domingo, 26 de abril de 2020

_- Salgueiro Maia y la revolución de Los Claveles

_- ESTE año las conmemoraciones de la Revolução dos Cravos (revolución de Los Claveles) no podrán contar en Portugal con las habituales actividades festivas, pero quisiera al menos rememorarla en la figura de uno de sus más destacados protagonistas: el Capitão de Abril Fernando Salgueiro Maia, alentejano ilustre, de Castelo de Vide.

Si el mayor Otelo fue el 'cerebro' del Plan de Operaciones y el general Spínola obtuvo la «transmisión de poderes» del presidente del Gobierno, el capitán de caballería Salgueiro Maia sería protagonista de los sucesos más decisivos del día 25 de abril.

Había participado en las guerras coloniales, combatiendo en Mozambique y Guinea entre 1968 y 1973. Pasa después a la Escuela Práctica de Caballería en Santarém, desde donde el día histórico dirige su columna hacia el Terreiro do Paço de Lisboa, para prender al ministro del Ejército, que en la confusión logra huir por una zona trasera del Ministerio. Salguero Maia se juega la vida enfrentándose a los tanques gubernamentales, al ordenar el brigader Junqueira dos Reis fuego a quemarropa contra él al acercarse a pecho descubierto. Se libra por la negativa del alférez Fernando Sottomayor y el cabo apuntador Alves Costa, que estaban a los mandos del carro de combate.

Terminada la misión, sube al Largo do Carmo, sede de la Guardia Nacional Republicana, para prender al presidente del Gobierno, refugiado allí. Su larga y arriesgada negociación, llena de templanza ante la urgencia de acabar con la situación de enorme peligro, que aconsejaba disparos de artillería que él supo contener, fue decisiva para no haber derramamiento de sangre: el espacio circundante estaba lleno de personas que asistían en directo a la caída del régimen dictatorial.

Una vez llegado Spínola a hacerse cargo del poder, escolta al presidente Marcelo Caetano en su salida del cuartel, consiguiendo que el triunfo discurra sin víctimas.

Salgueiro Maia supo imponerse a las circunstancias más adversas de la guerra colonial y acometer en pocas horas las acciones más arriesgadas con dignidad, desde una juventud muy experimentada en las contrariedades. Después, hasta su muerte por cáncer en 1992, vendrían tiempos oscuros, desconsiderados para con una figura de su talla humana y militar que no es momento ahora de rememorar, pero que espero detallar en trabajo en que estoy preparando para su publicación por la Fundación Caja Badajoz.

El proceso posrevolucionario tuvo sus sombras sobre las que hay que proyectar luz para entenderlo en su conjunto por completo. Pero el 25 de abril de 1974 quedará para siempre como una fecha sin igual en la resolución de los máximos conflictos, con la intervención de jóvenes militares dispuestos a colaborar incondicionalmente con el pueblo en la conquista de la libertad. Salgueiro Maia es uno de sus símbolos más señeros.

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