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miércoles, 26 de octubre de 2016

La posición francesa en Siria, cada vez más marginal y menos comprensible. Hollande abre la puerta del Elíseo a los “Cascos blancos”, ovacionados en la Asamblea Nacional.

La Vanguardia

Francia reafirmó la pasada semana su compromiso y apoyo a los adversarios del régimen sirio, cuando su presidente, François Hollande, recibió en el Elíseo a Rahed Al Saleh, presidente de la organización “Cascos blancos” y cabeza de una delegación civil de rebeldes del sector oriental de la asediada ciudad de Alepo. Al Saleh y su delegación fueron recibidos, y ovacionados, en la Asamblea Nacional entre el escepticismo de varios diputados que han visitado Siria en los últimos meses. “Lo que pasa en Alepo con los bombardeos incesantes del régimen y sus sostenedores es inaceptable e intolerable, haré todo lo posible para que la tregua sea prolongada”, dijo Hollande en la recepción, poco antes de salir para Berlín a reunirse con el “grupo de Minsk”, donde pensaba abordar la cuestión siria con el presidente ruso, Vladimir Putin. Las diferencias entre París y Moscú sobre Siria, intercambiándose vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU, anularon esta semana una visita de Putin a París.

Una nota del Elíseo explicaba que, “el papel de la sociedad civil es fundamental para denunciar la situación de Alepo, las violaciones del derecho internacional y humanitario y la implicación directa de Rusia”, cuya intervención militar al lado del gobierno sirio ha dado un vuelco a la situación y frustrado, de momento, el proyecto de cambio de régimen en el país auspiciado por los países del Golfo y las potencias occidentales, con Estados Unidos y Francia en primer lugar, maltrecho proyecto que se superpone y al mismo tiempo arropa la revuelta contra el régimen de Bashar El Assad.

Humanitarios-yihadistas
La organización de Al Saleh, que solo actúa en zonas controladas por los yihadistas, “gestiona 121 centros y una red de 3000 voluntarios, ha salvado la vida de más de 60.000 personas y desempeña el papel de observador imparcial sobre el terreno”, explicaba la nota informativa del Elíseo.

En abril, Estados Unidos negó la entrada en su territorio a Al Saleh, devolviéndolo en el mismo avión a Turquía por considerarlo un islamista radical. El portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, confirmó recientemente ese informe, sin conseguir aclarar por qué, al mismo tiempo, organizaciones estadounidenses como USAID -históricamente vinculada a la desestabilización de regímenes adversarios por la CIA- y otras, subvencionaron al peligroso y no deseado Al Saleh con 23 millones de dólares. El secretario de exteriores británico, Boris Johnson, también ha confirmado la financiación de su país a los Cascos blancos de Al Saleh con 65 millones de libras.

La comparecencia del Presidente de los “Cascos blancos” en la Asamblea Nacional francesa fue contestada por varios diputados que le preguntaron por esa financiación. “¿A quien representan ustedes verdaderamente?, ¿Quién les financia?, ¿No es su presencia aquí una manipulación?”, preguntaron los diputados de la derecha Jacques Myard y Pierre Lelouche. En su respuesta, Al Saleh mencionó a Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Holanda y Dinamarca, pero no a Francia, entre sus financiadores.

El “buen trabajo” de la filial de Al Qaeda
Desde el principio del conflicto sirio, Francia estuvo proporcionando armas y medios al Frente Al Nusra, una filial de Al Qaeda de la que el entonces ministro de exteriores francés, Laurent Fabius, afirmó que “hace un buen trabajo”, recuerda Claude Goasguen, un ex ministro y actual diputado importante de Los Republicanos. “Los rebeldes recuperaron para Al Qaeda las armas entregadas por Francia”, explica este veterano político conservador. Los últimos mensajes electrónicos de Hillary Clinton divulgados por WikiLeaks confirman en palabras de la actual candidata a la presidencia de Estados Unidos el secreto a voces de una, “financiación clandestina y ayuda logística en apoyo del Estado Islámico y otros grupos sunitas radicales en la región” por parte de Arabia Saudí y Qatar.

Los correos de Clinton divulgados por WikiLeaks no hacen sino confirmar, a su vez, la declaración pública del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la conferencia que pronunció en la Universidad de Harvard en octubre de 2014: el régimen saudí, con otros países del Golfo y Turquía, “han puesto centenares de millones de dólares y decenas de miles de toneladas de armas en manos de cualquiera dispuesto a combatir contra Assad”, dijo Biden.

“Somos el aliado incondicional de Arabia Saudí”, dice en París el diputado Goasguen.

Disneylandia
La utilización propagandística de organizaciones no gubernamentales, supuestas o reales, en conflictos y operaciones de cambio de régimen, tiene una larga historia reciente, desde Yugoslavia, hasta Ucrania, pasando por Georgia y otras ex repúblicas soviéticas. Los “Cascos Blancos” de Siria han estado en el centro de una de esas acciones cuyo objetivo reciente, y frustrado, fue la campaña en pro del Premio Nobel de la Paz 2016. En la campaña participaron desde actores de Hollywood como George Clooney, Ben Affleck y Justin Timberlake, hasta potentes lobys atlantistas y medios qatarís como el canal Al Jazira y el diario Al Arabi Al Jadid-New Arab con sede en Londres. El Premio Nobel fue finalmente concedido al Presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

La apertura de las puertas del Elíseo a los “Cascos Blancos”, “es una especie de protesta de Francia contra su exclusión de la conferencia de Lausana sobre Siria, el pasado 15 de octubre”, explica Rene Naba, experto francés en Oriente Medio y editor de la web Madaniya. “Rusos y americanos excluyeron a los europeos de las negociaciones de paz para no dificultar la búsqueda de un acuerdo sobre Siria”, explica Naba. Ahora, Kerry irá el sábado y el domingo a Londres para informar a los europeos de los resultados de las negociaciones con los rusos. Reino Unidos, Alemania y Francia son ahora designados “países afines” por su afinidad con la guerra de Siria. “Al principio de la guerra ese grupo se llamaba “grupo de amigos de Siria” y tenía 105 miembros”, recuerda este experto, sugiriendo lo mucho que ha cambiado la situación.

Incoherencias
Francia tiene una posición muy frágil hacia Siria. Por un lado aquellos que su ministro de exteriores definía no hace mucho como factores de “un buen trabajo” estuvieron directa e ideológicamente relacionados con los autores de la matanza de periodistas y dibujantes en la redacción de Charlie Hebdo en enero del año pasado. Por otro, Francia critica los bombardeos de Rusia en Alepo Este, sin que nunca haya manifestado la menor objeción por el bombardeo del otro sector de la ciudad, menos intenso pero continuo y también con goteo de víctimas civiles, y aún menos durante los combates en Irak en la ciudad de Falluya, donde se emplearon armas y medios tanto o más destructivos que en Alepo y que dejan inquietantes secuelas genéticas para las futuras generaciones. La propia Francia lleva meses bombardeando en Irak con su aviación.

Analogías inconvenientes
El Presidente Hollande tiende a adjudicar a su adversario el Assad el monopolio de los 300.000 muertos (la cifra que mencionó ayer en el Elíseo) de esta cruel y devastadora guerra con múltiples responsabilidades, incluidas rusas, pero casi todas derivadas de la intentona del “nuevo orden” de George W. Bush en la región, ignorando los estimados 65.000 soldados del régimen caídos en la guerra civil inducida, así como las muertes civiles de partidarios de Assad, o de los muchos indiferentes y no alineados en el conflicto, en múltiples bombardeos y atentados de los “rebeldes”.

Toda esa manifiesta incoherencia puede hacerse ahora más complicada que nunca con el inicio de las operaciones militares contra Mosul, donde hay muchos más civiles que en sector oriental de Alepo y donde quienes dirigen la artillería son militares franceses, mientras la aviación se reparte entre Estados Unidos, Francia y otros. En ese sentido, suena muy significativa la afirmación publicada en su edición de hoy por el diario Le Monde, descalificando, por inconveniente, “la analogía entre los bombardeos de ambas ciudades”. Eso es, “un recurso de quienes apoyan a Vladimir Putin”, dice cándidamente ese diario que hace cuarenta años aún ofrecía una visión francesa del mundo diferente de la atlantista.

Fuente:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/10/19/la-posicion-francesa-siria-vez-mas-marginal-menos-comprensible-80820/ Otra opinión diferente: Entrevista con Yasser Munif, miembro de la junta editorial de la "International Socialist Review" Siria tras la conquista de Alepo.

domingo, 31 de agosto de 2014

La caída de Francia. Algún líder europeo tiene que oponerse de forma decidida a las políticas de austeridad

François Hollande, presidente de Francia desde 2012, podría haber aspirado a mucho. Lo eligieron porque prometió alejar al país de las políticas de austeridad que destruyeron la breve e insuficiente recuperación económica de Europa. Dado que la justificación intelectual de estas políticas era débil y pronto se vendría abajo, él podría haber liderado un bloque de naciones que exigiesen un cambio de rumbo. Pero no ha sido así. Una vez en el cargo, Hollande se doblegó rápidamente y cedió por completo a las exigencias de una austeridad aún mayor.

Sin embargo, no se debe afirmar que no tenga ningún carácter. Esta semana ha tomado medidas decisivas, pero desgraciadamente no sobre política económica, a pesar de que las desastrosas consecuencias de la austeridad europea se vuelven más palpables con cada mes que pasa, y hasta Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), está pidiendo un cambio de rumbo. No, toda la fuerza de Hollande se ha centrado en purgar su Gobierno de aquellos que se han atrevido a cuestionar su sumisión a Berlín y Bruselas.

¿Cómo encaja Francia en este panorama? Las noticias describen sistemáticamente a la economía francesa como un desastre disfuncional lastrado por unos impuestos elevados y por las normativas del Gobierno. Por eso, cuando se observan las cifras reales, uno se sorprende un poco ya que no cuadran en absoluto con esa historia. A Francia no le ha ido bien desde 2008 —en concreto, se ha quedado rezagada con respecto a Alemania—, pero el crecimiento general de su PIB ha sido mucho mejor que la media europea, superando no solo a las atribuladas economías del sur de Europa, sino a países acreedores como Holanda. Los resultados franceses en cuanto al empleo tampoco son tan malos. De hecho, los jóvenes adultos tienen muchas más posibilidades de encontrar trabajo en Francia que en Estados Unidos.

La situación de Francia tampoco parece especialmente frágil: no tiene un gran déficit comercial y puede endeudarse a unos tipos de interés históricamente bajos.

¿Por qué, entonces, tiene Francia tan mala prensa? Cuesta no sospechar que existen razones políticas: Francia tiene un sector público muy grande y un Estado de bienestar generoso, lo cual debería conducir al desastre económico según la ideología del libre mercado. Por eso, lo que cuentan las noticias es que es un desastre, aunque no sea lo que dicen las cifras.
Es una historia muy triste, y no solo para Francia.

En estos momentos, la economía europea está pasando apuros. Creo que Draghi entiende lo mal que están las cosas, pero existe un límite para lo que puede hacer el banco central y, en cualquier caso, tiene un margen de maniobra reducido a menos que los líderes electos estén dispuestos a cuestionar la ortodoxia que defiende las monedas fuertes y el equilibrio presupuestario. Mientras tanto, Alemania es incorregible. Su respuesta oficial a la reorganización en Francia fue declarar que "no existe contradicción entre consolidación y crecimiento" (nos da igual la experiencia de los cuatro últimos años; seguimos pensando que la austeridad es expansionista).

Por eso, Europa necesita desesperadamente que el líder de una economía importante —una que no atraviese una situación horrible— se levante y diga que la austeridad está acabando con las perspectivas económicas europeas. Hollande podía y debería haber sido ese líder, pero no lo es.

Y si la economía europea sigue estancada o empeora, ¿qué pasará con el proyecto europeo, esa iniciativa a largo plazo para garantizar la paz y la democracia a través de la prosperidad compartida? Al fallarle a Francia, Hollande también le está fallando al conjunto de Europa, y nadie sabe lo mal que podrían ponerse las cosas.
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Ya en 2012 El país publicó su opinión sobre las medidas de los neoliberales en el artículo: Krugman advierte de que las medidas de austeridad de Rajoy “no tienen sentido”
El economista cree que la austeridad aumentará el desempleo y no mellará ni el problema fiscal ni la falta de competitividad.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía de 2008. Fuente: El País

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Un camino propio. Hay una confluencia de opiniones sobre la posibilidad de que Francia sea el próximo rompeolas

Cuando Mitterrand ganó las presidenciales a principios de los años ochenta inició una vía propia de política económica que condujo a Francia a la quiebra. A los pocos meses hubo de rectificar. Treinta años después, con un mundo mucho más globalizado, ¿se va a consentir al socialista Hollande tener su propia senda de austeridad, distinta de la que impulsan las fuerzas conservadoras que dominan en Europa y, sobre todo, en la cada vez más hegemónica Alemania?

¿Qué diferencia la austeridad socialdemócrata de la austeridad autoritaria vigente hasta ahora? Primero, el ritmo: los socialistas franceses son partidarios de ampliar los plazos de la consolidación fiscal y no dar lugar a compulsiones sociales como las que están viviendo Grecia, Portugal o España. Segundo, entienden que tienen menos efectos recesivos las subidas de impuestos (bien dirigidas, mayores para los que más ganan o poseen) que las reducciones de gasto público que van dejando atrás a los perdedores de la crisis. Tercero, son más partidarios de que las reformas estructurales que haya que hacer (fundamentalmente la del mercado de trabajo, en busca de una mayor flexibilidad del mismo a cambio de una mayor seguridad para los trabajadores: la célebre flexiseguridad nórdica) sean pactadas por los agentes. La plasmación de estas características está en el Pacto de Competitividad presentado por Hollande hace poco más de dos semanas.

A tal pacto no le han dado el plazo de rigor para saber si funcionará. En los últimos días ha confluido todo tipo de declaraciones, procedentes de Bruselas y de Berlín; publicaciones como la portada del semanario anglosajón The Economist; decisiones como la rebaja de calificación de la agencia Moody’s (que se une a la anterior, de Standard & Poor’s), etcétera, que concluyen que los problemas estructurales de la economía francesa (falta de competitividad, rigidez de algunos mercados, tamaño de su sector público...) y los coyunturales (anemia en el crecimiento, aumento del paro...) la convierten en el próximo eslabón más débil de la cadena europea, tras España e Italia. No será ese el único problema del Gobierno francés. También por su izquierda política y sindical (y en el interior del propio Partido Socialista) se han alzado voces contra algo que a los españoles nos resulta muy familiar: la contradicción entre el programa electoral y las prácticas adoptadas o anunciadas por Hollande. La diferencia es que este no tiene la mayoría parlamentaria holgada de Rajoy, sobre todo en el Senado, para adoptar la política económica que estime conveniente.

Además, la resistencia en la calle a los cambios que se consideran redistributivos en sentido inverso suele ser muy fuerte. Por ello, hay quien piensa que la rebaja de la calificación del riesgo —muy agresiva para la grandeur francesa— puede ser de utilidad al Ejecutivo francés para hacer pedagogía con sus ciudadanos. Leer más en El País

domingo, 23 de septiembre de 2012

Un matrimonio mayor aquejado de "kaputtsparen"

Maltrecho por la eurocrisis, el eje franco-alemán se reivindicó ayer a sí mismo entre grandes palabras y gestos. En el castillo de Ludwigsburg, cerca de Stuttgart, Merkel y Hollande conmemoraron el medio siglo de la reconciliación franco-alemana de posguerra a cargo del tandem De Gaulle-Adenauer. “Somos como un matrimonio mayor, con sus problemas”, dijo Hollande. “Los europeos estamos unidos en la búsqueda de la felicidad”, dijo Merkel poniendo un toque de la constitución de Estados Unidos.

Los dos acabaron sus discursos con frases en la lengua del otro, emulando el discurso en alemán de De Gaulle. “Somos el corazón de Europa, no hay más remedio que seguir adelante” proclamó el actual presidente de Francia. “La Europa del futuro está en nuestras manos”, respondió Merkel. Si es verdad que la historia se repite como farsa, lo de ayer en Ludwigsburg, puesto al lado de De Gaulle y Adenauer, lo confirma plenamente. Si entonces los dos estadistas buscaban un remedio a la guerra, periódica y recurrente, entre sus dos naciones, ¿cuál es el proyecto europeo hoy, más allá de la servidumbre al mercado?

En cualquier caso, la grandilocuencia se complicó ayer cuando los periodistas llevaron el asunto al terreno práctico y preguntaron por la supervisión bancaria europea, la última diferencia franco-alemana. “No hay que tener prisa” dijo Merkel”. “Cuanto antes, mejor”, dijo Hollande.

Mas allá de las grandes palabras, la relación que mantienen los dos mandatarios del eje europeo es una relación fría que se aguanta con pinzas. El pacto de este verano es que Hollande accede al “más Europa” a cambio de oxígeno alemán para que el Banco Central Europeo pueda comprar deuda “ilimitadamente”. El esquema anunciado este mes por el BCE es lo mismo que ha hecho la FED en EE.UU.

La situación es inquietante porque ese apoyo “ilimitado” significa que cuatro años después del hundimiento que casi llevó al colapso al sistema financiero internacional, se continúa inyectando dinero del contribuyente europeo a ese mismo sistema cuya reforma brilla por su ausencia. Sostener la mayor transferencia de dinero público a menos privadas de la historia es la prioridad general.

En Europa es Alemania la más consecuente y la que más empuja por ello con su pacto fiscal europeo, el corsé para garantizar y disciplinar, incluso constitucionalmente, el pago de esa transferencia. Hollande, que en su campaña electoral prometió “renegociar” dicho pacto, con su delicado traspaso de soberanía parlamentaria nacional a funcionarios no electos de Bruselas, no ha vuelto a mencionar el asunto. Su prestigio se funde como hielo al sol mientras a izquierda y derecha se le exige un referéndum.

La otra gran pata europea es el recorte social impuesto para pagar la deuda y que está sangrando manifiestamente a muchos países. Su consecuencia es lo que los alemanes llaman „Kaputtsparen“, es decir: dañar, o arruinar del todo, a un país a base de ahorros excesivos. Eso es lo que está pasando y no parece que sea socialmente sostenible.

Según reconoce el propio gobierno alemán en un informe divulgado en el Bundestag, la deuda de los países europeos está aumentando con el Kaputtsparen diseñado para sufragarla. Eso ha ocurrido este año en Bélgica (endeudada en el equivalente al 100% de su PIB), Irlanda (116%), Portugal (113,9%), España (80,9%), Italia (123,5%), e incluso en la propia Alemania (82,2%). Menos Italia y Alemania, que la reducirán microscópicamente, todos esos países incrementarán su deuda pública en 2013, señala el informe. Grecia, ejemplo paradigmático del “kaputtsparen” logrará reducir casi cinco puntos su deuda este año, situándola en el 160,6% del PIB, pero en 2013 la incrementará hasta casi el 170%, es decir cincuenta puntos más que al iniciar sus programas de ajuste.

Las consecuencias del despropósito comienzan a sentirse en Alemania, en sus exportaciones mermadas por la asfixia de sus clientes del sur de Europa. Puede que, poco a poco, se tome consciencia del rumbo de colisión que el asunto tiene, pero con las elecciones alemanas a un año vista, se trata de mantener el rumbo un año más, aunque sea con el comandante de la nave atado al timón.
Fuente: Rafael Poch, La Vanguardia: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120923/54350963424/un-matrimonio-mayor-aquejado-de-kaputtsparen.html