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martes, 5 de febrero de 2013

Las víctimas olvidadas de la anatomía nazi. Victoria Gill. BBC

Liane Berkowitz fue ejecutada por los nazis y su cuerpo fue utilizado para la experimentación de científicos anatomistas.

Liane Berkowitz tenía sólo 19 años cuando fue ejecutada por los nazis. Fue arrestada en 1942 por la Gestapo, la policía secreta, cuando pegaba carteles con mensajes en contra de la propaganda nazi. Estaba embarazada, pero esto sólo postergó su ejecución hasta después de que diera a luz a su bebé.

La sombría historia de Liane no acabó con su muerte. Su cuerpo fue uno de los miles que fueron diseccionados por anatomistas y utilizados para sus experimentos.

La identidad de estas víctimas del horror nazi ahora sale a la luz gracias a los investigadores que rastrean los registros legales para identificar a quienes acabaron sobre las mesas de trabajo de los anatomistas del régimen.

Liane fue una de las 182 personas cuyos cadáveres fueron analizados por Hermann Stieve, quien en aquel momento era un renombrado experto de la Universidad de Berlín.

Los nombres completos de la llamada "lista de Stieve" –conformada principalmente por mujeres– acaban de ser publicados por Sabine Hildebrant, una anatomista alemana que trabaja en la Universidad de Michigan. 

"El mismo Stieve elaboró esta lista en 1946", explica la doctora Hildebrant, quien lleva una década investigando la historia de la anatomía alemana. El detallado registro de Stieve de su macabro trabajo ha permitido identificar a sus víctimas.

Hildebrant ha enfocado sus esfuerzos en contar las historias de estas personas. "Quería saber quiénes eran", dice la investigadora consultada por la BBC, "quería que fueran conocidas otra vez".

Trauma y estrés
Véra Obolensky y Libertas Schulze-Boysen
Muchas de las víctimas de la lista de Stieve eran mujeres y miembros de la resistencia, como Véra Obolensky y Libertas Schulze-Boysen. Stieve estaba interesado especialmente en la anatomía reproductiva. Por eso la mayoría de sus víctimas fueron mujeres.

 "Antes de 1933 podía estudiar los cadáveres de hombres que habían sido ejecutados, pero no mujeres, ya que Alemania no ejecutaba mujeres". "Pero repentinamente, durante el Tercer Reich, empezaron a hacerlo". 

Alrededor de la mitad de estas mujeres, entre ellas Liane Berkowitz, fueron condenadas a muerte acusadas de traición. Algunas fueron denunciadas a la Gestapo por otros ciudadanos después de expresar sus ideas políticas contrarias al nazismo.

William Seidelman, exprofesor de medicina de la Universidad de Toronto, Canadá, también dedicó años a la investigación de los lazos entre "medicina y asesinato" en el Tercer Reich.

En un artículo académico de 1999 publicado en Dimensions: A Journal of Holocaust Studies, Seidelman reveló algunos detalles sobre cómo Stieve trabajó en estrecha colaboración con la prisión berlinesa en la que se realizaban las ejecuciones. "Cuando una mujer en edad reproductiva iba a ser ejecutada, informaban a Stieve, se decidía una fecha y se comunicaba a la prisionera cuándo iba a morir", escribió el profesor Seidelman.

EXPERIMENTOS NAZIS
De acuerdo al historiador médico Paul Weindling, casi 25.000 víctimas de los experimentos científicos nazis han sido identificadas.

Weindling dice que hubo distintas "fases" de esos experimentos. La primera estuvo ligada a la eugenesia y a la esterilización forzosa. La segunda fase coincidió con el inicio de la guerra. "Los doctores comenzaron a experimentar con pacientes de hospitales psiquiátricos", escribió el profesor Weindling en un reportaje de la BBC. "Se hicieron experimentos esporádicos en campos de concentración como el de Sachsenhausen, cerca de Berlín, y observaciones antropológicas en Dachau."

La tercera fase comenzó en 1942, cuando las SS (la policía militar nazi) y el ejército alemán tomaron el control de la experimentación científica. Aumentó el número de pruebas en los que se inocularon enfermedades mortales como malaria o tifus exantemático epidémico a miles de víctimas. 

Durante una cuarta fase en 1944-45, explica el doctor Weindling, "los científicos sabían que la guerra estaba perdida pero continuaron con sus experimentos".

"Stieve estaba particularmente interesado en los efectos del estrés y del trauma psicológico en los ciclos menstruales de las mujeres condenadas". "Tras la ejecución, los órganos pélvicos de la mujer eran extraídos para ser examinados.

Stieve publicó informes basados en esos estudios sin ningún remordimiento ni disculpa", dice Seidelman. Stieve se refería a los órganos que analizaba como "material". Sus publicaciones de entonces fueron las primeras en sugerir que el estrés –encarnado en nada menos que una sentencia de muerte– interrumpía el ciclo menstrual.

En su misión de revelar la vida de las personas detrás de este "material", la doctora Hildebrandt revisó los archivos personales de las víctimas de Stieve, que se guardan en el museo del Monumento a la Resistencia Alemana de Berlín.

Hildebrant analizó cada archivo junto a una copia de la lista de Stieve que se mantiene en el Ministerio de Justicia alemán, e identificó a cada una de las personas. Comprobó los nombres de 174 mujeres y ocho hombres de la lista, las fechas exactas de nacimiento y defunción, las nacionalidades, las razones de su ejecución y cualquier otra información personal que pudo encontrar. Algunos de los archivos contienen cartas que expresan los últimos deseos de los prisioneros condenados, como los de "reunirse con sus seres queridos en la muerte", según explica la investigadora.

Una de esas cartas era de Libertas Schulze-Boysen, quien había sido miembro del partido nazi, pero en 1937 se unió a la resistencia alemana y documentó y recolectó evidencias fotográficas de los crímenes del nacionalsocialismo.

Libertas fue arrestada en septiembre de 1942 y condenada a muerte por traición en diciembre del mismo año. En una carta a su madre, escribió: "Como último deseo he pedido que te entreguen mi 'sustancia material'. Si es posible, entiérrame en un lugar hermoso, soleado y rodeado de naturaleza".

HISTORIA OSCURA
EL MACABRO ATLAS DE PERNKOPF
Eduard Pernkopf, director de Anatomía de la Universidad de Viena entre 1933 y 1945 y miembro del Partido Nazi, utilizó cadáveres de prisioneros ejecutados para sus estudios y lo registró en su atlas de anatomía. Las detalladas ilustraciones que contiene lo hicieron famoso entre los estudiantes de anatomía.

Pernkopf trabajó 18 horas diarias diseccionando cadáveres mientras un equipo de artistas creaba las imágenes. Le llevó más de veinte años terminar su libro. Tal como Sabine Hildebrandt escribió en un artículo de 2006 en la publicación Clinical anatomy, este proyecto reveló "el traslado de al menos 1.377 cuerpos de personas ejecutadas al Instituto Anatómico de Viena" durante el Tercer Reich.

"El posible uso de esos cadáveres como modelos no puede descartarse en al menos la mitad de las casi 800 láminas del atlas". Hildebrant dice que su investigación ha dejado "dolorosamente" en evidencia lo poco que interesaba entonces a los anatomistas el destino de las personas cuyos cuerpos estaban diseccionando.

Por asociación, es una mancha en la investigación anatómica alemana. De los 31 departamentos de estudios de anatomía en Alemania y los territorios ocupados entre 1933 y 1945, la experta encontró que "todos ellos, sin excepción, recibieron cadáveres de las cámaras de ejecución". Este tema no acaparó la atención pública sino hasta hace dos décadas.

El profesor Seidelman cuenta que en 1989 un académico anatomista de la Universidad de Tubinga indicó en una conferencia que los especímenes que estaba mostrando eran de trabajadores esclavos polacos y rusos ejecutados durante el Tercer Reich.

Según explicó Seidelman a la BBC, "los estudiantes estaban conmocionados y exigieron una explicación". La universidad inició una investigación formal. Todas las muestras anatómicas de "origen incierto o sospechoso" fueron sepultadas en una sección especial del cementerio de Tubinga y el 8 de julio de 1990 se realizó una ceremonia conmemorativa.

Varias universidades han realizado investigaciones formales sobre la obtención de cuerpos durante el auge del nazismo en sus propios departamentos de anatomía. Instituciones de Austria también estuvieron involucradas.

"La Universidad de Viena tenía un tranvía fúnebre especial que transportaba los cadáveres de la sala de ejecución del juzgado regional al instituto de anatomía", dice el profesor Seidelman.

Eduard Pernkopf, que fue director de anatomía entre 1933 y 1945, dejó un legado impreso en un tomo académico de dudosa fama. Muchas de las ilustraciones increíblemente detalladas del atlas de Pernkopf retratan los cuerpos de las víctimas del terror nazi.

Seidelman dice que los investigadores están aún en "una fase muy temprana del proceso de revelar las historias de aquellas personas que se convirtieron en 'material experimental'". "Se convirtieron en objetos inanimados", dice.

Hildebrant coincide en que este tema aún proyecta una sombra sobre la ciencia anatómica y opina que "la anatomía alemana de posguerra se construyó en parte sobre los cuerpos de las víctimas".

"Es hora de devolver los nombres a los números, de dar rostros y biografías a las víctimas de la anatomía en el Tercer Reich para recordar su humanidad y las injusticias que tuvieron que enfrentar", concluye.
Fuente: BBC.

lunes, 4 de febrero de 2013

El pequeño pueblo alemán, Mössingen, que se manifestó solo contra un Hitler recién llegado al poder

Un día después de la llegada de Adolf Hitler al poder (hace ocho décadas), el Partido Comunista Alemán (KPD), perseguido por el nacionalsocialismo, convocó una huelga general en todo el país.

Sólo un pueblo de 4.000 habitantes en el suroeste de Alemania, Mössingen, atendió la llamada de la organización y, según los datos de que se disponen, entre 800 y 1.000 personas salieron a la calle y paralizaron dos fábricas que funcionaban en la localidad. La policía, sin mayores problemas, terminó reprimiendo la protesta, la única que hubo en aquel día en toda Alemania.

Las autoridades de Mössingen, según el historiador Bernd Jürgen Warneken que ha escrito un libro sobre el tema, han tenido a través de la historia dificultades a la hora de confrontar los hechos del 31 de enero de 1933.

Ya los nazis durante la década y media de su régimen habían sentado las bases para que la huelga de Mössingen fuera vista como un episodio orquestado por el stalinismo y por los enemigos de Alemania.

Partidos políticos opuestos a conmemorarlo
El que los comunistas hubieran tenido un liderazgo en los movimientos de oposición ilegales perjudicó la reputación de la resistencia durante la postguerra, la visión que habían impuesto los nazis sobre la huelga de Mössingen siguió en buena parte vigente, a lo que ayudó al dominio que han tenido durante mucho tiempo en esa región fuerzas conservadoras.

Sólo hace 10 años, cuando se cumplió el 70 aniversario, se puso una placa conmemorativa de aquella protesta, pese a que dentro del ayuntamiento hubo resistencias. Sólo uno de los supervivientes de la huelga (Jakob Textor, que murió en 2010 con 102 años) pudo estar presente en ese acto.

Textor mismo, sin embargo, que pintó uno de los afiches de la huelga, nunca recibió un homenaje de la ciudad y el ayuntamiento rechazó una propuesta al respecto cuando él cumplió 100 años.

Esta semana, con motivo del 80 aniversario de la huelga, diversos grupos impulsaron una serie de actos conmemorativos, ante los que se mostraron reacios los representantes de la Unión Cristianodemócrata (CDU) (el partido de la canciller Angela Merkel) en el ayuntamiento de Mössingen.

El alcalde de localidad, el independiente Michal Bulander, quiso aprovechar el aniversario para activar un diálogo entre quienes, como él, consideran la huelga contra Hitler como un acto de resistencia legítimo y aquellos que critican los disturbios que hubo en el marco de la misma.

El libro de Warneken, No pasó nada en ninguna parte, salvo aquí (Das ist nicht nirgends gewesen, ausser hier) apareció originalmente en 1982, en Rotbuchverlag, y recientemente ha sido reeditado por Talheimer Verlag, con motivo del aniversario de la huelga. En el prólogo para la nueva edición, Warneken se ocupa de las dificultades que ha tenido Mössingen con la memoria de la huelga y ve este problema dentro del marco de la tardanza que tuvo Alemania en abordar del pasado nazi y en rendir tributo a aquellos que trataron de resistirse al régimen.

Warneken recuerda que la República Federal de Alemania (RFA) se demoró mucho en ver como algo legítimo la rebelión de los oficiales, encabezados por Stauffenberg, que trataron de dar muerte a Hitler el 20 de julio de 1944.

Si honrar a los rebeldes del 20 de julio (todos ellos de procedencia conservadora) no era fácil, más difícil aún era rendir tributo a la resistencia obrera, muchas veces liderada por el KPD, de la que, dice Warneken, casi no se habló en los medios, ni en los libros de historia durante años, pese a ser la más activa y la que más víctimas puso.

"El que los comunistas hubieran tenido un liderazgo en los movimientos de oposición ilegales no ayudó a su reputación, sino perjudicó la reputación de la resistencia", dice Warneken.

 A ello se agregaba un factor local que era el que había en Mössingen entre los antiguos nazis y los antiguos opositores al régimen, que en muchos casos eran vecinos o trabajaban en el mismo sitio.

Esto hacía temer, según Warneken, que el recuerdo de la huelga pudiera envenenar la vida social de Mössingen con lo que "el llamado a no resucitar viejas heridas no sólo estaba determinado ideológicamente". Ahora la situación ha cambiado, según Warneken, y el fin de la guerra fría hace que aumente la conciencia de que el pasado rojo también forma parte de la identidad de Mössingen.

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/1717832/0/pueblo/resistencia/nazismo-hitler/