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martes, 17 de marzo de 2015

Cómo una sopa en Detroit puede cambiar el mundo. Richard Fenton-Smith. BBC

En Detroit, otrora gigante industrial de Estados Unidos que entró en bancarrota en 2013, un grupo de voluntarios intenta devolverle el espíritu de recuperación económica a la ciudad sirviendo sopa.
Una taza caliente de sopa, servida en una fría noche invernal, atrae a un grupo de personas para escuchar tres o cuatro ideas de cómo ayudar a la comunidad.

El proyecto más prometedor, por decisión mayoritaria, recibe el dinero recaudado a la entrada para su desarrollo, con la condición de que su emprendedor regrese a informar sobre los resultados.
Eso es Detroit Soup.

Sin PowerPoint
Su fundadora, Amy Kaherl, empezó el concepto con unos amigos, hace cinco años, con la intención de ayudar a los artistas locales a lograr sus aspiraciones creativas.
Después de 95 veladas sirviendo sopas, la iniciativa se ha convertido en un movimiento que abarca toda la ciudad y va más allá de la comunidad artística.

El sistema es sencillo: la gente llega, paga US$5 a la entrada, escucha a tres o cuatro personas presentando ideas para mejorar la vida de la comunidad local.
Las presentaciones no pueden durar más de cuatro minutos y definitivamente no pueden utilizar asistencia electrónica como PowerPoint. La audiencia, entonces, puede hacer un máximo de cuatro preguntas.
Una vez terminan las propuestas, se sirve la sopa, que viene acompañada de ensaladas, panes y pastelitos que los participantes han traído voluntariamente.
Durante la comida, se discuten las ideas y se vota por la favorita. La persona ganadora recibe el dinero recolectado para financiar su proyecto, al mismo tiempo, prometiendo regresar en tres meses para informar sobre su progreso.

Inversionistas
En sus principios, Detroit Soup se reunía en una panadería en la zona latina de la ciudad. Unas cuarenta personas asistieron al primer evento y se recaudaron US$110 para un proyecto artístico.

Hoy en día, opera desde un estudio de cine renovado y el dinero que logran ofrecer al proyecto ganador frecuentemente supera los US$1.000.
Algunos de los ganadores incluyen una compañía de teatro que monta obras de Shakespeare con entrada gratis, un equipo de dos personas que construye bancas para paradas de autobús y una empresa emergente que convierte una de las fuentes más abundantes de Detroit -el grafiti- en joyería.
El éxito más sobresaliente, sin embargo, es el Plan de Empoderamiento, una organización sin ánimo de lucro que fabrica abrigos que se pueden convertir en sacos de dormir y que son donados a los indigentes.

La fundadora del plan, Veronika Scott, lanzó su idea en julio de 2010, cuando todavía era una estudiante. Para su sorpresa, se fue con US$850, no una gran suma pero, como dice, no se trata sólo de dinero.
"El dinero sólo puede llegar hasta cierto punto y, en realidad, se acabó bastante rápido. Fue el voto de confianza lo que marcó la diferencia", declaró Scott.
"Era la primera vez que hablaba en público sobre el proyecto y la gente me dijo: 'Este podría ser un gran negocio y deberías intentarlo'".
Tras lograr el fondo, los medios locales informaron sobre la noticia, lo que llamó la atención de los medios nacionales y, crucialmente, de los inversionistas.
En la actualidad, el Plan de Empoderamiento tiene una nómina de 25 personas, reclutadas directamente de los refugios de los desamparados en Detroit.
Ellos fueron entrenados para fabricar los abrigos-sacos de dormir y, el año pasado, el proyecto distribuyó casi 4.500 unidades a los sin hogar por todo Estados Unidos. Este año, esperan fabricar más de 6.500.

Aunque cuentan con inversionistas de peso, como la marca de ropa Carhartt y la cantante Madonna, la meta es volverse autosuficientes.
El éxito del Plan de Empoderamiento podría ser un buen augurio para los ganadores de la más reciente velada de Detroit Soup. Amy Kaherl anuncia que el proyecto seleccionado es el Colectivo Tricycle, que recibirá US$1.151 para su obra que asiste a las familias que enfrentan expropiación y ejecución de la hipoteca de sus viviendas, un problema muy común en Detroit.

"Pasión y gentileza"
Lo importante es que la gente le tiene fe a Detroit Soup.

Gracias al financiamiento de fundaciones benéficas, la iniciativa se ha convertido en una labor de tiempo completo para Kaherl, quien ahora proyecta lanzar el movimiento en otras ciudades de EE.UU. y más allá.
Su trabajo ha sido reconocido por la ciudad de Warren, Ohio, que declaró el 5 de octubre de 2013 el "Día de Amy Kaherl" y también ha sido invitada a la Casa Blanca.
Es algo que Kaherl no pudo haber previsto pues, como muchos de su generación, abandonó Detroit a finales de los 90 para nunca volver, pues no veía un futuro.

Diez años después, sin embargo, regresó para comprender lo que ofrecía la ciudad.
"Detroit es uno de esos sitios donde se tiene que ser muy resistente para sobrevivir. Sí, estamos quebrados por fuera pero, hermano, ¡tenemos corazón, tenemos muchísimos seres humanos formidables!"
"Creo que (Detroit) Soup ha abierto las puertas a las posibilidades y a través de esto he conocido la gente más apasionada, más gentil que está pensando cómo podemos cambiar esto?"

Gather - as diverse a group as possible
Pitch - four ideas, four minutes each
Ask - four questions, no more
Eat - and discuss the ideas
Vote - winner takes proceeds

Reúna - un grupo tan diverso como sea posible
Exponen - cuatro ideas, cuatro minutos cada una
Preguntas - cuatro preguntas, no más
Comer - y discutir las ideas
Votar - el ganador se lleva lo recaudado

Fuente: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/03/150313_detroit_sopa_empresas_wbm

jueves, 5 de marzo de 2015

Philip Levine, bardo del corazón industrial de EE UU. La guerra civil y el movimiento anarquista españoles marcaron de forma decisiva la obra del poeta de Detroit

Philip Levine, uno de los poetas urbanos esenciales de su país, a quien su compatriota Edward Hirsch caracterizó como el Whitman irónico del corazón industrial de América, falleció en la localidad de Fresno, California, el pasado 14 de febrero a los 87 años, apenas un mes después de serle diagnosticado un cáncer de páncreas. Su lugar de trabajo, ubicado en el centro de un viejo caserón rodeado de alisos, naranjos y eucaliptos, estaba presidido por una fotografía de Robert Cappa en la que un grupo de anarquistas posan sonrientes delante de un puchero, durante la guerra civil española. En la entrada que le dedica el Diccionario biográfico de autores contemporáneos, tras señalar sus circunstancias familiares y profesionales, se apostilla escuetamente: Ocupación: “Poeta”; credo político: “Anarquista”; religión: “Anarquista”. El anarquismo era, efectivamente, el elemento que vertebraba y del que se nutrían sus dos obsesiones mayores: dar voz a los trabajadores de la industria automovilística de Detroit, junto a los cuales se forjó en la adolescencia, y la tragedia de la Guerra Civil, en la que varios conocidos de su familia tomaron parte activa.

En una conversación con la novelista Mona Simpson, Levine señaló que En torno al asesinato del teniente José del Castillo a manos del falangista Bravo Martínez, 12 de julio de 1936, uno de sus composiciones más emblemáticas, la muerte del oficial republicano condensa la esencia de la tragedia a punto de desencadenarse. “Lo escribí décadas después de la guerra, tras escuchar el alegato de un predicador negro mientras conducía por un Detroit devastado por los disturbios raciales. La voz del predicador me hizo sentir la universalidad del dolor anónimo de todos los conflictos”, manifestó Levine sobre su composición. A propósito de otro de sus poemas más conocidos, Coming Home Detroit 1968, en el que refiere de manera desgarrada la decrepitud física y moral de su ciudad, Levine señaló: “En Detroit, la ciudad más devastada de América, no hay el menor atisbo de grandeza heroica. Lo único que queda son hombres, animales, plantas y flores que insisten en afirmar su derecho a la existencia”.

Philip Levine nació en el Hospital Henry Ford de Detroit, en 1928. Sus padres, emigrantes judíos de origen ruso, vivieron la catástrofe de la Gran Depresión cuando el niño tenía un año. A los cinco perdió a su padre. Cuando tenía ocho, estalló la guerra civil española, cuyas vicisitudes siguieron angustiosamente los amigos de la familia, algunos de los cuales se alistaron en las Brigadas Internacionales. En sus memorias, el poeta cuenta que cuando iba a pie al colegio se imaginaba que llevaba un rifle y que la emprendía a tiros con los cadillacs, chevrolets y lincolns de lujo que había aparcados frente a las mansiones de los ricos. A los 14 empezó a trabajar en las plantas donde se fabricaban aquellos vehículos. Fue el primer miembro de su familia en acceder a la universidad, donde tuvo la fortuna de conocer a John Berryman, quien le ayudó a encontrar la voz que daría forma a sus experiencias en el cinturón industrial de Detroit. En No preguntes, libro de entrevistas publicado en 1981, afirmó: “A ningún poeta le importa lo que pasa en ese mundo, de modo que me impuse el reto de hacerlo yo. Cuando volví a ver a mis antiguos compañeros de trabajo y les expliqué que me dedicaba a escribir poesía, ninguno se rió de mí”. La pasión de Levine por España le llevó a pasar unos años en nuestro país en la década de los sesenta. Tradujo a Jaime Sabines y Gloria Fuertes. Visor publicó el año pasado La búsqueda de la sombra de Lorca, una antología a cargo de Andrés Catalán de sus poemas relacionados con España. Autor de más de 25 colecciones de versos, fue uno de los poetas más galardonados de su tiempo. Además de obtener el Pulitzer y el Premio Nacional del Libro (en dos ocasiones), entre 2011 y 2012 fue Poeta Laureado de su país. Al igual que Whitman, su maestro, Levine tenía el don de saber llegar a un amplio número de lectores con su poesía. Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/24/actualidad/1424818216_823335.html