domingo, 20 de diciembre de 2020

El olvido que llevó al científico uruguayo Juan Pablo Tosar a un descubrimiento potencialmente revolucionario.

Un descuido durante un experimento llevó al científico uruguayo Juan Pablo Tosar a encontrar un tesoro insospechado.

Su hallazgo no solo reveló acciones de las células que se desconocían, sino que podría acabar trastocando un postulado fundamental de la biología.
Tosar descubrió que los complejos dentro de las células donde se fabrican las proteínas, los llamados ribosomas, también existen fuera de las células, en el espacio entre ellas.

El hallazgo podría derivar en el futuro en aplicaciones prácticas para millones de personas, a través de diagnósticos más tempranos de enfermedades como el cáncer.

Tosar es investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, Udelar, e investigador asociado del Laboratorio de Genómica Funcional del Institut Pasteur en Montevideo.

Un estudio del bioquímico de 35 años es tapa esta semana de una prestigiosa publicación científica de la Universidad de Oxford. Y su trabajo fue tema de una nota este año en la revista Nature.

BBC Mundo habló con Tosar sobre la importancia de su hallazgo y por qué éste "revela a nivel de las células un universo tan vasto como el de las estrellas".

Te invitamos a seguir paso a paso la historia fascinante de un descubrimiento.

El ARN, actor protagónico
La historia del hallazgo comienza en 2016, cuando Tosar era estudiante de doctorado del doctor Alfonso Cayota en el Institut Pasteur de Montevideo.

Cayota estudiaba el ARN, que al igual que el ADN es un ácido nucleico, un tipo de molécula cuyas funciones tienen que ver con el almacenamiento y la expresión de información genética.

Hay muchos tipos diferentes de ARN y tal vez el más conocido sea el ARN mensajero, un intermediario que lleva desde los genes hasta el ribosoma las instrucciones necesarias para elaborar proteínas.

Pero en los últimos años se ha visto que el ARN es mucho más activo de lo que se pensaba.

"El ARN emergió como un nuevo actor protagónico en lo que es el día a día de la célula, y en la regulación de qué genes van a prenderse y apagarse, o sea, qué genes van a pasar a proteínas y cuáles no", explicó Tosar a BBC Mundo.

"Para hacer una analogía, no es simplemente un negativo, sino que toma decisiones de qué fotos van a ser en color, o en blanco y negro, o qué fotos no van a ser".

El notable ARN extracelular
El ARN en el que Cayota había enfocado su laboratorio era un tipo de ARN poco comprendido: el llamado ARN extracelular, el ARN que no está dentro de las células, sino en el espacio entre ellas.

En los últimos años el ARN extracelular ha cobrado mucha notoriedad, señaló Tosar.

"Por un lado, estudiar ese ARN que viaja por fuera de las células, o sea, que podemos detectarlo en la sangre, en la orina, o en la saliva, nos puede hablar de cómo las células dialogan entre ellas. En otras palabras, cómo una célula puede influir liberando ARN hacia afuera para que genes se prendan y apaguen en un célula distante".

"Entender esa comunicación a distancia es muy importante si queremos entender cómo funcionan las células de nuestro organismo".

Otro motivo del interés en el ARN extracelular es su potencial para el diagnóstico de enfermedades.

"Como estos ARN viajan por los fluidos y se pueden detectar en la sangre u orina, si sabemos el tipo de ARNs que hay en una persona sana y encontramos una anomalía a nivel de estos ARNs extracelulares, esto puede llevar a un diagnóstico temprano de enfermedades, particularmente del cáncer".

"Eso casi no había sido estudiado"
Una de las preguntas que cautivaba a Tosar y sus colegas era cómo esos ARNs no se degradan fuera de la célula.

"Este tema no se estudió por mucho tiempo porque el entorno extracelular, la sangre en particular, se considera un entorno muy hostil para el ARN, porque hay enzimas que lo degradan".

En la década de los 80 se descubrió que las células pueden liberar ARNs en una especie de cápsulas que se llaman vesículas extracelulares o exosomas.

"Son como pedazos de la célula, se podría pensar que la célula libera una especie de cápsula espacial que viaja a otra célula, y en esa cápsula viajan esos ARNs protegidos de las enzimas que los amenazan", explicó el científico.

Pero Tosar no estudiaba esos ARNs protegidos en cápsulas, sino los que flotan en el medio extracelular, en los fluidos biológicos, completamente vulnerables a la degradación de enzimas.

"Vimos tempranamente que había mucho ARN fuera de la célula y fuera de estas cápsulas y eso casi que no había sido estudiado hasta el momento".

El olvido célebre
Fue cuando estudiaba ese ARN extracelular y no contenido en vesículas o cápsulas, que Tosar realizó su famoso experimento.

El científico lo explicó de la siguiente forma.

"Lo que hacemos es que crecemos células como quien crece plantitas en el jardín. A las células hay que darles de comer, crecen en un medio de cultivo, que es un medio líquido".

"Las células comen y eliminan todos sus desechos hacia ese medio que se va a cargar con ARNs extracelulares, y luego eso lo centrifugamos a una alta velocidad para separar estos exosomas o cápsulas y quedarnos con lo que no está dentro de ellas".

Tosar olvidó enfriar el rotor de la centrífuga la noche anterior al experimento.

La máquina que centrifuga las muestras debe operar en frío a unos cuatro grados. Como el rotor es de titanio macizo demora mucho en enfriarse, por lo que hay que colocarlo la noche anterior en una cámara que es como "una heladera gigante".

"Y yo soy muy despistado y muchas veces me he olvidado de hacer eso el día antes".

Tosar se había olvidado de enfriar el rotor, pero decidió de todas formas hacer el experimento.

El resultado fue que no solo el perfil de ARNs extracelulares era diferente, sino que la diferencia era recurrente.

"Comparando en el registro, todas las veces que no había enfriado el rotor debidamente esa diferencia estaba".

La diferencia en los resultados según la temperatura encendió "un chispazo" en el investigador.

"Cuanto más alta es la temperatura las enzimas que degradan el ARN trabajan en forma más eficiente".

"Por ello cuando trabajamos a cuatro grados estamos evitando la degradación. Eso nos hizo preguntarnos, ¿qué pasará si ahora agregamos una enzima que inhiba a las enzimas que degradan al ARN, o sea que degrade al degradador, y repetimos el experimento en esas condiciones?".

"De golpe te dan unos lentes…"
Cuando los investigadores inhibieron las enzimas que degradaban al ARN "el cambio ya no fue sutil, fue un cambio drástico".

Los científicos estaban acostumbrados a ver siempre la misma señal de ARNs extracelulares.

"Pero cuando hicimos el experimento degradando las enzimas, de golpe vino no una señal sino muchas señales muy distintas".

"Es como si uno fuera a un zoológico y cada vez que va hay una sola especie, siempre un papagayo verde, y uno dice qué aburrido, siempre un papagayo verde".

"Y de golpe te dan unos lentes y cuando te pones esos lentes aparece toda la diversidad de animales que hay en la jungla, y fue algo así".

"De golpe entendimos que estábamos entendiéndolo todo mal, y que en el fondo el ARN extracelular era mucho más diverso y heterogéneo de lo que habíamos supuesto".

"Ahora veíamos que hay un montón de distintos ARNs y el problema es que todos ellos se degradaban fruto de las enzimas y sólo veíamos a los más resistentes".

El trabajo de Tosar figura en la tapa de la revista Nucleic Acids Research, de la Universidad de Oxford. El dibujo muestra un ribosoma extracelular (en el centro) rodeado de moléculas de ARN de transferencia (naranjas) siendo atacadas por enzimas que degradan el ARN (tijeras azules), generando fragmentos que resisten a la degradación (amarillo).

"Toda la maquinaria también está afuera"
Al inhibir la acción de las enzimas que degradan al ARN, Tosar y sus colegas desarrollaron una nueva herramienta para revelar la riqueza de ARNs extracelulares.

Y con sus "nuevos lentes", lograron identificar muchos tipos diferentes de esos ARNs, incluyendo el llamado ARN ribosomal, el que se acopla a proteínas para conformar el ribosoma.

"Pudimos identificar al ribosoma, pudimos identificar también que hay ARNs de transferencia, que trabajan junto con el ribosoma, y pudimos identificar a los famosos ARNs mensajeros", afirmó.

"En definitiva, lo que vimos es que toda la maquinaria que fabrica proteínas dentro de la célula también esta fuera, y eso no es una sutileza".

"Teníamos que estar convencidos"
Para confirmar que se trataba efectivamente de ribosomas Tosar viajó a Estados Unidos.

"Nos faltaban pruebas más contundentes de que efectivamente teníamos ribosomas ahí, sabíamos que eso iba a ser algo que iba a generar cierta polémica, porque el ribosoma es la fábrica de proteínas de la célula, no es un ARN cualquiera", relató.

"Si íbamos a decir que había ribosomas en el medio extracelular, era de una responsabilidad mínima estar tan convencidos como pudiéramos de eso".

Hacer las puebas en Uruguay hubiera sido posible pero habría llevado más tiempo.

"La ciencia es una actividad global, y muchas veces lo más eficiente es ir al laboratorio donde son expertos en esa temática".

"Contacté a investigadores de la Universidad de Harvard, Paul Anderson y Pavel Ivanov, ellos conocían nuestros trabajos anteriores".

Tosar convenció entonces a su esposa Patricia, quien es pediatra, y se encontraba en licencia por maternidad. Y la pareja partió con sus dos hijos, un niño de dos años y medio y una bebé, para que el científico confirmara su descubrimiento en el laboratorio de Ivanov en Boston.

Roger Alexander, investigador de ARN en el Instituto de Investigación Pacific Northwest en Seattle, Estados Unidos, dijo a la revista Nature que Tosar "es la punta de lanza en un área muy importante que no había recibido la atención suficiente en nuestro campo".

"Hay mucha biología interesante y mucho potencial clínico en esa área".

"Si íbamos a decir que había ribosomas en el medio extracelular, era de una responsabilidad mínima estar tan convencidos como pudiéramos de eso".

"La ciencia es como las muñecas rusas"
El descubrimiento de ribosomas extracelulares planteó a su vez preguntas fundamentales.

Y es que la ciencia, señala Tosar, "es una cuestión de muñecas rusas, cada vez que se abre hay más y más".

Una de esas preguntas es si los ribosomas extracelulares fabrican proteínas, algo que de confirmarse cuestionaría un pilar fundamental de la biología.

Otra es cómo llegan esos ARNs al espacio entre las células.

"Sabemos que vienen de adentro de las células, pero pueden salir por dos mecanismos", explicó Tosar.

"Uno es el bombeo, como si la célula abriera una compuerta y dejara que salgan estos ARNs al medio extracelular. Hay una línea de trabajo extremadamente interesante que es descubrir si existen esas compuertas en las células que dejan salir a estos ribosomas".

"Y en paralelo tenemos otra hipótesis: que el ARN extracelular es algo que las células liberan cuando mueren".

En la segunda opción la célula no tiene intencionalidad, no quiso liberar el ARN, sino que "al morirse sus pertenencias son liberadas al medio extracelular".

Cuando la muerte celular es programada, por ejemplo, para renovar tejidos, es un fenómeno normal que no genera una respuesta inmune.

"Pero muchas veces ocurre una muerte celular no programada, y eso típicamente ocurre en todos los tumores, ya que en el seno del tumor hay un núcleo de células a las que les faltan nutrientes y oxígeno y esas células tienden como a explotar y liberan todos los ARNs hacia afuera".

"Ahí vino otra pregunta, y empezamos a trabajar con un grupo de inmunólogos porque nosotros no tenemos background en inmunología: ¿será que estos ribosomas, cuando se liberan al medio extracelular, funcionan como alarmas del sistema inmune?

"Las células del sistema inmune pueden leer esos ARNS y decir, aquí hay un ribosoma fuera de la célula, los ribosomas no deberían estar fuera de la célula, esto significa que hay células que están muriendo y el sistema inmune tiene que actuar".

Tosar investiga con sus colegas si los ARNs pueden ser actores clave en nuestras defensas inmunológicas.

"Cuando hay muerte celular no patológica hay liberación de ARNs. Pero si el cáncer exacerba ese proceso y cambia el tipo de ARNs que son liberados a la sangre eso permitiría un diagnóstico del cáncer en etapas más tempranas".

"Ese es uno de los temas en que estamos intentando trabajar".

Los ribosomas liberados por las células podrían servir como alarmas al sistema inmune en el caso de enfermedades como el cáncer.

"Prestar atención a lo que sale mal"
El olvido de Tosar en aquel experimento célebre invita a muchas reflexiones.

Una de ellas es la importancia a veces de "prestar atención no a los resultados que salen bien sino a los que salen mal".

"Hace poco vino a Uruguay invitado por un docente aquí Martin Chalfie, ganador del premio Nobel por ser uno de los que descubrió la proteína verde fluorescente. Y dio una charla en la que dijo una frase que me gustó mucho".

"El decía: cuando haces un experimento y te da como querías, felicitaciones, has hecho una medición. Cuando haces un experimento y no te da como pensabas, felicitaciones, puedes haber hecho un descubrimiento".

El camino personal
Pensar fuera de lo convencional fue una habilidad que Tosar fue aprendiendo de chico.

En el colegio le gustaban muchas cosas, y cuando era adolescente se volcó con pasión a las computadoras.

"Cuando mis padres compraron la primera computadora que hubo en casa quise diseñar juegos, y con herramientas de programación muy rudimentarias armé en el transcurso de un año los fines de semana un juego de póker que tenía la particularidad de que podías hacer trampa", relató.

Un día sus padres mandaron a arreglar la computadora y cuando el técnico formateó el ordenador se borró todo el juego.

"Nunca más quise meterme en el mundo de la computación porque la frustración de haber perdido eso fue grande".

Tosar pensaba tal vez ser ingeniero como su padre, pero todo cambió tras una conversación en el último año de la secundaria con su profesor de química, Justo Laíz.

"Un día le pregunté si hacía otras cosas además de dar clases de química, y me dijo que enseñaba química en la Facultad de Ciencias en la carrera de bioquímica".

Tosar pensaba ser ingeniero, pero una conversación con un profesor en la secundaria le abrió el mundo de la bioquímica.

"Fue la primera vez que escuché la palabra bioquímica y que supe que existía una carrera que conjugaba dos cosas que me gustaban, la biología y la química".

En aquella época muchos pensaban que era difícil hacer la carrera de bioquímica en Uruguay.

"Yo creo que sigue habiendo eso de que 'no se puede hacer acá' y me parece que esa es una de las mayores autolimitaciones que nos hacemos, de pensar que por ser un país pequeño nuestros horizontes tienen que estar restringidos".

"Todos tendemos un poco a reproducir eso pero no hay necesidad, porque el potencial que tenemos es muy grande, y aun cuando no cumplamos los objetivos ambiciosos que podamos proponernos el solo hecho de incursionar en esos caminos termina generando cosas nuevas insospechadas".

El misterio por descubrir
El hallazgo de Tosar nos recuerda según el investigador que hay todo un mundo por explorar en biología.

"Yo cada vez que leo sobre los biólogos moleculares de los 60, 70 me lleno de admiración porque sentaron las bases de la biología molecular, por ejemplo, con el descubrimiento del ARN", afirmó.

"Y a veces te viene el sentimiento de decir bueno, somos la generación que llegó tarde, ahora habrá que pensar en hacer vacunas, terapias, pero no en estudiar cómo funciona la naturaleza".

"Como que ya el partido se terminó y habrá que ir a pulir los detalles".

Pero el descubrimiento de Tosar le mostró que "así como el universo es vasto e inabarcable en lo grande, en las estrellas, también es vasto en lo micro".

"Y en el mundo de lo microscópico, de lo molecular, tal vez lo que conocemos es la punta del iceberg y haya mucho más por descubrir, y no detalles, sino cuestiones fundamentales".

"Hay muchas cosas que siguen siendo un misterio", señaló Juan Pablo Tosar a BBC Mundo.

"La conciencia de ese misterio por descubrir es la fuente del estímulo para seguir trabajando en esto, y para seguir alentando a futuras generaciones a que vale la pena dedicar la vida a tratar de desentrañarlo".

sábado, 19 de diciembre de 2020

La ONU llama al Reino Unido a liberar a Julian Assange

Por | 15/12/2020 | Conocimiento Libre
Fuentes: Proceso

La Organización de las Naciones Unidas urgió al gobierno de Reino Unido a liberar a Julian Assange, quien ha vivido violaciones graves a sus derechos.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió nuevamente al Reino Unido liberar inmediatamente a Julian Assange, quien se encuentra recluido en una prisión de máxima seguridad en espera de ser extraditado a los Estados Unidos.

El relator especial sobre torturas de la ONU, Nils Melzer, denunció que “durante más de una década, se han violado gravemente los derechos de Assange” e insistió al gobierno británico no extraditarlo, debido a “serias preocupaciones en materia de derechos humanos”.

El experto consideró que el confinamiento de Assange puede equivaler a tortura, tratos y castigos crueles y degradantes, no es proporcionado y no tiene base legal, ya que el fundador de Wikileaks no es un criminal convicto y no supone una amenaza para nadie.

El llamado del relator se da a unos días de que se decida si se extradita o no a Assange a el próximo 4 de enero a Estados Unidos. La justicia de ese país lo acusa de espionaje luego de que este diera a conocer crímenes de guerra y otras acciones del país en Iraq y Afganistán.

Fuente: 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Dislexia: 10 falsos mitos sobre este trastorno

La detección de la dislexia lo más temprano posible es muy importante.

La dislexia es un trastorno del neurodesarrollo que afecta al aprendizaje de la lectura y fundamentalmente a la velocidad y precisión lectora. Uno de cada catorce niños presenta este trastorno.

Por tanto, es muy frecuente en nuestras aulas. También es unos de los trastornos más conocidos por la sociedad en general. Sin embargo, hay un conjunto de mitos falsos sobre su naturaleza, características e intervención.

Seguidamente vamos a repasarlos y a intentar dar un poco de luz sobre su certeza:

1. De antecedentes familiares disléxicos, hijo disléxico

Tener antecedentes de familiares no determina que el niño/a va a tener dislexia, pero sí que lo predispone. Por tanto, si un niño tiene antecedentes se le debe seguir desde el principio de Educación Infantil para poder detectar e intervenir lo antes posible.

2. Si un niño es zurdo tiene más probabilidades de tener dislexia

Antiguamente se pensaba que ser zurdo provocaba dificultades en la lectura y la escritura y durante muchos años se obligó a estos niños a escribir con la derecha.

Dislexia, el problema de aprendizaje que sigue siendo invisible
Esto ha generado un conjunto de mitos que todavía se mantienen y que no tienen ningún fundamento científico. Ser zurdo no predispone a tener problemas de lectura.

3. Si el niño confunde las palabras en espejo al leer y escribir es disléxico

Leer y escribir en espejo lo hacen muchísimos niños en estadios iniciales del aprendizaje de la lectura pero, posteriormente, estos errores desaparecen.

La dislexia no tiene que ver con una falta de hábito lector sino con un conjunto de variables.

Hay, eso sí, algunos niños con dislexia que arrastran estos errores durante más tiempo, pero no todos lo hacen. Por tanto, este no es un marcador sobre tener dislexia, sino que lo es leer con lentitud y con errores que no son esperables para su edad.

4. La dislexia no se manifiesta hasta los 7 años

Hay una cierta tradición de esperar cuando un niño no aprende a leer al mismo ritmo que los compañeros de clase pensado que posteriormente evolucionará. Esta es una práctica totalmente desaconsejable. Lo importante no es el diagnóstico, sino la detección e intervención lo más temprana posible. No debemos esperar a que fracase y sí empezar a trabajar desde el primer signo de alerta.

5. Un mal hábito de lectura puede provocar la dislexia

La dislexia no se genera por una falta de hábito lector sino por un conjunto de variables. La raíz del problema es una predisposición genética que genera un déficit fonológico, pero este no es suficiente para explicar la heterogeneidad de las dificultades lectoras.

Cuáles son los principales trastornos del lenguaje y cómo detectarlos

Hay numerosos factores de riesgo a nivel biológico, cognitivo y ambiental. Por lo tanto, debemos maximizar los efectos beneficiosos que el ambiente puede aportar, como hacer un trabajo sistemático e intensivo en las escuelas y un hábito de lectura diario en casa.

6. Es una enfermedad que con el tratamiento adecuado se cura

La dislexia no es una enfermedad, es un trastorno del aprendizaje que no se cura, sino que mejora con una tratamiento adecuado.

La dislexia no es una enfermedad, es un trastorno del aprendizaje.

Muchos estudios han mostrado que con una intervención temprana e intensiva entre el 56 % y el 92 % de estos niños logran alcanzar el nivel de lectura promedio. Aunque hay diferentes grados de afectación, cuanto más tarde se haga esa intervención menor será el grado de mejora.

7. Los niños con dislexia son vagos que no se esfuerzan para aprender a leer

Este es un mito que se debe desterrar de las aulas. Los niños con dislexia no son vagos, sino que tienen muchas dificultades para leer.

No hay ningún niño que no quiera aprender a leer bien. Lo importante es proporcionarle a cada uno las mejores estrategias y actividades para que pueda conseguir su máximo potencial.

8. Los disléxicos tienen un cociente intelectual bajo

Justamente un criterio para poder ser diagnosticado con dislexia es tener un cociente intelectual dentro de los parámetros de la normalidad. Por tanto, son niños con una inteligencia normal, pero su dificultad reside justamente en una problemática concreta para automatizar la lectura.

El apoyo en el hogar como en la escuela es fundamental para los niños con dislexia.

El gran reto para ellos es que en la escuela primero se aprende a leer y luego se aprende leyendo y si una de las principales herramientas de aprendizaje esta afectada, su rendimiento escolar también lo estará.

9. Hay algunos métodos milagrosos que curan la dislexia

Existen múltiples y variados métodos que prometen grandes resultados como la integración auditiva (Tomatis), la terapia visual (optometría), las lentes de colores o la integración sensorial. 

Los estudios científicos han mostrado que no producen mejoras en el rendimiento lector. La única intervención que se ha visto que es efectiva es la que se centra en el trabajo de las habilidades fonológicas (la conciencia fonológica y del principio alfabético) y la práctica de la lectura.

10. Las personas con dislexia son más creativas y excelentes en otras áreas

Lamentablemente no es así. Aunque hay muchos listados de famosos con dislexia, su genialidad no es consecuencia de tener este trastorno sino que, al ser muy frecuente, es normal que haya un gran número de personas, también famosas, que la tengan. Sin embargo, el dato esencial y con el que debemos quedarnos es que, aunque esas personas presentaban dislexia, esta no les impidió triunfar en sus respectivos campos.

Esperamos que la clarificación de estos mitos pueda ayudar a una mejor atención de las personas con problemas de lectura, tanto para padres como para docentes.

*Llorenç Andreu es director del Máster Universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la Universitat Oberta de Catalunya.

Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Los dos ladrones, un cuento egipcio escrito hace más de 3.000 años

Por Javier Cortines | 12/12/2020 | Cultura
Fuentes: Rebelión

El cuento de los dos ladrones es narrado por Heródoto (484 a 425 a.C) en su segundo libro de historia, Euterpe, dedicado a Egipto [1]. En esta versión que realicé del mismo, (respetando al máximo el original, pero omitiendo las partes ininteligibles), “sorprende” el hecho de que el faraón enviase a su hija a un prostíbulo, pero hay que tener en cuenta que en aquella época existían “las prostitutas sagradas” [2] que ejercían su profesión en templos dedicados a los dioses. Hecha esta introducción, veamos el relato.

Los dos ladrones, un cuento egipcio escrito hace más de 3.000 años
El faraón Rampsinito poseía una fortuna tan inmensa que ningún otro monarca que le sucedió pudo superar e incluso acercarse a ella. Para guardar sus tesoros en un lugar seguro, hizo construir una cámara secreta en una de las dependencias de palacio. El arquitecto real, que ambicionaba su riqueza, hizo una obra maestra de ingeniería y se las arregló para que uno o dos hombres pudiesen extraer con facilidad del muro exterior uno de sus sillares. Pasaron los años y, cuando el maestro constructor estaba agonizando, llamó a sus dos hijos y les reveló el secreto de la cámara para que pudieran vivir en la abundancia.

Cuando su padre murió, los jóvenes no esperaron mucho tiempo para actuar. Una noche se dirigieron a palacio, giraron la piedra y se llevaron numerosas joyas. A la mañana siguiente el Rey entró en la cámara y se extrañó al comprobar que su tesoro había menguado. Las riquezas seguían disminuyendo a medida que pasaba el tiempo y Rampsinito ordenó que se pusieran cepos en el lugar para atrapar a los ladrones.

Y cuando, como en ocasiones anteriores, penetraron los dos ladrones en la cámara, uno de ellos quedó atrapado en un cepo al intentar llevarse un recipiente lleno de piedras preciosas. Comprendiendo al instante que a él y a su familia les esperaba un castigo horrible, pidió a su hermano que le cortara la cabeza para que nadie le reconociera. Éste obedeció, le decapitó con su espada y se llevó la cabeza a casa.

El faraón se quedó estupefacto al ver el cuerpo sin cabeza del ladrón y comprobar que la cámara seguía intacta, sin presentar entrada ni salida alguna. Después ordenó que el cadáver del malhechor fuera colgado en lo alto de un muro y apostó a varios soldados en lugares ocultos con la orden de que detuviesen a toda persona que llorara o se lamentara ante aquella espeluznante visión.

Por su parte, la madre del ladrón no soportaba la idea de que el cuerpo de su hijo colgara desde el muro sin poder ser embalsamado y ordenó a su otro vástago que rescatase el cadáver de su hermano con la amenaza de que si no lo hacía, ella misma se encargaría de denunciarle ante el Rey.

Entonces, el ladrón astuto aparejó unos borricos y cargó varios odres de vino en sus cuévanos. Cuando pasó debajo del cadáver de su hermano, rajó dos pellejos regando el suelo con el agua de la cepa para que los guardias lo olieran y no pudieran resistir la tentación de tomar un trago. Tras fingir que estaba desesperado porque había perdido parte de la carga, entabló una fluida conversación con los centinelas. Luego se puso a beber un poco de vino para calmarse y pasó el pellejo a los guardias. Mientras el ladrón se lamentaba y seguía bebiendo, los soldados no dejaban de hacer bromas y, aprovechándose de su infortunio, se pasaban los odres de mano a mano.

Ya avanzada la noche, los guardias se quedaron dormidos y, entonces, el ladrón desató el cuerpo de su hermano y, para burlarse de los centinelas, les rasuró media mejilla, dejándoles sólo barba en un lado de la cara.[3] Luego se llevó el cadáver de su hermano y regresó a casa dando una inmensa alegría a su madre.

Cuando el Rey se enteró de lo sucedido, ordenó a su propia hija que se prostituyese en La Casa del Amor con el encargo de preguntar a todos los hombres, antes de acostarse con ellos, cuál era la acción más astuta y abominable que habían realizado en su vida. Y, si alguien narraba lo de la cámara y lo del rescate del cadáver, tenía que agarrarse a él con todas sus fuerzas y gritar para no dejarle escapar.

El ladrón, que no tardó en darse cuenta de la trampa, quiso superar en inteligencia al faraón y, antes de ir al encuentro de la joven, cortó el brazo de un hombre muerto y lo ocultó bajo su túnica. Después, se fue al prostíbulo donde ejercía la hija del Rey y, cuando ésta le preguntó cuáles eran las acciones más inicuas que había cometido en su vida, el ladrón le dijo que lo más despreciable que había hecho era cortarle la cabeza a su hermano, que había quedado atrapado en un cepo cuando robaban en la cámara secreta del tesoro real, y que su acción más astuta fue emborrachar a los guardias que vigilaban el cadáver de su hermano y llevárselo a casa.

Cuando la princesa escuchó sus relatos, le pidió que le diese la mano para ir al lecho y, como sólo había unas pocas velas encendidas y estaban en la penumbra, el ladrón le acercó el brazo del muerto y ella se aferró a él como una lapa. Luego se escuchó un grito de horror y el caco desapareció como un espectro.

Cuando contaron a Rampsinito el nuevo ardid del malhechor, acabó enviando emisarios por todo el país con la orden de proclamar que no sólo perdonaba la vida al bandido sino que, si se presentaba en la corte, le haría más rico todavía y le llenaría de dádivas.

Entonces, el delincuente se presentó en el palacio del faraón y éste le elevó. Le dio la mano de su hija y reconoció su admiración hacia el ladrón “porque era el hombre más astuto del mundo”.

[1] Heródoto, que visitó el país de El Nilo, nos cuenta que “los acontecimientos del relato” se desarrollan durante el reinado de Rampsinito. Según los expertos, ese personaje podría ser Ramsés III (1184 a 1153 a.C) quien se hizo muy popular por su inmensa riqueza.

[2] En el antiguo Egipto tenemos “la prostitución sagrada”, que practicaban las jóvenes más bellas de la élite social en los templos para pedir el favor de los dioses o comulgar con ellos mediante “la transferencia de energías”. La prostitución de las “Kat Tahut”. “Kat” significa vulva y “Tahut” algo parecido a cortesana. Estas señoras podrían tener algún parecido con las hetairas griegas, mujeres hermosas y cultas que prestaban sus servicios a la aristocracia (política, militar e intelectual) y fueron modelo de famosos escultores para inmortalizar en mármol a las diosas olímpicas. También existían las Casa de la Cerveza, cuyo equivalente serían el cabaré y los bares de alterne.

[3] Se supone que eran guardias nubios que llevaban barba.

Nota: Esta versión del cuento de “Los dos ladrones” forma parte de mi obra “Novelas cortas y poesía amorosa del antiguo Egipto”, cuya reseña se puede leer siguiendo la ruta de este enlace: La Verdadera Historia de Sinuhé.

Blog del autor: Nilo Homérico

miércoles, 16 de diciembre de 2020

_- Los dos frentes de las brigadistas internacionales

_- Unas 700 mujeres extranjeras se sumaron al bando republicano para luchar contra Franco en la Guerra Civil. Comprometidas con el reto de frenar al fascismo en el frente español, muchas fueron relegadas a servicios de oficina o de cuidados y sufrieron la misoginia donde se suponía sagrada la igualdad. Algunas murieron en combate. Todas quedarían marcadas por aquella guerra.

1. BARCELONA

El 19 de julio del año 1936, la periodista holandesa Fanny Schoonheyt se puso una blusa amarilla de manga corta antes de salir a las calles de Barcelona en busca de un arma. Desde primeras horas de la mañana se había desatado una lucha feroz por el control de la ciudad, después de que las fuerzas militares de varios cuarteles se unieran al alzamiento que había comenzado dos días antes en los territorios españoles del norte de África. Por la calle pululaban grupos de milicianos armados que les hacían frente junto a policías y guardias civiles leales, pero pocos sabían manejar un fusil como Fanny, que había ganado premios en su ciudad natal de Róterdam como tiradora deportista.

No era la única mujer extranjera que andaba por las calles tumultuosas de Barcelona. Felicia Browne, una pintora inglesa, se acercó al epicentro de la batalla, la plaza de Cataluña, pero un policía escondido en un portal sacó su pito y la avisó de que aquello era todavía territorio comanche. A Felicia le llamaban la atención los contrastes de la ciudad en guerra. Cuando nadie pegaba tiros, la bulliciosa Barcelona quedaba casi en silencio. “Entre tiro y tiro se oía el viento pasar entre los árboles”, escribió en una carta.

Algún tiempo después Fanny se unió a un grupo que trepaba por los tejados del paseo de Colón hacia el edificio de la Capitanía, donde los rebeldes se habían hecho fuertes. Con su blusa amarilla, se dio cuenta de que era un blanco fácil. “Es un milagro que no me hayan pegado un tiro. Puede que se quedaran tan sorprendidos que no supieran reaccionar”, escribió emocionada a una amiga de Róterdam. “Tuve que robar mi primera arma”.

La joven periodista llevaba dos años en la Ciudad Condal y trabajaba en la organización de la Olimpiada Popular —una alternativa a los Juegos oficiales de agosto en el Berlín nazi—. Se había hecho amiga de Marina Ginestà, una joven catalana de 17 años criada en Francia, que pronto sería la intérprete del periodista estrella del diario ruso Pravda, Mijaíl Koltsov.

En España arrancaba la primera gran guerra fotográfica y Ginestà se convertiría en símbolo de la miliciana española, posando en los tejados del hotel Colón con un fusil al hombro. Como otras tantas fotografías de milicianas que dieron la vuelta al mundo, algunas tomadas por Gerda Taro, socia de Robert Capa, lanzaba a las mujeres extranjeras el mensaje de que serían bienvenidas en la lucha contra Franco. La verdad, como Ginestà reconoció años después, es que ese fue el único día en que llevó arma y nunca pegó un tiro.

La alta y rubia Fanny le pareció a Ginestà, a primera vista, como una sirena nórdica del cine. “Como Greta Garbo. Nos daba envidia, por su elegancia y por su manera de fumar. Ninguna mujer se atrevía a fumar en la calle en Barcelona, menos ella. Así impresionaba a los hombres, que le tenían mucho respeto”.

Más respeto le tendrían aún cuando se dieron cuenta de sus habilidades con el fusil. En los primeros días se dedicó a cazar pacos —los francotiradores facciosos, reales o imaginados, que se apostaban en ventanas o iglesias—. Luego se apuntó al Grupo Thälmann, un pelotón de 20 extranjeros de la columna Carlos Marx, cuando este se marchó para Aragón. Sus miembros eran exiliados alemanes y algunos atletas que habían venido por las Olimpiadas. Entre ellos había tres parejas de alemanes y suizos además de la alemana-británica Liesel Carritt.

A Fanny le dieron una metralleta que pronto aprendió a manejar con soltura. El periódico Última Hora dedicó un reportaje a “la valiente guerrillera Fanny…, una muchacha rubia, de facciones bonitas, de unos ojos de vedette, con la piel bruñida, unos brazos torneados y unas espaldas robustas, de línea deportiva”. El periodista Luis de Oney la visitó cuando ingresó en un hospital de Barcelona con problemas de hígado. “A Fanny la quieren todos, desde el coronel Villalba hasta el miliciano desconocido, por su arrojo en la línea de fuego, por su simpatía personal, por su firme valentía… Mientras las balas silban, los obuses aúllan y las granadas atruenan, Fanny hace crepitar su ametralladora”, escribió en el diario La Noche. Fanny hablaba de lo fácil que era matar a soldados enemigos cuando avanzaban “como idiotas” en fila india. Esperaba que su ejemplo sirviera “de estímu­lo a todas las mujeres del mundo” para que mirasen con simpatía “la defensa del pueblo español”.

Felicia Browne también quiso apuntarse a las milicias. “No quiero irme de este país”, escribió en una carta a los suyos. En las milicias le dijeron que no. Felicia no hablaba castellano ni catalán. Nunca había manejado un arma. Pero la artista, formada en la prestigiosa escuela londinense The Slade, insistió, diciendo que podía “luchar tan bien como cualquier hombre” y la aceptaron en otro grupo de extranjeros, aunque solo como enfermera. Para demostrar su valentía, se ofreció voluntaria a un grupo guerrillero que se infiltró detrás de las líneas enemigas para sabotear un tren de municiones. Una patrulla enemiga les disparó y Felicia corrió en auxilio de un combatiente italiano herido, al que arrastró detrás de una roca mientras atraía el fuego enemigo hasta que, según uno de los integrantes del comando, “con varias heridas en el pecho y una en la espalda, Felicia (…) cayó muerta al suelo”. No fue la única voluntaria extranjera en morir en las primeras semanas de la guerra. Las alemanas Margarita Zimbal, Augusta Marx y Georgette Kokoeznynsgy también fueron víctimas, según La Vanguardia, de la “barbarie fascista”.

02. MADRID

La guerra no llegó a Madrid con fuerza hasta el 20 de julio. La acción culminante fue el asalto al cuartel de la Montaña, colindante con la plaza de España. La argentina Mika Etchebéhère había llegado tan solo una semana antes para reunirse con Hipólito, su marido francoargentino, y se dio cuenta enseguida de la tensión latente en una sociedad que caminaba sobre el precipicio de la guerra. “Nos mantiene a todos despiertos, como velando a un agonizante”, dijo.

Mientras el alzamiento progresaba o fracasaba en otras ciudades, Mika e Hipo seguían a la muchedumbre que recorría Madrid en busca de armas. En un local sucio y lleno de humo del que se había apoderado el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), Mika observó que había mujeres, algunas de ellas “de aspecto raro”. “Me entero de que entre ellas hay varias de un burdel vecino que vienen a enrolarse en las milicias”. Vistas con sus ojos de clase media, hija de padres judíos que huyeron a Argentina para escapar de Rusia, le inspiraban más miedo que los generales. Nadie le preguntó, sin embargo, si pertenecía al partido ni qué hacía allí una mujer con acento extranjero. “Por derecho revolucionario, todo aquel que quiere combatir merece empuñar un arma”, observó.

Cuando por fin les llegaron algunas armas incautadas, los milicianos no sabían qué hacer con ellas, así que Hipo se ofreció a instruirlos. Eso les bastó para nombrarlo su jefe, y formaron un grupo de 100 hombres y mujeres con dos camiones, tres coches, una ametralladora y 30 fusiles y se marcharon al frente cerca de Sigüenza. Cuando su marido murió a mediados de agosto, Mika tomó el mando. A sus 34 años, se veía más como “capitana-madre que cuida de sus hijos soldados” que como oficial de tropa tradicional. De hecho, afirmó que no mandaba: “No necesito imponerme. Cuando llega una orden, la comunico a la compañía y la cumplimos entre todos”. En su columna se observaba una igualdad rigurosa. Etchebéhère incluso reclutó a dos mujeres de una columna comunista, donde habían acabado limpiando platos y ropa. “No vine al frente a morir con un paño de cocina en la mano”, se quejaba una.

Etchebéhère terminó discutiendo con su comandante anarquista, Cipriano Mera, después de que este le dijera, al verla llorar ante un chico joven herido de muerte: “Vamos, moza, deja de llorar. Llorando con lo valiente que eres. Claro, mujer al fin”, a lo que ella replicó: “Y tú, con todo tu anarquismo, hombre al fin, podrido de prejuicios como un varón cualquiera”.

Entre los anarquistas, como había observado Mika, no todo fue igualdad y solidaridad. La filósofa francesa de 26 años Simone Weil se incorporó a la columna Durruti, dejando atrás el pacifismo que la había guiado hasta entonces. “No me gusta la guerra”, se justificó, “pero (…) cuando me di cuenta de que, a pesar de todos mis esfuerzos, no podía evitar participar moralmente en esta guerra, es decir, que no podía evitar desear cada día, a todas horas, la victoria de un bando y la derrota del otro, me dije que, para mí, París era la retaguardia y tomé un tren a Barcelona”. Con su mono azul y gruesas gafas redondas, parecía todo menos una guerrera de primera línea. Ella quiso luchar, pero la metieron en la cocina —donde la filósofa se manejaba mal y no tardó en escaldarse el pie con aceite de oliva hirviendo—. Se marchó disgustada por la despreocupación con que los anarquistas fusilaban a sacerdotes y supuestos simpatizantes fascistas. La muerte de un falangista de 15 años capturado por sus compañeros, y que prefirió que lo fusilasen antes que arrepentirse, pesó sobre su conciencia.

03. BRIGADISTAS

Una tarde-noche de octubre de 1936, Lise London subió al Expreso rojo, como se había bautizado al tren que llevaba voluntarios a la frontera con España desde la estación de Austerlitz en París. Era una de tres mujeres voluntarias entre mil hombres. “Nunca podré olvidar este viaje. Nos paramos en todas las estaciones, donde nos esperaban decenas, cientos, miles de hombres, mujeres y niños, con los brazos cargados de flores, frutas, comida, jarras de agua fresca, botellas y porrones de piel de cabra llenos del vino de las laderas pirenaicas, que marea la cabeza y regocija el corazón”.

Un par de semanas antes, en respuesta al entusiasmo popular por ir a luchar del lado republicano y al deseo de la Unión Soviética de implicarse, se habían creado las Brigadas Internacionales, que iban a poner seis brigadas —de hasta 3.000 voluntarios extranjeros cada una— al servicio de la República. La organización la puso el Komintern, la Internacional Comunista con sede en Moscú, pero el espíritu de las brigadas reflejó la misma transversalidad de la izquierda que se había manifestado en los triunfos electorales del Frente Popular en Francia y España. Lise, francesa de padres españoles, convivía con el intelectual checo Artur London y trabajaba en un sindicato comunista en París. Estaba embarazada, pero André Marty —el gruñón y paranoico responsable de las Brigadas, y uno de los siete poderosos secretarios de la Komintern— le había pedido que viajara hasta la sede de la organización de voluntarios extranjeros en Albacete para trabajar como su secretaria.

El entusiasmo oficial por las milicianas empezaba a disminuir y, para mediados del año 1937, casi todas habían sido retiradas del frente. En la esfera comunista, a la que pertenecieron las Brigadas Internacionales, ya se estaba sacando a mujeres de la primera línea de fuego en octubre de 1936. Así que a las 700 que llegaron como parte de los 35.000 voluntarios foráneos se les puso a hacer trabajos de oficina o, en su gran mayoría, a trabajar como médicos y enfermeras de los 23 hospitales creados por las Brigadas Internacionales en Murcia, Albacete, Benicàssim y otras ciudades.

La enfermera negra estadounidense Salaria Kea había protagonizado su primera revolución en la cafetería del Harlem Hospital de Nueva York en 1933. Cuando un grupo de médicos blancos les dijeron a ella y a sus compañeras —otras enfermeras negras— que tenían que cambiar de mesa porque estaban comiendo en la zona reservada para blancos, se levantaron y tiraron del mantel, mandando la comida al suelo. El hospital tuvo que cambiar sus normas. Su segundo gran arrebato de rabia vino tras la invasión de Etiopía por el Ejército fascista de Mussolini en 1935. La comunidad negra de Harlem quedó indignada, y los médicos y enfermeras costearon un hospital de campaña. Para ellos, la guerra civil española fue otra fase más de la expansión fascista por el mundo.

El 27 de marzo de 1937, Salaria salió de Nueva York rumbo a España junto a 12 enfermeras del American Medical Unit de las Brigadas. Entre los voluntarios había ya un centenar de hombres negros, con el capitán Oliver Law ejerciendo, por primera vez en la historia de Estados Unidos, como oficial negro al mando de soldados blancos. “Hombres negros han sacrificado sus vidas aquí”, dijo Salaria, quien entendió su tarea como la de “aminorar el sufrimiento de un pueblo atacado por el enemigo principal de toda minoría racial, el fascismo”. El enemigo a batir no era solo Franco, sino también “Italia y Alemania”, cuyas tropas luchaban en el otro bando.

No era la única mujer negra entre las voluntarias, ya que Flora la Cubana —conocida como La Mulata— era de las pocas mujeres que trabajaban en el servicio de ambulancias. Otra conductora de ambulancias era Evelyn Hutchins, una menuda exbailarina de cabaré de Nueva York y activista que ya había organizado el alistamiento de su marido y de un hermano a las Brigadas Internacionales. Hubo alguna queja, pero los hombres “serios” no se sorprendieron por su presencia. “Soy bajita, pero jamás me dio por pavonearme o comportarme como un hombre. Actué como siempre”, explicó más tarde.

Otras mujeres tenían puestos más tenebrosos. De Tina Modotti, actriz italiana de cine mudo y luego afamada fotógrafa, se decía que trabajaba como agente de la inteligencia militar soviética. Su novio, el italiano Vittorio Vidali, es considerado el organizador del secuestro y asesinato de Andreu Nin, el líder del POUM. Otra mujer, una misteriosa neozelandesa conocida como Amy, también operaba en Barcelona al servicio de Moscú.

El discurso de igualdad dentro de las Brigadas Internacionales —que tan bien funcionaba con relación al racismo— topaba con la misoginia rancia de André Marty y con la violencia. “Has venido a este país a trabajar, a obedecer órdenes y no a prostituirte”, le advirtió a la enfermera francoespañola de 22 años Rosa Cremón, después de pedirle que se sentara en su regazo. Peor lo tuvo la periodista Martha Gellhorn (esposa de Ernest Hemingway), que sufrió “terror y asco” mientras aguantaba el acoso del comandante del batallón Garibaldi, Randolfo Pacciardi, durante un viaje en su coche. “Es difícil mantener a raya a un italiano salido en tierra de nadie y en plena noche”, dijo. Pero todavía peor fue la violación de Marion Merriman, esposa del comandante Robert Merriman del batallón Lincoln, por un oficial eslavo que ella no denunció para no desatar una guerra civil dentro de las Brigadas. “Esta debe ser mi cruz secreta”, se dijo.

La única mujer en la que confiaba Marty era su propia esposa, Pauline Taurinyà, quien ejerció como jefa de finanzas e inspectora de hospitales. Morena, alta, esbelta y de ojos verdes, la fría Taurinyà tenía 12 años menos que su marido y lo abandonaría por el comunista español Vicente Talens. Lise London dijo que, a partir de este momento, Marty maltrató sistemáticamente a todas las mujeres que encontró, menos, claro, a la poderosa Dolores Ibárruri, La Pasionaria. Por suerte, la mayoría de las mujeres en las Brigadas Internacionales trabajaban en hospitales lejos del feudo de Marty en Albacete.

04. LA DERROTA

La inglesa Nan Green llegó a España en el verano de 1937, siguiendo los pasos de su marido, George, que se había alistado en las Brigadas cuatro meses antes. La compenetración política de la pareja fue tal que, cuando un cuñado regañó a su marido por marcharse, fue Nan quien le respondió: “Oye, George y yo pensamos en algo más que en nuestros propios hijos: pensamos en los niños de Europa que corren el peligro de morir en la próxima guerra si no detenemos a los fascistas en España”.

Nan era una mujer de 33 años, “enérgica, eficiente, entregada y seria, dotada de belleza e inteligencia”, según un amigo. Cuando el artista aristócrata Wogan Philipps se ofreció a pagarles un internado a sus hijos de seis y ocho años si Nan se iba a España como administradora de un hospital, ella pasó la noche en vela preguntándose “si la separación (aunque fuera temporal) de ambos padres haría desgraciados a los niños”. Al final, decidió que no, dejó a sus hijos y la mandaron al Hospital Inglés en el monasterio de Santa María de la Merced, en Huete, Cuenca, donde a mayor sorpresa suya se topó con su marido como paciente (George se había quemado un brazo en un accidente). La convivencia fue corta, ya que a él volvieron a mandarlo al frente, y durante los siguientes 14 meses se vieron tan solo cuatro veces.

Fueron meses intensos, cargados de emociones y en los que el peligro, la ideología y la cercanía de la muerte creaban lo que ella llamó un “ambiente sobrecargado” que tenía a todo el mundo en “un estado permanente de moderada excitación”. Cuando se le presentó un joven voluntario inglés guapo y simpático, estalló “como un cohete”, atribuyendo su aventura amorosa —de la que se arrepintió— a una especie de “vértigo”.

Al empezar la batalla del Ebro, en julio de 1938, tanto Nan como George fueron destinados a la zona, George en primera línea y ella montando un hospital en una cueva grande cerca de La Bisbal de Falset. “¡Voy tan sucia!”, le escribió a su hermana Mem, “el vendaje que me cubre los pies infectados está negro; la única sandalia que llevo se agita al caminar”. Nan ayudó a inventar un sistema de gráficos para clasificar las lesiones que fue tan del agrado del cirujano jefe de la división, el neozelandés Douglas Jolly, que este lo copió para las fuerzas aliadas en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Nan se encargaba también de preparar tazas de té, la panacea universal de los británicos, y ofrecía transfusiones directas de su sangre: “Hay mucha gente que no se da cuenta de lo bonito que es estar echada junto a un hombre cuyo rostro está pálido como la cera, que le entre tu sangre y que veas que le vuelve el color a la cara y que empieza a respirar”, recordaría más tarde.

Cuando el batallón británico pasó unos días de descanso, pudo estar “dos tardes y una noche entera en un sofá infestado de piojos” con su marido. Ya por entonces se rumoreaba que Manuel Azaña quería sacar a las Brigadas Internacionales de España. El presidente de la República esperaba, en vano, que esto obligaría a la retirada de las bastante más numerosas fuerzas italianas y alemanas de Franco. Ante los rumores, Nan y George se pusieron de acuerdo en que esperarían a que los dos estuvieran de vuelta al Reino Unido antes de ir a buscar a los niños, para que la primera reunión fuese de toda la familia.

La confirmación de la retirada llegó el día 23 de septiembre de 1938, justo después de que el batallón británico fuera devuelto a la primera línea. Aquel día hubo un enfrentamiento con el enemigo y George Green fue visto por última vez luchando cuerpo a cuerpo en su trinchera. Aquella noche dos amigos de George despertaron a Nan para darle la mala noticia. “Lo mataron casi en la última hora del último día. Pero nunca he podido sentir lástima por él porque estaba haciendo lo que es debido”, escribió en sus memorias. Había sido un privilegio avanzar “directamente por el buen camino de la historia, por una buena causa, y desde entonces no ha habido nada igual, tan limpio y tan claro y tan bueno y tan sano, y él estaba haciendo eso y estaba seguro de que ganaríamos… Así es como murió, volando por así decirlo, ya sabes, como los pájaros”. Con la pérdida de Cataluña en febrero de 1939, las mujeres brigadistas cruzaron la frontera francesa con el resto del Ejército derrotado y fueron internadas en los campos de concentración franceses de Argelès-sur-Mer y Gurs.

La Segunda Guerra Mundial estalló cinco meses después de que Franco declarase su victoria el 1 de abril de 1939 y las mujeres brigadistas siguieron su lucha. Muchas de ellas se convirtieron en partisanas. Pauline Tourinyà entró en la Resistencia francesa, alcanzando el grado de teniente (mientras Franco fusiló a su amante Talens). La enfermera voluntaria Vera Luftig, que había traído a España a un grupo de enfermeras judías conocidas en el hospital de Ontinyent como las “mamás belgas”, se convertiría luego en una pieza clave de la red de sabotaje soviética conocida como la Orquesta Roja.

Asimismo, algunas veteranas jugaron un papel destacado en la resistencia interna en los campos nazis a donde por rojas, judías o ambas cosas se mandó a muchas milicianas. Exbrigadistas formaron el núcleo de las células que lucharían contra los guardias en las horas antes de su liberación, tanto en Buchenwald como en Auschwitz. Entre ellas estuvo la doctora polaca Dorota Lorska, superviviente de Auschwitz y enlace de la resistencia en el tristemente famoso Bloque 10, donde vivían judías jóvenes destinadas a ser usadas como conejillos de Indias en experimentos médicos.

05. EL CIELO

La intensidad de la experiencia española marcó las vidas de muchos veteranos brigadistas. Casi todo, desde la política hasta el amor, se había vivido de una manera tan extrema que la vida civil nunca pudo orillar sus recuerdos. Nan Green volvió a casarse, pero su nieta Emma me dijo, después de leer mi libro Las Brigadas Internacionales: fascismo, libertad y la guerra civil española, que George fue “su verdadero amor”.

La enfermera inglesa Patience Darton se casó con el brigadista alemán Robert Aaquist en febrero de 1938. “¿Qué harás con un marido alemán que no tiene pasaporte?”, le preguntaron. “Siempre habrá trabajo para las enfermeras y los ametralladores”, respondió ella. El idilio duró solo dos meses, ya que Aaquist murió en la primera semana de la batalla del Ebro. A pesar de ello, Patience mantuvo siempre que su experiencia española había sido “como estar en el cielo”. Darton no volvió a España hasta noviembre de 1996, cuando unos 700 brigadistas de 28 países se congregaron en Madrid en su última gran reunión, y recibieron la noticia de que el Gobierno les ofrecía la nacionalidad española. La acompañaron su hijo Robert (cuyo padre era otro exbrigadista) y la historiadora británica Angela Jackson. Hasta entonces, no había vuelto para no tener que revivir la ruptura de ese amor corto y perfecto ni las pasiones de aquella guerra que le había marcado la vida.

Su médico la avisó de que, a sus 85 años, su salud era demasiado frágil como para viajar, pero ella insistió. Asistió a un concierto nocturno en homenaje a los brigadistas en Madrid, pero después se encontró mal y la llevaron al hospital. Murió al día siguiente, el 6 de noviembre, con Robert a su lado. “Patience había escuchado los vítores de la multitud y las canciones que recordaba de la Guerra Civil”, escribió Jackson. “Sin duda, le habría parecido que su obituario, publicado en España con el título Morir en Madrid, era una forma perfecta de poner el broche final a su vida”.

Giles Tremlett es historiador y periodista, autor de Las Brigadas Internacionales: fascismo, libertad y la guerra civil española (Debate), que acaba de publicarse.

martes, 15 de diciembre de 2020

Qué es la positividad tóxica y por qué puede ser una trampa.

¿Ocultas tus emociones negativas?

Podría parecer contradictorio, pero la positividad puede ser tóxica.

Ya lo decía el escritor estadounidense Mark Manson en su superventas The subtle art of not giving a f*ck ("El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda / un carajo", 2018): "Cualquier intento de escapar de lo negativo -evitarlo, sofocarlo o silenciarlo- fracasa. Evitar el sufrimiento es una forma de sufrimiento. La negación del fracaso es un fracaso".

En eso consiste precisamente la positividad tóxica o el positivismo extremo: en imponernos una actitud falsamente positiva, sobregeneralizando un estado feliz y optimista sea cual sea la situación, silenciando nuestras emociones "negativas".

El psicólogo sanitario Antonio Rodellar, especialista en trastornos de ansiedad e hipnosis clínica, prefiere hablar de emociones desreguladas.

"La paleta de colores emocional abarca emociones desreguladas, como la tristeza, la frustración, la rabia, la ansiedad o la envidia. No podemos obviar que, como seres humanos, tenemos ese rango de emociones que tienen una utilidad y que nos dan información sobre qué sucede en nuestro entorno y en nuestro cuerpo. No podemos ignorarlas", le explica a BBC Mundo.

Para la terapeuta y psicóloga británica Sally Baker, autora de The getting of resilience from the inside out ("Resiliencia de dentro hacia afuera", 2019) "el problema de la positividad tóxica es que es una negación de todos los aspectos emocionales que sentimos ante cualquier situación que nos plantee un desafío".

Aceptar todas tus emociones te permitirá ser más resiliente, dice la terapeuta Sally Baker.

"Es deshonesto hacia quienes somos permitirnos únicamente expresiones positivas", dice Baker. "Negar constantemente todo lo 'negativo' que sentimos en situaciones difíciles es agotador y no nos permite crear resiliencia [la capacidad de adaptarnos a situaciones adversas]".

"Nos aísla de nosotros mismos, de nuestras auténticas emociones. Nos escondemos detrás de la positividad para mantener a otras personas lejos de una imagen que nos muestra imperfectos".

Psicología positiva vs. positividad tóxica 

Para entender la positividad tóxica primero debemos diferenciarla de la psicología positiva, un concepto que parece similar pero es distinto.

"La psicología positiva se popularizó a través del psicólogo Martin Seligman, quien trabajó mucho con temas de depresión y dio un prisma diferente para abordar diferentes problemas, situaciones o patologías", explica Rodellar.

Fue en los 90 cuando Seligman, entonces presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), dijo en una conferencia que la psicología necesitaba dar un nuevo paso para estudiar desde un punto de vista científico todo aquello que le hace feliz al ser humano.

En su famoso libro The optimistic child ("Niños optimistas, 1995), el psicólogo estadounidense explicó que el pesimista no nace, sino que se hace; que "aprendemos a ser pesimistas" por circunstancias de la vida. Sin embargo, también decía que podemos combatir ese pesimismo y transformar nuestros pensamientos negativos en otros más positivos.

¡De acuerdo! Entonces, si me siento triste tan solo tengo que concentrarme en estar feliz... No exactamente. De hecho, es probable que al hacerlo caigas en la trampa de la positividad tóxica porque para trabajar en las emociones negativas no puedes ignorarlas, debes primero aceptarlas.

La clave consiste en no llevar el positivismo al extremo.

A veces, está bien no estar bien.

"El concepto de psicología positiva se ha distorsionado un poco con el paso del tiempo", dice Rodellar. "Enfocarse en los aspectos positivos de las diferentes situaciones que van ocurriendo en la vida puede ser terapéutico y constructivo. El problema es que llevado al extremo puede generar una baja capacidad de afrontar situaciones negativas".

"La psicología positiva aplicada correctamente es una práctica muy útil, pero de forma indiscriminada genera una visión muy parcial de la realidad y una sensación de indefensión. Negar las situaciones dolorosas y dañinas de la vida es como ver la realidad con solo un ojo", añade el psicólogo.

7 signos para detectar la positividad tóxica

Ocultas o enmascaras tus verdaderos sentimientos

Tratas de "seguir adelante" ignorando o descartando una o varias emociones

Te sientes culpable por sentir lo que sientes

Minimizas las experiencias de otras personas con citas o declaraciones que te hacen sentir bien

Tratar de darle otra perspectiva (por ejemplo, "podría ser peor") en lugar de validar tu experiencia emocional

Avergüenzas o castigas a otros por expresar frustración o cualquier otra cosa que no sea positividad

Ignoras las cosas que te molestan con un "es lo que es".

Fuentes: Samara Quintero (especialista en trauma e hipnoterapia, desarrollo personal) / Jamie Long (especialista en trastornos alimentarios, ansiedad, depresión y relaciones)

¿Cómo nos afecta?
Bloquear o ignorar las emociones "negativas" puede tener consecuencias en la salud.

"Todas las emociones que reprimimos se somatizan, se expresan a través del cuerpo, muchas veces en forma de enfermedad. Cuando negamos una emoción, encontrará una manera alternativa de expresarse", dice Rodellar.

Baker está de acuerdo: "Reprimir las emociones afecta a tu salud. Si escondes tus dificultades mentales tras una fachada de positividad tóxica, éstas serán reflejadas de formas alternativas en tu cuerpo, desde problemas en la piel hasta síndrome del intestino irritable", le explica a BBC Mundo.

"Cuando ignoramos nuestras emociones negativas, nuestro cuerpo les sube el volumen para llamar nuestra atención sobre ese problema. Reprimir las emociones nos agota mental y físicamente. No es saludable y no es sostenible a largo plazo", dice la terapeuta.

Una segunda consecuencia, dice Rodellar, es que "cuando nos enfocarnos sólo en las emociones positivas, obtenemos una versión más ingenua o infantil de situaciones que nos pueden ocurrir en la vida, de tal manera que nos volvemos más vulnerables ante momentos difíciles".

¿Eres honesto/a con tus emociones?

Teresa Gutiérrez, psicopedagoga y experta en neuropsicología, considera que "el positivismo tóxico tiene consecuencias psicológicas y psiquiátricas más graves que una depresión".

"Se desvirtualiza el mundo emocional y puede llevar a vivir una vida irreal que daña nuestra salud mental. Tanto positivismo no es positivo para nadie. Si no hay frustración y fracaso, no aprendemos a desarrollarnos en nuestras vidas", le dice a BBC Mundo.

"Está bien no estar bien"
¿Está de moda el positivismo tóxico? Baker cree que sí y lo atribuye a las redes sociales, "que nos obligan a comparar nuestra vida con las vidas perfectas que vemos por internet".

"Hay una tendencia constante en las redes sociales a mostrarnos perfectos que resulta agotadora y que no es real".

"Si hubiera más honestidad en cuanto a las vulnerabilidades, nos sentiríamos más libres a la hora de experimentar todo tipo de emociones. Somos humanos y debemos permitirnos sentir todo el espectro de emociones. Está bien no estar bien. No podemos ser positivos todo el tiempo".

Gutiérrez cree que ha habido un aumento al positivismo tóxico "en estos últimos años", pero sobre todo durante la pandemia.

"Estamos viviendo en una época atípica y extraña donde muchas personas están sufriendo mucho. La ansiedad, la incertidumbre, la frustración, el miedo... son sentimientos comunes. Sin embargo, hay un exceso de positivismo tóxico que es peligroso", dice la psicoterapeuta.

"Todo va a salir bien" no siempre es la respuesta más reconfortante.

Rodellar observa "una cierta tendencia al bienestar rápido, a querer sentirnos bien de manera inmediata, como un derecho natural".

"Está muy bien pensar que todo va a salir bien, pero eso no significa que todo el proceso para que ocurra tenga que ser placentero. Es más realista decir 'esto también pasará' cuando estamos en un momento de bloqueo", dice el psicólogo.

"Todas las emociones son como olas: van cogiendo intensidad y después van bajando y se convierten en espuma, hasta que poco a poco desaparecen. El problema es cuando no queremos sentirlas porque nos volvemos más dóciles ante una próxima 'ola'".

Validar en lugar de ignorar
Los psicólogos consultados por BBC Mundo están de acuerdo en que lo idóneo -en términos generales- es aceptar todas las emociones, en lugar de suprimir aquellas nos hacen sentir mal.

La presión a sentirnos siempre bien puede ser fuerte, pero bloquear la tristeza no ayuda.

No se trata de no ser positivos, sino de validar cómo nos sentimos en cada momento incluso no cuando estamos bien.

"Ser más honestos, más auténticos, no tener miedo a expresar que nos sentimos tristes, deprimidos o con ansiedad. Reconocer que nos sentimos mal y saber que eso pasará. Experimentar esas emociones y aprender de ellas para ser más resilientes", explica Baker, quien aclara que estos consejos excluyen a personas con depresión clínica (un trastorno grave que, de hecho, suele empeorar si no se trata).

Qué es la "depresión sonriente" y por qué es más peligrosa que los otros tipos

Stephanie Preston, profesora de Psicología en la Universidad de Michigan, EE.UU., cree que la mejor forma de validar las emociones es "simplemente escuchándolas".

"Cuando alguien te comparta sentimientos negativos, en lugar de apresurarte a hacer que esa persona se sienta mejor o piense de manera más positiva ("Todo estará bien ..." [y cambias de tema]), intenta tomarte un segundo para reflexionar sobre su malestar o su miedo y haz todo lo posible por escuchar", aconseja la especialista.

"Ya resulta bastante aislante estar en un lugar emocionalmente difícil; cuando la gente trata de silenciar esas emociones, especialmente amigos y familiares, duele mucho. Escuchar a alguien que sufre puede marcar una gran diferencia en sus vidas".

La académica señala que hay estudios que dicen que ese altruismo beneficia e influencia positivamente a nuestra propia salud.

Escuchar es a menudo más importante que tratar de animar con mensajes positivos.

Y si eres tú quien se siente mal, "lo más importante es hacer un ejercicio de consciencia", propone Rodellar.

"Ser consciente de cuál es la situación y la emoción que estás viviendo. No negar que hay algo malo que está ocurriendo, no mirar para otro lado, pero tampoco quedarte estancado en esa emoción negativa".

"Las emociones son información que tenemos que leer y entender para poder aplicar después una perspectiva constructiva y ver qué aprendizajes podemos extraer y cómo podemos generar un cambio a futuro".

¿Cómo aplicar esto en la práctica? Veamos algunos ejemplos:



"Tenemos que responsabilizarnos de nuestra propia felicidad desde la psicología constructiva", apunta Rodellar.

"Está bien mirar el vaso medio lleno, pero aceptando que se pueden dar situaciones en las que el vaso esté medio vacío y, a partir de ahí, responsabilizarnos en cómo construimos nuestra vida".

Para Baker, lo que debemos recordar es que "todas nuestras emociones son auténticas y reales, y todas ellas son válidas".

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Este no es un artículo médico. Para síntomas, preguntas o asesoría médica visita a tu doctor o a un especialista en psicología. La salud mental es importante.

lunes, 14 de diciembre de 2020

_- Qué decir (y qué no) a una familia que ha perdido un bebé

_- A la mayoría de nosotros nos cuesta encontrar palabras de consuelo para los padres que sufren una pérdida. 

Un "dolor profundo", así es como la modelo Chrissy Teigen, de 34 años, describió la pérdida de su tercer hijo con el músico John Legend.

A través de un mensaje en Instagram, Teigen contó a principios de octubre que estaba a mitad del embarazo y que acababa de pasar una revisión en el hospital cuando su hijo Jack murió.

El aborto espontáneo es la causa más común de la pérdida de un bebé durante el embarazo.

Las estimaciones varían, pero según cita en su página la Organización Mundial de la Salud (OMS), se cree que el porcentaje de mujeres que saben que están embarazadas y pierden a su bebé es de entre el 10% y el 15%.

Aún así, a la mayoría de nosotros nos cuesta encontrar palabras de consuelo para los padres que sufren una pérdida.

"Estamos conmocionados y sufriendo un tipo de dolor del que solo has escuchado hablar, la clase de dolor que no has sentido antes", publicó Teigen en su cuenta de Instagram.

Y, lamentablemente, se trata de un dolor del que a todos nos cuesta hablar.

"Mi hijo recién nacido murió y le dio la vida a otro bebé"

Regresar a la normalidad

"Si alguien nunca ha perdido un bebé, no puede entender lo que has vivido", dice Louise.

Su hijo, Ellis, falleció cuando cuando tenía cuatro días a causa del síndrome de muerte súbita del lactante, término que se utiliza para un bebé aparentemente sano que muere de forma repentina.

"Los desconocidos no sabían qué decir", explica.

Louise cuenta lo doloroso que fue perder a su bebé cuatro días después de que nació.

"Un cliente en el trabajo me dijo: 'No te preocupes, todavía eres muy joven, puedes tener otro bebé".

"Lo que implicaba que la vida del bebé no era importante".

"Nuestros amigos y familiares siempre estuvieron allí para nosotros. Mientras estuviesen allí, no importaba realmente que supieran o no qué decir".

"Hablas de otras cosas. Se trata de recuperar la normalidad después de pasar por una experiencia tan horrorosa".

Busca las palabras

A veces la gente no sabe qué decir, por eso no dice nada.

Y eso, dice Kate Marsh, una partera que traja con la ONG Tommy —una organización que brinda apoyo e información a los padres que han sufrido esta clase de pérdidas— es lo peor que puedes hacer.

"Mucha gente tiene dudas sobre lo que debe decir. Muchos temen decir algo equivocado o empeorar la situación".

"Mi bebé murió. Por favor pregúntame su nombre"

"Lo más importante, definitivamente, es decir algo", explica.

"Idealmente, decir algo como 'siento que te haya pasado esto'"

Usa el nombre del bebé

Reconocer el nombre del bebé —y usarlo— puede también ser importante.

Es importante reconocer la vida del bebé que perdieron sus padres.

"Si mencionas el nombre del bebé y se ponen a llorar, ten la seguridad de que no has dicho nada malo", dice Marcia Jones, que trabaja para la línea telefónica de ayuda de organización The Lullaby Trust, que brinda apoyo a los padres que han sufrido una pérdida.

"Es lo que les está pasando en ese momento. El dolor está todavía muy fresco", explica.

Envía un mensaje

Si prefieres no hablarlo en persona, puedes mandar un mensaje.

La recomendación es que sea corto y que en él se reconozca aquello por lo que ha pasado.

"Puedes luego enviarle luego un texto o un mensaje a un espacio más personal para ofrecerle tu apoyo".

Ponte a su disposición

Los expertos dicen que, si les ofreces ayuda, debes ser coherente y cumplir.

Hacerles la compra, limpiar o pasear al perro son formas simples de demostrar que te importan.

No tengas tanto miedo de decir algo equivocado y que eso te haga evitar verlos, dice Jones.

"El duelo no es una enfermedad".

Louise concuerda, y dice que saber que la gente reconoce a tu bebé y su vida es "lo que más importa".

"Siempre quise que la gente dijera su nombre", explica.

"Ellis vivió, fue parte de nuestra familia y todavía lo es".

domingo, 13 de diciembre de 2020

_- El "mejor maestro del mundo" de 2020 que donó la mitad de su premio a los otros finalistas

_- Poco después de ser reconocido con el Premio Global a la Enseñanza, el indio Ranjitsinh Disale ya había repartido la mitad de su remuneración con los otros finalistas.

En total, recibió US$1 millón como reconocimiento por contribuir a la mejora de la educación de niñas en una aldea de India.

Los profesores "siempre creen en dar y compartir", dijo Disale, y dio el ejemplo dando la mitad del premio a los otros profesores que integraron la lista de los mejores 10.

El Premio Global a la Enseñanza, también conocido como el "Nobel de la Educación", se entrega anualmente al ganador de entre un grupo de docentes que "hayan realizado una contribución sobresaliente a su profesión".

Este año, además, se entregó un premio especial, el "Héroe Covid", que ganó el profesor británico Jamie Frost por gestionar un portal web gratuito para repasar matemáticas.

Los ganadores fueron anunciados por el actor británico Stephen Fry durante una ceremonia virtual.

Pero, ¿Qué hizo tan especial a Disale para merecer el prestigioso galardón?

La educación, "un derecho innato"
Disale enseña en la escuela primaria Zilla Parishad de la aldea india Paritewedi, en una zona propensa a las sequías del estado occidental de Maharashtra.

Los jueces de la competición galardonaron a Disale por trabajar y asegurar que niñas en desventaja social acudan a la escuela y consigan grandes resultados en lugar de acabar ineducadas y sometiéndose a matrimonios prematuros.

El premio fue anunciado en una ceremonia en línea por el actor británico Stephen Fry.

Disale también da clases de ciencia en línea para alumnos en 83 países y gestiona un proyecto internacional para conectar jóvenes en diferentes zonas de conflicto.

"En estos tiempos difíciles, los maestros dan lo mejor de sí mismos para asegurar que cada estudiante accede al derecho innato de una buena educación", dijo Disale, de 32 años.

Proyecto innovador y revolucionario
Cuando Disale llegó a su primera escuela, esta se encontraba en un edificio dilapidado, clavado entre un establo de ganado y un trastero.

La mayoría de sus alumnas venían de comunidades tribales donde no se prioriza la educación y es común que acaben contrayendo matrimonio en la adolescencia.

Por si fuera poco, el plan de estudios no estaba adaptado al idioma principal de sus estudiantes, el kannada.
El ganador dijo que ser profesor es "dar y compartir" y dividió su premio.

Tras un gran esfuerzo, Disale aprendió este idioma y adaptó todos los libros de texto desde primero a cuarto grado de enseñanza. Además, utilizó códigos QR que incorporaban audios con poemas, videoconferencias, historias y tareas en kannada.

A través de estos códigos, Disale también diseñó una enseñanza personalizada según la necesidad de cada estudiante.

Su impacto, según el portal del galardón, ha sido "extraordinario": ya no hay matrimonios adolescentes en la aldea y el 100% de las niñas va a la escuela.

Recientemente, su escuela recibió el premio a la mejor del distrito y el 85% de sus estudiantes sacan las máximas notas en los exámenes anuales.

Su innovación con los códigos QR ha supuesto una revolución en la educación del país.

El uso de códigos QR se ha generalizado para reforzar la educación en India.

Tras su éxito, el estado de Maharashtra introdujo este esquema en su territorio para los cursos de primer a decimosegundo grado.

En 2018, el ministerio de Educación de India anunció que todos los libros de texto del Consejo Nacional de Investigación e Información Educativa integrarían códigos QR.

Además de su labor docente, Disale también ha contribuido a luchar contra la desertificación del estado donde enseña. En los últimos 10 años, las zonas verdes se han incrementado de un 25% a un 33%.

En total, 250 hectáreas de tierra alrededor de su aldea se salvaron de la desertificación.

'Héroe Covid'
La decisión de compartir su premio incluyó a otro candidato, ganador del premio especial "Héroe Covid": el británico Jamie Frost.

Jamie Frost recibió el premio especial "Héroe Covid".

Frost, profesor de la escuela Tiffin en Kingston-upon-Thames, en las afueras de Londres, fue elogiado por su trabajo dirigiendo la plataforma de aprendizaje en línea DrFrostMaths, que ayudó a las familias con niños que estudiaban desde casa durante el confinamiento.

El profesor de matemáticas advirtió que la pandemia había agravado las desigualdades educativas.

"Es por eso que he pasado cada hora que pude adaptando mi plataforma de aprendizaje en línea gratuita para ayudar a los estudiantes de todo el mundo a salir de sus aulas", dijo.

El primer ministro británico, Boris Johnson, elogió la "creatividad e ingenio" de Frost y los maestros ganadores.


Jamie Frost es profesor de matemáticas y enseña en la escuela Tiffin, Kingston-Upon-Thames. Es uno de esos profesores extremadamente apasionados que siempre estuvo destinado al aula, aunque al principio no se diera cuenta. Como estudiante de la Universidad de Oxford, ganó el Premio de Investigación de Microsoft a la mejor disertación de tesis. Luego realizó un doctorado en Ciencias de la Computación. Mientras enseñaba, como parte de sus estudios de posgrado, la respuesta positiva y entusiasta de sus estudiantes lo inspiró, haciéndole darse cuenta de que tenía una verdadera pasión y talento para la profesión, por lo que organizó una semana de experiencia laboral en su antigua escuela.

Jamie Frost, además de enseñar en la escuela Tiffin, también ha creado y administra el sitio web “DrFrostMaths”, una plataforma gratuita de aprendizaje en línea con recursos didácticos, videos y un banco de preguntas de exámenes para aprender matemáticas. El sitio fue desarrollado tanto para apoyar a estudiantes de bajo rendimiento escolar, como para llegar a aquellos que no tienen acceso a clases de matemáticas. Sin embargo, ahora ha superado ampliamente esa ambición.

La plataforma ahora es un éxito mundial, con recursos de aprendizaje que se han descargado más de seis millones de veces, con visitas diarias a la página alrededor del medio millón y, a menudo, a más de 800 usuarios en simultáneo. Los datos y anécdotas sugieren que el sitio es utilizado de alguna manera por más de la mitad de todas las escuelas secundarias del Reino Unido. Jamie viaja internacionalmente para hablar sobre sus métodos de enseñanza y sus recursos se han utilizado en todo el mundo para brindar enseñanza a escuelas en Zimbabwe, a estudiantes discapacitados e incluso a jóvenes de 18 a 21 años en una prisión de Ohio, EEUU.

sábado, 12 de diciembre de 2020

El socialismo chino y el mito del fin de la historia

Por Bruno Guigue | 29/11/2018 | Economía
Fuentes: Le grand soir
Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

En 1992 el politólogo estadounidense Francis Fukuyama se atrevió a anunciar el «fin de la historia». «Con el hundimiento de la URSS, dijo, la humanidad entra en una nueva era. Conocerá una prosperidad sin precedentes». Aureolada con su victoria sobre el imperio del mal, la democracia liberal proyectaba su luz salvadora sobre el planeta asombrado. Desembarazada del comunismo, la economía de mercado debía esparcir sus bondades por todos los rincones del globo, unificando el mundo bajo los auspicios del modelo estadounidense (1). La desbandada soviética parecía validar la tesis liberal según la cual el capitalismo -y no su contrario el socialismo- se adaptaba al sentido de la historia. Todavía hoy la ideología dominante reitera esta idea simple: si la economía planificada de los regímenes socialistas cayó, es porque no era viable. El capitalismo nunca estuvo tan bien y ha conquistado el mundo.

Los partidarios de esta teoría están tanto más convencidos en cuanto que el sistema soviético no es el único argumento que habla en su favor. Las reformas económicas emprendidas por la China popular a partir de 1979, según ellos, también confirman la superioridad del sistema capitalista. ¿Acaso no han acabado los comunistas chinos, para estimular su economía, admitiendo las virtudes de la libre empresa y el beneficio, incluso pasando por encima de la herencia maoísta y su ideal de igualdad?

Lo mismo que la caída del sistema soviético demostraría la superioridad del capitalismo liberal sobre el socialismo dirigista, la conversión china a las recetas liberales parece asestar el golpe de gracia a la experiencia «comunista».

Un doble juicio de la historia, al fondo, ponía el punto final a una competición entre los dos sistemas que atravesaron el siglo XX.

El problema es que esa narración es un cuento de hadas. Occidente repite encantado que China se desarrolla convirtiéndose en «capitalista». Pero los hechos desmienten esa simplista afirmación. Incluso la prensa liberal occidental ha acabado admitiendo que la conversión china al capitalismo es un cuento. Los propios chinos lo dicen y dan argumentos sólidos. Como punto de partida del análisis hay que empezar por la definición habitual del capitalismo: un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción e intercambio. Ese sistema fue erradicado progresivamente en la China popular en el período maoísta (1950-1980) y efectivamente se reintrodujo en el marco de las reformas económicas de Deng Xiaoping a partir de 1979. De esta forma se inyectó una dosis masiva de capitalismo en la economía, pero -la precisión es importante- esa inyección tuvo lugar bajo la impulsión del Estado. La liberalización parcial de la economía y la apertura al comercio internacional muestran una decisión política deliberada.

Para los dirigentes chinos se trataba de incrementar los capitales extranjeros para acrecentar la producción interna. Asumir la economía de mercado era un medio, no un fin. En realidad el significado de las reformas se entiende sobre todo desde un punto de vista político «China es un Estado unitario central en la continuidad del imperio. Para preservar su control absoluto sobre el sistema político, el partido debe alinear los intereses de los burócratas con el bien político común, a saber la estabilidad, y proporcionar a la población una renta real aumentando la calidad de vida. La autoridad política debe dirigir la economía de manera que produzca más riqueza de forma más eficaz. De donde se derivan dos consecuencias: la economía de mercado es un instrumento, no una finalidad; la apertura es una condición de eficacia y conduce a esta directiva económica operativa: alcanzar y superar a Occidente» (2)

Es por lo que la apertura de China a los flujos internacionales fue masiva pero rigurosamente controlada. El mejor ejemplo lo proporcionan las Zonas de Exportación Especiales (ZES). «Los reformadores chinos quieren que el comercio refuerce el crecimiento de la economía nacional, no que la destruya», señalan Michel Aglietta y Guo Bai. En los ZES un sistema contractual vincula a las empresas chinas y las empresas extranjeras. China importa los componentes de la fabricación de bienes de consumo industriales (electrónica, textil, química). La mano de obra china hace el ensamblaje, después las mercancías se venden a los mercados occidentales. Este reparto de las tareas está en el origen de un doble fenómeno que no ha dejado de acentuarse desde hace 30 años: el crecimiento económico de China y la desindustrialización de Occidente. Medio siglo después de las «guerras del opio» (1840-1860) que emprendieron las potencias occidentales para despedazar China, el Imperio del Medio tomó su revancha.

Porque los chinos aprendieron la lección de una historia dolorosa, «esta vez la liberalización del comercio y las inversiones es competencia de la soberanía de China y están controladas por el Estado. Lejos de ser los enclaves que solo benefician a un puñado de «compradores», la nueva liberalización del comercio fue uno de los principales mecanismos que han permitido liberar el enorme potencial de la población» [3]. Otra característica de esta apertura, a menudo desconocida, es que beneficia esencialmente a la diáspora china, que entre 1985 y 2005 poseía el 60 % de las inversiones acumuladas, frente al 25 % por los países occidentales y el 15 % por Singapur y Corea del Sur. La apertura al capital «extranjero» fue en primer lugar un asunto chino. Movilizando los capitales disponibles, la apertura económica creó las condiciones de una integración económica asiática de la que la China popular es la locomotora industrial.

Decir que China se convirtió en «capitalista» después de haber sido «comunista» indica, pues, una visión ingenua del proceso histórico. Que haya capitalistas en China no convierte el país en «capitalista», si se entiende con esta expresión un país donde los dueños de capitales privados controlan la economía y la política nacionales. En China es un partido comunista con 90 millones de afiliados, que irriga al conjunto de la sociedad, el que tiene el poder político. ¿Hay que hablar de sistema mixto, de capitalismo de Estado? Es más conforme a la realidad, pero todavía insuficiente. Cuando se trata de clasificar el sistema chino, el apuro de los observadores occidentales es evidente. Los liberales se dividen en dos categorías: los que reprochan a China que siga siendo comunista y los que se alegran de que se haya hecho capitalista. Unos solo ven «un régimen comunista y leninista» disfrazado, aunque ha hecho concesiones al capitalismo ambiental [4]. Para otros China se ha vuelto «capitalista» por la fuerza de las cosas y esa transformación es irreversible.

Sin embargo algunos observadores occidentales intentan captar la realidad con más sutileza. Así Jean-Louis Beffa, en una publicación económica mensual, afirma directamente que China representa «la única alternativa creíble al capitalismo occidental». «Después de más de 30 años de un desarrollo inédito, escribe, ¿no es hora de concluir que China ha encontrado la receta de un contramodelo eficaz al capitalismo occidental? Hasta ahora no había surgido ninguna solución alternativa y el hundimiento del sistema comunista en torno a Rusia en 1989 consagró el éxito del modelo capitalista. Pero la China actual no lo suscribe. Su modelo económico híbrido combina dos dimensiones que saca de fuentes opuestas. La primera procede del marxismo leninismo, está marcada por un poder controlado del partido y un sistema de planificación vigorosamente aplicado. La segunda se refiera más a las prácticas occidentales, que se centra en la iniciativa individual y en el espíritu emprendedor. Cohabitan así el control del PCC sobre los negocios y un sector privado abundante» [5].

Este análisis es interesante pero vuelve a las dos dimensiones -pública y privada- del régimen chino, puesto que es la esfera pública, obviamente, la que está al mando. Dirigido por un poderoso partido comunista, el Estado chino es un Estado fuerte. Controla la moneda nacional, incluso la deja caer para estimular las exportaciones, lo que Washington le reprocha de forma recurrente. Controla casi la totalidad del sistema bancario. Vigilados de cerca por el Estado, los mercados financieros no desempeñan el papel desmesurado que se arrogan en Occidente. Su apertura a los capitales, por otra parte, está sometida a condiciones draconianas impuestas por el Gobierno. En resumen, la conducción de la economía china está en la férrea mano de un Estado soberano y no en la «mano invisible del mercado» querida por los liberales. Algunos se lamentan. Un liberal autorizado, un banquero internacional que enseña en París revela que «la economía china no es una economía de mercado ni una economía capitalista. Tampoco un capitalismo de Estado, porque en China es el propio mercado el que está controlado por el Estado» [6]. Pero si el régimen chino tampoco es un capitalismo de Estado, ¿entonces es «socialista», ya que es el propietario de los medios de producción o al menos ejerce el control de la economía? La respuesta a esta pregunta es claramente positiva.

La dificultad del pensamiento dominante para nombrar el régimen chino, como vemos, viene de una ilusión contemplada desde hace mucho tiempo: al abandonar el dogma comunista China entraría por fin en el maravilloso mundo del capitalismo ¡Sería estupendo poder decir que China ya no es comunista! Convertida al liberalismo, esta nación entraría en el derecho común. Con la vuelta al orden de las cosas, la capitulación validaría la teología del homo occidentalis. Pero sin duda se ha malinterpretado la célebre fórmula del reformador Deng Xiaoping: «poco importa que el gato sea blanco o negro si caza ratones».

Eso no significa que de igual el capitalismo o el socialismo, sino que se juzgará a cada uno por sus resultados. Se ha inyectado una fuerte dosis de capitalismo en la economía China, controlada por el Estado, porque era necesario estimular el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero China permanece en un Estado fuerte que dicta su ley a los mercados financieros y no al revés. Su élite dirigente es patriota. Incluso aunque conceda una parte del poder económico a los capitalistas «nacionales», no pertenece a la oligarquía financiera globalizada. Adepta a la ética de Confucio, dirige un Estado que solo es legítimo porque garantiza el bienestar de 1.400 millones de chinos.

Además, no hay que olvidar que la orientación económica adoptada en 1979 ha sido posible por los esfuerzos realizados en el período anterior. Al contrario que los occidentales, los comunistas chinos subrayan la continuidad -a pesar de los cambios efectuados- entre el maoísmo y el posmaoísmo. «Muchos tuvieron que sufrir por el ejercicio del poder comunista. Pero la mayoría se adhiere a la apreciación emitida por Deng Xiaoping, el cual tenía alguna razón para querer a Mao Zedong: 70 % positivo y 30 % negativo. Hoy existe una frase muy extendida entre los chinos que revela su opinión sobre Mao Zedong: Mao nos puso de pie, Deng nos hizo ricos. Y esos chinos consideran perfectamente normal que el retrato de Mao figure en los billetes de banco. Todo el apego que todavía hoy tienen los chinos a Mao Zedong se debe a que lo identifican con la dignidad nacional recuperada» [7].

Es cierto que el maoísmo acabó con 150 años de decadencia, de caos y de miseria. China estaba fragmentada, devastada por la invasión japonesa y la guerra civil. Mao la unificó. En 1949 era el país más pobre del mundo. Su PIB per cápita era alrededor de la mitad del de África y menos de tres cuartas partes del de la India. Pero de 1950 a 1980, durante el período maoísta, el PIB creció de forma regular (2,8 % de media anual), el país se industrializó y la población pasó de 552 a 1.017 millones de habitantes. Los progresos en materia de salud fueron espectaculares y se erradicaron las principales epidemias. El indicador que resume todo, la esperanza de vida pasó de 44 años en 1950 a 68 años en 1980. Es un hecho indiscutible. A pesar del fracaso del «Gran salto adelante» y a pesar del embargo occidental -que siempre se olvida mencionar- la población china ganó 24 años de esperanza de vida con Mao. Los progresos en materia de educación fueron masivos, especialmente en la primaria: el porcentaje de población analfabeta pasó del 80 % en 1950 al 16 % en 1980. Finalmente las mujeres chinas -que «sostienen la mitad del cielo», decía Mao- fueron educadas y liberadas de un patriarcado ancestral. 

En 1950 China estaba en ruinas. Treinta años después todavía era un país pobre desde el punto de vista del PIB por habitante. Pero era un Estado soberano unificado, equipado y dotado de una industria naciente. El ambiente era frugal, pero la población estaba nutrida, cuidada y educada como no había estado en el siglo XX.

Esta revisión del período maoísta es necesaria para comprender la China actual. Fue entre 1950 y 1980 cuando el socialismo puso las bases del desarrollo futuro. En los años 70, por ejemplo, China recogía el fruto de sus esfuerzos en materia de desarrollo agrícola. Una silenciosa revolución verde había hecho su camino aprovechando los trabajos de una Academia China de Ciencias Agrícolas creada por el régimen comunista. A partir de 1964 los científicos chinos obtienen sus primeros éxitos en la reproducción de variedades de arroz de alto rendimiento. La restauración progresiva del sistema de riego, los progresos realizados en la reproducción de semillas y la producción de abonos nitrogenados transformaron la agricultura. Como los progresos sanitarios y educativos, esos avances agrícolas hicieron posibles las reformas de Deng que han constituido la base del desarrollo posterior. Y ese esfuerzo de desarrollo colosal solo podía ser posible bajo el impulso de un Estado planificador. La reproducción de las semillas, por ejemplo, necesitaba inversiones imposibles en el marco de las explotaciones individuales [8].

En realidad la China actual es hija de Mao y Deng, de la economía dirigida que la unificó y de la economía mixta que la ha enriquecido. Pero el capitalismo liberal al estilo occidental no aparece en China. La prensa burguesa cuenta con lucidez la indiferencia de los chinos hacia nuestros caprichos. Se puede leer en Les Echos, por ejemplo, que los occidentales «han cometido el error de pensar que en China el capitalismo de Estado podría ceder el paso al capitalismo de mercado». ¿Qué se reprocha en definitiva a los chinos?

La respuesta no deja de sorprender en las columnas de un semanario liberal: «China no tiene la misma noción del tiempo que los europeos y los americanos. ¿Un ejemplo? Nunca una empresa occidental financiaría un proyecto que no fuera rentable. No es el caso de China, que piensa a largo plazo. Con su poder financiero público acumulado desde hace dos decenios, China no se preocupa prioritariamente de una rentabilidad a corto plazo si sus intereses estratégicos lo exigen». Después el analista de Les Echos concluye: «Así es mucho más fácil que el Estado mantenga el control de la economía. Lo que es impensable en el sistema capitalista tal y como lo practica Occidente no lo es en China». ¡No se puede decir mejor! (9).

Obviamente este destello de lucidez es poco habitual. Cambia la letanía acostumbrada según la cual la dictadura comunista es abominable, Xi Jinping es dios, China se desmorona bajo la corrupción, su economía se tambalea, su deuda es abismal y su tasa de crecimiento se halla a media asta. Un escaparate de tópicos y falsas evidencias en apoyo de la visión que dan de China los medios dominantes que pretenden entender a China según categorías preestablecidas muy apreciadas en el pequeño mundo mediático. ¿Comunista, capitalista, un poco de ambos u otra cosa? En las esferas mediáticas pierden los chinos. Es difícil admitir, sin duda, que un país dirigido por un partido comunista haya conseguido en 30 años multiplicar por 17 su PIB por habitante. Ningún país capitalista lo ha conseguido nunca.

Como de costumbre los hechos son testarudos. El Partido Comunista de China no renuncia a su papel dirigente en la sociedad y proporciona su armazón a un Estado fuerte. Heredero del maoísmo, este Estado conserva el control de la política monetaria y del sistema bancario. Reestructurado en los años 90, el sector público sigue siendo la columna vertebral de la economía china, representa el 40 % de los activos y el 50 % de los beneficios generados por la industria, predomina en el 80-90 % en los sectores estratégicos: siderurgia, petróleo, gas, electricidad, energía nuclear, infraestructuras, transportes, armamento. En China todo lo que es importante para el desarrollo del país y para su proyección internacional está estrechamente controlado por el Estado soberano. Un presidente de la República china nunca malvendería al capitalismo estadounidense una joya industrial comparable a Alstom, ofrecida por Macron envuelta en papel de regalo.

Si se lee la resolución final del Decimonoveno Congreso del Partido Comunista Chino (octubre de 2017), se comprueba la amplitud de los desafíos. Cuando dicha resolución afirma que «el Partido debe unirse para alcanzar la victoria decisiva de la edificación integral de la sociedad de clase media, hacer que triunfe el socialismo chino de la nueva era y luchar sin descanso para lograr el sueño chino de la gran renovación del país», hay que tomar esas declaraciones en serio. En Occidente la visión de China está oscurecida por las ideas recibidas. Se imagina que la apertura a los mercados internacionales y la privatización de numerosas empresas hacen doblar las campanas por el «socialismo chino». Nada más lejos de la realidad. Para los chinos esa apertura es la condición del desarrollo de las fuerzas productivas, no el preludio de un cambio sistémico. Las reformas económicas han permitido salir de la pobreza a 700 millones de personas, es decir, el 10 % de la población mundial. Pero se inscriben en una planificación a largo plazo en la que el Estado chino conserva el control. Hoy nuevos desafíos esperan al país: la consolidación del mercado interior, la reducción de las desigualdades, el desarrollo de las energías verdes y la conquista de las altas tecnologías.

Al convertirse en la primera potencia económica del mundo, la China popular elimina el pretendido «fin de la historia». Envía al segundo puesto a un Estados Unidos moribundo minado por la desindustrialización, el sobreendeudamiento, el desmoronamiento social y el fracaso de sus aventuras militares. Al contrario que Estados Unidos China es un imperio sin imperialismo. Ubicado en el centro del mundo, el Imperio del Medio no necesita expandir sus fronteras. Respetuosa del derecho internacional, China se conforma con defender su esfera de influencia natural. No practica el «cambio de régimen» en el extranjero. ¿No quieren vivir como los chinos? No importa, ellos no pretenden convertirlos. Centrada en sí misma, China no es conquistadora ni proselitista. Los occidentales libran una batalla contra su propio declive mientras los chinos hacen negocios para desarrollar su país. 

En los últimos treinta años China no ha hecho ninguna guerra y ha multiplicado su PIB por 17. En el mismo período Estados Unidos ha emprendido una decena de guerras y ha precipitado su decadencia. Los chinos han erradicado la pobreza mientras Estados Unidos desestabiliza la economía mundial y vive a crédito. En China retrocede la miseria mientras en Estados Unidos avanza. Nos guste o no el «socialismo chino» humilla al capitalismo occidental. Decididamente el «fin de la historia» puede ocultar otro.

Notas :

[1] Francis Fukuyama, La fin de l’Histoire et le dernier homme, 1993, Flammarion.

[2] Michel Aglietta et Guo Bai, La Voie chinoise, capitalisme et empire, Odile Jacob, 2012, p.17.

[3) Ibidem, p. 186.

[4] Valérie Niquet, «La Chine reste un régime communiste et léniniste», France TV Info, 18 octobre 2017.

[5] Jean-Louis Beffa, «La Chine, première alternative crédible au capitalisme», Challenges, 23 juin 2018.

[6] Dominique de Rambures, La Chine, une transition à haut risque, Editions de l’Aube, 2016, p. 33.

[7] Philippe Barret, N’ayez pas peur de la Chine !, Robert Laffont, 2018, p. 230.

[8] Michel Aglietta et Guo Bai, op. cit., p.117.

[9] Richard Hiaut, «Comment la Chine a dupé Américains et Européens à l’OMC», Les Echos, 6 juillet 2018.


Fuente: https://www.legrandsoir.info/le-socialisme-chinois-et-le-mythe-de-la-fin-de-l-histoire.html