martes, 1 de agosto de 2017

¿Para qué sirve el cine? Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el rodaje de una película de propaganda en la Segunda Guerra Mundial.

... intento hacer grata la supervivencia mental viendo incansablemente en mi casa programas doble o triples o cuádruples de películas antiguas en blanco y negro. No es casual, las programo con mimo y tampoco pienso recurrir al psicoanálisis para que me lo explique. Veo sucesivamente París, bajos fondos, La evasión, Rocco y sus hermanos, Los viajes de Sullivan, Una mujer para dos, El bazar de las sorpresas, Berlín Occidente, Con faldas y a loco, El hombre que mató a Liberty Valance, El sueño eterno, La noche del cazador, Anatomía de un asesinato, Bola de fuego, Los sobornados, Plácido, Nazarín o La regla del juego. Y así voy a seguir. Arcadia en blanco y negro para todo el verano.

Al repasar la lista de estrenos de esta semana observo que una de ellas, titulada Su mejor historia, la dirige una señora danesa con cuyo cine he disfrutado antes. Se llama Lone Scherfig y es la autora de películas que me gustan bastante, como Wilbur se quiere suicidar e Italiano para principiantes y otra que me conmueve especialmente, que es An Education. Y su nueva entrega no me decepciona. El guion habla con sutileza de cosas variadas, los sentimientos que atan a la vida en tiempos difíciles, los destrozos que pueden ocurrir en el corazón y su progresiva cura, la solidaridad entre la gente cuando todo es guerra, derrota y miedo, el oficio de actor. Pero sobre todo, el gran interrogante es: ¿para que puede servir el cine?

El argumento principal se presta a discusiones. Un señor muy listo, un maestro sin escrúpulos de la manipulación emocional llamado Goebbels, sabía del enorme poder de la propaganda e impulsó hasta límites delirantes los presuntos valores de la raza aria y del nacionalsocialismo través de documentales, noticiarios y películas. Una virtuosa fabricando imágenes como Leni Riefenstahl fue la perfecta transmisora de esas siniestras apologías y loas. Vale, eran los malos utilizando el cine para sus depredadores intereses. En Su mejor historia el Ministerio de Información del gobierno británico durante los bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial ordena hacer una película que glorifique la supuesta hazaña real de dos hermanas gemelas que van en un barquito hasta Dunquerque para ayudar salvar a los acorralados soldados británicos. Esa película debe servir para exaltar el heroísmo, fomentar la solidaridad, donar emoción, felicidad, esperanza y alegría a los espectadores, convencerlos de que la justicia y la razón están de su parte. Vale, aquí son los buenos utilizando la propaganda para su causa. Volvemos al interrogante: ¿para que puede servir el cine en determinadas circunstancias?

Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el rodaje de esa trascendente película, la complicada labor de una guionista en un universo regido por hombres, una historia de amor muy bien contada. Es una compleja, pequeña, cálida, agridulce y bonita película, un pretexto razonable para volver a la sala oscura en época de sequía.

... Scherfig defiende que la comedia es algo "sensitivo", que no se enseña. "La tiene que sentir en la piel, no puedes reducirla a gestos fáciles. Por eso me preocupaba que encajaran bien esos momentos. A mí, en los momentos más tristes, me apetece hacer comedia". Puede que los actuales momentos no sean tristes, pero sí oscuros, en los que triunfa la posverdad y la mentira -si no son lo mismo-. Y Su mejor historia ahonda en la propaganda de hace 75 años. "Hay diferencias", responde la danesa entre risas. "Como le dicen a Catrin en la película, ellos mostraban una historia auténtica retocada con optimismo. Al menos, en la semilla había verdad". Y prosigue: "Necesitaban un empujón de ánimo, y aun así mantuvieron cierto realismo. Creo que entonces nació ese estilo realista y social que ha seguido hasta nuestros días con Ken Loach". Sobre verdades y posverdades, también tiene su opinión: "Cuando la película se estrenó en Sundance coincidió con el juramento del cargo de Donald Trump. En la película hablamos de la responsabilidad que tienes cuando dominas los medios de comunicación. Eso lo liga con la actualidad. Es curioso: te estás años preparando un filme y de repente en su estreno la actualidad coincide con la trama. Lo digo por Trump y por el ángulo feminista. Coincidencias". Otra: el auténtico edificio del Ministerio de Información británico, recién construido cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, inspiró a George Orwell 1984. "Es bueno que la gente recuerde que toda película, incluidas las superproducciones de Hollywood, tiene siempre un trasfondo político".

La directora danesa volverá a rodar en inglés: su siguiente proyecto se desarrolla en Estados Unidos. "Se titula Secrets from the Russian Tea Room, y se centra en la gente sin hogar en Nueva York. Y por fin vuelvo a dirigir un guion mío". Sí, está abierta a cambios.

https://cultura.elpais.com/cultura/2017/07/12/actualidad/1499868735_223530.html

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