de grandes empresas. Finalmente, y no es lo menos importante, me hago eco del informe como un modesto homenaje a su autora, una persona honrada y valiente que está siendo perseguida, amenazada y vejada, sin que demuestren que sus juicios son erróneos, por los gobiernos criminales de Estados Unidos e Israel, para los que el dinero y el poder están por encima de la verdad, la vergüenza y la paz.

El Informe parte de una evidencia: el colonialismo y el genocidio “han sido históricamente impulsados y facilitados por el sector empresarial” para desposeer a los pueblos, y eso mismo es lo que ha ocurrido con la estrategia de Israel para colonizar los territorios palestinos.

En concreto, muestra que grandes corporaciones multinacionales fabricantes de armas, tecnológicas, constructoras, de industrias extractivas y servicios, bancos, fondos de pensiones, aseguradoras, e incluso universidades y organizaciones benéficas permiten «la negación de la autodeterminación y la ocupación, la anexión y los crímenes de apartheid y genocidio, así como una larga lista de crímenes conexos y violaciones de derechos humanos, desde la discriminación, la destrucción indiscriminada, el desplazamiento forzado y el saqueo hasta las ejecuciones extrajudiciales y la hambruna».

El informe señala que han hecho y hacen negocio con la ocupación y el genocidio de diversos modos. Entre otros, proporcionado armas y maquinaria para destruir viviendas, escuelas, hospitales, mercados…, comprado tierras con el fin de desposeer y desplazar a la población palestina, suministrado equipos de vigilancia para segregar y controlar comunidades, asfixiado la economía palestina convirtiéndola en un mercado cautivo, explotando su mano de obra y recursos y canalizado fondos hacia la ocupación ilegal, o suministrando los servicios de información, datos e inteligencia o financieros que permiten que Israel lleve a cabo la ocupación y el genocidio.

También se benefician de la ocupación y dan soporte al genocidio otras organizaciones civiles y religiosas de diversos países e incluso universidades y grandes centros de investigación, como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en cuyos laboratorios se realizan investigaciones sobre armas y vigilancia financiadas por el Ministerio de Defensa israelí.

En realidad, nada de esto se sabe por primera vez. Ya en 2020 Naciones Unidas había presentado una base de datos con 112 empresas que se beneficiaban de la actividad ilegal de Israel en Cisjordania. El portal whoprofits.org proporciona, además del listado de esas empresas, informes sobre su área específica de actividad. Y en dontbuyintooccupation.org se señalan las entidades financieras que hacen negocio con la ocupación, entre ellas, las españolas Banco de Santander, BBVA, Caixa y Banco de Sabadell.

El informe tiene el valor, sin embargo, de denunciar todo eso en el momento más difícil con fundamento, valentía y con toda claridad: el genocidio perpetrado por Israel continúa -dice Francesca Albanese- «porque es lucrativo para muchos».

Su informe concluye diciendo textualmente: «Los inversores y las instituciones públicas y privadas se lucran a mansalva (…) Las empresas armamentísticas han obtenido beneficios casi récord equipando a Israel con armamento de última generación que ha devastado a una población civil prácticamente indefensa (…) La maquinaria de los gigantes mundiales de equipos de construcción ha contribuido decisivamente a arrasar Gaza, impidiendo el retorno y la reconstitución de la vida palestina. Los conglomerados mineros y de energía extractiva, si bien proporcionan fuentes de energía civil, han alimentado las infraestructuras militares y energéticas de Israel, ambas utilizadas para crear condiciones de vida calculadas para destruir al pueblo palestino (…) La agroindustria aún sustenta la expansión de los asentamientos. Las mayores plataformas de turismo en línea siguen normalizando la ilegalidad de las colonias israelíes. Los supermercados globales siguen ofreciendo productos de los asentamientos israelíes. Y las universidades de todo el mundo, bajo el pretexto de la neutralidad en la investigación, siguen beneficiándose de una economía que ahora opera en modo genocida».

El ansia voraz y enfermiza del beneficio, la avaricia sin límites que mueve al capitalismo de nuestros días y el poder gigantesco que están acumulando las grandes industrias armamentísticas, tecnológicas y financieras han creado, como dijo el Tribunal Penal Internacional y recuerda el informe de Francesca Albanese, una «empresa criminal conjunta» que conforma una «economía global que impulsa, alimenta y facilita este genocidio». El capitalismo de nuestros días, las grandes empresas que lo gobiernan, sus directivos y los políticos que las defienden y apoyan, están manchados de sangre inocente de docenas de miles de seres humanos.

No es nada fácil hacerse oír y combatir todo esto, pero no podemos callarnos ante los crímenes consentidos ni ante la infamia de los gobiernos, empresas y líderes políticos y sociales que por acción u omisión están permitiendo un nuevo y vergonzoso holocausto en Palestina.

PD.

Con ese ánimo de no guardar silencio, un grupo de personas de diferentes sensibilidades políticas e ideologías enviamos hace unos días una carta a la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reclamándole que actúe y no sea cómplice ni por acción ni por omisión del genocidio. Ya se han sumado más de 800 1.200 firmas. Te animo a hacerlo (para ello escribe a fcasero@fundacionsavia.org) o, incluso mejor, a que tomes la misma iniciativa y envíes otra carta parecida con personas de tu alrededor. La que hemos enviado puedes leerla pinchando aquí.