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domingo, 29 de diciembre de 2013

La cristiana cautiva. Las preguntas de la vida. El mundo de las fábulas y los cuentos mitiga la angustia ante lo desconocido

...¿Sabemos por qué hemos nacido, por qué tenemos que morir, por qué existe la injusticia o la desdicha, qué es el amor y por qué nos hace sufrir? Nuestra vida está llena de preguntas que no podemos evitar hacernos sin descanso. Para mantenerlas vivas y mitigar a la vez la angustia que nos produce no conocer sus respuestas existe el mundo de las fábulas y los cuentos, el mundo inagotable de la ficción. Estamos perdidos y buscamos un camino que transforme nuestra vida en una historia que merezca la pena contar, una historia que nos consuele con su belleza. Las religiones, cuando no se han separado aún de los hombres, las mujeres y los niños reales, nos ofrecen historias así. Historias que nos dicen que hay un lugar adonde ir, un lugar donde, entre otras cosas, podremos reencontrarnos con los muertos que amamos.

Esas historias no son distintas a las historias que se narran en los cuentos. Con una diferencia, las religiones nos dicen que ésta no es nuestra verdadera vida y que sólo la muerte puede conducirnos a ella; los cuentos, que el paraíso está en el mundo y que hay que vivir como si fuera posible alcanzarlo. El árbol que canta, el pájaro que habla y el agua de oro en el cuento de Las mil y una noches hablan de ese anhelo de felicidad. Hay muchas formas de contestar a la pregunta eterna de por qué leemos. Yo tengo la mía: leo para seguir el rastro de luz que dejan en la noche esas moritas cautivas de mi infancia.
Gustavo Martín Garzo es escritor. 

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