De vez en cuando tienen lugar episodios heroicos que nos hablan de la grandeza del ser humano; en ocasiones se cometen actos tan canallas que logran que nos avergoncemos de nuestra especie. Lo excepcional, para bien o para mal, es consustancial a nuestra existencia. Lo espantoso es cuando la maldad se enquista, cuando lo execrable se transforma en tradición y su comisión está regulada por ley.
Hay mujeres y hombres que dedican tiempo, esfuerzo y dinero en proteger a unas de las víctimas más vulnerables y castigadas de nuestra sociedad: los animales. Hay bomberos, policías, activistas y ciudadanos anónimos que no dudan en poner en riesgo su propia vida por salvar a un perro o a una ballena. Y hay hombres que, cada año, desde hace casi 500, cogen una mañana sus lanzas y salen al campo en Tordesillas para alancear a un toro. Es el Toro de la Vega, y el que va a ser torturado hasta la muerte este 16 de septiembre se llama Elegido.
Esa es la maldad enquistada, la lícita, y por lo mismo la más vergonzosa y doliente.—
JULIO ORTEGA FRAILE Barcelona 15 AGO 2014 . Coordinador de la Plataforma Manos Rojas (El Mundo de la Cultura contra el Toro de la Vega).
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