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lunes, 1 de diciembre de 2025

8 simples trucos para evitar caer en las trampas de márketing del Black Friday (y terminar gastando más de lo que planeabas)


Un hombre carga la caja de un televisior de gran tamaño y marca Samsung

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Cuando llega noviembre y las tiendas ofrecen una increíble variedad de descuentos.

Estamos ya en esa época del año: el Black Friday. Lo que antes era solo un evento estadounidense, ahora se ha apoderado del calendario de muchos otros países como uno de los eventos de compras más importantes del año.

Sin embargo, un estudio de mercado realizado por la plataforma de inversión Aegon entre los compradores del Black Friday de 2024 reveló que casi el 60% de los participantes gastaría su dinero de otra manera si pudiera retroceder en el tiempo.

El arrepentimiento es común cuando los consumidores compran por impulso. Después, pueden preguntarse si deberían haber comprado el televisor Sony en lugar del Samsung. Hay mucho que hablar sobre la toma prudente de decisiones.

Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando nos encontramos con productos que parecen baratos o con un precio razonable, se activa la misma parte de nuestro cerebro que se encarga del placer.

Si a esta sensación de bienestar le sumamos una mayor urgencia en torno a ofertas como el Black Friday, los consumidores a menudo se sienten obligados a comprar algo. Esta urgencia puede generarse al afirmar que el producto solo está disponible con descuento durante 24 horas o que hay una cantidad limitada de productos.

Un cartel que muestra un descuento de hasta el 50% en una tienda de Madrid.Fuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,El modelo de ventas del Black Friday de EE.UU. se ha comenzado a extender a otros países de América Latina y Europa. Sin embargo, hay cosas que usted puede hacer para controlar sus gastos y evitar dejarse tentar por técnicas de marketing inteligentes.

1. Nunca compres cuando estés cansado

La fatiga tiende a llevar a decisiones menos racionales y disminuye el autocontrol. Tomar decisiones requiere energía mental, y esta es limitada.

Cuando estás cansado, tus emociones tienden a tomar el control y eres más propenso a sentirte tentado por grandes ahorros y artículos que parecen bonitos, incluso si no son algo que necesitas.

2. Compra por la mañana

En este momento, tienes agudeza mental y, por lo tanto, probablemente tomarás mejores decisiones. Intenta evitar tomar decisiones importantes más tarde, ya que es entonces cuando tu fuerza de voluntad y concentración empiezan a disminuir a medida que aparece la fatiga de decisión.

La fatiga de decisión es un estrés mental y emocional que generalmente ocurre cuando las personas han estado considerando demasiadas opciones. Esto le sucede a la mayoría de las personas en algún momento del día, ya que tomamos cientos de decisiones a diario.

Varias personas que han pasado la noche haciendo cola a las puertas de un Target en Estados Unidos acceden a la tienda cuando abre.Fuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,

Antes de comprar, siempre es necesario comprobar si el mismo producto es más barato en otro lugar.

3. No te apresures

Siempre tómate el tiempo suficiente para pensar detenidamente en lo que vas a comprar. Añadir tan solo un segundo al tiempo que dedicas a considerar una compra podría ayudarte a tomar mejores decisiones.

El tiempo permite al cerebro recopilar información adicional y filtrar aspectos irrelevantes. Por ejemplo, imagina que estás buscando una plancha on line. Mientras miras las opciones, ves unos banners parpadeantes a un lado que te impiden concentrarte en lo que quieres.

Esta distracción puede distraerte de los atributos del producto que, de otro modo, podrían influir en tu decisión. Añadir un segundo te permite volver a concentrarte y te ayuda a ignorar el banner parpadeante.

4. Haz tu tarea

No todo lo que tiene descuento es una buena oferta. Asegúrate de saber cuánto costaron los artículos anteriormente para saber cuánto han bajado. La forma más fácil de averiguarlo es pedirle a una herramienta de IA que te indique los precios anteriores.

Se ha informado que, en años anteriores, tan solo el 2% de todas las ofertas del Black Friday estaban al precio más bajo en comparación con los seis meses anteriores y los seis meses posteriores.

Saber cuánto costaron los artículos anteriormente puede ayudarte a controlar el tiempo y evitar tomar decisiones precipitadas.

Dos señoras usando la escalera automática de un centro comercial.Fuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,

No hay que dejarse convencer por la publicidad.

5. Haz una lista y otórgale un presupuesto

Esto reducirá la tentación de gastar en exceso.

6. Intenta no comprar con tarjeta

Es probable que gastes más si pagas con tarjeta o el teléfono. En su lugar, siempre que sea posible, usa efectivo.

Así verás cómo se te va el dinero en la cartera y será más probable que dejes de gastar cuando te quedes sin efectivo. Piensa en lo consciente que eres de tu presupuesto durante una partida de Monopoly cuando empiezas a escasear el dinero en efectivo.

7. No toques ningún producto

Si te gusta comprar en tiendas físicas, debes saber que las investigaciones demuestran que estás más dispuesto a comprar productos y a pagar más si los tocas. Así que intenta no tocarlos.

8. Pregúntate por qué se reduce algo

Con la presión del tiempo, puede que no te plantees por qué un producto está en oferta. Quizás sea tan simple como que se lanzó un modelo más nuevo recientemente o quizás porque los compradores anteriores no lo han visto con buenos ojos.

Para mayor seguridad, consulta algunas reseñas del artículo en oferta para asegurarte de que estás comprando lo que realmente quieres. Si eres sensato y tomas precauciones, deberías estar más satisfecho con lo que compraste.

*Cathrine Jansson-Boyd es profesora de Psicología del Consumidor en la Universidad Anglia Ruskin de Londres.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original. 

martes, 10 de noviembre de 2015

Black Friday y Banco de Alimentos, las dos caras de la misma moneda

El Black Friday es el pistoletazo de salida al consumo desenfrenado navideño en Occidente. Una invención made in USA metida de rondón por la mercadotecnia de las multinacionales para avivar la fiebre de comprar a todo trapo: es lo que los políticos del mundo opulento llaman nuestro estilo de vida, un modo capitalista basado en la explotación laboral y el expolio de las materias primas y el trabajo esclavo e infantil de millones de personas en los países pobres de la periferia globalizada.

En nombre del calor de hogar occidental, la libertad y otras lindezas de enorme fachada escapista censuramos cualquier voz que ponga en cuestión las fechorías del sistema-mundo liderado por el hombre blanco instalado en el confort desigual de EE.UU. y la Unión Europea principalmente. Todo lo que huela a crítica del desfalco del primer al tercer mundo puede caber dentro de las categorías malévolas de antisistema o terrorista. Por supuesto, nuestro maravilloso estilo de vida es la cumbre de la civilización.

Lo normal es que cuando adquirimos una marca rutilante de tecnología punta informática, teléfonos móviles o una prenda textil a la última moda, entre otras mercancías de postín, hayan sido fabricadas o ensamblados sus distintos componentes en maquilas o centros de producción de territorios donde la legislación laboral y los regímenes fiscales son laxos o inexistentes. Nuestro estilo de vida devasta países enteros ofreciendo miseria a cambio de un bienestar consumista ficticio y despilfarrador.

Pero en España, junto a la llamarada festiva del Black Friday, surge al tiempo la inmensa ola de solidaridad promovida por los denominados bancos de alimentos, una caridad que puede practicarse al unísono mediante la calderilla que nos devuelven en caja. De esta manera, calmamos nuestra conciencia consumista y hacemos un favor solidario a la gente pobre. Y, faltaría más, este acto presuntamente altruista exonera de responsabilidad a los gobiernos y a sus políticas sociales. Además, sirve a las grandes cadenas comerciales para colocar excedentes y liberar espacio en sus almacenes de cara al subidón de ofertas, demanda y ventas del período Navidad-Fin de Año-Reyes. Una idea brillante donde las haya.

El sistema parece funcionar a las mil maravillas con esta doble iniciativa de propaganda masiva: con la mano derecha adoramos la emoción irrefrenable del fetiche de la mercancía y con la izquierda soltamos lastre ético dando una dádiva para que los que no pueden permitirse consumir ni tampoco salvar el día a día con dignidad se lleven a la boca un triste sucedáneo de solidaridad en forma de vianda coyuntural que jamás acabará con su condición de marginado.

El viernes negro y los bancos de alimentos se necesitan mutuamente, neutralizando la ideología que ambas iniciativas representan y desactivando las reivindicaciones sociales y políticas que podrían desencadenarse en los sectores y sensibilidades críticos con el statu quo.

Solidaridad de marca de alta gama
La Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) hace un llamado a los potenciales voluntarios bajo el lema de Hazte un héroe, una recompensa sentimental, individualista y ética para movilizar a la gente de bien hacia sus proyectos de corte caritativo. Suelen nutrirse de personas jubiladas y prejubiladas preferentemente, aunque también se unen a sus campañas jóvenes de diferentes extracciones sociales, sumando en total unos 2.700 voluntarios que se sienten útiles a la sociedad y pueden observar in situ como siempre hay más pobres o en precario que uno mismo: así se cercenan de cuajo o se modifican con sutileza ideológica las opiniones críticas o alternativas a las oficiales para interpretar la compleja realidad social.

Además de lo dicho, en la FESBAL y sus filiales se reproduce de igual modo la estructura de la empresa capitalista al uso: jubilados y juventud como operarios de campo y la cúspide reservada para la intelligentsia de dirigentes y profesionales provenientes del campo privado de las finanzas y los negocios.

La presentadora de televisión Ana Rosa Quintana es el rostro más conocido usado de reclamo publicitario en 2015 para movilizar la recogida y donación de alimentos, un acicate popular para llegar directamente al corazón de la inmensa mayoría de la masa.

En nuestro país, este tipo de bancos de carácter social y paliativo empezaron a funcionar en 1996 y ya cuentan con 55 sedes provinciales. Similares instituciones o asociaciones sin ánimo de lucro legal se encuentran presentes en 22 países de la órbita europea.

Se supone que detrás de los bancos de alimentos estarían agazapados la Iglesia católica y el Opus Dei, aunque como es lógico sus logotipos no figuren por ningún sitio, aunque existen numerosas vinculaciones de directivos y exdirigentes de FESBAL con la obra pía de visionario y polémico Escrivá de Balaguer. Incluso muchos ejecutivos de marcas colaboradoras han salido de la escuela de negocios IESE, creada por el Opus y adscrita a la Universidad de Navarra. El secretismo y el cuidado exquisito en aparecer públicamente como laicos y puros de toda contaminación política o religiosa es muy escrupuloso. Sin embargo, Ana Mato, exministra de Sanidad y miembro del Opus Dei, ha mostrado pública y repetidamente sus simpatías por los proyectos de FESBAL.

No obstante lo referido, sí se sabe que en 2014 la Fundación Amancio Ortega ayudó a la estructura de la FESBAL con 4 millones de euros y el BBVA con 500.000 euros. Recordemos que el grupo Inditex del multimillonario Ortega y su marca estrella Zara han sido señalados por diversas instituciones internacionales como empresas que utilizan habitualmente mano de obra esclava y menores de edad en sus centros de trabajo de Asia y Sudamérica.

La Fundación Amancio Ortega también ofrece aportes económicos a Cáritas, organización que capta y distribuye importantes contingentes de alimentos del Banco en cuestión.

Algunas noticias relacionan a la multinacional Agbar, el Banco de Sabadell y al hijo primogénito de Jordi Pujol, del mismo nombre que el padre, con el impulso y nacimiento de los bancos de alimentos en España. Se conoce a ciencia cierta que colaboran estrechamente con la FESBAL marcas tan señeras como Carrefour, El Corte Inglés, Alcampo, Mercadona, Dia, RENFE y Makro, habiendo recibido premios a su labor por parte de Caja Rural, Eroski, Cruz Roja, Danone y Puleva. Incluso en 2012 se le otorgó el galardón Príncipe de Asturias a la Concordia.

Como vemos, el conglomerado de empresas vips es altamente significativo, una publicidad de prestigio ligada a la solidaridad que aumenta sus ventas y barniza a conveniencia su impacto social de índole benefactor y altruista, hundiendo más si cabe al comercio minorista. Las firmas distribuidoras que dan su apoyo a FESBAL controlan el 70 por ciento del mercado alimentario.

También merece la atención cuidada la mención especial de un vocal del Comité Ejecutivo de la FESBAL, Pedro Pujadó Viusá, con sucesivos cargos relevantes en el Grupo Moll-Prensa Ibérica, un imperio que controla medios de comunicación de ámbito local o regional, escritos, digitales, emisoras de radio y televisiones TDT, editoriales y firmas del sector de artes gráficas en Madrid, Catalunya, Baleares, Galicia, Asturias, Andalucía, Murcia, Canarias, Castilla y León y Comunidad Valenciana, manteniendo intereses empresariales en Australia y Portugal. Es relevante subrayar asimismo que el emporio Moll se adjudicó en tiempos de Felipe González las cabeceras más influyentes de la prensa del movimiento franquista.

El citado Pujadó ha tenido relaciones con más de un centenar de empresas en toda su trayectoria profesional. En los medios de Prensa Ibérica, a buen seguro, no saldrán noticias negativas o críticas contra los bancos de alimentos ni sus mecenas más generosos. Además, la publicidad gratuita envuelta en el formato noticia que da cobertura en los mass media más importantes de España a los eventos masivos de los bancos de alimentos dan pistas suficientes para pensar que detrás de estas iniciativas existen intereses ocultos muy poderosos. El repiqueteo mediático ha sido constante en estas semanas previas a las fiestas navideñas. Por algo será.

La solidaridad gestionada de manera privada interesa, y mucho, al sistema capitalista. Estamos ante un negocio vendido como social que juega en dos campos diferentes pero complementarios: ofrece amparo estético a la pobreza obviando las causas objetivas de la realidad social y política que la origina, al tiempo que lava la imagen de grandes empresas que tendrían bastante que ocultar en sus actividades y praxis cotidianas.

Nunca hay que dejar que los pobres piensen por sí mismos, ni tampoco que la gente corriente despierte de su marasmo consumista. La solidaridad alentada en la trastienda por las propias marcas transnacionales solo busca maquillar su fachada y sacarnos los cuartos anonadados ante tanta belleza moral y emocionalista. Para vender más, todo está permitido, hasta convertir en mercancía la miseria de los pobres.

Armando B. Ginés