Los cítricos y la repostería se llevan muy bien, y naranjas, limones y mandarinas empiezan a aparecer en los mercados y fruterías. Una alegría para aquellos a los que nos gusta la repostería ya que con sus pieles y jugos se pueden aromatizar galletas, bizcochos, cremas y un sinfín de manjares. Si eres del bando contrario, de los que no quiere ni ver la receta de un dulce porque crees para cocinar eso hay que ser casi un alquimista, estás en el lugar adecuado. Este bizcocho de mandarina es muy fácil de hacer, de verdad de la buena.
Para elaborarlo tendrás que utilizar la mandarina en su totalidad, por lo que es importante que des con una variedad de piel fina. Ve a por las clementinas o similares y olvídate de esas mandarinas grandes de piel gruesa y rugosa, a no ser que por algún motivo extraño quieras que tu bizcocho sea amargo. Como vas a meter toda la mandarina en la mezcla, no olvides lavarla extremadamente bien o, si lo prefieres, opta por las de agricultura ecológica (y lávalas también).
Una vez tengas hecho el bizcocho puedes decidir seguir o no la aventura: en esta receta hemos añadido un glaseado muy simple mezclando azúcar glas y el zumo de la fruta. Puedes no hacerlo si no te gustan las cosas tan dulces pero reconoce que te quedará menos cuqui. Otra cosa que puedes hacer para mejorar -aún más- este postre es humedecerlo antes del glaseado. Consejo de mi abuela que vale oro: cuando retires el bizcocho del horno y se haya enfriado un poco, pero no del todo, pínchalo con un palillo en varios lugares cual muñeco vudú -sin pasarse-, y vierte con delicadeza una especie de almíbar que hayas preparado disolviendo a fuego suave 150 g de azúcar con 200 ml de zumo de mandarina. Déjalo enfriar y termínalo con el glaseado. Repito: si no te va el dulce en vena, sáltate este paso.
Si ya te han entrado ganas de hacer la receta pero estás pensando "yo no tengo un molde de esos con agujero en el centro", no pasa nada. La receta no depende de que tengas o no un molde corona o savarin, que es como se conoce a este tipo de moldes, ya que puedes hacerla perfectamente en uno rectangular de unos 25 cm de largo.
Dificultad
La de encontrar unas mandarinas de piel fina.
Ingredientes
150 g de aceite de girasol
250 g de azúcar blanco
2 huevos
2 mandarinas pequeñas de piel fina (150 g)
330 g de harina
2 cucharadas de levadura química (Royal o similar)
Un poco de mantequilla y harina para encamisar el molde, si no es de silicona
Para el glaseado
180 g de azúcar glas
3 cucharadas de zumo de mandarina
Ralladura de mandarina
Elaboración
Calentar el horno a 200ºC. Mientras, batir en un bol el aceite con el azúcar y los dos huevos.
Cortar las mandarinas en cuartos y eliminar su parte blanca central. Triturar con un robot de cocina o batidora de mano (piel incluida). Integrar las mandarinas trituradas a la mezcla.
Añadir la harina tamizada junto con la levadura química y mezclar bien.
Verter en un molde para bizcocho circular o alargado -de los de plum cake-, previamente enmantecado y enharinado si no es de silicona.
Hornear durante 30-35 min. aproximadamente hasta que esté dorado. Al pincharlo con un cuchillo, este debe salir limpio.
Para hacer el glaseado, mezclar muy bien el azúcar glas con el zumo de mandarina. Si queda demasiado denso, agregar más zumo.
Colocar el bizcocho frío sobre una rejilla o plato y verter el glaseado por encima. Terminar con ralladura de mandarina (truco: se rallará mejor si antes la pones en el congelador unos 15 minutos).
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