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martes, 4 de septiembre de 2018
Filosofía de la Educación en Fidel Castro Ruz (y III) La praxis pedagógica
Rebelión
Las Ciencias de la Educación en Cuba tienen frente a la obra de Fidel un importante campo de estudios y sistematizaciones, de urgencia en su realización si se trata de aportar al diseño y realización de las actuales políticas educacionales del socialismo cubano. La tarea a realizar resulta compleja en el orden filosófico, historiográfico y metodológico. Estamos ante un colosal universo de ideas y realizaciones en constante movimiento. En una evaluación de 1990 sobre lo alcanzado en la educación Fidel afirma: “Si comparamos las ideas que teníamos antes del triunfo de la Revolución con las que tenemos ahora, hay un abismo, porque se fueron desarrollando nuevas y nuevas ideas en este campo, que es lo que hoy constituye la suma de todas nuestras instituciones y programas educacionales
1. La Pedagogía
La Pedagogía, no está sometida únicamente a las variaciones de los procesos político – sociales y a los escenarios principales de la lucha de clases. Fidel siempre estuvo atento a cómo la educación también encuentra en las prácticas pedagógicas formas de permanencia y de cambio –de avance, de estancamientos y también de retrocesos-que no necesariamente obedecen siempre al ritmo de los acontecimientos políticos. Fidel se preocupó por mantener siempre un intercambio propiamente pedagógico, con los maestros, con los pedagogos, con los estudiantes, padres y madres y pueblo en general.
Para Fidel la Pedagogía “es la ciencia de inculcar el máximo de conocimientos; debe enseñar sobre todo, al individuo a pensar2. Precisamente esa fue la orientación pedagógica que explicó a los primeros maestros voluntarios e, agosto de 19603.
Fidel continúa con la fertilidad de la visión martiana, la tradición de lo mejor de la pedagogía marxista. Comparte la consideración de la unidad de educación y la instrucción, de la enseñanza y el aprendizaje, de la combinación estudio-trabajo como articulaciones de y para la perfectibilidad humana. Su discurso y hacer confirma que la educación es un proceso esencialmente liberador, que tiene un carácter complejo y multilateral.
Fidel asume la consideración martiana que entiende el proceso pedagógico4, como proceso de enseñanza aprendizaje -de organización de la actividad cognoscitiva y su realización efectiva en los sujetos del proceso-, y el proceso de educación - de formación objetiva de sentimientos, principios ideológicos, valores morales, políticos y culturales, actitudes y normas de conducta social. Fidel entiende también lo propiamente educacional como calidad y contenido de la Educación, y como fenómeno de socialización.
En la tradición pedagógica marxista Fidel reconoce el concepto formación como categoría de superior nivel de generalización teórica5, y se pronuncia por lograr el resultado mejor, más multifacético e integral para todos y todas, en la consideración de que lo formativo no es un punto de llegada sino un proceso vital que nos acompaña con cualidad natural de trascendencia. En Fidel el propósito de la formación educacional fue desarrollándose en la medida que avanzó la propia obra revolucionaria. Hoy se sintetiza en lograr profesionales, trabajadores y ciudadanos que sean portadores de una cultura general integral. Para Fidel en tanto martiano y marxista, no hay formación sin praxis revolucionaria, y para tal resulta decisiva la lucha por ampliar los horizontes de la justicia social como base de la dignificación humana, de la dignidad nacional, laboral, personal.
Educación científica
A los maestros voluntarios les explica la importancia de desarrollar una pedagogía científica, y desterrar todo lo dogmático, mecánico y escolástico heredado de la época neocolonial: “Las clases se pueden dar a veces hasta debajo de un árbol y, sinceramente, si a mí, por ejemplo, me pusieran otra vez, me dieran la oportunidad de ir a la escuela, me gustaría más las clases en el campo que las clases en pupitre. A los muchachos les gusta caminar, les gusta pasear, les gusta investigar y ustedes deben despertar, o estimular todas esas inclinaciones”6. Tal enfoque y la exhortación a los maestros y maestras para que innoven acompañará la pedagogía fidelista, cuatro décadas después en el año 2000, en el acto de graduación de las Escuelas Emergentes de Maestros de la Enseñanza Primaria, ratificará: “hay mucho que innovar en la educación”7
La enseñanza además tiene que ser de calidad, entendida, como “...aquella en que los sujetos del proceso crean, recrean, producen y aportan de manera eficaz los conocimientos, valores y procesos que contribuyen a perfeccionar la sociedad en su conjunto en todas las dimensiones posibles”8.
Fidel se pronunció por el despliegue de la inteligencia y las capacidades creativas y científicas de los sujetos de la educación9.En el orden didáctico en tiempos de la Revolución Científico Técnica y de la Revolución infocomunicacional, Fidel expresó una pedagogía de la praxis socio-tecnológica, de la incorporación creativa de la tecnología de punta. En cuanto a los sujetos principales del proceso defendió en una perspectiva socialista la interacción democrática del profesor y los alumnos, y el empoderamiento en igualdad de ambos a nivel institucional. Impulsó, además, a construir y practicar una pedagogía internacional aplicada con éxito en más de 50 países.
La escuela y los maestros
A la escuela como institución central del sistema educacional Fidel le prestó una sistemática atención. Reflexiona junto a los asistentes a las diversas concentraciones y actos relacionados con la inauguración de escuelas, cómo es que él las concibe: Posee todo un ideario al respecto que va desde la concepción de los Círculos Infantiles hasta la Universidad10. Fue generador de nuevos tipos de escuela de carácter vocacional y politécnico, y se preocupó por las condiciones higiénicas y de organización. “La escuela no es, por supuesto el edificio, la escuela es una comunión entre el maestro y los niños de cada lugar”11, sintetizaba.
La prioridad que da al tema escolar como gobernante, su concepto de la responsabilidad estatal y gubernamental con la escuela como institución, está en una perspectiva de corresponsabilidad social y familiar, por ello afirma: "La educación no se inicia en las escuelas; se inicia en el instante en que la criatura nace. Los primeros que deben ser esmeradamente educados son los propios padres..."12.
Para Fidel la calidad en la educación requiere, en primer lugar, de la ejemplaridad y la profesionalidad del maestro y la maestra. Quienes asumen la dirección del proceso pedagógico deben expresar más que en el discurso, en su conducta las cualidades, los modelos de pensamiento y actuación que pretenden formar. Hombres y mujeres patriotas, comprometidos con su tiempo, con la obra revolucionaria, con espíritu de superación, trabajadores disciplinados, estudiosos, autodidactas, propensos a la investigación y la búsqueda constante de perfeccionamiento de su labor, de sus alumnos y de ellos mismos13.
La filosofía fidelista de la educación
La filosofía fidelista de la educación puede ser entendida a partir de comprender la misma como una teoría universal y una praxis consecuente sobre los problemas de la cultura y la educabilidad de los niños y niñas, de los y las jóvenes, del hombre, la mujer, de la sociedad sus diversos sujetos y de esta como totalidad, de la transformación revolucionaria de todos y todas en una perspectiva de lucha anticapitalista, antimperialista y socialista. En el orden político, Fidel defiende una Pedagogía para la Revolución y la emancipación de las conciencias y las circunstancias.
Para Fidel lo educacional existe en nexo íntimo y tránsito recíproco con los conceptos de cultura, ciencia, política y eticidad. Y tiene su concreción objetiva en la calidad de la vida espiritual y material que alcance, en la emancipación de las relaciones humanas, en la desenajenación de las circunstancias y de los sujetos colectivos e individuales. Por ello su filosofía de la educación como sistema teórico y escuela de pensamiento, se expresa en sus reflexiones acerca de las bases y significados de la educación, como vehículo de desenajenación y formación integral de los seres humanos, su modo de vida y filosofía moral
En tanto la ya subrayada centralidad de la ética, la Pedagogía de Fidel ha sido eminentemente una Pedagogía del ejemplo personal, del dialogo de principios desde los valores del humanismo, la justicia social y la dignificación de cada niño o niña, joven, hombre y mujer, de la búsqueda consciente de la perfectibilidad de la sociedad y de los individuos en Revolución. En su pensamiento pedagógico sobresale una infinita confianza en la niñez y la juventud, en el hombre y la mujer cubanos.
La filosofía martiana y marxista de la educación de Fidel Castro puede expresarse en un conjunto principios estrechamente interconectados:
El carácter social de la educación
El carácter liberador, desenajenador de la educación
El carácter axiológico de la educación
El carácter patriótico de la educación
El carácter popular de la educación
El carácter democrático de la educación
El carácter científico de la educación
El carácter socio tecnológico de la educación
El carácter estético de la educación
El carácter de dignificación personal de la educación
La educación como derecho y deber de todos los ciudadanos
La educación como tarea de masas
La unidad de la función instructiva y educativa en el acto docente
La combinación de la enseñanza teórica con la práctica
La combinación del estudio y el trabajo
La integración de la educación física
La integración de la educación artística
La integración de la educación sexual y de género
La integración de la educación formal
La integración de la educación medioambiental
La vinculación de la escuela con la comunidad
La educación laica
La coeducación
Notas:
1 Fidel Castro Ruz Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura de "Pedagogía 90", efectuada en el teatro "Karl Marx", el 9 de febrero de 1990. (A menos que se declare todas los discursos de Fidel que utilizaremos pueden consultarse en: Discursos e intervenciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/)
2 Ídem. Ant.
3 Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de graduación de los maestros voluntarios a su regreso de la Sierra Maestra, celebrado en el Teatro Auditórium, La Habana, el 29 de agosto de 1960
4 Asumo lo pedagógico como sinónimo de lo educacional. Sin embargo el alcance epistemológico que le otorgamos al término proceso pedagógico, nos permite considerar además de lo propiamente docente educativo, otros procesos educativos extra docentes o paradocentes. Ver: Orlado Valera: El debate teórico entorno a la Pedagogía, 1999.
5 La formación como proceso pedagógico para el marxismo se asume como integral y liberadora (desenajenadora). Así se expresa el concepto de totalidad de Marx.
6 Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de graduación de maestros voluntarios en el teatro Auditórium, La Habana, 29 de agosto de 1960
7 Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de graduación de las Escuelas Emergentes de Maestros de la Enseñanza Primaria. Granma, La Habana, 2002, p. 5
8 Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en el acto de graduación del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, efectuado en Ciudad Libertad, La Habana, el 7 de julio de 1981
9 Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el teatro Chaplin, efectuada el 17 de septiembre de 1966
10 Odalys Barrabia Monier: Fidel Castro y su contribución a la orientación de la pedagogía cubana entre 1959-61.
11 Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de graduación de maestros voluntarios en el teatro Auditórium, La Habana, 29 de agosto de 1960
12 Fidel Castro Ruz: Las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su propia salvación. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2003, p, 26.
13 Fidel Castro Ruz: Ideología, conciencia y trabajo político 1959-1986, Editora política, La Habana, 1987, p.48.
viernes, 2 de diciembre de 2016
Fidel Castro, estela duradera. Ha fallecido.
Durante los años de la postguerra europea, al final de la década de los 40, leía a Albert Camus y pasé luego algunos períodos de tiempo en París donde viví la perplejidad y expectación de los jóvenes que veían su futuro lleno de pasado.
Más tarde, como Rector de la Universidad de Granada (1968–1972) sentí una gran curiosidad por conocer quién era y qué representaba el Comandante Castro que, con el Che Guevara, suscitaba tanta admiración en aquellas generaciones que, no exentas de razón como se ha visto después, se resistían a dejarse ahormar por los poderes post-bélicos (¡tan “bélicos”!).
También contribuía a mi creciente interés por conocer más sobre este tema el hecho de que la España franquista fuera la única vía de acceso a la “isla aislada”: Madrid-La Habana. Me di cuenta ya entonces —y tuve ocasión de conocerlo más de cerca en la época de la glasnost y la perestroika— de la enorme influencia de Fidel Castro en una América Latina sometida, para la que los cubanos representaban el sueño de liberación. En efecto, Cuba fue el único país latinoamericano que no sufrió el inmenso y culposo “Plan Cóndor”, iniciado en 1975, que sustituyó por dictadores y juntas militares a los poderes establecidos y asesinó a mansalva… No se debería reflexionar sobre el castrismo sin tener en cuenta la trágica realidad de dependencia y sumisión vivida en aquellos países.
Cuando se habla del incumplimiento por parte de Fidel de los Derechos Humanos, del desmedido tiempo en el poder y la ausencia de pautas democráticas, pienso en el lupanar que era la isla con Fulgencio Batista… en la reverencia que profesan los “mercados” a países en los que el poder es sucesorio por decisión atípica y no expresa la voluntad popular ni se respetan los derechos humanos más elementales. Produce bochorno pensar que cuando se va a negociar con China se elimina antes la Ley de Justicia Universal y cuando las conversaciones se tienen con Arabia Saudita se excluyen de la agenda los Derechos Humanos y, en particular, los de la mujer… En la actualidad, en las últimas etapas de la deriva de un sistema que cambió los valores éticos por los bursátiles y a las Naciones Unidas por grupos plutocráticos (G6, G7, G8, G20), contemplamos estupefactos como tiene lugar el acoso y derribo de países-alternativa tan importantes como Argentina y Brasil, a través de auténticos golpes de Estado debidamente “disfrazados”.
En los años 1978-81 en que desempeñé el cargo de Director General Adjunto de la Unesco, tuve ocasión de apreciar la rápida acción solidaria que Cuba llevaba a cabo. Pienso especialmente en la caída de Somoza en el mes de julio de 1979. Llamé al Presidente Adolfo Suárez, de quien era Consejero en aquel momento, y le dije que sería bueno enviar rápidamente a unos cuantos maestros y maestras para contribuir a la normalización educativa de Nicaragua. A los tres días centenares de docentes cubanos llegaban, provistos de tiendas de campaña, con las manos tendidas. Y lo mismo puede decirse de Haití, con urgente y eficiente asistencia humanitaria y médica… y en muchos lugares de África.
Ya entonces puede apreciar el desarrollo comparativo de la educación en Cuba: frente a intolerables porcentajes de analfabetismo en la mayoría de los países de América Latina, Cuba estaba en la vanguardia. Y en la atención sanitaria e investigación biomédica ocupaba también el primer lugar.
He oído voces también muy críticas sobre las ejecuciones y pena de muerte practicadas durante el castrismo. Como Presidente de la Comisión Internacional contra esta cruel e intolerable acción del Estado, me uno a esta crítica… pero atemperada por la decisión que adoptó en 2003: a partir de entonces, Fidel no sólo dejó de ordenar y aceptar ejecuciones si no que eliminó los “corredores de la muerte”. En Estados Unidos, en cambio, todavía hoy 34 Estados, la gran mayoría de ellos con gobiernos del partido republicano, siguen siendo retencionistas y manteniendo el horror de los “corredores” durante muchos años.
En lo que respecta a su homofobia, se trata de otro error sin duda… que siguen manteniendo en España no pocas personas por motivos ideológicos o religiosos y, desde luego, en muchos países a los que, por intereses cortoplacistas, no censuramos. Hablando de fobias y racismos, la realidad europea y la perspectiva norteamericana son espantosas y merecen una tajante reprobación de todos los ciudadanos.
He sido testigo del extraordinario afecto que tenían por Fidel Castro los pueblos latinoamericanos. Recuerdo que en 1991 se celebró en Guadalajara el “ensayo” del V Centenario del “Encuentro” Iberoamericano. Como Director General de la Unesco había procurado, junto con el profesor Urquidi, evitar reacciones adversas de las riquísimas culturas originarias, invitándolas a todas ellas a participar en la Cumbre. El Rey Don Juan Carlos y el Presidente Felipe González se sintieron especialmente confortados por la ensordecedora exclamación “¡Fidel, Fidel, Fidel!” que se escuchó en todo el trayecto de las autoridades hacia el Ayuntamiento. Al aparecer en la balconada —yo estaba al lado de la única mujer, Violeta Chamorro, Presidenta de Nicaragua— la muchedumbre sólo repetía enfervorizada “¡Fidel, Fidel!”. Ni un piropo a la dama, ni un agravio o desagravio a los otros mandatarios.
Pasaron los años y en octubre de 1995 se celebró la Cumbre en Bariloche, Argentina. Yo no había acudido desde Barcelona, 1992. Pero me llamó Enrique Iglesias diciéndome que era sobre educación y no podría faltar. Viajé a Buenos Aires desde donde, de madrugada, seguí a Bariloche con el Secretario General de las Naciones Unidas a la sazón, Boutros Boutros Ghali. Al aproximarnos al hotel, rodeado de una gran multitud, el adorable Boutros me dijo emocionado: “Federico, es alentador ver la consideración y aprecio que tiene la gente hacia las Naciones Unidas”. Sus sentimientos se vieron seriamente contrariados cuando, al llegar y abrir las ventanillas sólo se escuchó: “¡Fidel, Fidel!”…
En el mes de marzo del mismo año de 1995, Fidel Castro viajó a París y visitó oficialmente la sede de la Unesco, para seguir luego hacia la Cumbre de Desarrollo Social —la primera reunión sobre desarrollo “social” que se celebraba en 50 años— que tenía lugar en Copenhague. En los registros de la Organización consta que nunca se acumuló tanto público y expectación, dentro del recinto y en sus entornos.
Me he entrevistado (siempre a altas horas de la noche) con el Comandante en varias ocasiones. En privado, hay que decirlo, también escuchaba. Coincidíamos en muchas cuestiones y discrepábamos también en muchas otras. Una madrugada, discutimos hasta el punto en que me dijo: “Estás cansado. Prefiero no seguir esta conversación”. Regresé al hotel… y cuando estaba desayunando se presentó sonriente comentando: “Yo estaba más cansado que tú. Discúlpame”. Y me acompañó hasta la misma puerta del avión.
Recuerdo vivamente las veces que coincidí con Gabriel García Márquez, visitando antes la Escuela de Cinematografía… y con Oswaldo Guayasamín, “el pintor de Iberoamérica”… y con Eusebio Leal, Alfredo Guevara, Armando Hart, Héctor Hernández Pardo, Abel Prieto….
Otra faceta que debo destacar del Comandante Fidel Castro es la facilitación de los Procesos de Paz. Para reiniciar el de Guatemala en 1992, conté, como había sucedido antes con el Presidente Vinicio Cerezo, que restableció la democracia en su país, con la intermediación del Comandante y cinco guerrilleros, presididos por Rodrigo Asturias, hijo del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, acudieron a la primera reunión que programé en los Montes de Heredia, en Costa Rica.
Este mismo año de 2016, asistí a finales de enero en La Habana a una reunión con las FARC, que habían ya alcanzado acuerdos muy importantes con el gobierno del Presidente José Manuel Santos, siempre con la recatada acción de los noruegos a quienes todos debemos especial gratitud por el qué y el cómo proceden en estos casos…
Fidel Castro protagonista del siglo XX. Todos dejamos de ser. Algunos, como él, siguen siendo leyenda. La historia hará un día balance y lo juzgará. Es totalmente improcedente juzgarlo ahora. Y, sobre todo, arrogarse la potestad de “absolverlo” o no… Se ha escrito que “su muerte despeja el camino hacia la democracia”. Es muy deseable… pero ¿hacia qué democracia? ¿Hacia la de Trump? ¿Hacia la de los “mercados” que han tenido la desfachatez de designar, en Grecia, cuna de la democracia, a un gobierno sin elecciones, sin urnas? Nos hallamos en plena revolución digital. Por primera vez en la historia, los seres humanos saben progresivamente lo que acontece a escala planetaria y pueden expresar libremente sus puntos de vista. Pero, sobre todo, la mujer -“piedra angular” de la nueva era según el Presidente Nelson Mandela- adquiere con cierta rapidez el papel crucial que le corresponde en la toma de decisiones.
A 200 millas de los EEUU, Cuba es David frente a Goliat. Fidel Castro nunca se hincó y se convirtió en un referente mundial de la resistencia.
Fidel Castro ha muerto pero sus ideas permanecen. Ahora es preciso seguir lo que debe seguirse, aún a contraviento. Y modificar con tino aquello que debe modificarse. Porque, aunque los aferrados a la inercia no quieran reconocerlo, se está iniciando una nueva era en la que serán “Nosotros, los pueblos…” -como tan lúcidamente establece la Carta de las Naciones Unidas- quienes tomarán en sus manos las riendas del destino común… y, con las lecciones, entre otras, del castrismo y del neoliberalismo, releer la Constitución de la Unesco y la Carta de la Tierra, y la Declaración de los Derechos Humanos y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea… para proceder, con audacia, firmeza y rigor a inventar el por-venir que, por fortuna, está por-hacer. Y hacerlo con urgencia, porque podemos alcanzar puntos de no retorno, lo que constituiría un pecado intergeneracional inadmisible.
Sigamos, como hizo Fidel en muchos casos, a José Martí que, dirigiéndose a los jóvenes, les dijo: “La solución no está en imitar sino en crear”.
Federico Mayor Zaragoza. Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO (1987-1999)
Fuente:
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/7324/fidel-castro-estela-duradera/
Más tarde, como Rector de la Universidad de Granada (1968–1972) sentí una gran curiosidad por conocer quién era y qué representaba el Comandante Castro que, con el Che Guevara, suscitaba tanta admiración en aquellas generaciones que, no exentas de razón como se ha visto después, se resistían a dejarse ahormar por los poderes post-bélicos (¡tan “bélicos”!).
También contribuía a mi creciente interés por conocer más sobre este tema el hecho de que la España franquista fuera la única vía de acceso a la “isla aislada”: Madrid-La Habana. Me di cuenta ya entonces —y tuve ocasión de conocerlo más de cerca en la época de la glasnost y la perestroika— de la enorme influencia de Fidel Castro en una América Latina sometida, para la que los cubanos representaban el sueño de liberación. En efecto, Cuba fue el único país latinoamericano que no sufrió el inmenso y culposo “Plan Cóndor”, iniciado en 1975, que sustituyó por dictadores y juntas militares a los poderes establecidos y asesinó a mansalva… No se debería reflexionar sobre el castrismo sin tener en cuenta la trágica realidad de dependencia y sumisión vivida en aquellos países.
Cuando se habla del incumplimiento por parte de Fidel de los Derechos Humanos, del desmedido tiempo en el poder y la ausencia de pautas democráticas, pienso en el lupanar que era la isla con Fulgencio Batista… en la reverencia que profesan los “mercados” a países en los que el poder es sucesorio por decisión atípica y no expresa la voluntad popular ni se respetan los derechos humanos más elementales. Produce bochorno pensar que cuando se va a negociar con China se elimina antes la Ley de Justicia Universal y cuando las conversaciones se tienen con Arabia Saudita se excluyen de la agenda los Derechos Humanos y, en particular, los de la mujer… En la actualidad, en las últimas etapas de la deriva de un sistema que cambió los valores éticos por los bursátiles y a las Naciones Unidas por grupos plutocráticos (G6, G7, G8, G20), contemplamos estupefactos como tiene lugar el acoso y derribo de países-alternativa tan importantes como Argentina y Brasil, a través de auténticos golpes de Estado debidamente “disfrazados”.
En los años 1978-81 en que desempeñé el cargo de Director General Adjunto de la Unesco, tuve ocasión de apreciar la rápida acción solidaria que Cuba llevaba a cabo. Pienso especialmente en la caída de Somoza en el mes de julio de 1979. Llamé al Presidente Adolfo Suárez, de quien era Consejero en aquel momento, y le dije que sería bueno enviar rápidamente a unos cuantos maestros y maestras para contribuir a la normalización educativa de Nicaragua. A los tres días centenares de docentes cubanos llegaban, provistos de tiendas de campaña, con las manos tendidas. Y lo mismo puede decirse de Haití, con urgente y eficiente asistencia humanitaria y médica… y en muchos lugares de África.
Ya entonces puede apreciar el desarrollo comparativo de la educación en Cuba: frente a intolerables porcentajes de analfabetismo en la mayoría de los países de América Latina, Cuba estaba en la vanguardia. Y en la atención sanitaria e investigación biomédica ocupaba también el primer lugar.
He oído voces también muy críticas sobre las ejecuciones y pena de muerte practicadas durante el castrismo. Como Presidente de la Comisión Internacional contra esta cruel e intolerable acción del Estado, me uno a esta crítica… pero atemperada por la decisión que adoptó en 2003: a partir de entonces, Fidel no sólo dejó de ordenar y aceptar ejecuciones si no que eliminó los “corredores de la muerte”. En Estados Unidos, en cambio, todavía hoy 34 Estados, la gran mayoría de ellos con gobiernos del partido republicano, siguen siendo retencionistas y manteniendo el horror de los “corredores” durante muchos años.
En lo que respecta a su homofobia, se trata de otro error sin duda… que siguen manteniendo en España no pocas personas por motivos ideológicos o religiosos y, desde luego, en muchos países a los que, por intereses cortoplacistas, no censuramos. Hablando de fobias y racismos, la realidad europea y la perspectiva norteamericana son espantosas y merecen una tajante reprobación de todos los ciudadanos.
He sido testigo del extraordinario afecto que tenían por Fidel Castro los pueblos latinoamericanos. Recuerdo que en 1991 se celebró en Guadalajara el “ensayo” del V Centenario del “Encuentro” Iberoamericano. Como Director General de la Unesco había procurado, junto con el profesor Urquidi, evitar reacciones adversas de las riquísimas culturas originarias, invitándolas a todas ellas a participar en la Cumbre. El Rey Don Juan Carlos y el Presidente Felipe González se sintieron especialmente confortados por la ensordecedora exclamación “¡Fidel, Fidel, Fidel!” que se escuchó en todo el trayecto de las autoridades hacia el Ayuntamiento. Al aparecer en la balconada —yo estaba al lado de la única mujer, Violeta Chamorro, Presidenta de Nicaragua— la muchedumbre sólo repetía enfervorizada “¡Fidel, Fidel!”. Ni un piropo a la dama, ni un agravio o desagravio a los otros mandatarios.
Pasaron los años y en octubre de 1995 se celebró la Cumbre en Bariloche, Argentina. Yo no había acudido desde Barcelona, 1992. Pero me llamó Enrique Iglesias diciéndome que era sobre educación y no podría faltar. Viajé a Buenos Aires desde donde, de madrugada, seguí a Bariloche con el Secretario General de las Naciones Unidas a la sazón, Boutros Boutros Ghali. Al aproximarnos al hotel, rodeado de una gran multitud, el adorable Boutros me dijo emocionado: “Federico, es alentador ver la consideración y aprecio que tiene la gente hacia las Naciones Unidas”. Sus sentimientos se vieron seriamente contrariados cuando, al llegar y abrir las ventanillas sólo se escuchó: “¡Fidel, Fidel!”…
En el mes de marzo del mismo año de 1995, Fidel Castro viajó a París y visitó oficialmente la sede de la Unesco, para seguir luego hacia la Cumbre de Desarrollo Social —la primera reunión sobre desarrollo “social” que se celebraba en 50 años— que tenía lugar en Copenhague. En los registros de la Organización consta que nunca se acumuló tanto público y expectación, dentro del recinto y en sus entornos.
Me he entrevistado (siempre a altas horas de la noche) con el Comandante en varias ocasiones. En privado, hay que decirlo, también escuchaba. Coincidíamos en muchas cuestiones y discrepábamos también en muchas otras. Una madrugada, discutimos hasta el punto en que me dijo: “Estás cansado. Prefiero no seguir esta conversación”. Regresé al hotel… y cuando estaba desayunando se presentó sonriente comentando: “Yo estaba más cansado que tú. Discúlpame”. Y me acompañó hasta la misma puerta del avión.
Recuerdo vivamente las veces que coincidí con Gabriel García Márquez, visitando antes la Escuela de Cinematografía… y con Oswaldo Guayasamín, “el pintor de Iberoamérica”… y con Eusebio Leal, Alfredo Guevara, Armando Hart, Héctor Hernández Pardo, Abel Prieto….
Otra faceta que debo destacar del Comandante Fidel Castro es la facilitación de los Procesos de Paz. Para reiniciar el de Guatemala en 1992, conté, como había sucedido antes con el Presidente Vinicio Cerezo, que restableció la democracia en su país, con la intermediación del Comandante y cinco guerrilleros, presididos por Rodrigo Asturias, hijo del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, acudieron a la primera reunión que programé en los Montes de Heredia, en Costa Rica.
Este mismo año de 2016, asistí a finales de enero en La Habana a una reunión con las FARC, que habían ya alcanzado acuerdos muy importantes con el gobierno del Presidente José Manuel Santos, siempre con la recatada acción de los noruegos a quienes todos debemos especial gratitud por el qué y el cómo proceden en estos casos…
Fidel Castro protagonista del siglo XX. Todos dejamos de ser. Algunos, como él, siguen siendo leyenda. La historia hará un día balance y lo juzgará. Es totalmente improcedente juzgarlo ahora. Y, sobre todo, arrogarse la potestad de “absolverlo” o no… Se ha escrito que “su muerte despeja el camino hacia la democracia”. Es muy deseable… pero ¿hacia qué democracia? ¿Hacia la de Trump? ¿Hacia la de los “mercados” que han tenido la desfachatez de designar, en Grecia, cuna de la democracia, a un gobierno sin elecciones, sin urnas? Nos hallamos en plena revolución digital. Por primera vez en la historia, los seres humanos saben progresivamente lo que acontece a escala planetaria y pueden expresar libremente sus puntos de vista. Pero, sobre todo, la mujer -“piedra angular” de la nueva era según el Presidente Nelson Mandela- adquiere con cierta rapidez el papel crucial que le corresponde en la toma de decisiones.
A 200 millas de los EEUU, Cuba es David frente a Goliat. Fidel Castro nunca se hincó y se convirtió en un referente mundial de la resistencia.
Fidel Castro ha muerto pero sus ideas permanecen. Ahora es preciso seguir lo que debe seguirse, aún a contraviento. Y modificar con tino aquello que debe modificarse. Porque, aunque los aferrados a la inercia no quieran reconocerlo, se está iniciando una nueva era en la que serán “Nosotros, los pueblos…” -como tan lúcidamente establece la Carta de las Naciones Unidas- quienes tomarán en sus manos las riendas del destino común… y, con las lecciones, entre otras, del castrismo y del neoliberalismo, releer la Constitución de la Unesco y la Carta de la Tierra, y la Declaración de los Derechos Humanos y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea… para proceder, con audacia, firmeza y rigor a inventar el por-venir que, por fortuna, está por-hacer. Y hacerlo con urgencia, porque podemos alcanzar puntos de no retorno, lo que constituiría un pecado intergeneracional inadmisible.
Sigamos, como hizo Fidel en muchos casos, a José Martí que, dirigiéndose a los jóvenes, les dijo: “La solución no está en imitar sino en crear”.
Federico Mayor Zaragoza. Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO (1987-1999)
Fuente:
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/7324/fidel-castro-estela-duradera/
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