viernes, 22 de diciembre de 2023

“Pasarán millones de años antes de que una máquina pueda volar” y otras predicciones tecnológicas espectacularmente erradas

Máquina voladora de los hermanos Wright

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El primer vuelo humano controlado, propulsado y sostenido, el 17 de diciembre de 1903, en Carolina del Norte, realizado por los hermanos Wright. 

Predecir, según la RAE, es anunciar por revelación, conocimiento fundado, intuición o conjetura algo que ha de suceder.

Aunque el sentido común quizás te diga que no es aconsejable hacerlo, la predicción es necesaria en todos los aspectos de la vida: cualquier decisión involucra algún grado de visualización del porvenir.

Pero, como dijo el brillante físico Neils Bohr, "la predicción es muy difícil, especialmente si es sobre el futuro".

Y cuando voces confiables se aventuran a adivinar qué pasará y fallan, no lo olvidamos.

Digamos que es porque alguna lección se podrá sacar de esos catálogos de errores. Pero, para ser francos, es porque nos entretiene.

Recientemente, por ejemplo, ha circulando un editorial publicado hace 120 años, en octubre de 1903, por The New York Times (NYT), uno de los diarios más respetados y galardonados del mundo.

El titular era "Máquinas voladoras que no vuelan" y en las líneas finales concluía:

"...podría asumirse que la máquina voladora que realmente volará podría evolucionar con los esfuerzos combinados y continuos de matemáticos y mecánicos en entre un millón a 10 millones de años".

Luego, seis semanas después, el 17 de diciembre, los hermanos Wright lograron el primer vuelo sostenido en una aeronave más pesada que el aire.

Recortes del artículo "Máquinas voladoras que no vuelan" Pie de foto,
Recortes del artículo "Máquinas voladoras que no vuelan"
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Recortes del artículo "Máquinas voladoras que no vuelan".

Para ser justos, el autor del artículo estaba comentando sobre un intento frustrado de vuelo que había presenciado.

Por letrado que fuera, no era un célebre físico e inventor, como sí lo fue William Thomson, Lord Kelvin, quien en 1895, declaró que "las máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles".

De hecho, Lord Kelvin es uno de los clásicos del arte de la predicción.

En 1897 concluyó que "la radio no tiene futuro" y en 1900 le aseguró a sus colegas científicos que "los rayos X son un engaño".

Estaba en el umbral de una revolución que traería tecnologías inimaginables.

Y una colección de predicciones erradas icónicas, como la selección que compartimos a continuación sobre algunos de los inventos que utilizamos cotidianamente.

"Una caja de madera"

Televisión antigua

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Es cierto que la caja de madera desapareció, pero la TV triunfó.


 Televisión antigua

“Si bien teórica y técnicamente la televisión puede ser factible, comercial y financieramente es imposible”, sentenció en 1926 Lee DeForest, pionero de la radio” e inventor con más de 180 patentes.

No obstante, la idea de ver imágenes a distancia tenía una larga historia y, en la década de 1920, la fantasía se hizo realidad.

No hubo ningún "inventor" único de la televisión. Participaron un gran número de experimentadores, empresarios y organizaciones públicas.

Mientras se iba perfeccionando, se hacían presentaciones para la prensa y el público.

En 1939, el NYT publicó un artículo titulado “Acto I, Escena I: Las transmisiones a los hogares comienzan el 30 de abril. La Feria Mundial será el escenario” de Orrin E. Dunlap Jr., un periodista especializado en radiodifusión.

A su parecer...

"El problema de la televisión es que la gente debe sentarse y mantener los ojos pegados a una pantalla; la familia estadounidense promedio no tiene tiempo para ello".

Una opinión semenjante fue expresada en 1946 por Darryl Zanuck, cofundador del estudio de cine 20th Century Fox.

“La televisión nunca retendrá una audiencia. La gente se aburrirá muy rápidamente de mirar cada noche una caja de madera contrachapada”.

Contrario a sus predicciones, la televisión es un punto focal importante en la vida diaria de muchos estadounidenses.

Hoy en día, casi el 80% ve televisión a diario.

La persona promedio mira alrededor de 141 horas de televisión al mes o 1.692 horas al año. Suponiendo que alcance la esperanza de vida promedio de 78 años, eso equivale a unos 15 años de su vida.

Y todo eso sólo en Estados Unidos, donde se suponía que la gente no tenía tiempo para eso.

"Una supernova"
 
Ilustración vintage de internet

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Aunque se comenzó a desarrollar antes, fue en 1995 cuando el internet dio pasos firmes en el mercado.


Ilustración vintage de internet

Así como la televisión, internet se fue desarrollando con el tiempo y trabajo de muchos, y fue la World Wide Web la que la puso a disposición de todos.

Aunque estaba ahí desde unos años antes, fue en 1995 que empezó a entrar con paso más firme, y la reacción fue mixta.

Entre los escépticos se destacó el astrofísico Clifford Stoll, quien en su libro "Silicon Snake Oil" predijo:

“No creo que las guías telefónicas, los periódicos, las revistas o los videoclubs desaparezcan a medida que se extiendan las redes informáticas.

"Tampoco creo que mi teléfono se fusione con mi computadora para convertirse en una especie de dispositivo de información”.

Pero la predicción más memorable fue la del pionero de internet Robert Metcalfe, el multimillonario inventor de la tecnología Ethernet y fundador de 3Com Corporation.

En un artículo clásico que publicado en diciembre de 1995 en InfoWorld, escribió:

“Casi todas las predicciones que se hacen ahora sobre 1996 dependen del continuo crecimiento exponencial de internet. Pero predigo que internet (...) pronto se convertirá en una espectacular supernova y en 1996 colapsará catastróficamente”.

Y no se quedó ahí: prometió comerse sus palabras sobre el colapso de internet si la predicción de la “supernova” resultaba errónea.

En 1997, subido en un escenario durante una conferencia internacional sobre la World Wide Web en Santa Clara, California, Metcalfe reconoció que internet no era una supernova.

Como se había comprometido a comerse sus palabras, intentó hacerlo comiéndose un gran pastel decorado para parecerse a su columna InfoWorld.

Pero el público lo abucheó: no se iba a librar tan fácilmente.

Tuvo que razgar la columna de InfoWorld, echarla en una batidora con un poco de agua para hacerla pulpa y comérsela.

A pesar del espectáculo, no todos aprendieron la lección e insistieron en pronosticar el fin de la web.

Sólo un año después, y citando una ley que lleva el nombre de Metcalfe, el renombrado economista Paul Krugman anticipó su inminente desaparición.

“El crecimiento de internet se desacelerará drásticamente a medida que se haga evidente el error en la 'ley de Metcalfe': ¡la mayoría de las personas no tienen nada que decirse entre sí!

"En 2005 quedará claro que el impacto de internet en la economía no ha sido mayor que el de la máquina de fax”.

No sólo erró, sino que ese pronóstico apareció en un artículo que él escribió para la revista tecnológica Red Herring titulado "Por qué las predicciones de la mayoría de los economistas son incorrectas" (no es broma).

Aunque no tuvo que tragarse sus palabras, se aseguró un lugar en este peculiar panteón de la fama.

"Ninguna posibilidad"
 
Steve Jobs, director ejecutivo de Apple Inc., presentando el nuevo iPhone en Macworld en San Francisco el 1 de enero de 2007.

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Steve Jobs, director ejecutivo de Apple Inc., presentando el nuevo iPhone en Macworld en San Francisco el 1 de enero de 2007.


“Los teléfonos móviles nunca sustituirán al teléfono con cable”.

Obviamente, errado.

Lo curioso es que quien lo dijo en 1981 fue nada menos que el inventor del teléfono móvil, Marty Cooper, quien había hecho la primera llamada con celular en Nueva York en 1973.

Y hablando de teléfonos...

"No hay ninguna posibilidad de que el iPhone consiga una cuota de mercado significativa", declaró en 2007 el ex director ejecutivo de Microsoft, Steve Ballmer, a USA Today.

"Ninguna posibilidad", subrayó.

"Es posible que ganen dinero. Pero si realmente echas un vistazo a los 1.300 millones de teléfonos que se venden, preferiría tener nuestro software en el 60%, el 70% o el 80% de ellos, que tener el 2% o el 3%, que es lo que Apple podría conseguir”.

Dado que iPhone llegaría a convertirse en el producto tecnológico de consumo más exitoso de todos los tiempos,  probablemente esta sea la peor predicción de la historia.

jueves, 21 de diciembre de 2023

"El socialismo no fracasó por insuficiencias económicas". Entrevista a Lea Ypi


A menudo se presenta una falsa dicotomía que opone las libertades personales a los derechos sociales. Una agenda verdaderamente democrática debe armonizar estos elementos en lugar de enfrentarlos.

Publicado en más de 30 idiomas, su libro Libre: el desafío de crecer en el fin de la historia (Anagrama, 2023) nos invita a reflexionar sobre el socialismo, el capitalismo, y sobre qué hacer cuando los imaginarios se derrumban. Conversamos con ella sobre el socialismo, la libertad y acerca de cómo es ser la primera novelista socialista en narrar la caída de socialismo en Europa del Este. Una entrevista de Simón Vázquez

Hasta hace muy poco, prácticamente la única literatura albanesa que había salido de sus fronteras había sido la de Ismael Kadaré. Incluso durante la etapa socialista de Albania, las relaciones culturales con España estaban dirigidas por su partido hermano proalbanés, el PCE (ml). 

¿Existe un desconocimiento de la literatura y cultura albanesas en el resto de Europa?

Sí. Durante el periodo comunista, Albania estuvo bastante aislada, lo que provocó un desconocimiento general del país. Incluso ahora seguimos sintiendo las repercusiones de ese aislamiento. Además, no ha habido mucho interés por parte de otros países europeos. Este parece ser un destino común para muchos países pequeños de Europa: solo aparecen en los titulares durante incidentes críticos como guerras o crisis. Por lo demás, permanecen en la periferia de la conciencia cultural dominante.

Usted se define como socialista y anticapitalista, ¿podríamos estar ante el primer acercamiento narrativo desde estas posiciones ideológicas a la caída del socialismo real?

No creo que haya habido ningún novelista explícitamente de izquierdas que se haya ocupado de la transición del socialismo real al capitalismo, o que haya abordado cuestiones en torno al colapso del comunismo y el legado de la transición desde esta posición ideológica. Así que sí, parece ser así.

¿Por qué un acercamiento desde los ojos de una niña a la caída del socialismo?

Inicialmente, no pretendía escribir sobre Albania. El libro se concibió como un discurso sobre varias ideas. Como alguien que ha profundizado en el marxismo y la tradición socialista, prefiero ver las tradiciones intelectuales como ideas en evolución y no como doctrinas estáticas ligadas a individuos. Me propuse explorar las coincidencias intelectuales entre las tradiciones liberal y socialista. Sin embargo, mientras escribía durante la pandemia de COVID-19, una mezcla de circunstancias personales y políticas orientó el libro hacia una narrativa más personal. No fue una elección explícita, pero las condiciones hicieron más evidente este cambio hacia una narrativa personal, ya que mi objetivo era comunicar ideas a través de historias personales.

¿El uso de un narrador inocente era una forma de acercarse a esta parte de la historia sin ser juzgada?

Creo que la literatura es un potente medio para este tipo de exploración. Al principio, el libro iba a tratar sobre la libertad. Cuando se escribe sobre un tema así, es imperativo elaborar la narración de manera que permita a los lectores experimentar la libertad, recorrer ideas y entablar diálogos sobre la libertad sin sentirse dirigidos. Me pareció que la perspectiva de una niña era muy eficaz, porque una niña no tiene una noción preconcebida de la libertad. La niña simplemente navega por el mundo, sirviendo de narrador ingenuo.

Este recurso narrativo es poderoso para reflejar diversas perspectivas a través de la ingenuidad de la niña. Es especialmente potente en sociedades polarizadas o divididas, ya que puede tender puentes entre desacuerdos muy arraigados. La niña, al ser un personaje neutral, facilita un vínculo emocional que permite explorar ideas como la libertad a través de una lente no enturbiada por ideas preconcebidas.

Recientemente he estado reflexionando sobre la noción de que toda filosofía revisa fundamentalmente las indagaciones de un niño, que ahonda sin esfuerzo en cuestiones profundas que los adultos suelen pasar por alto debido a la habituación. Esta perspectiva rejuvenece esas preguntas esenciales, haciendo que la narrativa sea rica y evocadora.

En su libro dice: «Mi mundo está tan lejos de la libertad como aquel del que mis padres intentaron escapar». Si Marx expresaba que teníamos que pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad, a menudo se ha argumentado que las democracias liberales han resuelto la cuestión de la libertad sin resolver la cuestión de la necesidad, y el socialismo real, lo contrario. En su libro parece haber una reflexión al respecto. ¿Qué papel cree que juega la esfera de las libertades en el proyecto socialista contemporáneo?

Desde luego. Hago referencia a una línea de mi libro en la que me hago eco de una interpretación marxista de la libertad como «conciencia de la necesidad». Esta frase enlaza con una vieja idea filosófica que me intriga, que postula la libertad como conciencia de la ley moral. Esta concepción moral y no reductiva de la libertad se aparta significativamente de la concepción negativa convencional de la libertad. El libro explora el papel de los individuos en la historia, haciéndose eco del sentimiento de Marx de que los individuos dan forma a la historia, aunque en condiciones que no son de su elección.

Incluí un epígrafe de Rosa Luxemburg, en el que exponía la idea de Marx haciendo hincapié en la noción de hacer historia a pesar de las limitaciones. La narración ahonda en la interacción entre las necesidades históricas y morales, destacando la búsqueda de ideales morales por parte de los individuos en medio de las limitaciones históricas. Este esfuerzo subraya el tema central del libro: la exploración de la libertad como necesidad moral e histórica, la búsqueda de un terreno moral más elevado en la sociedad en medio de las limitaciones ideológicas imperantes.

Conocemos todas las fuertes críticas al socialismo real, desde el liberalismo hasta el antistalinismo socialista, en un momento del libro usted dice: «el socialismo de mis compañeros universitarios era claro, brillante y con visión de futuro. El mío era confuso, sangriento y pertenecía al pasado». ¿Hay alguna lección positiva de esa experiencia?

De hecho, parece que las lecciones del pasado siguen sin escucharse, lo que contribuye a la actual discordia política, especialmente notable en Europa. Estas cuestiones sin resolver emanan de la incapacidad de abordar adecuadamente el legado del socialismo. Mi relato narra mis encuentros personales con el marxismo occidental en Italia, un viaje que me condujo a un reino de ambigüedad respecto a Marx y las ramificaciones del marxismo.

Procedente de un país en el que la trágica historia de estas ideologías dejó un vacío social lleno de desesperación y desilusión hacia las promesas filosóficas, me encontré dividida entre dos perspectivas opuestas. En Italia me encontré con una ética marxista occidental que parecía ignorar el contexto histórico, centrándose únicamente en los marcos teóricos. Esta dualidad, centrarse en la historia o en la filosofía, parecía impregnar a su vez la Europa Oriental y la Occidental.

El libro intenta salvar este abismo ideológico, afirmando el vínculo indisoluble entre las ideas y la historia. Mediante el análisis de experiencias pasadas, intenta fomentar el diálogo entre estos dos ámbitos aparentemente desconectados, impulsando así el discurso de forma constructiva.

La premio Nobel bielorrusa Svetlana Aleksievtch habla del «homo sovieticus», personas que no supieron adaptarse al retorno del capitalismo. ¿Se dio esta circunstancia en Albania?

Efectivamente, hay un miedo inherente experimentado por muchos, sobre todo cuando se enfrentan al cambio. Cada fase de transición tiene su parte de individuos que encuentran difícil la adaptación. No es algo exclusivo del escenario postsoviético. Occidente también tiene su parte de individuos que luchan por seguir el ritmo de las transiciones tecnológicas, económicas o ideológicas. Yo no diría que hay una nostalgia notable por el comunismo en Albania, al menos no parecida a la que se observa en otras naciones de Europa del Este. No se trata tanto de nostalgia como de navegar por las turbulentas aguas del cambio.

Puede que a algunas personas les costara entender la nueva dinámica económica o comprender la importancia de ciertas transiciones.

No estoy necesariamente de acuerdo. Se suele decir que la dureza de la transición en países como Albania se debió a la incapacidad de la población para adaptarse a una economía de mercado. Sin embargo, había élites liberales, y atribuir los problemas únicamente a la aclimatación de la sociedad es una simplificación excesiva.

Los ciudadanos de las naciones de Europa del Este han demostrado una notable capacidad de adaptación, habiendo navegado por diversos sistemas de gobierno a lo largo de las décadas. Su flexibilidad, forjada a través de cambios duraderos desde el dominio del Imperio Otomano hasta el Estado independiente y, más tarde, el comunismo, pone de relieve su resistencia.

Es la dureza de las reformas, a menudo opresivas y brutales, lo que exacerbó la lucha, no la capacidad intrínseca del pueblo para adaptarse. Las reformas estructurales fueron las verdaderas culpables de que la transición fuera una experiencia brutal para muchos.

En 1997 Albania estaba al borde de la guerra civil, es una historia de la que casi nadie en el resto de Europa sabe nada. ¿Puede hablarnos un poco de la situación que esboza brevemente en el libro, a través de los ojos del diario de una niña?

Este capítulo está tomado literalmente del diario; he conservado su esencia original sin ninguna alteración. El motivo fue el carácter crucial de esta etapa de mi vida. Estar a punto de cumplir 18 años, afrontar decisiones universitarias y lidiar con una realidad en la que todo parecía desmoronarse debido a una guerra inminente era abrumador. Este momento era un epítome del desorden que exigía una narración. Sin embargo, para mantener la autenticidad de las emociones y los acontecimientos, decidí emplear los fragmentos originales de mi diario.

Me asombró ver cómo mi yo más joven había relatado aquellos momentos angustiosos con una lente no teñida por el paso del tiempo. Es una tendencia común olvidar o suprimir las experiencias traumáticas como mecanismo de afrontamiento, y volver a leer esos diarios hizo que todos esos recuerdos reprimidos volvieran al primer plano.

No se trataba simplemente de una guerra civil, sino de las consecuencias en cascada del colapso de un sistema financiero. Esta narrativa apenas fue comprendida por Occidente, que a menudo enmarcaba este tipo de crisis en una óptica estrecha, de conflicto étnico, pasando por alto los fallos sistémicos en juego.

La debacle se desarrolló bajo la vigilancia de instituciones financieras mundiales como el FMI y el Banco Mundial, que guiaban a Albania en su fase de transición. Sin embargo, su supervisión flaqueó cuando el espíritu del capitalismo neoliberal —ahorrar e invertir— condujo a una caída en picado de las finanzas. Sin embargo, la narrativa que se tejió fue la de culpar a las divisiones étnicas locales en lugar de abordar a los culpables sistémicos globales. Esto a menudo se transforma en un discurso sobre los «corruptos locales» o el «odio étnico inherente», pasando por alto un examen crítico de las estructuras imperantes que dan forma a estas crisis.

En mi familia, las llamadas divisiones étnicas eran inexistentes; mi madre pertenecía a un grupo y mi padre a otro, pero estas supuestas divisiones nunca influyeron en nuestras vidas. Es una clara demostración de cómo las narrativas globales a menudo malinterpretan las realidades locales, eludiendo convenientemente un examen más profundo de los problemas sistémicos. En el libro pretendo desafiar esta narrativa sesgada, arrojando luz sobre las experiencias individuales y colectivas frente a los fallos sistémicos, trascendiendo la culpabilización simplista de las dinámicas locales. A través de este recuento, espero evocar una comprensión más matizada de los acontecimientos que tuvieron lugar durante aquellos tiempos turbulentos.

En sus trabajos anteriores ha reflexionado sobre la militancia y el compromiso. Por ejemplo, ha publicado junto a Jonathan White The Meaning of Partisanship. ¿Qué papel desempeñan la militancia y el compromiso en la transformación del mundo actual?

El libro aborda principalmente la esencia de la forma partido y postula que las instituciones colectivas son esenciales para canalizar el compromiso político. A lo largo del siglo XX, los partidos políticos sirvieron de medio para dicho compromiso. Estos partidos encarnaban proyectos específicos que unían a los individuos, proporcionándoles un sentido de esfuerzo colectivo y refuerzo mutuo. Reflexionamos sobre el vacío social que se crea cuando este medio se disipa, dando lugar a un escenario en el que las causas se vuelven individualistas, desprovistas del ethos colectivo. Esta transformación también borra la fuerza rectora de las ideas que nos impulsan hacia delante.

Los partidos políticos, distintos del Estado o la familia, eran organizaciones únicas impulsadas por compromisos políticos. En la época contemporánea se ha producido un cambio en el que los compromisos se definen ahora a menudo por la etnia o la cultura, lo que disminuye el potencial transformador que antaño tenían los partidos políticos. Nuestro argumento se extiende a cómo los partidos políticos, antaño impulsados ideológicamente, han sucumbido a las influencias económicas, convirtiéndose en meros grupos de interés o entidades sociales desprovistas de un enfoque ideológico.

El quid de nuestro razonamiento consiste en identificar la pérdida que se produce cuando los partidos con principios se desintegran, dejando tras de sí un vacío llenado por la política de la identidad. Este cambio reorienta las expresiones políticas únicamente hacia identificaciones de grupo, alejándose de marcos ideológicos más amplios. Reconocemos que, aunque los movimientos sociales han surgido como actores significativos, carecen de la influencia legislativa que ejercen los partidos políticos. La desconexión entre los movimientos y los poderes legislativos inhibe la transformación sana de la sociedad que antes facilitaban los partidos.

¿Entonces que hacemos con los partidos?

Hay una necesidad acuciante de reinventar los partidos políticos para adaptarlos a la dinámica de la sociedad moderna sin perder su esencia transformadora. A pesar de sus deficiencias, los partidos políticos siguen siendo incomparables en su capacidad de tender puentes entre las aspiraciones individuales y colectivas hacia un cambio sustancial de la sociedad. El reto reside en rejuvenecer el vigor ideológico dentro de estas instituciones, reavivando así la llama de la búsqueda política colectiva que parece estar menguando frente a la floreciente política identitaria.

Su compromiso con el socialismo en el Reino Unido se ha visto en su apoyo a Jeremy Corbyn y en su militancia laborista. Recientemente, ha anunciado su marcha del Partido Laborista, ¿cuál es su balance de esa experiencia?

Efectivamente, mi militancia se produjo durante una fase en la que el Partido Laborista estaba recuperando impulso como partido de masas, con casi medio millón de personas alineadas con su visión. Este fenómeno echó por tierra la creencia generalizada de que los individuos no se interesan por la política. Puso de relieve la capacidad de un proyecto transformador para galvanizar el interés y la participación públicos. La gente no es apática, tiene criterio y busca causas que merezcan la pena. El aumento del número de afiliados indica que la población está dispuesta al cambio, contrariamente a lo que se dice sobre el letargo inherente a la población.

Mi decisión de afiliarme no se basó en Jeremy Corbyn per se, sino en la revitalización ideológica más amplia que representaba. El Partido Laborista, bajo su dirección, se embarcó en una introspección respecto a su postura de centroizquierda, y parecía preparado para un giro político más radical. Esta dirección renovada también contrastaba fuertemente con el enfoque del Partido Conservador, delineando una clara dicotomía ideológica, que considero esencial para una democracia viva. Es fundamental que las entidades políticas encarnen y defiendan principios distintos, lo que a su vez estimula el discurso y el compromiso públicos.

A pesar de un posterior cambio de liderazgo que me pareció menos inspirador, opté por permanecer en el Partido Laborista dado el sistema mayoritario del Reino Unido, que plantea importantes obstáculos a los partidos más pequeños. Aunque descorazonada, finalmente me di de baja cuando sentí que el partido estaba retrocediendo en principios socialdemócratas fundamentales por conveniencia electoral, sobre todo en cuestiones como las ayudas a la infancia. La deriva ideológica del partido, unida a la purga de su ala izquierda y a la expulsión de Corbyn, hizo que no me sintiera representada, lo que provocó mi marcha.

Según su experiencia, a camino entre el socialismo y el capitalismo, ¿cuáles serían las lecciones para construir un mundo sin clases y sin opresiones?

A menudo se presenta una falsa dicotomía, sugiriendo una disyuntiva entre libertades personales y derechos sociales. Sin embargo, una agenda verdaderamente progresista debe armonizar estos elementos en lugar de enfrentarlos entre sí. El esfuerzo socialista fracasó no por insuficiencias económicas, sino por un ethos democrático deficiente. Descuidar libertades fundamentales como la libertad de expresión, de asociación y movimiento bajo el pretexto de criticar los «derechos burgueses» condujo a una concentración de poder no deseada y a la erosión del tejido democrático de las sociedades socialistas.

La lección clave aquí es la naturaleza indispensable de la democracia, que incluye tanto los derechos individuales como las garantías de bienestar social. Es esencial fomentar una perspectiva global que trascienda los enfoques centrados en el Estado. Un auténtico proyecto socialista debería contemplar un mundo sin fronteras en el que la prosperidad colectiva no esté compartimentada, sino compartida globalmente.

Lea Ypi (Tirana, 1979) es profesora de teoría política en la London School of Economics, profesora adjunta de Filosofía en la Research School of Social Sciences de la Universidad Nacional de Australia y miembro del jurado del Deutscher Memorial Prize.

Fuente:
Jacobin, 14/10/2023

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Crónica de un desastre anunciado. ¿Argentina va a creer en la magia monetaria? Paul Krugman.

Argentina es un gran país, es rico por sus recursos, tiene buenas tierras con inmensos pastizales, buenas costas con pesca abundante, minerales valiosos, gas, petróleo, agua dulce, cereales en inmensas cantidades, ha sido un país culto y formado con buenas universidades, premios Nobel, baja densidad de población... etc. Y qué le ha ocurrido para que estén, como sociedad, llenos de deudas y pasando hambre y con gran parte de la población en la pobreza y miseria. 

Simplificando mucho, podemos decir que ha padecido una muy mala gestión continuada. Dictaduras militares con palabras patrioteras pero con grades desfalcos, robo de riquezas naturales y corrupción rampante... 

Ahora, una vez más, se ve venir una gestión que castigará a los mas pobres y necesitados, los menos culpables del estado actual y ofreciendo una nueva ocasión para que los más ricos y poderosos de hagan aún mas ricos y poderosos aprovechando el desastre de la crisis e inflación para apoderarse de más riquezas y propiedades... 

El pueblo caerá en más miseria y pobreza,... las grandes fortunas y multinacionales se harán más poderosos y ricos,... 

Milei en primer lugar ha viajado a EE.UU. a rendir pleitesía al gigante del Norte y asegurarle la protección de sus intereses ,... es la crónica de un desastre anunciado... y con los votos de un pueblo manipulado y engañado por los medios de comunicación en mano de los poderosos. 

Paul Krugman, el premio Nobel de economía americano nos adelanta parte de lo que ocurre y ocurrirá en el inmediato futuro.


Hace tres semanas, Argentina eligió a Javier Milei como su nuevo presidente. Milei contendió en una plataforma libertaria radical, cuya propuesta más notable era la eliminación de la moneda argentina, el peso, para remplazarla con el dólar estadounidense.

En este momento, no se sabe bien si en realidad Milei cumplirá esa promesa o qué tan radical será en verdad su rompimiento con políticas anteriores en general; yo no pretendo entender lo que está ocurriendo realmente en la política argentina. Pero el hecho de que tantas personas creyeran, al parecer, que la dolarización resolvería los problemas de Argentina solo fue el ejemplo más reciente del poder persistente del pensamiento mágico en materia monetaria.

A decir verdad, a veces el dinero —y la política monetaria— pueden parecer magia. Incluso antes del surgimiento de la tecnología de la información, era bastante asombroso que la gente pudiera convencer a otras personas de darles bienes y servicios a cambio de unos pedazos de papel verde sin ningún valor intrínseco. Ahora podemos hacer transacciones desde celulares y con tarjetas de débito sin contacto que no representan otra cosa más que representaciones digitales del papel verde sin ningún valor.

Pero el dinero existe y funciona; de hecho, tiende a aparecer en alguna forma, aunque no tenga ningún tipo de respaldo oficial. Por un tiempo, Sam Bankman-Fried convenció a inversionistas de que las matemáticas complicadas podían hacer aparecer de la nada una alternativa al dólar; ahora él está en la cárcel y, según se dice, esa cárcel se ha convertido en una economía interna rudimentaria que se basa en el intercambio de paquetes de macarela. (Piensen en todas las bromas que se han hecho acerca de que ahí hay algo sos-pez-choso).

Entonces, de cierta manera no nos sorprende que a menudo la gente se imagine que introducir una nueva moneda y decir las palabras mágicas correctas pueda resolver los problemas económicos de un país. Es un poco más sorprendente que los argentinos crean en este tipo de pensamiento. Después de todo, ya lo han vivido.

Es verdad que Argentina nunca ha estado dolarizada por completo, pero en 1991 intentó controlar la inflación con una ley que supuestamente establecería una tasa de cambio permanente de un peso por dólar, un compromiso respaldado por una “junta monetaria” que fue promocionada por conservar un dólar en reserva por cada peso en circulación. La verdad era que los pesos nunca estuvieron respaldados al 100 por ciento con dólares, pero este respaldo incompleto no fue la razón por la que el sistema se derrumbó. Más bien, el problema fue que al haber eliminado la posibilidad de usar una política monetaria para impulsar la economía cuando era necesario, Argentina se vio atrapada en una recesión prolongada y extenuante. Además, la junta monetaria no resolvió el problema persistente de los déficits presupuestarios que tenía el país.

También había otro problema: ¿por qué vincular el peso al dólar? Argentina está muy lejos de Estados Unidos y en realidad tiene más comercio con China y la Unión Europea que con Estados Unidos. Sin embargo, cuando el dólar subió y bajó, por razones que no tenían nada que ver con Argentina, la moneda argentina siguió estas fluctuaciones. A fines de la década de 1990, hubo un gran aumento en el valor del dólar, tal vez como reflejo del optimismo por el auge tecnológico de esa época.

Entonces, Argentina, al haber vinculado el peso al dólar, vio que su moneda aumentaba de valor en los mercados mundiales, lo cual hizo que sus exportaciones fueran cada vez menos competitivas y profundizó la recesión. Y por supuesto que abandonar por completo el peso por los dólares tendría el mismo problema: en la práctica, Argentina amarraría su política económica a la de un país que tiene problemas muy diferentes y que ni siquiera es su principal socio comercial.

Por cierto, si El Salvador —que ha estado intentando promover el uso de bitcoin— consiguiera, ay, bitcoinizar su economía, tendría el mismo tipo de problema pero a una escala mucho mayor, al vincular de manera efectiva su política económica a un activo con un valor salvajemente fluctuante. Por fortuna, incluso con la promoción gubernamental, el bitcoin no parece tener mucha atracción como dinero real.

En cualquier caso, la junta monetaria de Argentina se desplomó de manera desordenada a principios de 2002. El gobierno señaló al final que muchas deudas especificadas en dólares se declararían después del hecho en realidad en pesos, lo cual era más o menos necesario para evitar una desastrosa oleada de bancarrotas. La economía argentina, ya liberada de su vinculación con el dólar, prosperó por un tiempo.

Por desgracia, el antiguo problema de los déficits presupuestarios irresolubles nunca desapareció y, a la larga, la inflación resurgió de manera estrepitosa.

Pero, esperemos. El primer intento de Argentina de controlar la inflación con prestidigitación monetaria se remonta incluso más atrás en su historia. A finales de la década de 1970, el régimen militar que, en ese momento, gobernaba el país intentó utilizar una serie de minidevaluaciones de desaceleración gradual preanunciada —la tablita— para frenar la inflación. (Es probable no quieras conocer los detalles). Como en episodios posteriores, esta estrategia monetaria no estuvo respaldada por una reforma adecuada de otras medidas y acabó en una crisis de la balanza de pagos y en el resurgimiento de la inflación. Llegados a ese punto, no quedaba más remedio que invadir las Islas Malvinas.

¿Acaso esto quiere decir que la reforma monetaria nunca funciona? No, puede tener éxito si está respaldada por otras reformas importantes. A principios de la década de 1990, Brasil, que también ha tenido sus problemas de inflación, remplazó su vieja moneda, el cruzeiro, con el real. Ahora bien, tal vez no estemos acostumbrados a pensar en Brasil como un ejemplo de economía, pero los brasileños sí lograron solucionar sus problemas subyacentes, a tal grado que el país pudo reducir la inflación de forma duradera.

Así que introducir una nueva moneda puede frenar con éxito la inflación, si esto se acompaña de otras reformas políticas, aunque en ese caso no se sabe qué tanto importó la moneda. Citemos a Voltaire, cosa que pocas veces hacemos en economía, “algunas palabras y ceremonias destruirán un rebaño de ovejas de manera eficaz, si se suministran con una cantidad suficiente de arsénico”.

A fin de cuentas, lo que importa es darse cuenta de que, si bien hay algo de magia en la economía monetaria, cambiar la moneda pocas veces tiene efectos mágicos. Además, es especialmente importante señalar, dado el entusiasmo de los tipos de criptomonedas y demás, que, aunque Estados Unidos tiene muchos problemas, nuestra moneda prácticamente no tiene nada de malo. Es cierto que hace poco tuvimos un brote de inflación, pero no fue provocado por problemas de nuestra moneda, y parece que ya hemos terminado más o menos con ese aumento de la inflación sin pagar ningún precio importante en materia de desempleo. En estos momentos, muchas cosas son problemáticas, pero el dólar va bien.

Paul Krugman ha sido columnista de Opinión desde 2000 y también es profesor distinguido en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008 por sus trabajos sobre comercio internacional y geografía económica. @PaulKrugman


Cómo se forman los huracanes y por qué son tan frecuentes en México, EE.UU. y el Caribe

Camilla Costa, Carol Olona y Cecilia Tombesi

BBC News Mundo

Los huracanes son las tormentas más grandes y violentas del planeta.

Cada año, entre los meses de junio y noviembre, azotan la zona del Caribe, el golfo de México y la costa este de Estados Unidos, en algunas ocasiones arrasando con edificios y poblaciones.

Sus homólogos son los tifones, que afectan al noroeste del océano Pacífico, y los ciclones, que lo hacen al sur del Pacífico y el océano Índico.

Gráfico que muestra las áreas donde se forman los ciclones tropicales 
Gráfico que muestra las áreas donde se forman los ciclones tropicales

Todos son ciclones tropicales, pero el nombre "huracán" se usa exclusivamente para los del Atlántico norte y del noreste del Pacífico.

Pero, ¿cómo se forman y por qué suelen afectar a esta zona del mundo?

Huracanes, bombas de energía

El mecanismo más común de formación de huracanes en el Atlántico -que provoca más del 60% de estos fenómenos- es una onda tropical.

La onda empieza como una perturbación atmosférica que crea un área de relativa baja presión.

Suele generarse en África Oriental a partir de mediados de julio.

Si encuentra las condiciones adecuadas para mantenerse o desarrollarse, esta área de baja presión empieza a moverse de este a oeste, con la ayuda de los vientos alisio-

Gráfico que muestra la dirección de los vientos que influyen en la formación de huracanes

 Gráfico que muestra la dirección de los vientos que influyen en la formación de huracanes Pie de foto,

Cuando llega al océano Atlántico, la onda tropical puede ser el germen de un huracán, pero para que este se forme necesita fuentes de energía, como el calor y el viento adecuado.

En concreto, es necesario que la superficie del agua esté por encima de los 27ºC y que haya una capa espesa de agua caliente en el océano.

También tiene que haber, por un lado, vientos con un giro horizontal para que la tormenta se concentre. Por el otro, vientos que mantengan su fuerza y velocidad constante a medida que suben desde la superficie del océano.

Si hay cortante de viento, o variaciones del viento con la altura, esto puede interrumpir el flujo de calor y humedad que hace que el huracán se forme.

Además, tiene que haber una concentración de nubes cargadas de agua y una humedad relativa alta presente en la atmósfera.
Gráfico que muestra los ingredientes necesarios para el surgimiento de un huracán
Gráfico que muestra los ingredientes necesarios para el surgimiento de un huracán Pie de foto,

Todo esto tiene que ocurrir en las latitudes adecuadas, en general entre los paralelos 10° y 30° del hemisferio norte, ya que aquí el efecto de la rotación de la Tierra hace que los vientos puedan converger y ascender alrededor del área de baja presión.

Cuando la onda tropical encuentra todos estos ingredientes, se crea un área de unos 50-100 km, donde empiezan a interactuar.

"El movimiento de la onda tropical funciona como el disparador de esa tormenta", explica a BBC Mundo Jorge Zavala Hidalgo, coordinador general del Servicio Meteorológico Nacional de México.

Y es esta tormenta la que hace de catalizador: empieza el baile de calor, aire y agua.

El área de baja presión hace que el aire húmedo y caliente que viene del océano suba y se enfríe, lo que alimenta las nubes.

La condensación de este aire libera calor y provoca que la presión sobre la superficie del océano baje aún más, lo que atrae más humedad del océano, engrosando la tormenta.

Los vientos convergen y ascienden dentro de este área de baja presión, girando en dirección contraria a las agujas del reloj — por influencia de la rotación de la Tierra — y dando a los huracanes esa imagen tan característica.

Gráfico que muestra las partes de un huracán 
Gráfico que muestra las partes de un huracán
A medida que la tormenta se hace más poderosa, el ojo del huracán — el área central de hasta 10 km — permanece relativamente tranquilo.

A su alrededor se levanta la pared del ojo, compuesta de nubes densas donde se localizan los vientos más intensos.

Más allá, están las bandas nubosas en forma de espiral, donde hay más lluvias.

La velocidad de los vientos es la que determina en qué momento podemos llamar a este fenómeno "huracán": en su nacimiento es una depresión tropical, cuando aumenta de fuerza pasa a ser una tormenta tropical y se convierte en huracán cuando pasa de los 118 km por hora.

Gráfico que muestra la velocidad de viento necesaria para que un fenómeno climático se considere huracán 
Gráfico que muestra la velocidad de viento necesaria para que un fenómeno climático se considere huracán
A partir de ahí, se suelen clasificar en cinco categorías según la velocidad sostenida del viento. En el Atlántico, se usa la escala de vientos Saffir-Simpson para medir su poder destructivo.

Tal es su fuerza que los vientos de un huracán podrían producir la misma energía que casi la mitad de la capacidad de generación eléctrica del mundo entero, según la Administración Nacional de Océanos y de la Atmósfera de Estados Unidos (NOOA, por sus siglas en inglés).

Gráfico que muestra la escala que clasifica los huracanes según su intensidad Pie de foto,
Gráfico que muestra la escala que clasifica los huracanes según su intensidad
Sin embargo, no es el viento sino la marejada y las inundaciones que provoca la lluvia que descarga el huracán las que generalmente causan la mayor destrucción y pérdida de vidas.

En Estados Unidos, por ejemplo, la marejada provocada por ciclones tropicales en el Atlántico fue responsable de casi la mitad de muertes entre 1963 y 2012, según datos de la Sociedad Americana de Meteorología (AMS, por sus siglas en inglés).

Además de estos factores, la destrucción causada por un huracán va a depender de otras circunstancias, como la velocidad a la que pasa, la geografía del territorio y la infraestructura de la zona afectada.

Mujer caminando en una calle inundada con al agua a la altura de las rodillas 

"Amanda" y "Cristóbal" no llegaron a ser huracanes pero dejaron lluvias extraordinarias y mucha destrucción en México y Guatemala en mayo de 2020.

"No necesariamente el daño o el peligro asociado a un ciclón tropical corresponde a su categoría. Por ejemplo, el ciclón de mayor categoría no tiene por qué tener asociada más precipitación", dice Jorge Zavala Hidalgo a BBC Mundo.

México, Estados Unidos y el Caribe: las zonas más vulnerables

Uno de los factores que explica que esta parte del mundo sea propensa a los huracanes es que el océano Atlántico, en las latitudes tropicales, tiene la temperatura adecuada para su formación durante más meses al año.

Otro es el movimiento de las grandes corrientes de vientos que empujan a los huracanes.

Los vientos alisios — las corrientes de vientos globales en el trópico — van de este a oeste llevándolos hacia las costas del Caribe, el Golfo de México y el sur de Estados Unidos.

El recorrido de estos vientos también está influenciado por la rotación de la Tierra — el llamado efecto Coriolis — que hace que tiendan a desviarse hacia el norte.

Mapa que muestra el recorrido de los huracanes en el Atlántico norte en el DE LA IMAGEN,

Los huracanes que se formaron en el Atlántico norte durante el 2019 siguieron distintos recorridos según las corrientes globales de viento u otros fenómenos - como los anticiclones - que encontraban en su camino.
Mapa que muestra el recorrido de los huracanes en el Atlántico norte en el 2019

FUENTE DE LA IMAGEN,WIKI PROJECT TROPICAL CYCLONES/TRACKS/NASA/XYKLONE

Pie de foto,

Los huracanes que se formaron en el Atlántico norte durante el 2019 siguieron distintos recorridos según las corrientes globales de viento u otros fenómenos - como los anticiclones - que encontraban en su camino.

En el Atlántico, mientras los huracanes avanzan se desvían levemente hacia el norte; y al superar aproximadamente los 30°N, suelen encontrase con los vientos del oeste, otra de las grandes corrientes globales, que hacen que se curven hacia el este.

En su camino van a toparse con el anticiclón de Bermudas-Azores que va a determinar si se dirigen hacia el Golfo de México o hacia Estados Unidos.

Los anticiclones son regiones de alta presión atmosférica con aire más seco, menos nubes y vientos que giran en la dirección de las agujas del reloj en el hemisferio norte.

El anticiclón de Bermudas actúa como un obstáculo y si los huracanes quieren avanzar tienen que bordearlo. Por este motivo, el tamaño y la posición del anticiclón puede determinar hacia dónde va un ciclón tropical.

Gráfico que muestra como el anticiclón de Bermudas-Azores influye en la trayectoria de huracanes.
Gráfico que muestra como el anticiclón de Bermudas-Azores influye en la trayectoria de huracanes
Si es débil y está más posicionado hacia el este, los huracanes lo rodean y siguen hacia el norte, alejándose del Caribe.

Por lo contrario, si es más fuerte y se encuentra al suroeste, un ciclón tropical puede dirigirse hacia el Golfo de México o hacia Florida.

La posición del anticiclón cambia según el año, las estaciones y puede variar en cuestión de días.

"A causa de esas variaciones, un huracán puede seguir una trayectoria muy distinta hoy que otro que pasa tres o cinco días después", explica Jorge Zavala Hidalgo, del Servicio Meteorológico Nacional de México.

Siguiendo la misma lógica, los anticiclones y otras masas de aire son responsables de que un huracán se recurve hacia el oeste, como pasó en 2012 con el huracán Sandy, por ejemplo.

Gente en la calle caminando bajo la lluvia durante el huracán Sandy Pie de foto,

En su camino hacia el norte, el huracán Sandy (2012) se curvó azotando las costas de Nueva York y Nueva Inglaterra, en Estados Unidos.

Después de tocar tierra en Cuba, Sandy empezó a desplazarse hacia el noreste, pero un anticiclón en Groenlandia y un frente frío bloquearon su camino. Eso provocó que Sandy retrocediera hacia la costa este de Estados Unidos, causando destrucción en Nueva York y Nueva Jersey.

En el Pacífico Este, a pesar de que es una zona más activa que el Atlántico Norte, tocan tierra menos huracanes.

"Lo que sucede es que esas tormentas suelen dirigirse hacia el oeste o noroeste. Algunas pueden retroceder hacia las costas de México si los vientos son los adecuados, pero la mayoría se dirigen a latitudes más altas, encuentran aguas más frías y desaparecen", dice a BBC Mundo Gary M. Barnes, profesor retirado de la Universidad de Hawái, Estados Unidos.

Por qué casi no vemos en Sudamérica

Si bien la parte norte del Atlántico puede ofrecer las condiciones ideales para la formación de huracanes, no ocurre lo mismo bajo la línea del Ecuador.

"El Atlántico Sur es más tranquilo porque no hay onda tropical — es un fenómeno más común en el hemisferio norte — y hay más variaciones en la velocidad y en la dirección del viento, algo que inhibe la formación de huracanes", explica Barnes.

Mapa de la NASA que muestra el efecto Coriolis en diferentes sitios del planeta
Mapa de la NASA que muestra el efecto Coriolis en diferentes sitios del planeta

FUENTE DE LA IMAGEN,NASA

Pie de foto,

El efecto Coriolis es demasiado débil en la línea del Ecuador para que los vientos giren y formen huracanes.



Además, los ciclones tropicales normalmente no se forman si no están al menos a unos 500 kilómetros del Ecuador, ya que el efecto Coriolis es demasiado débil para hacer que los vientos giren y formen un huracán.

Aunque es un fenómeno que pasa con poquísima frecuencia en Sudamérica, sí se han registrado huracanes en las costas del sur de Brasil.

En 2004, el ciclón tropical Catarina dejó 11 muertos y más de 30.000 personas desplazadas.

¿Y cómo puede impactar el cambio climático?

"El cambio climático provoca que la temperatura de la superficie del océano y la capa gruesa sean más calientes y eso es un problema. Tenemos teorías que dicen que si el océano es más cálido eso puede traducirse en tormentas más fuertes e intensas.", dice el meteorólogo Gary M. Barnes.

Hay indicaciones de que las áreas en que un ciclón encuentra condiciones para mantenerse y sobrevivir se están extendiendo con el paso del tiempo, según Jorge Hidalgo, coordinador del Servicio Meteorológico Nacional de México

"Quizás el número de ciclones no aumente pero la distribución de categorías puede cambiar. Es decir, que haya más huracanes de categoría mayor y menos de categoría menor", añade Zavala.

Los científicos coinciden, ,sin embargo, en que es muy pronto para medir el impacto del cambio climático en la formación y avance de los huracanes.

"Es probable que las tormentas se intensifiquen muy poco a poco, pero vamos a necesitar muchísima data para probar que el calentamiento global va a provocar huracanes más fuertes. En 25 años puede que tengamos evidencias", concluye Barnes.

Agradecimiento a José Manuel Gálvez, meteorólogo del la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

martes, 19 de diciembre de 2023

Entrevista inédita a García Márquez: “A lo mejor las leyendas sobre mí son más interesantes que mi vida”.

‘TintaLibre’ publica en su nueva época una extensa conversación con el premio Nobel colombiano en la que aborda su vivencia de la música, el Caribe, el dinero, el amor, sus libros y sus ideas. EL PAÍS ofrece fragmentos de una entrevista que el lector encontrará completa en la revista.


Desde la izquierda, el periodista Mauricio Vicent, el documentalista Jon Intxaustegi y Gabriel García Márquez, durante la entrevista en La Habana, en 1994.
Desde la izquierda, el periodista Mauricio Vicent, el documentalista Jon Intxaustegi y Gabriel García Márquez, durante la entrevista en La Habana, en 1994.
Tenía 67 años y apenas acababa de descubrir parte de sus raíces más hondas. Los extractos que siguen forman parte de una extensa conversación con Gabriel García Márquez que fue registrada con mi cámara el 6 de mayo de 1994 en La Habana, con la participación del periodista recientemente fallecido Mauricio Vicent. La entrevista, hasta ahora inédita, se publica en el número 117 de TintaLibre, revista de cultura y pensamiento que inaugura una nueva época fruto de la alianza entre EL PAÍS e infoLibre, y que estará en quioscos y librerías a partir de este lunes y descargable en la web. El premio Nobel de 1982 aborda sin reservas y a tumba abierta su vivencia de la música, el Caribe, el dinero, el amor, sus libros y sus ideas: un García Márquez secreto y abrumador.

Gabriel García Márquez: Lo han tomado como mal chiste o buen chiste, es verdad, pero yo creo que Cien años de soledad es un vallenato de 450 páginas, y lo digo con absoluta seriedad. La estética es la misma, el concepto es el mismo, el recurso es el mismo: historias que andan por ahí y que se pierden, se pierden en el olvido popular. El amor en los tiempos del cólera El amor en los tiempos del cólera es un bolero de 380 páginas y lo digo con toda seriedad. Cuando nadie sabía qué eran los cantos vallenatos, recuerdo que de muy niño iba a oír a los acordioneros, que llegaban durante las fiestas, porque el origen de la música vallenata es esa, es juglaresca: eran unos músicos viajeros que iban de pueblo en pueblo contando un acontecimiento que había ocurrido en alguna parte, eran periódicos ambulantes y se acompañaban con acordeones. A mí, al principio, lo que más me interesaba era el cuento que contaban, no tanto la música. Pero después siempre se me quedó vinculada la historia, los hechos y prácticamente la vida de la región a una música. Tengo la impresión de que de todos mis libros el que mejor sintetiza el Caribe es Del amor y otros demonios. En El amor en los tiempos del cólera, la ciudad no tiene la autenticidad caribe tan acentuada, tan asombrada como la tiene en Del amor y otros demonios. Y, en realidad, si en algún libro mío puede verse hasta qué punto de verdad los caribes somos una mezcla de muchas razas a partir de la cual ha surgido de verdad una nueva cultura, es en este libro.

Una entrevista inédita a Gabriel García Márquez inaugura la nueva época de ‘TintaLibre’ 

Pregunta. A pesar de que Del amor y otros demonios se sitúa en Cartagena, yo lo veo muy cubano, con vivencias y formas de vida que aún perduran.

Respuesta. En ninguna parte el libro dice que la ciudad es Cartagena y eso no es puramente casual. Me interesa esa incertidumbre para que quede claro que donde ocurre el libro es en cualquier ciudad del Caribe. Jamás había yo tratado el ingrediente africano de la cultura Caribe tan cerca como en este libro. En Cartagena, por las condiciones especiales de la etapa colonial y por las condiciones muy especiales del colonialismo español, esas culturas no prendieron ni se conservaron como en Cuba. Toda la información que hay ahí no la hubiera podido obtener en Cartagena y probablemente en ninguna otra ciudad del Caribe.

García Márquez, en la ceremonia de recepción del Premio Nobel, en 1982.

García Márquez, en la ceremonia de recepción del Premio Nobel, en 1982.García Márquez, en la ceremonia de recepción del Premio Nobel, en 1982.
HULTON ARCHIVE (GETTY IMAGES)
Cien años de soledad’ es un vallenato de 450 páginas y ‘El amor en tiempos del cólera es un bolero de 380 páginas. Y lo digo con toda seriedad”

Es un tema que yo traigo y al que nadie quiere hacerle caso, pero el Caribe no es un área geográfica, sino cultural: no abarca solamente el mar Caribe, sino que para mí empieza en el sur de los Estados Unidos, todo lo que es Luisiana y La Florida, y se extiende hasta el norte del Brasil. Es decir, no es un territorio geográfico, sino un territorio cultural. He tomado elementos de la cultura africana incorporada al Caribe tanto de Brasil como de Cuba y funciona como si fuera en Cartagena. Yo nací en Aracataca, que es un pueblo colombiano de tierra adentro, pero no muy adentro, Caribe puro, y esa es una región no solo de Colombia, sino todo el ámbito del Caribe, cuya cultura está fundamentalmente determinada por la música. Probablemente, la ciudad más Caribe sea Panamá. Donde uno siente el Caribe es en Panamá, yo lo siento ecológicamente, lo siento en el sentido de que mi organismo empieza a sentirse en su medio ecológico en el Caribe. Me sucede muy fácilmente cuando vengo de Europa, en la primera escala que hace uno en el Caribe. Bajo, respiro y ya soy otra persona. Yo creo que es una cosa que no se ha estudiado suficientemente: hasta qué punto el acondicionamiento ecológico de los seres humanos es fundamental en su vida.

Una maleta de plata
P. ¿Es verdad que con los primeros pesos que ganaste te diste un crucero por el Caribe?
R. Lo que sería estupendo es recoger todas las leyendas que hay sobre mí, porque a lo mejor es más interesante que mi vida.

P. ¿No será que tú las provocas?
R. A ver, yo no he hecho un crucero por el Caribe, pero, cuando estaba escribiendo en Barcelona El otoño del patriarca, de pronto hubo un momento en que me di cuenta de que me había salido de mi medio ecológico y había cosas que ya no sentía. Se olvida el color del mar, se olvidan los olores, olores salvajes. De pronto me encontré que no me acordaba de cosas concretas, que me hacían falta elementos para expresar esa realidad. La emoción, los sentimientos, la consciencia de dónde era no me faltaba porque donde está el escritor lleva su mundo, el poeta lleva su mundo y donde lo pongan, en el Polo Norte o en el Polo Sur, lo lleva dentro. Pero no recordaba bien cómo eran ciertas cosas, los olores, los sonidos, la temperatura. Es muy difícil imaginarse el calor cuando hay frío y viceversa. Me preocupé mucho porque se me bloqueó la novela; entonces la interrumpí e hice un recorrido que me llevó a Santo Domingo, desde Santo Domingo bajé por todo el arco del Caribe hasta Cartagena y recuperé todo lo que necesitaba, toda la gasolina que necesitaba para escribir el libro. No tomé una nota, sencillamente era cuestión de vivir, de andar en eso, recorrer todas las islas del Caribe, una por una, sin hacer absolutamente nada más que ver, simplemente, y no cuestión de un año: tres días acá o una semana allá. Cuando regresé, el libro salió como un chorro hasta el final; sencillamente, había vuelto a meterme dentro de la salsa, pero eso es distinto a que se me olvide, es decir, no se deja nunca de ser, realmente debe ser lo que uno es: no se deja de ser de donde es.

El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en La Habana
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en La Habana, en 1994.El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en La Habana, en 1994.
JOSE GOITIA (GAMMA-RAPHO VIA GETTY IMAGES)
P. Y en tus noches de Barcelona, ¿qué boleros escuchabas?
R. Escuchaba unos boleros que no eran del Caribe: era Bach, de origen igualmente popular. Al fin y al cabo, toda la música, la música culta y la música popular, tienen un mismo origen en las canciones populares. Hay una foto en la inmensa iconografía de Béla Bartok (que abarca casi toda su vida y es muy curiosa porque el tipo tiene un rostro muy expresivo) terriblemente conmovedora en la que sale él con una grabadora de aquellas de cilindros recogiendo aires populares de los campesinos de la Transilvania, de la tierra de Drácula, porque Béla Bartok era paisano de Drácula. Casi toda su música tiene ese origen popular, como lo tenía en Bach, como lo tienen los  vallenatos y como lo tiene casi toda la literatura del Caribe. Música para mí no es solamente la clásica o solamente la música popular. Es todo lo que suena y solo después empiezo a distinguir los géneros que me gustan más y que me gustan menos. Pero no se puede decir que la música clásica no es música o que la música popular no es música o que el bolero no, pero el chachachá sí. Yo creo que todas son expresiones humanas de un gran valor porque aún las menos legítimas tienen un algo. Pero en realidad no puedo escribir oyendo música porque en cierto momento me interesa más lo que está sonando que lo que estoy escribiendo.


Me llega más la música que la literatura o debe ser que me gusta más o que se impone en mí la música más que la literatura. No la escucho mientras escribo, pero estoy siempre sumergido en ella, particularmente cuando estoy escribiendo. Cuando estaba en Barcelona, en un paréntesis después de Cien años de soledad, buscando un camino y ver por dónde seguía, escuchaba mucha música. Siempre había oído música, música culta, sobre todo, pero no la tenía organizada; la había oído así, por donde llegara. En Barcelona la ventaja era que uno podía escuchar música en todas partes, es una ciudad eminentemente musical. Escuchaba entonces sobre todo el tercer concierto de piano de Béla Bartok, que me gusta muchísimo, y que lo oía mucho precisamente en los días que escribía El otoño del patriarca. Cuando se publicó, hubo unos expertos tanto en literatura como en música que trataron de demostrarme que de alguna manera la composición, la estructura de ese libro, se basaba en ese concierto de Béla Bartok, aunque nunca pude entender la explicación que me dieron. Habría que preguntarse qué género de música es Del amor y otros demonios. No tengo la menor idea, pero que tenga su propia música sí es probable. Lo que quise es que fuese una música sin una sola discordancia, y para que eso suceda se necesita trabajar un libro de 200 páginas durante cuatro años, todos los días, y vigilando que no haya una sola nota discordante.

García Márquez, en enero de 1982, en París.García Márquez, en enero de 1982, en París.

Jon Intxaustegi es documentalista

lunes, 18 de diciembre de 2023

Demostrativos de desprecio.

En algunos contextos, el uso de ciertos pronombres nos presenta como objetos, nos despersonaliza.

La degradación del lenguaje político sigue avanzando, aunque no de forma simétrica: la oposición suele mostrarse más aplicada.

El desprecio mutuo que unos y otros expresan en sus discursos constituye un penoso ejemplo para la ciudadanía. Diputados y senadores ofrecen a menudo notorios ejemplos de comportamientos impropios que denotan una carencia escandalosa de buena educación.

Tras la visita de Pedro Sánchez a Israel, el diputado Esteban González Pons, del PP, emitió el 24 de noviembre un tuit al respecto (o un equis, no sé qué sustantivo preferirá Elon Musk hoy, y mucho menos el que preferirá mañana). Decía así: “Viajar a Israel para enemistarte es lo contrario de diplomático. Ir invitado a casa del aliado para ofenderle es la peor jugada exterior para España. Para viajar el último y crear un conflicto, mejor no haber ido. Primero, el Magreb y ahora, Oriente Medio, este rompe lo que toca”. No entraremos en la deficiente puntuación de la última frase, sino en el uso del pronombre “este”.

A algunos nos enseñaron de niños que no se deben emplear estas expresiones, pues pueden tomarse como ofensivas. Quienes no recibieran ese consejo familiar quizás se hayan topado con él en la escuela. O más tarde en las gramáticas y en las obras académicas. Incluso por cómo les sienta a ellos ese tratamiento.

El valor peyorativo o despectivo de los pronombres “este” o “ese” (y “esta” y “esa”) ya estaba en el latín iste, y ha llegado hasta nuestros días atravesando los siglos. El Libro de estilo de la lengua española, elaborado por la Real Academia (Espasa, 2018), señala en su página 74: “Puede considerarse despectivo, e incluso ofensivo, el uso de los demostrativos en los que debería usarse un pronombre personal u otra expresión: ‘La culpa la tiene este’ (por él), ‘Esta no sabe lo que dice (por María, esta chica…)”. La gramática de 1973 también advertía: “Puede ser irrespetuoso designar con los demostrativos a personas presentes que merecen alguna consideración o con las que no se tiene confianza” (…), “es una descortesía evidente” (página 431).

En realidad, gramáticas y manuales nos cuentan ahí algo que se sabe por intuición, por competencia natural en nuestra propia lengua. En determinados contextos, la sustitución de nombres propios o pronombres personales por pronombres demostrativos nos presenta como objetos, nos despersonaliza. Y sube un grado en su crudeza cuando se arroja contra aquellos a quienes se ha de tratar con respeto por la dignidad de su cargo, o por su edad o su prestigio.

Pero la degradación avanza sin cesar, con lo cual podemos temer nuevos saltos en los escalones del desprecio mutuo, como la posposición del demostrativo (“Mira lo que ha dicho el presidente este”); la anteposición de un artículo (“el Sánchez se ha ido a Israel”) –tomada como despectiva en España, excepto en Cataluña y zonas de influencia–; o ambas posibilidades a la vez (“el Sánchez este rompe lo que toca”).

Confiemos en que, pese al mal ejemplo que ha dado González Pons, el niño que diga de su hermana “mamá, esta me ha quitado el juguete”, o la alumna que diga de su compañero “profe, este me ha manchado el libro” sigan recibiendo la tradicional admonición: “Niña, este tiene nombre”. “Niño, esta se llama Edelmira”. Y después ya veremos cómo se resuelve el conflicto de fondo y ya debatiremos si en la visita a Netanyahu no se debió mentar la soga en casa del ahorcado o si, por el contrario, fue mejor cantarle las cuarenta. Pero antes de eso, niños y diputados, compórtense.

domingo, 17 de diciembre de 2023

_- LEY DE AMNISTÍA. Nicolás Sartorius: “Toda la Transición fue hacer de la necesidad virtud”

_- El abogado, cofundador de Comisiones Obreras encarcelado en la dictadura, cree que la amnistía facilita que el PP pueda gobernar en el futuro sin depender de Vox.

Nicolás Sartorius, fotografiado en Madrid.
Nicolás Sartorius, fotografiado en Madrid.MOEH ATITAR


Nicolás Sartorius (San Sebastián, 85 años), exdiputado del PCE y de IU, es abogado. Durante la dictadura fue encarcelado varias veces, entre otras, por el proceso 1.001 contra la cúpula de CC OO, sindicato del que es cofundador.

Pregunta. “Franco murió en la cama, pero la dictadura murió en la calle”, suele decir. ¿Qué se le pasaba por la cabeza al ver a gente cantar el Cara al Sol y gritar “Viva Franco” en 2023, frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz? Muchos eran chavales...
Respuesta. El ultraliberalismo ha conducido a la ultraderecha. Se extiende por todo el mundo. Más allá de las concentraciones en Ferraz, lo que me preocupa es la deriva de partidos ultras con representación parlamentaria y cómo están impregnando a partidos de derecha tradicionales que, para no dejarse comer terreno, caen en posiciones parecidas. El día que más gente hubo en Ferraz eran 7.000. En un país de 48 millones, son una minoría. Creo que es un fenómeno bastante madrileño. En cuanto a los jóvenes, creo que esto ocurre porque ha habido un déficit de explicación del desastre que supuso la dictadura y de cómo se conquistó la democracia. Con la ley de memoria eso se empieza hacer, pero falta cultura democrática.

P. Isabel Díaz Ayuso ha asegurado que la amnistía convierte a España “en una dictadura”. Usted, que fue encarcelado por una, ¿ve alguna similitud? ¿Algún riesgo?
R. Es una declaración absurda. Esa frase, de alguna manera, lava a la dictadura.

P. Otros miembros de PP sostienen que la amnistía es un ataque al Estado de derecho, a la Constitución, a la Transición...
R. La Transición se basó en una amnistía que sale de un Parlamento democrático, el mismo que luego hace la Constitución de 1978. Fue la esencia de la reconciliación nacional.

P. ¿Ve alguna similitud entre aquella amnistía y la del procés?
R. No. Lo que creo es que decir que la amnistía va en contra de la Transición no tiene lógica porque la Transición se basó precisamente en una amnistía, pero en una época totalmente diferente y amnistiando delitos infinitamente más graves que los actuales. Esto era un problema de opciones después de las elecciones de julio. Solo había tres: repetirlas, apoyar al más votado o intentar una coalición. Repetir las elecciones contradice lo que han votado los electores, que quieren un Gobierno, y podría haber salido un resultado parecido, o que PP y Vox sumasen mayoría absoluta, lo que me parecía terrorífico para la democracia española.

P. ¿Por qué? ¿Qué consecuencias cree que tendría un Gobierno bipartito del PP y Vox?
R. Las que estamos viendo en las comunidades donde ya gobiernan, pero elevadas al cubo. Vox no es Le Pen, ni Meloni, es mucho peor. Liquidarían avances sociales, de libertades públicas, de memoria democrática, se deterioraría el Estado del bienestar...Que el PP planteara lo de apoyar al más votado después de pactar con Vox allí donde había quedado segundo, denota cierto cinismo. Incluso voces progresistas han dicho que el PSOE debía favorecer la investidura de Feijóo. ¿Y después qué? ¿Iban a apoyar todas las leyes, los Presupuestos? Es un suicidio político, sobre todo, cuando el plan era el “antisanchismo”, liquidar todo lo que habían hecho. Este tipo de coaliciones en otros países, como Alemania, siempre han sido con la derecha a la cabeza. Nunca han aceptado la coalición al revés. Y el resultado empieza a ser fastidiado, porque está bajando la socialdemocracia y está subiendo Alternativa por Alemania.

P. ¿Para el PP también habría sido un suicidio político favorecer la investidura de Sánchez?
R. Claro, por eso no lo hizo. Y es pintoresco que acusen al PSOE de aceptar cosas que no estaban en su programa. Es negar la posibilidad de la democracia parlamentaria, que consiste en llegar a acuerdos. ¿Llevaba Aznar en su programa todo lo que pactó en el Majestic [con CiU, en 1996]? Montar la que se ha montado es ridículo porque tenemos un Tribunal Constitucional que dirá si es constitucional.

P. El PP dice que es un tribunal “de parte”.
R. Se están haciendo un poco antisistema.

P. ¿Tienen algún motivo para decir que es un tribunal de parte?
R. Para nada. Hace poco el Tribunal Constitucional sacó una sentencia en contra del Gobierno. Siempre hemos respetado al Tribunal, nunca se ha puesto en cuestión. Hacerlo es muy grave. Además, después de que el Constitucional diga si la amnistía es constitucional o no, puedes ir a un tribunal europeo. Hay unas garantías completas.

La amnistía facilita que el PP pueda volver a gobernar sin depender de Vox

P. La exposición de motivos de la proposición de ley justifica la amnistía en la “mejora de la convivencia”. Pero la crispación se ha trasladado a otras zonas de España, como se ha visto en las multitudinarias protestas contra la medida. ¿Irá a más?
R. Creo que irá a menos. En Cataluña hubo una tensión terrible en 2017, de enfrentamiento en las familias, de falta de convivencia... Y los indultos dieron un resultado muy positivo.

P. Pero si Cataluña ya estaba pacificada con los indultos, ¿por qué hay que repacificarla ahora?
R. No estaba pacificada del todo. Ante 400 o 500 expedientes pendientes de personas de niveles inferiores a los que ya fueron indultados, si empieza un proceso de juicios, cárceles, multas... aquello se iba a incendiar de nuevo y se destruiría todo lo logrado. El indulto general está prohibido por la Constitución. ¿Vas a meterte en dos años de juicios, de lío en Cataluña, para luego dar indultos individuales? La única opción sensata era una amnistía acotada.

P. ¿Y el malestar en otras zonas de España, cómo se frena?
R. Explicando. El Gobierno no ha dado una explicación a fondo de los beneficios de la amnistía. Por ejemplo, que Junts renuncia a la unilateralidad. Porque cuando habla del referéndum en base al artículo 92 de la Constitución lo que está haciendo es someterse a la Constitución, aunque yo creo que ese artículo no sirve para ese tema, sino para otro tipo de cuestiones, como el referéndum de la OTAN. Ese artículo dice que el referéndum lo tiene que convocar el Rey, a propuesta del presidente del Gobierno y con autorización del Parlamento. ¿Eso es unilateral? Que partidos de Cataluña normalicen su vida política en el marco de la Constitución facilita, además, a medio plazo, que el PP pueda gobernar.

P. ¿Ve posible que el PP vuelva a pactar con el nacionalismo?
R. Tradicionalmente, lo ha hecho. Mientras el PP vaya con Vox es muy difícil que gobierne porque Vox lo aísla de los demás. La amnistía facilita esos pactos con el nacionalismo en el futuro. Desde el punto de vista ideológico económico y social, Junts es derecha, está más cerca del PP que del PSOE. La amnistía también es una operación política para que la alternancia en España no dependa de un partido como Vox.

P. ¿Entonces el PSOE le ha hecho el trabajo sucio al PP?
R. No diría sucio, le ha hecho un trabajo fino políticamente hablando. Artur Mas lo dijo con todas las letras: El más beneficiado por la amnistía será el PP.

Dos años de juicios tras los indultos a los líderes del procés habrían incendiado de nuevo Cataluña,

P. El catedrático de Derecho Constitucional Agustín Ruiz Robledo citaba recientemente De los delitos y de las penas, de Cesare Beccaria, para oponerse a las medidas de gracia, que considera una institución del antiguo régimen. ¿Considera la amnistía del procés una medida progresista?
R. Todo el derecho de gracia tiene un aire de otras épocas, aunque en el caso de la amnistía, que es una ley orgánica que aprueba el Parlamento soberano español, mucho menos que con los indultos, que da el Gobierno. Teniendo en cuenta el contexto, la amnistía es una necesidad. El presidente dijo que había que hacer de la necesidad virtud. Toda la Transición fue eso, toda la política es buscar cómo convertir la necesidad en virtud. ¿Por qué se legaliza el PCE? Porque no hacerlo era mucho peor, no porque les entusiasmara la idea.

P. La proposición de ley sitúa el inicio del conflicto en Cataluña en la sentencia del Constiticional de 2010 que recortó el Estatut. ¿Cree que ese fue el origen?
R. Sí. Desde luego es más acertado que decir que empezó el 1714 (ríe). Creo que esa sentencia fue desgraciada. Había cosas parecidas que aparecían en otros estatutos y no hubo ningún lío.

P. ¿Si el Constitucional avala la amnistía actúa correctamente y si recorta el Estatut no?
R. No. Yo no discuto la sentencia. El Constitucional dijo eso y eso va a misa. Lo que quiero decir es que los efectos de esa sentencia fueron desgraciados. El estatuto de Cataluña ya había tenido un recorrido amplio tanto en el Parlamento catalán como en el español. Ahí se activó el lío, la recogida de firmas contra el Estatut, los enfrentamientos, el boicot a productos catalanes...

P. ¿Cree que puede volver ahora ese boicot?
R. Si el Gobierno lo explica bien no. Porque hay muchos argumentos a favor de resolver esto a través de una amnistía.

P. ¿Le parece bien la lista de delitos incluidos y excluidos en la proposición de ley de amnistía?
R. Ese texto es un canto a la Constitución. Está muy trabajado, incluye cantidad de normas de otros países, de sentencias. Lo que sí puede ocurrir es que el Constitucional, como tantas veces, diga que es constitucional siempre que determinado aspecto se interprete de determinada manera.

P. Ha generado rechazo que la negociación para la investidura se hiciera fuera de España, con un prófugo de la justicia. ¿Qué opinión tiene de Carles Puigdemont?
R. Sus ideas no me gustan, son lo más opuesto a mi manera de pensar. Pero ese prófugo es eurodiputado, lidera un partido. Por eso es importante resolverlo. Para acabar con los conflictos hay que hablar con quien hay que hablar.

P. Antes de ver el texto de la proposición de ley, el Consejo General del Poder Judicial emitió un comunicado en el que aseguraba que “mayorías coyunturales”, en alusión al Parlamento, no podían “incidir en concretas sentencias de los Tribunales declarando su nulidad”. ¿Puede el Consejo del Poder Judicial decir lo que puede o no hacer el poder legislativo?
R. Es evidente que no. La soberanía nacional reside en el pueblo español y el Parlamento es el que representa al pueblo español. En una democracia las mayorías son siempre coyunturales, si no, sería una dictadura. No veo motivos para este tipo de declaraciones porque veo muchos aspectos positivos en la amnistía: permite no repetir elecciones, pacificar Cataluña definitivamente, que partidos que estaban un poco en el monte entren en la vía constitucional...

P. Pero en Cataluña ya estaba cayendo el independentismo...
R. Sí, pero había riesgo de que eso se reactivara con los juicios pendientes. Se ha dicho también: “No han pedido perdón”. ¿Desde cuándo es necesario para un indulto o amnistía? A mí me dieron dos y nunca me arrepentí. Critican: “No renuncian a la independencia”. Pueden defender sus ideas dentro de la ley.

P. Usted fue un preso político. Los encarcelados del procés se autodefinían de la misma manera.
R. Eran políticos presos, no presos políticos. Fueron a la cárcel por hechos, no ideas. Y tampoco es verdad, como se dice, que la amnistía supone decir que se equivocaron los jueces o que lo volverán a hacer ¿o es que han desaparecido el Código Penal y el artículo 155 de la Constitución?

P. Puigdemont y el PP, por motivos radicalmente distintos, han celebrado en el Parlamento Europeo la internacionalización del conflicto a propósito de la amnistía. ¿Qué lectura hace de esa coincidencia?
R. A Puigdemont le viene estupendamente: internacionalizar el conflicto es la obsesión de los independentistas y el PP se lo ha puesto en bandeja.

P. ¿Ha habido lawfare en España?
R. Con carácter general, en el sentido de que los jueces estén haciendo política, no lo creo. Y cuando ha habido algún caso de uso espúreo de la justicia para atacar al adversario, como el juez [Salvador Alba] expulsado de la carrera por atacar a Victoria Rossell [cuando dio el salto a la política de la mano de Podemos], se ha castigado. Otra cosa es el Consejo General del Poder Judicial, que es una vergüenza absoluta, pero eso no es Poder Judicial.

P. El concepto “lawfare” en el acuerdo entre el PSOE y Junts irritó a todas las asociaciones de jueces, que hicieron un comunicado conjunto.
R. En el acuerdo se alude a comisiones de investigación en el Congreso, sobre el caso Pegasus, la llamada policía patriótica... Y tendrían que leer el artículo 52.4 del reglamento del Congreso, una ley orgánica, que dice que el resultado de esas comisiones de investigación en ningún caso afectará ni a los procedimientos judiciales ni a las sentencias de los tribunales ni a nada que tenga que ver con el poder judicial.

P. Antiguos dirigentes del PSOE, como Felipe González y Alfonso Guerra han manifestado de manera muy contundente y pública su oposición a la amnistía. Usted, que ha formado parte del PCE e Izquierda Unida ¿exhibió alguna vez sus discrepancias con la estrategia del partido?
R. Cuando ha habido una discrepancia, la he manifestado, pero en el debate político, no desde fuera. Con el tema del euro, por ejemplo, yo estaba a favor y discrepaba con Anguita [Julio]. La dirección de Izquierda Unida tenía en aquel momento la teoría de las dos orillas: en una estaban el PP y el PSOE y en otra IU, y yo estaba en contra porque me parecía que eso impedía la unidad de la izquierda, que luego se ha dado. A mí lo que me preocupa de González o de Guerra no es que discrepen, sino cómo lo hacen: su tono y sus argumentos. Que digan que se carga la Transición española, o tajantemente que es inconstitucional. Esperemos al Tribunal, ¿no? Todo el mundo puede opinar si le parece bien o mal, pero sin insultos o exageraciones absurdas.

P. El PP los invoca constantemente...
R. Hay un socialista histórico alemán, August Bebel, uno de los fundadores de la socialdemocracia alemana, que después de un debate parlamentario comentó: “¿Qué tontería habré dicho para que la derecha me aplauda?”.
Nicolás Sartorius, la pasada semana, en Madrid.