Maltrecho por la eurocrisis, el eje franco-alemán se reivindicó ayer a sí mismo entre grandes palabras y gestos. En el castillo de Ludwigsburg, cerca de Stuttgart, Merkel y Hollande conmemoraron el medio siglo de la reconciliación franco-alemana de posguerra a cargo del tandem De Gaulle-Adenauer. “Somos como un matrimonio mayor, con sus problemas”, dijo Hollande. “Los europeos estamos unidos en la búsqueda de la felicidad”, dijo Merkel poniendo un toque de la constitución de Estados Unidos.
Los dos acabaron sus discursos con frases en la lengua del otro, emulando el discurso en alemán de De Gaulle. “Somos el corazón de Europa, no hay más remedio que seguir adelante” proclamó el actual presidente de Francia. “La Europa del futuro está en nuestras manos”, respondió Merkel. Si es verdad que la historia se repite como farsa, lo de ayer en Ludwigsburg, puesto al lado de De Gaulle y Adenauer, lo confirma plenamente. Si entonces los dos estadistas buscaban un remedio a la guerra, periódica y recurrente, entre sus dos naciones, ¿cuál es el proyecto europeo hoy, más allá de la servidumbre al mercado?
En cualquier caso, la grandilocuencia se complicó ayer cuando los periodistas llevaron el asunto al terreno práctico y preguntaron por la supervisión bancaria europea, la última diferencia franco-alemana. “No hay que tener prisa” dijo Merkel”. “Cuanto antes, mejor”, dijo Hollande.
Mas allá de las grandes palabras, la relación que mantienen los dos mandatarios del eje europeo es una relación fría que se aguanta con pinzas. El pacto de este verano es que Hollande accede al “más Europa” a cambio de oxígeno alemán para que el Banco Central Europeo pueda comprar deuda “ilimitadamente”. El esquema anunciado este mes por el BCE es lo mismo que ha hecho la FED en EE.UU.
La situación es inquietante porque ese apoyo “ilimitado” significa que cuatro años después del hundimiento que casi llevó al colapso al sistema financiero internacional, se continúa inyectando dinero del contribuyente europeo a ese mismo sistema cuya reforma brilla por su ausencia. Sostener la mayor transferencia de dinero público a menos privadas de la historia es la prioridad general.
En Europa es Alemania la más consecuente y la que más empuja por ello con su pacto fiscal europeo, el corsé para garantizar y disciplinar, incluso constitucionalmente, el pago de esa transferencia. Hollande, que en su campaña electoral prometió “renegociar” dicho pacto, con su delicado traspaso de soberanía parlamentaria nacional a funcionarios no electos de Bruselas, no ha vuelto a mencionar el asunto. Su prestigio se funde como hielo al sol mientras a izquierda y derecha se le exige un referéndum.
La otra gran pata europea es el recorte social impuesto para pagar la deuda y que está sangrando manifiestamente a muchos países. Su consecuencia es lo que los alemanes llaman „Kaputtsparen“, es decir: dañar, o arruinar del todo, a un país a base de ahorros excesivos. Eso es lo que está pasando y no parece que sea socialmente sostenible.
Según reconoce el propio gobierno alemán en un informe divulgado en el Bundestag, la deuda de los países europeos está aumentando con el Kaputtsparen diseñado para sufragarla. Eso ha ocurrido este año en Bélgica (endeudada en el equivalente al 100% de su PIB), Irlanda (116%), Portugal (113,9%), España (80,9%), Italia (123,5%), e incluso en la propia Alemania (82,2%). Menos Italia y Alemania, que la reducirán microscópicamente, todos esos países incrementarán su deuda pública en 2013, señala el informe. Grecia, ejemplo paradigmático del “kaputtsparen” logrará reducir casi cinco puntos su deuda este año, situándola en el 160,6% del PIB, pero en 2013 la incrementará hasta casi el 170%, es decir cincuenta puntos más que al iniciar sus programas de ajuste.
Las consecuencias del despropósito comienzan a sentirse en Alemania, en sus exportaciones mermadas por la asfixia de sus clientes del sur de Europa. Puede que, poco a poco, se tome consciencia del rumbo de colisión que el asunto tiene, pero con las elecciones alemanas a un año vista, se trata de mantener el rumbo un año más, aunque sea con el comandante de la nave atado al timón.
Fuente: Rafael Poch, La Vanguardia: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120923/54350963424/un-matrimonio-mayor-aquejado-de-kaputtsparen.html
domingo, 23 de septiembre de 2012
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