jueves, 29 de noviembre de 2018

Es hora de cambiar nuestra forma de hablar y pensar acerca de África. África no es pobre, le robamos su riqueza.

Nobleza, online Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África.

Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.

Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.

Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.

Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.

También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.

De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.

Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.

La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.

Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.

Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.

Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.

Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.

Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.

La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.

Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla. Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África.

Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.

Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.

Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.

Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.

También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.

De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.

Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.

La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.

Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.

Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.

Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.

Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.

Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.

La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.

Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla.

Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/05/africa-poor-stealing-wealth-170524063731884.html Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África. Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.

Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.

Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.

Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.

También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.

De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.

Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.

La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.

Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.

Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.

Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.

Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.

Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.

La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.

Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla.

Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.

Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.

Fuente:

http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/05/africa-poor-stealing-wealth-170524063731884.html

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