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miércoles, 26 de abril de 2017

No me llames letrasado. No hay carreras con más salidas que otras, aún menos en un mercado laboral tan enclenque.

Leo El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers, y pienso que esta pequeña historia situada en una ciudad industrial de Georgia y publicada en 1940 me está contando, a través de una prosa deslumbrante y una gran perspicacia psicológica, la raíz de la herida del racismo en los Estados Unidos y la relación entre dos categorías de pobres, los negros y los blancos. Escucho Strange Fruit, por  Billie Holidaycompuesta en 1939, y siento que en su letra, en sus notas, está contenida la lucha de los derechos civiles y se hace visible el más vergonzoso pecado americano: los linchamientos del  Ku Klux Klan con el aplauso de la buena gente del sur. Veo las fotos sobre la negritud de  Sally Manno leo sus memorias, y agradezco esa sinceridad con la que confiesa que de niña nunca se preguntó por qué la nanny se quedaba en el coche esperando mientras la familia comía en un diner. Leo Americanah, de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y entiendo al fin por qué una africana se convierte en negra cuando pisa los Estados Unidos. Veo el documental  el documental I Am Not Your Negrosobre el compromiso del novelista James Baldwin con la causa de los derechos civiles, y me acerco a comprender, a través del  Samuel L. Jackson, que presta su voz a los ensayos del escritor de Harlem, qué suponía en los 50 y 60 andar por la vida con la conciencia de que tus actos serán sobreinterpretados o malinterpretados a cuenta del color de tu piel. Y de lo que ahora supone ser negro puedo hacerme una idea leyendo a un honroso heredero de Baldwin, el periodista, Ta-Nehisi Coatescon su ensayo Entre el mundo y yo.

Literatura, música, ensayo, periodismo, fotografía, cine. ¿Cuánto hacen estas artes y estos oficios por que comprendamos mejor a nuestros semejantes, los que nos precedieron y los coetáneos? Según el Ministerio de Educación poco ya que la asignatura de Literatura Universal ha sido retirada del segundo curso de bachillerato para moverla a primero. Segundo es el curso en el que, según los expertos, los alumnos están más preparados, más maduros, para sumergirse en profundidad en las novelas que nos dan una perspectiva amplia del mundo. No importa, fuera entonces de la Selectividad. La idea de que deben prevalecer aquellas materias que tengan una relación directa con el mercado laboral cunde. La impone el ministerio pero la secundamos socialmente. En cuanto hay un estudiante con un expediente brillante se activa, con bastante frecuencia, una alianza entre orientadores, padres y profesores para que el alumno o la alumna no desperdicie sus notas en algo que es como un hobby, que no merece la pena. Aquel viejo dicho de “el que vale, vale, y el que no pa' letras” se ha actualizado: en los institutos el término “letrasado” se ha hecho tristemente popular. Y todo parte de una gran falacia que el profesor de Historia Moderna Fernando Manzano Ledesma se empeña tozudo cada año en desmontar. Porque este joven vicedecano de estudiantes y comunicación de la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo era un cerebrín en sus tiempos de instituto y también sintió la presión de los que pensaban que malgastaría su brillante expediente si se matriculaba en Historia. Hace unos años, Manzano Ledesma comenzó a dar charlas en los centros de enseñanza media de Asturias para explicar a los estudiantes cuáles eran las diferentes ramas dentro de la historia, la filología y la filosofía. Se trataba de un encuentro sumario, informativo, pero fue apreciando que lo que necesitaban aquellos estudiantes era un subidón de una autoestima que, tanto el sistema educativo como algunos compañeros, se esmeraban en que fuera lo más baja posible. Lo que transmite este profesor es que la pasión puede más que las supuestas necesidades del mercado: no hay carreras con más salidas que otras, aún menos en un mercado laboral tan enclenque; actualmente, tiene más peso una voluntad empecinada. Les habla Manzano de lo que supone para el no adocenamiento de la sociedad el espíritu crítico, del valor de la belleza y del arte. Les cuenta cómo los estudiantes de Humanidades son los más preparados para discernir dónde está la verdad y dónde el camelo y cómo serán por lógica los que pongan orden en el caótico contenido audiovisual. De hecho, cuenta, la empresa asturiana Touchvie contrata ya a licenciados en Humanidades como catalogadores de su productos en la red.

Si el Ministerio de Educación está decidido desde hace años a borrar del mapa a los futuros pensadores y creadores, debiéramos nosotros rebelarnos, defender convencidos las materias que tan estrechamente ligadas están a nuestra libertad de pensamiento. El profesor Manzano Ledesma acaba siempre sus charlas con una cita de  Baltasar Gracián"Gastan algunos mucho estudio en averiguar las propiedades de las hierbas: ¡cuánto más importaría conocer las de los hombres, con quienes se ha de vivir o morir!". Y lo que ocurre con las personas entusiastas y trabajadoras es que desatan en ti las ganas de actuar, de convertirte en activista de aquello en lo que tan fervientemente crees.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/21/actualidad/1492782903_418507.html

viernes, 18 de septiembre de 2015

Entrevista a Miguel Jordá sobre "De la rebeldía al erotismo. Introducción a Baltasar Gracián (I)" "Gracián fue torturado física y psíquicamente”

El Viejo Topo

Miguel Jordá ha impartido durante 35 años clases de Lengua y Literatura Castellana en varios institutos de la provincia de Barcelona.
Se doctoró en Filosofía con una tesis sobre Baltasar Gracián dirigida por el arabista gramsciano Andrés Martínez Lorca.
***
Le felicito muy sinceramente por su libro. Magnífico.
¿De dónde su interés por la obra de Baltasar Gracián?
En mis clases debía explicar someramente a Gracián y ya entonces me llamaba la atención su insólita lucidez acerca de la vida y el ser humano, hasta el punto de que a veces me decía que si un día escribía una tesis, debería ser sobre Gracián.

Creo que su director de tesis fue Andrés Martínez Lorca.
¿Por qué este gran arabista gramsciano, amigo por cierto de otro gran lector de Gracián, Francisco Fernández Buey?
Porque Martínez Lorca es un verdadero sabio que domina diversos campos, no sólo el pensamiento árabe medieval y Gramsci. Es un gran conocedor también de la filosofía española en su conjunto. Además acabaron de convencerme sus clases de doctorado por su brillantez y por su sorna andaluza. Don Andrés es capaz de adivinar, oyendo hablar a un andaluz, no sólo su comarca sino en muchos casos hasta su pueblo...

Del doctor Martínez Lorca cualquiera cosa es creíble.
¿De qué rebeldía era rebelde Baltasar Gracián? ¿Por qué ese camino desde la rebeldía al erotismo? ¿Cuáles son los rasgos de ese erotismo?
Gracián fue un rebelde frente a la Compañía de Jesús, de la que formaba parte, frente a la monarquía absoluta de su tiempo, cuyas injusticias, abusos y corrupción denunció como pudo, y frente a muchas de las ideas y costumbres aceptadas de su época. Incluso en su dimensión afectivo-erótica también fue un inconformista y en mi libro pongo de manifiesto datos indiscutibles que prueban su orientación homosexual.

Una vida camuflada en la obra. ¿Por qué?
Los datos históricos sobre su vida son muy escasos pero sus libros son más o menos autobiográficos, por lo que una lectura atenta, profunda y, digamos, “detectivesca” permite descubrir lo que realmente sentía y pensaba.

¿Y cuáles serían los datos más significativos de la vida y obra de Gracián?
Gracián pertenecía a una familia aragonesa de origen judeoconverso. Esto lo pruebo por primera vez de manera sólida en mi estudio. Tal origen le marcó profundamente, y tuvo que experimentar la animadversión hacia su casta por parte de la sociedad de su tiempo. Su vida y especialmente su obra pueden entenderse como una reacción, como un sobreponerse a ese ambiente de difusa hostilidad. Su obra es un testimonio acerbamente crítico sobre su tiempo y sobre las ideas imperantes que sustentaban el régimen político vigente entonces. Su visión de las cosas es fundamentalmente secular y profana. Se anticipó, pues, a su tiempo y, de hecho, fue una de las grandes pensadores que influyeron en la configuración del movimiento ilustrado del siglo siguiente. Gracián no es un filósofo metafísico, es un moralista, es decir, un pensador que propone pautas al individuo para triunfar en un medio hostil como era la sociedad de su tiempo.

Su obra es secular y profana. ¿Nos explica un poco estas nociones?
Pese a ser un sacerdote y religioso jesuita, sobre todo a partir de conocer al aristócrata y mecenas de Huesca Lastanosa, que poseía una biblioteca magnífica, va descubriendo que sus verdaderos intereses e incluso vocación no es la vida religiosa ni la teología sino la literatura, el arte, la historia y la filosofía. Su pensamiento no es, pues, ni religioso ni teológico.

En su opinión, ¿cuál fue la causa de la muerte de Gracián?
Gracián fue torturado psíquicamente (aislado, humillado, incomunicado) y físicamente (dieta a pan y agua). Posiblemente, como pruebo en mi libro gracias a la inestimable ayuda de tres doctores en medicina, la enfermedad que le causó la muerte fue desencadenada y agudizada por esta situación.

¿Por quién fue torturado?
Al escribir mi tesis pedí a tres amigos médicos que elaboraran un estudio clínico sobre las posibles causas de la muerte de Gracián, a partir de los datos que les proporcioné acerca de su situación hacia el final de su vida. Ellos me brindaron un trabajo absolutamente objetivo, en el que concluyeron que posiblemente su muerte fue desencadenada por la presión psíquica y las carencias dietéticas a las que fue sometido.

Habla usted en el capítulo 3 de su talante de cristiano nuevo. ¿Qué talante era en el siglo en el que tocó vivir?
Los españoles de origen judeoconverso, es decir, descendientes de judíos bautizados a la fuerza para que no les echaran de España, estaban marcados por ese estigma que debían ocultar, porque la sociedad española todavía en el siglo XVII se cebaba en ellos y los miraba con hostilidad. La reacción de Gracián fue la de luchar a su manera ante tal situación, describiéndola y denunciándola. Toda su obra en el fondo es eso.

¿Y por qué la sociedad española todavía en el siglo XVII, unos 200 años después de la expulsión, se cebaba en ellos y los miraba con tanta hostilidad? ¿Catolicismo intransigente y caballuno?
En el siglo XVII las familias de origen judeoconverso ya estaban muy mezcladas con las de casta cristianovieja, con todo, es innegable que la obsesión por la limpieza de sangre era todavía muy viva en la sociedad y también la desconfianza, el menosprecio y la burla hacia los posibles “manchados”. Solo hay que asomarse a Quevedo para comprobarlo.

¿Fue hermético Gracián? ¿Por qué? ¿Por miedo? ¿El ambiente en que vivió era tan represivo y asfixiante?
Gracián tuvo que ser hermético, si no, no hubiera podido publicar lo que dijo en su tiempo. Por miedo, efectivamente. A causa de eso, se ha considerado a Gracián un autor difícil, oscuro y hasta incomprensible. Pero en mi libro desvelo los mecanismos y “trucos” de que se valió Gracián para velar su pensamiento y, así, protegerse. Con las claves que brindo creo que Gracián ya no resulta tan críptico.

Estoy de acuerdo, con sus claves de lectura lo hace mucho menos críptico. ¿Qué son las cuñas de Gracián?
Las “cuñas” de Gracián son precisamente las morcillas que disemina en sus obras para aparecer como “adicto” al régimen político-religioso de su tiempo y a los principios que lo sustentaban. No tenía alternativa: o “ensombrecía” su pensamiento con estas “contradicciones”, o debía guardar silencio absoluto y no publicar.

¿Hubo otros autores que usaron la misma estrategia?
Gracián diseminó de manera estratégica y sistemática en sus obras frecuentes “reverencias” ritualizadas al poder constituido y a los principios político-religiosos que lo sustentaban. Tuvo que echar mano especialmente de este recurso porque fue muy crítico con los poderes, las ideas y la sociedad de su tiempo. Se trataba de compensar... Esas “cuñas” eran su salvoconducto y su coartada en el caso de que se produjeran denuncias. En otros autores he observado secuencias que en cierto modo son también adhesiones reverenciales, pero sin la premeditación ni la elaboración ni el uso sistemático que alcanzan en Gracián. A menos crítica menos protección se necesitaba, y las “cuñas” eran eso.

¿Fue Gracián antimonárquico? ¿Cuál era su concepto de libertad?
Las críticas de Gracián a la monarquía española de su tiempo son seguramente las más duras de su época. Para él autoridad y mérito son indisociables. Por eso, en el fondo, considera irracional que pueda gobernar alguien sin méritos para ello. Y sus ideas sobre este aspecto sin duda influyeron en la Ilustración europea del siglo XVIII.

¿Fue entonces un republicano o un republicanista avant la lettre, una especie de Maquiavelo ibérico?
Pues sí, efectivamente.

¿Se la jugó en algún momento? ¿Combatió de algún modo la corrupción, la injusticia y la opresión de su tiempo?
Gracián era un intelectual que combatía con la pluma. Se la jugó, efectivamente, y la Inquisición, como explico en mi trabajo, lo puso en su punto de mira. De hecho, fue la propia Compañía de Jesús la que acabó quitándolo de la circulación, aislándole, prohibiéndole escribir y sometiéndole a un régimen de vida durísimo que hoy nadie dudaría en calificar como tortura. Pero, de hecho, lo más grave del trato de la Compañía a Gracián fue que le impidieron dejar la orden como él había solicitado al padre general.

¿Y por qué cree que le impidieron que dejara la orden?
Seguramente por miedo a que tras su salida decidiera contar más interioridades de la Compañía y les pusiera verdes. En sus cartas de los últimos tiempos sus superiores hablan claramente de someterle y se referían a él como “este sujeto”. Por tanto, no lo soltaron para tenerlo bajo control.

¿Qué opinión le merece la aproximación del padre Batllori a la obra de Gracián?
En mi libro explico todo este aspecto con detalle. Batllori es sin duda un sabio, un historiador que ha escrito mucho sobre muchos temas. Por lo que se ve, su estudio sobre Gracián es una obra de encargo de la Compañía: se trataba de escribir un libro “inteligente” que minimizara hasta donde se pudiera los conflictos entre Gracián y la Compañía, y, así, además, Gracián podía seguir siendo presentado como una gloria jesuítica más y no como un autor antijesuítico, que es lo que es. Su libro ofrece muchos datos interesantes, pero tiene el defecto profundo de estar marcado por la “agenda oculta” que le he señalado.

Es decir, perdone que insista, Batllori, en este caso, ha investigado y escrito para mayor gloria de la Compañía. Se ha comportado como un intelectual orgánico de los jesuitas. ¿Es eso o digo mal?
La obra de Batllori sobre Gracián aporta muchos datos biográficos muy interesantes, pero probablemente no todos los que podría haber mostrado. Se trata de un estudio formalmente bien hecho pero sutilmente tendencioso. Hace un encaje de bolillos muy fino para no dejar en mal lugar a la Compañía por el caso Gracián y para no presentar a éste como alguien que, en realidad, acabó harto de ella y con un anhelo irrefrenable de perderlos de vista.

Le pregunto a continuación por el estilo moral de Gracián
Cuando quiera.