La imprudencia de las élites
Los tres últimos años han sido un desastre para la mayoría de las economías occidentales. Estados Unidos registra un paro de larga duración masivo por primera vez desde los años treinta. Mientras tanto, la moneda única europea se está viniendo abajo. ¿Cómo ha salido todo tan mal?
Bueno, lo que oigo repetir cada vez con más frecuencia a los miembros de la élite política -sabios autoproclamados, funcionarios y expertos de prestigio- es la afirmación de que la culpa es en su mayoría de los ciudadanos. La idea es que nos metimos en este lío porque los votantes querían algo a cambio de nada, y los políticos sin personalidad respondieron a la insensatez del electorado.
Así que este parece un buen momento para señalar que este punto de vista que culpa a la ciudadanía no solo es interesado, sino completamente erróneo.
El hecho es que lo que ahora mismo estamos experimentando es un desastre que se transmite de arriba abajo. Las políticas que nos metieron en este follón no eran respuestas a las exigencias ciudadanas. Eran, salvo unas pocas excepciones, políticas abanderadas por pequeños grupos de personas influyentes, y en muchos casos, las mismas personas que ahora nos dan lecciones a los demás sobre la necesidad de ponernos serios. Y al tratar de echarle la culpa a la plebe, las élites están eludiendo algunas reflexiones muy necesarias sobre sus propios errores catastróficos...
...En Europa, la historia oficial actual es que los Gobiernos de los países con problemas escucharon excesivamente a las masas y prometieron demasiado a los votantes mientras recaudaban muy pocos impuestos. Y para ser justos, esa historia es razonablemente cierta en el caso de Grecia. Pero no es en absoluto lo que pasó en Irlanda y España, que tenían poca deuda y superávits presupuestarios la víspera de la crisis.
La verdadera historia de la crisis europea es que los dirigentes crearon una moneda única, el euro, sin crear las instituciones que se necesitaban para hacer frente a los periodos de bonanza y de dificultad dentro de la zona euro. Y el motor de la moneda única europea fue el proyecto de sentido descendente por excelencia, una visión impuesta por la élite a un electorado tremendamente reticente.
¿Tiene alguna importancia todo esto? ¿Por qué debería preocuparnos el esfuerzo por achacar la culpa de las malas políticas a la ciudadanía?
Una posible respuesta es la responsabilidad simple y llana. No deberíamos permitir que quienes defendieron políticas que destrozaron el presupuesto durante la época de Bush pretendan hacerse pasar por halcones del déficit; aquellos que elogiaron a Irlanda no deberían darnos sermones sobre el gobierno responsable.
Pero yo diría que la principal respuesta es que al inventar historias sobre nuestras dificultades actuales que absuelven a quienes nos han puesto en esta situación, eliminamos toda posibilidad de aprender de la crisis. Tenemos que culpar a quien corresponde, para dar una lección a nuestras élites políticas. De lo contrario, harán todavía más daño en años venideros.
Leer todo el artículo de Paul Krugman en "El País" aquí.
jueves, 19 de mayo de 2011
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